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SUNEDU OTORGA LA LICENCIA INSTITUCIONAL A LA FACULTAD DE TEOLOGÍA PONTIFICIA Y CIVIL DE LIMA

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SUNEDU OTORGA LA LICENCIA INSTITUCIONAL A LA FACULTAD DE TEOLOGÍA PONTIFICIA Y CIVIL DE LIMA

La casa de estudios obtuvo su licencia institucional por un período de seis años tras cumplir las Condiciones Básicas de Calidad que exige la Ley Universitaria.
  • El proceso de licenciamiento de la FTPCL motivó mejoras en infraestructura, investigación y servicios complementarios.

La Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) resolvió otorgar la licencia institucional por un período de seis años a la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima (FTPCL), tras constatar que cumple con las Condiciones Básicas de Calidad (CBC) establecidas en la Ley Universitaria.

La FTPCL es una casa de estudios de carácter asociativa eclesial con 469 años de historia, orientada a la impartición y reflexión de las ciencias eclesiales mediante la formación del clero. Actualmente, alberga a población estudiantil de 409 estudiantes y posee una oferta educativa compuesta por 8 programas vigentes (tres de pregrado, tres maestrías, un doctorado y una segunda especialidad).

La Facultad, que se encuentra ubicada en el distrito de Pueblo Libre, en Lima, cuenta con un local conducente a grado académico, con un taller, aulas y ambientes para docentes. Asimismo, ofrece los servicios educacionales complementarios de salud, social, psicopedagógico, deporte y cultura, para lo que dispone de espacios, personal, mobiliario, equipamiento, actividades y presupuesto.

En lo referente a su plana docente, posee un 37% de docentes a tiempo completo. El 80% de ellos cuenta con posgrado y el 35% obtuvo su grado en el extranjero. Asimismo, posee una normativa que regula los procesos de selección, evaluación y capacitación de docentes.

La FTPCL desistió del 77.8% de la oferta presentada (28 programas). Esta decisión se debió a la necesidad de orientarse hacia los programas que son propiamente los campos de su competencia en el servicio de la sociedad a través de la Iglesia.

El proceso de licenciamiento de la FTPCL ante la SUNEDU motivó mejoras, entre las que destacan las siguientes:

• Durante el procedimiento, la Facultad invirtió 767 mil 464 soles en la implementación, acondicionamiento y equipamiento e infraestructura.

• La FTPCL logró, progresivamente, fortalecer sus políticas, normas y procedimientos para el fomento y realización de la investigación.

• La Facultad reestructuró la investigación reasignando fondos y los marcos normativos de la investigación. En la actualidad, tiene ocho líneas de investigación, tres pertenecientes al programa académico de teología que se implementaron en el 2019 y cinco pertenecientes al programa académico de educación, que se implementarán hacia el 2020.

• Desde el 2017, la ejecución del presupuesto de investigación se mantuvo por encima del 90%. Además, cuenta con seis proyectos desarrollándose de los cuales dos ya se encuentran concluidos. Finalmente, la Facultad está implementando un piloto de semillero de investigación.

• La casa de estudios cuenta con espacios, personal, mobiliario, equipamiento, así, también, con un plan de actividades y presupuesto suficiente para la prestación de los servicios, a la comunidad universitaria, de salud, social, psicopedagógico, deportes y cultura.

• La Facultad cuenta con un Plan de Gestión de la Calidad alineado a su Plan Estratégico Institucional (PEI) 2019-2021, en concordancia con la Ley Universitaria. A través de estas herramientas de gestión define sus objetivos estratégicos a seguir y las acciones para su cumplimiento.

• La casa de estudios implementó una Plataforma Virtual de la Bolsa de Trabajo e incorporó actividades orientadas a colaborar en la formación continua de egresados y graduados, seguimiento e informes de ejecución de actividades.

Requerimientos

Además de otorgar la licencia institucional, la SUNEDU requirió a la FTPCL que presenté ante la Dirección de Licenciamiento lo siguiente:

• Los resultados de la ejecución programática y presupuestal respecto del Plan Estratégico Institucional, el Plan Operativo Institucional, el Presupuesto Institucional y el Plan de Gestión de la Calidad vigentes en dichos períodos.

• Los estados financieros y notas contables, junto con información del número de ingresantes y estudiantes matriculados por programa, así como la ejecución presupuestal por rubros de CBC.

• Los resultados de la evaluación del desempeño docente y de los procesos contratación, ordinarización, promoción, ratificación de sus docentes, con énfasis en el orden meritocrático, publicaciones, tesis asesoradas, y actualizaciones y/o capacitaciones.

• Los criterios de evaluación para la investigación, así como la escala de medición, para fines del semestre 2020-I.

• Los resultados de las acciones realizadas, al término de los semestres académicos 2020-II, 2021-II, 2022-II, para el desarrollo académico para sus docentes, en los que se incluya los convenios para el intercambio y la movilidad docente y pasantías.

• Las acciones realizadas y los resultados obtenidos para la incorporación con vocación de permanencia e incremento de investigadores calificados. Asimismo, la organización y consolidación de grupos o semilleros de investigación, el aumento de publicaciones en revistas indexadas de alto impacto en base de datos a nivel internacional, ponencias y tesis, movilidad docente. A ello se suma las pasantías de investigación, así como los convenios interinstitucionales y mecanismos de incentivos a favor de la investigación, a fin de evidenciar una eficiente ejecución presupuestal.

• Un informe documentado, al finalizar los semestres 2020-II y 2021-II, sobre las acciones y los resultados obtenidos para el fortalecimiento del programa de doctorado.

• La actualización del repositorio, incluyendo las publicaciones realizadas por la Facultad que se encuentran en la página web, a finales del semestre 2020-II.

• Los resultados de las acciones de seguimiento de la situación laboral de sus egresados y mecanismos de inserción laboral, al término de los semestres 2020-II y 2021-II, evidenciando una mejor distribución y ejecución del presupuesto para dicho fin.

Sobre la Facultad

La Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima tiene sus orígenes en el Studium de la ciudad de Lima, creado por los Superiores de la Orden de Predicadores en el año 1548. Posteriormente, mediante Cédula Real en 1551, el Rey de España creó la Universidad Real de Lima e incorporó los estudios de teología, constituyéndose la Facultad de Teología. En 1574, la casa de estudios fue denominada Universidad de San Marcos. Después de 359 años, la Facultad se segrega de la Universidad San Marcos, reconociéndola como una institución autónoma, con personería jurídica, gobernada por la iglesia católica, con capacidad para seguir otorgando grados en Teología y Derecho Canónico.

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LA FTPCL:  UNA INSTITUCIÓN AL SERVICIO DE LA TEOLOGÍA.

Las Actas de la Orden de Santo Domingo, 1º de julio de 1548, recogen que se reunió en el Cusco en Capítulo provincial integrado por religiosos de los conventos del CUSCO, Arequipa y Lima, y decidió: en el Convento de Lima, un Estudio General en la forma en que hoy se ve, aunque no con tanto número de cátedras como ahora, hoy tiene dos regentes primero y segundo: cuatro cátedras de Teología, tres de Escolástica, y una Escritura, otra de la lengua general del Perú, que llaman Quechua, un maestro de Estudiantes, y tres lectores de Artes". 2º. "Instituyeron en Lector de Teología para el Convento de Lima al mismo Padre Prior, y Predicador General Fr. Domingo de Santo Thomas.

Casi tres años después, con los estudios de Teología en desarrollo, por Cédula Real del 12 de mayo de 1551, el Rey de España creó la Universidad de Lima, con todos los privilegios de la Universidad de Salamanca. Los estudios de Teología fueron incorporados a esta Universidad, sirviendo a ésta de base para su existencia. Así, se constituyó la Facultad de Teología, la primera Facultad de la nueva Universidad. San Pío V la aprobó también con el breve "Exponi Nobis", del 26 de julio de 1571. En 1574, ella tomó el nombre de Universidad de San Marcos.

Este origen histórico de los estudios teológicos otorga a nuestra Facultad el privilegio de ser la iniciadora de los estudios universitarios en el Perú, tanto los de pre como los de post grado. Formó parte de la hoy Universidad Mayor de San Marcos, con existencia ininterrumpida.

Quedaba establecida así la mayor expresión de la síntesis cultura-fe, jerarquía civil-religiosa, con el fin de buscar el progreso integral de la persona y la sociedad a partir del estudio privilegiado de la Teología, de la que todas las demás ciencias eran "ancillae" (esclavas); claro que "cada una gozaba de autonomía y dignidad propia, pero en dependencia jerarquizada y orgánica para una función de servicios: servir a Dios y a los hombres"[2].

Como escribió el P. Bartra, aquí está la explicación del por qué en la Universidad de San Marcos el primer puesto del claustro se reservó a la Facultad de Teología. Las otras facultades eran las de Derecho Civil (Leyes), Derecho Canónico (Cánones), Artes y Medicina. Las cátedras más importantes en Teología eran la de Prima o Teología escolástica, la de Sagrada Escritura, Vísperas y Nona.Cátedras de Sagrada Escritura. En la Universidad de San Marcos, la Facultad de Teología contaba con cuatro cátedras: Prima, Sagrada Escritura, Santo Tomás, Vísperas.  El Virrey Toledo firma una Real Cédula, Los Reyes, 20 de junio de 1580, por la que indica que  la "cátedra y lectura de Sagrada Escritura sin la cual no se puede saber ni entender la teología y letras divinas ni conseguirse el efecto de la enseñanza y predicación evangélica que han de hacer los estudiantes que la profesasen para españoles e indios".

Hay que recordar que siempre estuvo muy unida al Seminario, y a pesar de ser dos instituciones claramente diferenciadas, en sus cuatro siglos de historia ha vivido etapas en que sus vidas se fundían e identificaban, no sólo por compartir local -calle san Francisco- sino autoridades, profesores y alumnos. Notemos de entrada, que el primer rector del seminario, Hernando de Guzmán, fue tres veces rector de la Universidad de San Marcos.

Conviene recordar profesores sobresalientes como el biblista y asesor de Santo Toribio, P. José de Acosta, el gramático y gran misionero P. Pablo José de Arriaga, SJ; Fray Antonio de Lorenzana, OP, doctor por Salamanca y confesor de Santa Rosa. Era tal la fama cobrada por sus teólogos que a finales de la primera mitad del XVII aparecen numerosos escritos alabando a la Universidad de San Marcos y a sus catedráticos, como los del franciscano Buenaventura de Salinas y Córdova [1630], el dominico fray Adriano de Alesio [1645], el agustino Calancha [1647] y Diego de León Pinelo.

Entre los alumnos y profesores más destacados:

Juan Cavero de Toledo (Rector 1701-16). Fue Obispo de Santa Cruz de la Sierra y después de Arequipa. Se graduó en San Marcos,  regentando la cátedra de vísperas y prima de Teología.

Bernardino de Almansa. Fue secretario de Mogrovejo, durante año y medio, de la visita iniciada en 1584. Obispo de Santo Domingo y santa Fe de Bogotá.

Fray Cipriano de Medina. Obispo de Huamanga, Se graduó en Teología en la Universidad de San Marcos en 1627 y en ella fue lector de Teología Moral y luego de Prima.

Baltasar Martínez de Compañón (1737-1797). Natural de Navarra, obispo de Trujillo (1779-91), arzobispo de Bogotá. Fue capellán de la Universidad de Salamanca, donde se recibió como doctor. Rector de este seminario.

José Baquíjano y Carrillo. Catedrático de San Marcos y elegido por la Regencia del Reino para representar a América en la Junta que se formó con motivo de la invasión de España por los franceses, Bachiller en Cánones, y de Doctor en Leyes y Cánones en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Recibido de abogado ante la Real Audiencia en 1769, fue secretario del obispo electo del Cuzco, Agustín de Gorrichátegui, participando en el IV Concilio Limense y viajando en su compañía al Cuzco.

Vicente Morales Duárez. Optó el grado de Doctor en Leyes y Cánones en la Universidad de San MarcosCatedrático también de San Marcos y Diputado en las Cortes de Cádiz, de las cuales fue elegido Presidente.

Mons. Juan Ambrosio Huerta. Obispo de Puno y de Arequipa.

Manuel Tovar. Rector del Seminario y Arzobispo de Lima. Presidente del Primer Concilio Plenario Latinoamericano.

En sus aulas se formaron gran parte de la intelectualidad del Perú y de América, así como sus líderes como Nicolás de Piérola (1839-1913). Alumno y docente, presidente del Perú de 1895 a 1899.

Doctores en teología como 1831. José Gregorio Paz Soldán, Fiscal de la Excma. Corte Suprema y ex-rector de la U. S. Marcos. 1857. Juan Gualberto Valdivia. Deán de la SI Arequipa, Prelado Doméstico de SS, asistente al sacro solio y Rector del Col. De la Independencia 1903. Belisario A. Phillips. 1910. Jerónimo Carranza. 1910. Juan M. Atucha. 1915. Rubén Olivares. 1915 Jorge Dintilhac. Monseñor Emilio Lissón.

http://www.ftpcl.edu.pe/ftpcl-obtiene-licenciamiento-institucional/  

-Resolución de Consejo Directivo N° 037-2020-SUNEDU/CD certifica que nuestra casa de estudios, pionera de los estudios de Teología en América del Sur, cumple con las Condiciones Básicas de Calidad necesarias para ejercer la enseñanza superior en nuestro país.

-Comenzó siendo la primera Facultad de la entonces Real Universidad de la Ciudad de los Reyes, independizándose de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos por el Estatuto Universitario de 1935.

-Recibió su nombre actual en 1937 y por Decreto Ley 18009 del 25 de noviembre de 1969 se reconoce que la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima «otorga grados y títulos en Teología y Derecho Canónico. Los diplomas se registrarán en el Ministerio de Educación»

La Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima recibió con mucha alegría la Resolución de fecha 12 de marzo de 2020 que notifica la obtención del Licenciamiento Institucional que otorga la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (SUNEDU) a las instituciones de educación superior universitaria que cumplen con las ocho Condiciones Básicas de Calidad (CBC) estipuladas en la Resolución de Superintendencia N°0054-2017-SUNEDU.

El proceso de licenciamiento de nuestra institución inició el 14 de diciembre del 2017, con la presentación de la Solicitud de Licenciamiento Institucional con la denominación Universidad Católica San José.

El 01 de febrero del 2019 SUNEDU notificó la finalización de la etapa de revisión documentaria, que concluyó con la emisión del Informe de Revisión Documentaria con resultado desfavorable, requiriéndose la presentación de un Plan de Adecuación.

En esa coyuntura, del 20 al 22 de febrero del 2019, se realizó una Visita Apostólica de la Congregación para la Educación Católica, responsable vaticana de las universidades eclesiásticas y católicas. Después de esa Visita y de la toma de posesión, el 02 de marzo de 2019, de Monseñor Carlos Castillo como Arzobispo de Lima y, consecuentemente, Gran Canciller de nuestra casa de estudios, la Santa Sede nombró a nuestro actual Rector pro tempore, iniciándose una nueva gestión de la institución.

El nuevo gobierno debió recuperar la identidad institucional de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, y también reformular el Plan de Adecuación existente para llevar adelante el Proceso de Licenciamiento.

El 20 de enero del presente año, la SUNEDU emitió el Informe Complementario con resultado favorable y se comunicó dicho resultado a la Facultad, a la vez que se anunció el inicio de la etapa de verificación presencial, informándose que la visita correspondiente de la Comisión de Verificación se realizaría los días 28 y 29 de enero. El 10 de febrero la Dirección de Licenciamiento emitió el Informe de Verificación Presencial con resultado favorable.

Con Resolución de Consejo Directivo N° 037-2020-SUNEDU/CD del 12 de marzo de 2020, el Consejo Directivo de SUNEDU otorgó la Licencia Institucional a la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima con una vigencia de seis años.

De esta forma, la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima renueva el compromiso de brindar formación de calidad a sacerdotes, religiosos, seminaristas y laicos, en las especialidades de Teología y Educación a nivel de pregrado y posgrado.

La institución espera continuar la tradición de más de cuatro siglos de formación ininterrumpida de profesionales íntegros y comprometidos, desde los primeros doctorados en Teología otorgados hace más de 460 años a los frailes Rafael Segura y Domingo de Santo Tomás.

Continuaremos trabajando con seriedad, ilusión y esperanza, conscientes que «el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres» (sal 125, 3).

Algunos datos históricos

En nuestras aulas se formaron como doctores en Teología:

José Gregorio Paz Soldán, Fiscal de la Corte Suprema y Rector de la Universidad de San Marcos (1831);

Manuel Bandini (1848), Arzobispo de Lima;

Manuel Tovar (1865), Arzobispo de Lima;

Jorge Dintilhac (1916), Fundador de la Pontifica Universidad Católica del Perú

Nos guiaron como Decanos:

Francisco Javier de Luna Pizarro, Presidente interino del Perú en 1822 y en 1833; Arzobispo de Lima (1846-1855) y Presidente del Congreso Constituyente (1822, 1828 y 1834).

Bartolomé Herrera.

Pedro Manuel García Naranjo, Arzobispo de Lima (1908-1917)

Reconocimiento internacional a autoridades o docentes:

Mons. Norberto Strottman Hope MSC, Rector de la FTPCL (1992-1996), primer docente de la Facultad nombrado Miembro de la Comisión Teológica Internacional.

Pbro. Pedro Hidalgo Díaz, Rector de la FTPCL (2005-2013) primer peruano y docente de la institución nombrado experto en una Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos en 2008, XII Asamblea del Sínodo de Obispos.

Dr. Gustavo Sánchez Rojas, primer teólogo peruano doctorado en nuestra Institución y profesor ordinario de la misma nombrado Miembro de la Comisión Teológica Internacional (2014)  a nombrado Miembro de la Comisión Teológica Internacional (2014)


Isabel la Católica y la evangelización de América.Actas del Simposio Internacional de Valladolid. BAC, Madrid, 2020

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RUBIO WILLEN, José Luis (Coord.)

Isabel la Católica y la evangelización de América. Actas del Simposio Internacional de Valladolid, 15 al 19 de octubre de 2018

(BAC, Madrid, 2020, 457 pp)

José Antonio Benito

El volumen recoge a modo de actas parte de las contribuciones científicas presentadas al Simposio Internacional«IsabellaCatólicaylaEvangelizacióndeAmérica»,celebradoenValladoliddel15al 19deoctubrede2018,organizadoporlaComisióndiocesanaIsabellaCatólicadelArzobispa- do de Valladolid y la Universidad Católica deÁvila. En total 16 capítulos más tres apartados correspondientes al prólogo, presentación y saludo, con la homilía de la misa de clausura del simposio y la solicitud de pronta beatificación al Papa por parte de los participantes.

Su objetivo queda bien claro, dar a conocer la verdadera personalidad y obra de la reina, enmarcada en su contexto histórico y considerando el momento actual, siempre con la mira de promover su causa de beatificación. 

Se abre la obra con el breve, pero significativo prólogo del Arzobispo de Valladolid, el Cardenal Ricardo Blázquez, quien recuerda su condición de abulense como la Reina-, y manifiesta el objetivo de la Comisión: "despejar en lo posible tópicos y superar errores e informaciones inexactas e incorrectas sobre la rica personalidad y el extraordinario reinado de esta mujer singular". Por último, comparte su doble gozo de constatar a través de los expertos que la "evangelización de América tuvo su origen en la fuente interior de donde surgían los proyectos más anhelados y queridos de esta católica y singular mujer" y su invitación cordial a "conocer mejor esta gesta maravillosa misionera, cultural, promotora y defensora de los derechos humanos".

La presentación corre a cargo de don Vicente Vara, responsable de la Comisión y auténtico corazón del simposio y la publicación. Él fue quien tomó el testigo del inolvidable Vicente Rodríguez Valencia y que ha sido como el canto del cisne pues apenas vio la publicación falleció.

Sigue el saludo de bienvenida de Monseñor Luis Javier Argüello, obispo auxiliar de Valladolid y secretario general de la Conferencia Episcopal Española, quien destacó el deseo del simposio de "promover la caridad política como camino de santidad en la vida llena de virtudes extraordinarias de una mujer, Isabel I de Castilla" (p.5). Todo ello sin desconocer "situaciones de dificultad, realidades de violencia […] pero, sobre todo, surge la posibilidad de un encuentro que se hizo posible gracias a la evangelización y también al mestizaje […]que afirma, siguiendo las pautas establecidas por la reina Isabel en su testamento y codicilo, la dignidad y ciudadanía de los moradores de aquellas tierras" p.6.

La edición ha sido coordinada por José Luis Rubio Willen quien ha contado con la colaboración académica de Javier Burrieza y Francisco Trullén, así como la corrección de textos de Enrique Gómez. recoge los principales temas abordados en este simposio y que quiere ser "una ocasión para conocer de primera mano la verdadera obra de gobierno como Reina y evangelización en las tierras de América Latina, llevada a cabo por la Sierva de Dios, cuyo faro era la fe católica".

El primero de los diez artículos académicos corresponde a "Isabel I de Castilla, la mujer tras la reina" a cargo de una de las expertas historiadoras de la vida y contexto como es la catedrática universitaria y M.ª Isabel del Val Valdivieso, quien destaca tresdecisionesenelcaminodelaunidadenlafecomo fueron la creación del tribunal de la Inquisición , la expulsión de los judíos y los musulmanes de España, su formación religiosa, la vida familiar en particular su relación con su esposo Fernando y sus hijos, el análisis de tres cartas a sus confesores y el testamento con el codicilo que revelan la gran vida interior de la reina y su celo apostólico concretado en el buen trato de sus súbditos de América.

"Isabel,madredeAmérica. LorecibidoyaportadoenlaIglesiaylacultura" corrió a cargo de BerthaBilbaoRichter –del Instituto Literario y Cultural Hispánico- quien a partir del entrañable recuerdo de su audaz pedido al Papa Pío XII desde Argentina y la acogida por parte del pontífice y el arzobispo de Valladolid, pasa revista a los aportes culturales de Isabel a quien denomina "madre de América", "la riqueza y  el esplendor de Dios, la mujer de las moradas profundas como la Santa de Ávila, la que es llamada a su resurrección en este siglo XXI para ser santificada, como ya lo está en el corazón de Hispanoamérica" (p.43)

Quizá nadie en el mundo ha dedicado tanto tiempo y talento a la historia de la catequesis como Luis Resines Llorente quien en su artículo "Los catecismos y la evangelización en América" vincula la formación humanística y religiosa de Isabel con lalaborevangelizadoraenAméricaensuscatecismos.

El capítulo "EvangelizaciónyculturizacióndeAmérica" de HernánMathieu, Rector de la Universidad de La Plata, Argentina, enfatiza el hecho de que toda la cultura del Siglo de Oro español "se trasladó a América adaptándose a las condiciones del lugar y sus habitantes, a los que transculturizó con la fe cristiana y los valores de Occidente" (p.90), contando siempre con el impulso decidido de la Reina Isabel, quien logró la forja de una nación con sentido estatal misionero.

Un decisivo aspecto de la renovación religiosa de España fue la reforma conventual practicada en tiempos de los Reyes Católicos por impulso de ellos mismos. Así lo manifiesta Mons. BraulioRodríguezPlaza, quien formó parte activa de la Comisión de la Causa de Isabel en los siete años de arzobispo de Valladolid en su artículo "Las órdenes reformadas, agentes de evangelización". Siguiendo el magisterio del historiador José García Oro, destaca el apoyo fundamental de Isabel a la reforma de los religiosos y el decidido impulso evangelizador americano que contó con la ayuda del Cardenal Cisneros que convirtieron la Corona de Castilla en un reino misionero.

El actual cronista de Valladolid y catedrático de la Universidad de Valladolid, así como mentor académico del simposio y la edición, Javier Burrieza Sánchez en "Por la Castilla isabelina: Madrigal, Medina del Campo y Valladolid" nos da el marco espaciotemporal castellano de la Reina de lo que Miguel de Unamuno denominaba el "paisanaje" vinculando el territorio con el suceso histórico. De este modo veremos desfilar a Madrigal desde la guerra de sucesión a Germana de Foix, acudiremos a los escenarios de los Trastámara en Madrigal, nos hace sumergir en el Valladolid del matrimonio de Isabel y Fernando, nos presenta a los hombres de la monarquía de Isabel: el cardenal Mendoza,  fray Alonso de Burgos y Colón; de igual modo estudia las resonancias de los Reyes Católicos en las instituciones que definen a Valladolid, para culminar analizando la presencia de Isabel y Fernando en Medina del Campo, específicamente en el palacio testamentario donde muere la Reina

En "Isabel la Católica y mujeres evangelizadoras", Mª del Rosario Sáez Yuguero, rectora de la Universidad Católica de Ávila rescata el rol evangelizador de Isabel como mujer, vinculándola con otras mujeres de la primera evangelización americana, así como en la fundación de beaterios, casas de recogimiento y conventos, en particular el colegio-beaterio de Texcoco por Catalina Bustamante, los recogimientos de Perú, la figura de Rosa de Lima, como misionera patrona de América

Guzmán M. Carriquiry Lecour, secretario vicepresidente de la CAL, Vaticano, en "Isabel la Católica y los santos de la primera evangelización americana" se centra en los santos predicadores del Evangelio, los apóstoles itinerantes de la "Nueva cristiandad de Indias", la opción santa por los pobres, Vírgenes, místicas, penitentes, la "banda" de santos referida específicamente a los jesuitas Anchieta, mártires del Paraguay (Roque, Juan del Castillo y Alonso Rodríguez) Claver, culminando en los nuevos santos como Junípero Serra y Óscar Romero.

Imposible entender plenamente el acontecimiento misionero sin conocer la relación de la Iglesia con el poder civil a través del denominado patronato y vicariato regios, de ahí que el artículo "El Patronato Regio, impulsor de la evangelización y de sus obispos" del actual obispo de Albacete Mons. Ángel Fernández Collado resulte tan clarificador analizando lo que fue la institución, a través de las bulas y breves pontificios en orden a la evangelización en América, la tarea evangelizadora en el nuevo mundo a través del Patronato Regio, sus derechos y deberes, una medida concreta como fue la reforma del episcopado impulsada por los Reyes Católicos, los obispos de Indias, modelo de excelentes pastores y evangelizadores según la legislación real sobre la misión pastoral de los obispos españoles en Indias, concretado en las semblanzas de dos de ellos como los primeros de México y Lima respectivamente Juan de Zumárraga y Jerónimo de Loaysa.

El capítulo "Los concilios y sínodos de santo Toribio en la evangelización de América" corre a cargo de José A. Benito Rodríguez, quien estudia un fruto concreto de la evangelización indiana a través de la titánica labor legislativa del prelado Mogrovejo en sus reuniones metropolitanas para los concilios provinciales o las diocesanas para los sínodos que sirvieron para organizar institucionalmente la América del Sur, llegando a rescatar en ellos todo un catálogo de derechos humanos en beneficio de los indios.

Del capítulo XI al XVI se brindan las comunicaciones expuestas el último día del simposio. El XI corre a cargo de Alejandro Rebollo Matías y lleva por título "La influencia del arte y la arquitectura de los Reyes Católicos en Castilla y América". En el mismo se refiere al interés y la sensibilidad artística estética de la reina, bien patente en los monumentos que aún hoy podemos contemplar. Isabel la Católica fue una gran promotora del arte, tal como se evidencia en este estilo con nombre propio manifestado en la arquitectura isabelina presente en América, nos adentra en los símbolos y motivos decorativos del estilo, nos recuerda los arquitectos de la Corona, así como las principales realizaciones, destacando el gran aporte del urbanismo hispanoamericano.

Nadie mejor que el postulador para contarnos el desarrollo y la actualidad de la "CausadebeatificaciónycanonizacióndelasiervadeDios IsabelIdeCastilla" el P. JavierCarnerero,osst) quien pese a considerar "apabullante" la documentación recopilada por el infatigable Vicente Rodríguez Valencia y el celo los seguidores en Valladolid no deja de constatar que estamos en un "impasse".

Manuel Reyes, Capellán Mayor de la Capilla Real, en "El mensaje de la Capilla Real de Granada" nos guía artísticamente ante el mausoleo de los Reyes Católicos, considerando "el museo de la vida de evangelización y fe de la reina, a través de sus objetos personales y devocionales".

María Saavedra Inaraja dedica el capítulo XIV a una de las personas decisivas vinculadas con la Reina, en "El cardenal Cisneros y la continuidad en la evangelización tras la muerte de Isabel I"

Carmen Pareja Ortiz nos adentra en el aspecto lector y la biblioteca personal de Isabel y otras mujeres de su tiempo: "Librería de la reina Isabel la Católica y de algunas mujeres del Nuevo Mundo".

El artículo "Isabel I de Castilla: ¿será proclamada santa?" nos comparte el testimonio del colaborador de la causa Roberto Alonso Gómez) quien se hace portavoz de los miles de personas que en el mundo esperan la aprobación de Roma 443

Por último, se ofrece la homilía de la misa de clausura del simposio en el Santuario Nacional de la Gran Promesa de Valladolid a cargo de Mons. Francisco Javier Martínez Fernández arzobispo de Granada, "Ser testigos de la novedad que Cristo trae para hoy" se refiere a la santidad de Isabel La Católica y de la santidad a la que cada día están llamados todos los fieles en su vida diaria.

Como complemento se incluyen 23 fotografías –una por página- a todo color que ilustran de modo atractivo los antecedentes artículos y que corresponden con la vida, obra y representaciones artísticas alusivas a la Reina Isabel.

Culmino agradeciendo y felicitando a la Comisión por este considerable esfuerzo en clarificar y profundizar la denostada figura de la magnánima Reina Isabel, como mujer, política, humanista, evangelizadora, como quizá no se hacía desde el V Centenario de su muerte, 2005. La calidad y actualidad de los 20 textos entre artículos y notas, así como la esmerada edición con el prestigio de la BAC, profusamente ilustrada, recomiendan altamente su lectura. 

María Rostworowski y Lima Norte, desde la UCSS

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María Rostworowski y Lima Norte, desde la UCSS

"Hoy recordamos el nacimiento de María Rostworowski, una de las más importantes historiadoras e investigadoras peruanas del siglo XX, autora de diversas publicaciones sobre las culturas prehispánicas y el Imperio Inca"Aprovecho esta emotiva nota por su natalicio, hoy 8 de agosto, del Fondo Editorial del Congreso del Perú, para compartirles su vinculación con Lima Norte.

José Antonio Benito Rodríguez, UCSS

 

La relación de María Rostworowski con la UCSS está vinculada desde los inicios de la Universidad. Incluso el profesor Igor Navarro –actual director de la Biblioteca- consiguió de ella una entrevista para la revista escolar del Colegio "El Buen Pastor", en 1998. Comienzo, por tanto, agradeciendo su permanente y generosa disponibilidad para brindar su tiempo y saber cuándo se la requería para educar históricamente a los jóvenes escolares. Su primera contribución para nuestra casa de estudios se dio con motivo de la celebración del Primer Congreso de Historia de Lima Norte (2005), en el que destacó su valioso aporte a la historia del Valle del Chillón y su participación en el documental "El legado del Chillón. La historia al norte de Lima", elaborado por Humberto Zárate y Omar Terrones, del departamento de producción audiovisual de la oficina de Promoción e Imagen Institucional de la universidad. que obtuvo el premio "Cardenal Landázuri Ricketts", de la Conferencia Episcopal Peruana); en el mismo, llama la atención sobre el patrimonio histórico enfatizando que "debemos terminar por entender el pasado y amar nuestro pasado andino y no tratarlo despectivamente. Tenemos infinidad de cosas preciosas, como un país bellísimo al que no apreciamos". En el histórico evento tuvo el privilegio de ser reconocida entre los "historiadores maestros del Perú" junto a los presentes Waldemar Espinoza Soriano, José Antonio del Busto, José Agustín de la Puente Candamo, P. Armando Nieto, SJ. y Monseñor Severo Aparicio, O.M. En la placa destacamos "además de su edad y su larga carrera como investigadores de nuestra historia peruana, sirven de ejemplo como compromiso humanístico y social".

 

Visitó la UCSS para una conferencia dentro del programa "Forjadores de la peruanidad", con la conferencia "Pachacutec, forjador del Perú"; y, en 2008, la visitamos para comentarle sobre el Programa Defensores del Patrimonio, creado e impulsado por el Centro de Estudios y Patrimonio Cultural (CEPAC), y en dicha ocasión se dirigió a los jóvenes alentando a que "vengan con nuevos entusiasmos porque el trabajo de investigación nunca se acaba".[1]

Con motivo de sus cien años, CAMPUS UCSS dirigido por Kristhian Ayala le dedicó un amplio reportaje titulado "La historiadora histórica" en el que se enfatizó su deferencia hacia nuestra Casa de Estudios y su pasión investigadora por Carabayllo:

Maria Rostworowski significa la pasión viva, vigente de un siglo entero dedicado a la revaloración del pasado prehispánico del Perú, a entender las señales cifradas en la propia historia y trazar el camino por el que muchos estudiantes e investigadores pueden transitar una y otra vez; descubrió un pasado y un conjunto de elementos que nos llevan a la riqueza interminable de un país que trasciende sus actuales fronteras y forma parte de la historia de la humanidad en esta parte del cosmos. Este 8 de agosto, la Dra. Rostworowski cumple 100 años y qué mejor regalo para el Perú que su propia existencia, nuestra "historiadora del siglo" es un patrimonio vivo de investigación y testimonio

Tres colegas del área de Historia manifestaron su aprecio por el magisterio ejercido. Pedro Soto Canales, coordinador del área, destacó que"como cualquier otra persona interesada en la historia autóctona de nuestro país, mi primer acercamiento a la Dra. María Rostworowski fue a partir de la lectura de sus obras, especialmente "Estructuras andinas del poder", que fue uno de los libros indispensables en mi elaboración de la tesis de maestría sobre las etnias de la sierra limeña. Y, en segundo lugar, el encuentro personal que tuve en la UCSS cuando la invitamos a esas charlas magistrales (Forjadores de la Identidad) que coordinaba el Dr. Benito para nuestros alumnos de los primeros ciclos. Para mí es muy significativa su labor de investigadora, pues, a partir de la etnohistoria, ella nos ha enseñado la importancia y la relevancia que tiene el conocer y promover la historia regional y local de los más diversos puntos de nuestro territorio patrio; así, por ejemplo, promovió el estudio de una sociedad prehispánica que se asentó en lo que actualmente es el norte limeño, los Colli. Sin duda, el mejor ejemplo profesional que puede dar la Dra. Rostworowski a las nuevas generaciones es la perseverancia en lo que se investiga, buscar los medios para obtener información y amar aquello que nos da identidad como peruanos"

Por su parte Santiago Tácunan Bonifacio, experto en la historia local de Lima Norte el hecho de cómo"se las ingenió para incursionar de manera libre en San Marcos. He ahí su secreto, asumir con personalidad y carácter su futuro y escuchar a los referentes intelectuales de su época, como Raúl Porras, Julio C. Tello, Luis Valcárcel y Luis Jaime Cisneros, entre otros, quienes, rompiendo con los paradigmas, la aceptaron como alumna libre. Pero esta concesión no fue gratuita, pues ella debía demostrar su valía con méritos propios, tal como lo hizo desde 1953, año en que publicó su primera obra y que fue el inicio de una larga lista, algunas de ellas premiadas, aunque en algunos casos nunca recibió el premio correspondiente. El libro que más recuerdo es "Señoríos indígenas de Lima y Canta (1978)", pues mi afición casi enfermiza por la historia del valle del Chillón me llevó a comprar todos los libros referentes a esta localidad. No invertí mucho, pues a finales del siglo XX, no había muchos, tan solo algunos artículos arqueológicos o, en el peor de los casos, tesis o catálogos arqueológicas pocos conocidos. Como un libro no permite por lo general escribir todo lo que uno sabe sobre un tema investigado, tuve el atrevimiento de buscarla para preguntarle algunas pistas documentales adicionales y grata fue mi sorpresa por su cálida recepción, cuya intensidad no ha variado aun con el paso de los años, tal como pude comprobarlo en una de las últimas entrevistas realizadas hace aproximadamente seis años con motivo de entregarle un reconocimiento de parte de la UCSS y la Municipalidad de Los Olivos, por su trayectoria académica". 

César Cortez Mondragón marca un antes y un después en la enseñanza de la historia del Perú en la década del 70 gracias a su enseñanza: "Los historiadores como Fernando Braudel, y sus continuadores, como Bloch y Febvre, enfocaban, además del nivel episódico, el nivel coyuntural y estructural. Ya en nuestro medio se había indicado los inicios del cambio con los trabajos de historiadores como J.J. Vega, C. Guillen, V. Espinoza, M. Burga y Flores Galindo. Es en esos momentos cuando se inician las publicaciones de Maria Rostworowski. Sus obras tenían el matiz de la reacción frente a la historia tradicional y para nosotros era salirnos del relato, las fechas, los nombres y los hechos. Veíamos que podíamos sacar a nuestros alumnos del paporreteo para quedarnos con el sabor de la vivencia, la vida cotidiana y la dinámica social y espontánea. Las obras, como sobre Pachacutec e Inca Yupanqui, nos motiva el orgullo de nuestra identidad para hacer vivir su cultura a cualquier estudiante peruano. Por su parte, el libro sobre curacas y sucesiones en la costa norte, nos invita a conocer los valles costeños; así como comparar nuestra sociedad actual con los grupos sociales ancestrales, al punto de establecer virtudes y defectos que aún mantenemos. Con "Estructura andina del poder, ideología religiosa y política" podemos dialogar y discutir nuestra forma de ser como pueblo y cultura. "Historia del Tahuantinsuyo", por su parte, nos permite entender la trascendencia del Imperio Incaico en la historia de la humanidad... Mi deuda debida a esas clases en las que pude sentir con mis alumnos la alegría de pertenecer a la tierra de los incas. Las gracias eternas ante cuya labor podemos reafirmar que "Vale un Perú".

Por mi parte, le dediqué las siguientes palabras: "¡Que viva cien años y muchos más!". Sto lat (Cien años) es una canción polaca tradicional cantada para expresar buenos deseos, buena salud y una larga vida a una persona. Sto lat se canta tanto en reuniones informales (cumpleaños), como en eventos formales. Yo la canté con miles de jóvenes para recibir al Papa Juan Pablo II y hoy se la dedico a nuestra entrañable historiadora María Rostworowski. La canción cumple una función equivalente al "Cumpleaños feliz". Su letra en polaco es "Sto lat, sto lat, Niech żyje, żyje nam" y en español "Cien años, cien años, que vivas, vivas para nosotros". El anhelado deseo formulado por la canción se convierte en una hermosa realidad: Sto lat, María, querida Dra. Rostworowski.

Nunca olvidaré cuando tuve la suerte de acompañarle en el taxi de la UCSS a su casa y me hablaba de su vida familiar y profesional (de la mano de Raúl Porras, su viaje a Valladolid para participar en el congreso de americanistas con mi querido maestro, Don Demetrio Ramos y sus cientos de proyectos para la historia del Perú). Me sorprendió su espíritu libre, valiente, indomable para hacer lo que quería. Le recordé la visita al Perú de un "paisano" suyo, Juan Pablo II, y me compartió lo grato que fue el encuentro suyo con él, destacando su simpatía, amabilidad y respeto. Hace unos días, llamé a su casa para comunicarle que la Red Cultural de Lima Norte –en nombre de todas las universidades y municipalidades- quería tributarle un merecido homenaje por sus estudios históricos y muy en particular por los dedicados a la visita de Canta y el señorío Colli, y pude conversar con su hija Cristina, quien me manifestó su dolor al ver a su mamá inconsciente tras el derrame cerebral sufrido a comienzos de este año y el no poder celebrar el centenario como quisiera; yo agradecí su atención y celebré sus cien años al servicio de la historia del Perú, así como el gozo de tenerla viva entre nosotros.

Su vida y su obra son un estímulo a seguir su huella de inquieta y afanosa investigadora, su pasión por conocer de modo científico y profundo el Perú milenario, su generosa dedicación a difundir los trabajos históricos para ayudar a conformar una identidad clara y comprometida. Rescato una cita emblemática de su obra "Pachacámac y el Señor de los Milagros", (Lima 1992): "entre las apretadas filas de sus fieles todas las razas del Perú se hermanan y unen en una misma fe, en una misma oración. El Señor une en su culto a indios, negros y blancos. He ahí su verdadero milagro, la esencia de su fuerza y del respeto cada vez mayor que el pueblo le tributa". Ojalá, doctora María, que su vida y obra centenaria siga ayudándonos a profundizar en nuestras raíces identitarias y a comprometernos con lazos fraternos para caminar a pie firme y hacer grande nuestro Perú. Sto lat, ¡que viva cien años y muchos más![2]

EL LEGADO DEL CHILLON. LA HISTORIA AL NORTE DE LIMA

Sobre el valle del Chillón, en la vertiente occidental de la Cordillera de los Andes, descansa una historia poco conocida, pero con evidentes testimonios arqueológicos. El equipo de Imagen Institucional se encargó de recoger la cruda realidad de este rico patrimonio a punto de perderse si no se conoce, protege y defiende. Para ello se acudió a varios arqueólogos e historiadores que nos ofrecen interesantes testimonios acerca de la trascendencia histórica de los pueblos asentados a la vera del Valle del Chillón. María Rostworowski rescató parte de ella a través de sus intensas investigaciones. Escuchamos sus palabras:

"Encontré un documento muy interesante sobre el Chillón que era un juicio entre tres curacas, señores étnicos del lugar: Los Colli, los Canta y los Quivi, de Santa Rosa de Quives. Ellos peleaban por unas tierras de coca, una coca de la que no se tenía conocimiento que hubiera en todas estas pallas. Era tan preciada esta coca que en el territorio que no era muy grande donde daba esa coca, se podían matar por tener acceso porque para ellos, si no tenían acceso a esa coca especial -de la costa-, tenían que ir a la selva lejana con diversos señoríos, que era muy peligroso conseguir. Entonces era una cosa sumamente preciada y ese juicio es muy interesante, muy largo, porque era muy minucioso como eran los documentos del siglo XVI, repetitivos y espere 15 años para que la universidad de Michigan los publicara en entero. Entonces es por eso que yo estaba tan interesada en Collique y después busqué en los archivos de acá, de Lima, que hay diversos archivos muy buenos, y conseguí mucha más información y entonces se me ocurrió hacer la historia del valle del Chillón. Con toda esa información de archivos pude confirmar que el curacazgo o señorío de Collique, de Colli, que los españoles hicieron Collique, iba desde el mar hasta Santa Rosa de Quives -que se llamaba entonces Quivi- y bajo el poder de este señorío de este curaca, que lo llamaban Collicápac, había una serie de otros pequeños curacazgos, todos subordinados al señor de Colli, -que era muy poderoso- y que habitaban un palacio fortaleza que hasta ahora existe y envuelto sus tierras en una gran muralla -que hasta ahora queda un pedazo chico, cada vez más chico- una muralla muy alta, muy ancha que se podía caminar -un epimural como le llaman- y dentro de sus tierras había dos fuentes de agua, o sea que el Collique, si lo querían atacar los Canta, que varias veces lo intentaron, no podían subordinarlo porque estaba defendido por esta muralla, por su palacio fortaleza, tenía bastante tierras que podía regar, así le cortaran o desviaran el río, o sea que se reía de los asaltos que hacían los curacas de Canta.

Llegado el momento de la expansión inca, llegó Túpac Yupanqui -bastante joven entonces- conquistó ya Lima, Pachacámac y su siguiente meta era Colli. Y le ofreció la reciprocidad, que era un sistema andino, que, si él se sometía al Inca, pero recibía grandes regalos, establecían lazos de parentesco entre ellos, toda una ceremonia de festejos, arreglar sus problemas entre ellos dos, el señor de Colli no quiso, lo rechazó, prefería ir a las armas porque estaba tan seguro en su fortaleza. Pero no sé los detalles de la guerra, el hecho es que fue dominado por los incas y fue ejecutado, muerto.

Durante tres años recorrí con el Seminario de Arqueología de la Católica [PUCP] y la doctora Josefina Ramos de Cox. Íbamos los fines de semana a caminar por estos sitios y poco a poco fuimos conociendo lo que se podía a través de documentos. En nuestras andanzas encontramos tres huacas, tres montículos -que debían ser huacas por su estructura- y había una acequia y en la acequia encontramos pedazos de cerámica de Maranga, pedazos diversos, de Lima, muy interesante pero cuando yo me fui a España, como agregado cultural a Madrid, y regresé después de cuatros años y medio, ya no había rastros de la huaca: las habían arrasado para una ladrillera, sin haber estudiado pero ni siquiera lo que se llama Arqueología de Salvataje, nada se hizo, entonces es así como en el Perú se pierde para siempre toda la información de nuestro pasado, y es muy rico nuestro pasado y muy interesante.

No podemos darnos el lujo de no tener pasado. Por eso somos un país que no se ha integrado, que no tiene identidad. Porque queremos tener identidad ahora, o del virreynato cuando mucho, pero no tenemos más allá; entonces estamos en el aire, como hojas al viento, no tenemos identidad, no tenemos raíces, quién ama lo que no conoce. Ahora, por ejemplo, la gente de Collique tiene raíces, pueden sentir que tienen todo un pasado importante, pero si no lo conocen no pueden amar Collique, pueden amarlo por un sentimiento de una situación de belleza, de apego, pero sin profundizar.

Nosotros tenemos que terminar por entender el pasado y amar nuestro pasado andino, y no tratarlo despectivamente. Porque son nuestras raíces, como si escupiéramos a nuestros antepasados. Tenemos infinidad de cosas maravillosas como un país bellísimo, no lo apreciamos. No apreciamos porque tenemos un complejo de inferioridad.

EL LIBERTADOR SAN MARTÍN, HÉROE SERENO Y CATÓLICO PRACTICANTE

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EL LIBERTADOR SAN MARTÍN, HÉROE SERENO Y CATÓLICO PRACTICANTE

Los presentes apuntes tienen como objetivo conocer la intensa trayectoria vital del más célebre protagonista del Bicentenario de la Independencia del Perú. Tras una síntesis biográfica basada en los momentos estelares de su vida, les comparto el valioso análisis de Basadre, para concluir en las interesantes manifestaciones de su religiosidad y fe católica.

1.   Raíces palentinas y platenses

Pocos recuerdan que los padres del libertador del Perú, aunque casados en Argentina, donde le nacen sus cincos hijos, son de Palencia (España), el padre, Juan de San Martín, de Cervatos de la Cueza, y la madre, Gregoria Matorras, de Paredes de Nava.

Nació el 25 de febrero de 1778, en el pueblo de Yapeyú (Corrientes), capital de su departamento y uno de los cinco en que se dividió el gobierno de los guaraníes, evangelizados de modo ejemplar por los jesuitas. Quinto y último hijo de esta familia palentina cuyo cabeza de familia será teniente gobernador de la provincia. En 1781, se trasladó la familia a Buenos Aires y, destinado el padre a España, llegaron a Cádiz el 23 de marzo de 1784 con sus hijos, José con seis años[1].

Su niñez y primera etapa escolar estará marcada por la ausencia de los jesuitas, expulsados de las Reducciones guaraníes y –ya en Málaga- convertida su casa en escuela gratuita de las Temporalidades. Sus compañeros se quedarán admirados por su inteligencia, su excelente caligrafía, así como su aptitud para el dibujo, la natación y la equitación, requisitos necesarios para su ingreso en el ejército. Durante siete años (de seis a trece) gozará José de la sencilla casa paterna y del austero cuartel. La ciudad andaluza, frente al mar, alegre y bullanguera, no pasaba de los cincuenta mil habitantes. Sus raíces americanas y castellanas, con el influjo del mundo oriental, arábigo o bereber, de puertos exóticos, cimentarán su vigorosa personalidad.

Desde 1791 ingresa como cadete en el ejército y son sólo trece años participa en un combate en Orán, África. Con una formación teórico práctica impecable participa como profesional del Ejército de España y en plena Guerra de la Independencia frente a Napoleón le vemos como consolidado oficial. El parte de guerra de 23 de junio de 1808, de Mourgeón, dirá de San Martín: "Este valeroso oficial atacó con tanta intrepidez, que logró desbaratarlos, dejando en el campo diez y siete dragones muertos y cuatro prisioneros; emprendiendo la fuga el oficial y los restantes soldados, con tanto espanto que arrojaban sus morriones". Su diligente participación en la guerra le valió el ascenso a teniente coronel en 1811.

2.   De militar desencantado a libertador frustrado

 

Sin embargo –sorpresivamente- el 2 de septiembre de ese mismo año- solicitó la baja en el ejército y consigue el pasaporte a Lima bajo el nombre de José Matorras, con intención secreta de ir a Buenos Aires. Parece ser que el motivo fue "el glorioso desencanto", la injusticia profesional con los méritos del padre, oficial "de tropa" muerto con sueldo de teniente; y con él, "cadete de cuerpo" por "hijo de americano" (militar en América), que fue postergado.

Lo cierto es que el día 14 zarpaba para Londres, donde permanece cuatro meses, y el 19 de enero de 1812 se embarca con otros "patriotas" americanos rumbo a Buenos Aires. Llegó a Buenos Aires el 9 de marzo de 1812 y ocho días después ofreció sus servicios a la Junta Gubernativa y siete días después, el 16, se incorporó al Ejército de la Revolución de Mayo que le reconoce el grado de teniente coronel de Caballería.

El 12 de septiembre de 1812 se casaba con María Remedios de Escalada, el 8 de octubre actuó en la revolución que derrocó al Triunvirato, y el 7 de diciembre, ascendido a coronel, se le nombra jefe del formado y ya instruido Regimiento de Granaderos.

El 3 de febrero de 1813, a pesar de la victoria sobre los realistas en San Lorenzo, estuvo a punto de morir. Ese mismo año muere -el 1 de junio- su madre.

En septiembre de 1814 se le nombró gobernador intendente de Cuyo y tuvo que acoger allí a los patriotas que buscaban refugio después de la derrota sufrida en octubre de ese mismo año en Rancagua. Con el apoyo del nuevo director supremo, Carlos de Alvear, organizó un ejército con los refugiados, cuando el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816 concedió la independencia a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Nombrado general en jefe del Ejército de los Andes, lo instruye durante dos años en Mendoza. Desde allí inició el paso de los Andes –incomparablemente mayor que el cruce de los Alpes por Aníbal, César, Alejandro o Napoleón- el 18 de enero de 1817 y que, con 5.200 hombres, en marchas forzadas, los atravesaron en solo veinte días. Ya en Chile, vence en Chacabuco y logra su independencia, declinando el gobierno al brigadier chileno Bernardo O'Higgins. Sufre un revés de los realistas el 19 de marzo de 1818 en Cancha Rayada, pero el 5 de abril, vencen en Maipú, confirmando la independencia de Chile. Es ahora cuando organiza con tropas argentinas y chilenas el Ejército Libertador del Perú. Con el apoyo de la flota al mando de lord Cochrane, los patriotas lograron controlar toda la costa del Pacífico. Así, desembarcó en la bahía de Paracas el 8 de septiembre de 1820 y el 28 de julio de 1821 proclama la independencia del Perú. Como Protector del Perú gobernará el nuevo Estado desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822. Tras su encuentro con Bolívar en Guayaquil en 1823 abandona el Perú. Aclamado en 1821, nadie le reclama para que siga en 1823. El 20 de enero, yendo a Valparaíso, enfermó gravemente y quedó en Mendoza del 4 de febrero al 20 de noviembre de 1823 en que salió para Buenos Aires al saber la muerte de su esposa.

 

3.   El "héroe sereno" o el alto general de perfil bajo

Entre la numerosa bibliografía les comparto un magistral texto de Jorge Basadre en el que, analizando las diferentes cualidades del militar y libertador, destaca la clave de su serenidad heroica en medio de la tormenta revolucionaria y bélica:  

"Para una generación como la nuestra, que ha aprendido a creer en todo el mundo y en tantos órdenes de la vida, que la prisa es una necesidad, lo utilitario una virtud, la figuración un sinónimo del valer, el grito y el anuncio una fuerza más importante que la razón, puede ser muy útil reflexionar lo que significa la aptitud para saber ser un hombre libre, un individuo capaz de decidir por sí mismo, de acuerdo con las más altas normas éticas, cuándo es un deber actuar, llevando entonces esa acción hasta sus últimas consecuencias, y cuándo es un deber no actuar, aunque en ese caso sea menester aceptar los más dolorosos renunciamientos. Fue sencillamente eso, ni más ni menos, lo que San Martín hizo. Implica el suyo un bello ejemplo de cómo en esa cosa llena de fango y de luz que es la vida, en la que tan pocas son las recetas infalibles, caso lo único verdaderamente reconfortante es que el ser humano, a pesar de todas las pruebas, pueda ser capaz de conservar su lucidez y su dignidad.

La confusión, la algarabía, el gregarismo, la arbitrariedad, parecen originarse en un curioso fenómeno de atolondramiento o de confusión. Y tal vez la más profunda lección de San Martín para nuestro tiempo, fuera de América y en América, sea precisamente una lección de serenidad. De serenidad entendida con algo muy distinto de la calma, el reposo o la tranquilidad, porque emerge del dolor, de la cólera o de la incertidumbre, para dominarlas a la luz de la conciencia de estar procediendo bien.

El más alto sentido de lo heroico en el mundo actual, es el del heroísmo sereno. No hay que buscar hoy al héroe más notable, como en épocas lejanas, en el aventurero que se lanza a los mares lejanos o a las tierras ignotas, sino en el hombre a solas frente a las sectas, frente a los dogmas y frente a los despotismos. Lo que más urgentemente necesitamos todos es no desmoralizarnos. La más insidiosa tentación ahora es la tentación de la cobardía frente a la mentira, frente a la falsificación de valores, frente al mercado negro en lao espiritual. Lo peor que puede pasar a la generación nueva en el mundo es la prostitución. Y San Marín, independientemente de sus errores y deficiencias, que no corresponde a este libro enjuiciar, encarna el heroísmo sereno del hombre a solas que no se prostituye"[2].

4.   No fue masón

Una de las cuestiones más debatidas es acerca de la pertenencia o no de San Martín a la masonería. En mi consulta personal en el Archivo de Salamanca no encontré documentación al respecto. Parece que no consta una actuación masónica de San Martín en Cádiz; en 1810 sólo la logia "Lautaro" trataba de la emancipación americana, vinculada con "La gran Reunión Americana", su matriz de Londres. De la "Lautaro" argentina quedan aún enigmas. Dos años antes de morir, el 11 de septiembre de 1848 escribía desde Boulogne al general Ramón Castilla declarando: "Una reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos... resolvimos regresar cada uno a al país de nuestro nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar". Roberto Colimodio,miembro de la Academia Argentina de la Historia y de la Academia Sanmartiniana afirma que no hay documento o testimonio alguno que así lo demuestre. Ni siquiera, dos famosos masones como Mitre y Sarmiento lo reconocen como par, como tampoco reconocen a la Logia Lautaro, de la cual San Martín fue fundador en América, como masónica. De todos modos, es innegable su contacto con las ideas ilustradas inglesas y francesas. De hecho, cuando el 19 de enero de 1812 se embarcaba con otros "patriotas" americanos en la fragata George Canning rumbo a Buenos Aires, llevaba una biblioteca con 126 títulos en 430 tomos, muchos prohibidos en España.

5.   Religiosidad persistente

En su práctica se puede observar una permanente religiosidad. Así, en el motín de Cádiz de 1808, siendo edecán del linchado general Solano, buscó asilo en una ermita de la Virgen. La turba, enfurecida, perdonó su vida, al ampararse en la Madre de Dios.

En cuanto a su vida familiar y personal debe rescatarse su raigambre católica como muestra el hecho que sus padres fueran terciarios dominicos y cofrades de Nuestra Señora de la Blanca. Conoció a su futura esposa Remedios de Escalada durante una misa de Gloria, en el templo San Miguel Arcángel. Contrae matrimonio católico y como destaca el historiador Guillermo Furlong "confiesa y comulga al construir su cristiano hogar […]San Martín no sólo fue un católico práctico o militante, sin que fue, además, un católico ferviente y hasta apostólico"[3]

Conservó durante muchos años un rosario de madera del monte de los Olivos, obsequiado por una hermana de caridad que cuidó de él después de Bailén, en 1808. Dicho rosario, hoy en el Museo de Granaderos, fue donado por la familia de Manuel de Olazábal a quien San Martín se lo regaló en 1820 "para que le trajera suerte y se recuperara de sus heridas. Lo usó siempre y se lo vi suspendido del cuello debajo de la casaca a manera de escapulario".

En su epistolario es habitual la mención a Dios. Así, en la carta a Tomás Guido el 15 de abril de 1843: "Quiera Dios oír mis votos, en su favor, ellos serán siempre porque terminen nuestras disensiones y renazcan los días de Paz y unión de que tanto necesita nuestra patria para su felicidad".

Siempre buscó el respeto a los eclesiásticos, conformarse con los postulados de la Iglesia, vivir en armonía con la jerarquía a cuya cabeza estaba el Papa. Ante la carencia de obispos y la vacilante actitud del Vaticano ante la Independencia busca siempre contar con su aprobación. Se ve claramente en su deseo de encontrarse con el representante del Papa en su visita a América. Un integrante de aquella misión diplomática, el P. Mastai Ferreti; quien sería luego el Papa Pío IX, apuntó en su Diario de Viaje: "San Martín […] recibido por el Vicario, le hizo las más cordiales manifestaciones" [4].

6.   Fe pública

En el Regimiento de Granaderos a Caballo creado en 1812 por San Martín, dictó los reglamentos internos y estuvo en los detalles de su organización, incluyendo diaria y semanalmente las prácticas del buen cristiano: "Rezo de oraciones por la mañana luego de tocar diana y el Rosario todas las noches. Domingos y días festivos Santo Oficio de la misa por el capellán del Regimiento en la Parroquia del Socorro".

En Mendoza, en el Ejército de los Andes, se oficiaba la misa en el campamento con un altar portátil que el propio San Martín solicitó a Buenos Aires en 1815. Frente al altar, el General y su Estado Mayor asistían al oficio y a la plática del Capellán Güiraldes. En sus "Memorias" el Coronel Carlos A. Pueyrredón hará constar: "Todas estas prácticas religiosas se han observado siempre en el regimiento, aún mismo en campaña. Cuando no había una iglesia o casa adecuada, se improvisaba un altar en el campo, colocándolo en alto para que todos pudiesen ver al oficiante".

Su presencia en Perú dio pruebas de su religiosidad, desde la célebre proclama de libertad en que menciona explícitamente "la causa que Dios defiende", en la celebración de la Misa Te Deum en la Catedral con los responsables de la Iglesia, la confesionalidad del nuevo Estado en elEstatuto del 8 de octubre del protectorado promovido por él: "La religión católica, apostólica, romana es la religión del Estado. El gobierno reconoce como uno de sus primeros deberes el mantenerla y conservarla por todos los medios que estén al alcance de la prudencia humana. Cualquiera que ataque en público o en privado sus dogmas y principios, será castigado con severidad a proporción del escándalo que hubiere dado".

La Sociedad de la Orden del Sol formada puso por patrona a Santa Rosa. Después de la entrevista de Guayaquil se despidió de Perú con actos que llevan el sello de sentida religiosidad. El 22 de agosto de 1822, ordenó grandes vísperas en honor de Santa Rosa y el 30 solemne misa y procesión. San Martín publicó un decreto para la instalación del Congreso y las funciones religiosas, sobre la protestación de la fe y juramento que debían prestar sus integrantes. Decía: "¿Juráis conservar la santa religión católica, apostólica, romana como propia del Estado y conservar en su integridad el Perú?".

7.   Devoción mariana

Destaca la devoción mariana en la advocación a Nuestra Señora de las Merced. Así, en carta que Belgrano le envió a Tucumán le aconsejaba: "La guerra no debe usted hacerla solo con las armas, sino afianzándose siempre, en las virtudes naturales cristianas y religiosas en la fe católica que profesamos, implorando a Nuestra Señora de la Merced nombrándola generala".

Pocos días antes de iniciar el cruce de los Andes proclamó a la Virgen del Carmen patrona del ejército, según la ceremonia descrita por Gerónimo Espejo y Damián Hudson, junto a la iglesia de San Francisco en la que se formó la procesión que culminó en "misa solemne, panegírico y tedeum. Al asomar la bandera junto con la Virgen, el general San Martín le puso su bastón de mando en la mano derecha".

Tal devoción fue ratificada en otras ocasiones como la del 12 de agosto de 1818 en la que manifiesta la"decidida protección que ha presentado al ejército su patrona y generala, nuestra Madre y Señora del Carmen".

8.   Los reparos de la mística arequipeña y el arzobispo de Lima

El señalar los indiscutibles valores humanos en el Libertador, así como su catolicismo, no significa que estuviese libre de errores y que al igual que muchos de los ilustrados y liberales del primer tercio del siglo XIX su religión estuviese influida por el teísmo y los ideales reinantes de libertad, igualdad y justicia. Si uno preguntase a personajes cualificados del momento como la mística dominica arequipeña Madre María Manuela Ripa (1754-1824) su parecer, nos diría que –vista su alianza con ingleses y franceses a los que consideraba herejes- era como un "azote de Dios, otro Herodes".

Por su parte, el arzobispo de Lima Monseñor Bartolomé de las Heras, generoso y magnánimo como era y a pesar de saber que firmó su destierro, escribió: Créame Ud., amigo que lo encomiendo a Dios diariamente para que le dé la paz al reino cuanto antes. Jamás olvidaré las expresiones de afecto y consideración con que me ha distinguido cuando nos hemos visto, y lo será en todas ocasiones, su más apasionado amigo y capellán que besa su mano. Lima, septiembre 5 de 1821". Sin embargo, ya en Madrid y visto el desarrollo del proceso independentista, él que estuvo dispuesto a firmar la Independencia, renunciar a la comodidad del refugio del Real Felipe y quedarse en Lima con sus fieles por considerar que habría menos atropellos, se siente traicionado por San Martín o sus consejeros, y se confidenciará al Papa con amargura: "ocultó en el principio el conquistador sus interiores designios, así en punto a su gobierno político, como a los religiosos y eclesiásticos; …salían de aquel gobierno unas máximas tan perjudiciales a la religión, a la moral y a la decencia, que se iba introduciendo la total relajación del clero y del estado secular […]quedará marcado y señalado en toda la posteridad por un signo de la mayor ingratitud y fiereza; y lo que más admira y sorprende es que lo hubiese dispuesto y mandado ejecutar el gobierno por órdenes expresas".  

9.   Lo que cuenta es el final

Conmueve pensar que tan significativo personaje se dedicase en la última etapa de su vida –ya en Europa- a la educación de su única hija para la que escribió un tratado con prudentes máximas para "humanizar el carácter, inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira., caridad con los pobres., sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones., dulzura con los criados, pobres y viejos., amor por la Patria y por la Libertad."

Particularmente me gusta la escena en que don Quijote ruega que le dejen solo, porque quería dormir un poco. Después de más de seis horas, como gran contemplativo, despierta exclamando:

–¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres.

Así me imagino que el final de los días del general San Martín. Sorprende que no fuese ni en su Argentina natal, ni en la España que le forjó, ni en ninguna de las repúblicas que libertó. Se sumerge en un voluntario retiro de la acogedora Francia, ya viudo, a su única hija. Serían días de paz, silencio, de preparación para el gran encuentro con su Padre Dios.

Ante el complejo panorama argentino, hostil a su persona, bastante enfermo, se embarcó con su hija en febrero de 1824.Permaneció algún tiempo en Gran Bretaña y Francia, y al fin se instaló en Bruselas. Tanto en 1827 -por la guerra con Brasil- como en 1829 –luchas entre centralistas y federalistas de provincias- viajó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios; pero, ante el malestar político, sin desembarcar, volvió a Europa, en concreto a su casa de Bruselas, desde donde se traslada a comienzos de 1831 a Francia, primero a París, luego a Boulogne. Hasta allí llegarían para visitarlo compatriotas como Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi; su antiguo subordinado el general inglés Guillermo Miller y chilenos o peruanos empujados por el afán de conocer al libertador de sus respectivas patrias. Aquí muere el 17 de agosto de 1850, teniendo a su lado a su hija Mercedes, su yerno Mariano Balcarce y sus dos nietas. el representante de Chile en Francia don Francisco Javier Rosales y el doctor Jordán, quien lo asistió como médico. El diplomático chileno, al comunicar a su gobierno la triste nueva, expresó que el Libertador "acabó sus días con la calma del justo en los brazos de su afligida y virtuosa familia".

En el testamento del 23 de enero de 1844: "En el nombre de Dios Todo Poderoso a quien reconozco como hacedor del Universo". San Martín falleció con un crucifijo en el pecho, no recibió los últimos sacramentos por su muerte repentina. Su responso se rezó en la iglesia de San Nicolás y sus restos embalsamados fueron depositados por once años en la cripta subterránea de la catedral de Boulogne.

Desde 1880 descansa en la catedral de Buenos Aires. Figuras simbólicas que representan a la Argentina, Chile y Perú le rinden guardia permanente. Como bellamente concluye la emblemática página del Instituto que honra su memoria "renunció a la gloria y envainó dignamente su corvo, que nunca fue usado para avasallar naciones, ni para derramar la sangre de sus compatriotas. Sólo ambicionó una cosa: la libertad de América"[5]

BIBLIOGRAFÍA:

BASADRE, Jorge Historia de la República del Perú 1822-1933, "La retirada de San Martín", Tomo 1, 8ª Ed. La República, Lima, p.6

BRUNO, P. Cayetano "Historia de la Iglesia en la Argentina" Editorial Don Bosco, Buenos Aires, vv.9 y 10, 1974

FURLONG, Guillermo: El General San Martín, ¿Masón - católico - Deísta?, Buenos Aires, Theoría, 1963.

GÁRATE, José María http://dbe.rah.es/biografias/14659/jose-de-san-martin

PICCINALI Héctor "San Martín y el Liberalismo", Revista Gladius, Buenos Aires, Nº 19, 25/12/90.

https://www.facebook.com/institutosanmartiniano.delperu

https://sanmartiniano.cultura.gob.ar/noticia/san-martin-factor-de-union-de-los-argentinos/

https://www.facebook.com/pages/category/Public-Figure/General-Don-Jos%C3%A9-de-San-Martin-128892620514180/



[2]Historia de la República del Perú 1822-1933, "La retirada de San Martín", Tomo 1, 8ª Ed. La República, Lima, p.6

[3]Guillermo Furlong: El General San Martín, ¿Masón - católico - Deísta?, Buenos Aires, Theoría, 1963, pág 136.

[4]P. Cayetano Bruno "Historia de la Iglesia en la Argentina", cit. por Héctor Piccinali en "San Martín y el Liberalismo", Revista Gladius, Buenos Aires, Nº 19, 25/12/90, pág. 116.

NECESIDAD DE LOS SACRAMENTOS EN TIEMPOS DE PANDEMIA. P. César Buendía, teólogo

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NECESIDAD DE LOS SACRAMENTOS EN ESTE TIEMPO DE PANDEMIA.

Dr. P. César Buendía Romero, teólogo

 

"Lo que era Jesucristo ahora lo vivimos en los sacramentos"

Estas palabras de San Ambrosio tienen su lugar específico, de modo máximo, en la presencia eucarística. Dice el Santo:

«La palabra de Cristo que pudo crear de la nada lo que no existía, ¿no puede transformar en algo diferente lo que existe? No es menos dar a las cosas una naturaleza del todo nueva que cambiar lo que tienen […]. Este cuerpo que "damos a luz" (conficimus) sobre el altar es el cuerpo nacido de la Virgen. […] Es, ciertamente, la verdadera carne de Cristo que fue crucificada, que fue sepultada; es, pues, verdaderamente el sacramento de su carne […]. El mismo Señor Jesús proclama: "Esto es mi cuerpo". Antes de la bendición de las palabras celestes se usa el nombre de otro objeto, después de la consagración se entiende cuerpo»[1].

Ha sido oportunísima, providencial en este tiempo de pandemia, la declaración de la Comisión Teológica Internacional:

"No pocos católicos se han hecho a la idea de que la sustancia de la fe radica en vivir el evangelio, despreciando lo ritual como ajeno al corazón del evangelio y, consecuentemente, ignorando que los sacramentos impulsan y fortalecen la vivencia intensa del mismo evangelio"[2]. "Dado que la revelación sucede de modo sacramental, el elemento sacramental ha de permear toda la existencia creyente y la misma fe. En efecto, de la sacramentalidad de la revelación, de la gracia y de la Iglesia se sigue la sacramentalidad de la fe, como acogida y respuesta a esta revelación (DV 5). La fe se genera, cultiva, crece y se expresa en la sacramentalidad, en ese encuentro con el Dios vivo a través de las mediaciones por las que Él mismo se dona. Así, la sacramentalidad es el hogar de la fe. Pero también, en esta dinámica la fe se manifiesta como la puerta (cf. Hch 14,27) de acceso a lo sacramental: al encuentro y a la relación con el Dios cristiano en la creación, en la historia, en la Iglesia, en la Escritura, en los sacramentos. Sin la fe los símbolos de índole sacramental no actualizan su significación, sino que enmudecen. La sacramentalidad implica una comunicación y una comunión personal entre Dios y el creyente por medio de la Iglesia y las mediaciones sacramentales"[3].

El texto de la Comisión insiste en vivir los sacramentos desde la fe, es decir, creyendo en ellos, donde está presente el mismo Dios, en un diálogo, donde se da, por parte de Dios, una respuesta. La continuidad entre la Palabra, la Historia de Salvación y los mismos Sacramentos, les quita a éstos todo carácter mágico. Porque también evita considerar, simplemente, al ser humano, al creyente, como un sujeto pasivo. Hay un diálogo, donde Dios está. Desde la Ilustración y los deístas ingleses Dios está convertido en un mudo o un Ausente. Y naturalmente, desde ese presupuesto, la Iglesia y lo que ella significa parece chocar de frente con una concepción en que el hombre es la medida de todo. No es imagen de Dios. Dios es imagen del hombre. El ateísmo contemporáneo, de raíces prometeicas, hijo del racionalismo, no es la mejor base para comprender la fe, puesto que reduce a Dios, y lógicamente, la relación con Él, o a mera ilusión, como hacen los maestros de la sospecha, o a algo peor, a un ser del que lo mejor es defenderse. El mundo actual, con su soberbia y su ciencia, intenta asegurar al hombre. Y la pandemia nos ha demostrado que solo somos creaturas.

Los sacramentos son un escándalo para el mundo, porque reconocemos en ellos a Dios presente, en la vida, en la historia, en los acontecimientos y en la Iglesia.

LA DOCTRINA SACRAMENTAL, TAL COMO LA IGLESIA LA HA RECIBIDO

Los sacramentos son, a la vez, instrumentos y signos de la gracia santificante. Por "sacramento" se entiende lo visible. La gracia santificante es aquella gracia por la que, como hijos de Dios, estamos en comunión con la Santísima Trinidad, por la inhabitación en el alma del Espíritu Santo, que nos hace vivir como hijos del Padre y nos hace compartir la vida eterna. En el estudio de la gracia hay que recordar la posibilidad de crecer en gracia. En este sentido vale la pena pensar en las dos imágenes de la gracia barajadas en Trento, la de Seripando, general de los agustinos, y la que finalmente triunfó en Trento.

Los partidarios de la doctrina de la doble justicia, es decir, de Seripando, que hablan de que el hombre redimido queda en parte pecador y en parte santo, justo internamente pero necesitado exteriormente de una parte de justicia imputada, defendida por el ya nombrado cardenal Seripando,  los teólogos Pflug, Pighi y Gropper, y los cardenales Pole, Contarini y Cervini[4],  distinta de la luterana que defiende la inexistencia de la gracia inherente al hombre, y que dice que el hombre redimido queda, sin embargo, internamente, todo pecador y, con la imputación de la gracia, externamente todo santo, es distinta de la finalmente consagrada en el concilio de Trento que habla de un pecador redimido y un pecado perdonado, con una gracia interna, inherente al hombre, pero también de un hombre capaz de crecer en gracia; repito, los partidarios de la doble justicia o justificación, recibieron una corrección de parte de la doctrina defendida por la Iglesia y consagrada en Trento.

Como digo, la teoría de la doble justificación de Seripando no fue aceptada en el Concilio de Trento: "No se debe creer que falta nada a los mismos justificados para que se considere que con aquellas obras que han sido hechas en Dios han satisfecho plenamente, según la condición de esta vida, a la divina ley, y han merecido en verdad la vida eterna, la cual a su debido tiempo han de alcanzar también, en caso de que murieren en gracia" (Dz. 809)."Si alguno dijere que los hombres se justifican o por sola imputación de la justicia de Cristo o por la sola remisión de los pecados, excluida la gracia y la caridad que se difunde en sus corazones por el Espíritu Santo y les queda inherente; o también que la gracia, por la que nos justificamos, es sólo el favor de Dios, sea anatema" [Dz 821 Can. 11cf. 799 s y 809].

Es necesario, por tanto, preguntarnos ahora si esa justificación interior, que puede crecer, necesita de modo absoluto del signo exterior para ser recibida, es decir, del sacramento. Y la conclusión aparente es que no de modo absoluto, ya que Dios lo puede todo, pero sí en la economía histórica de la salvación, ya que Cristo ha ordenado los sacramentos para la salvación del hombre de modo ordinario.

¿QUÉ APORTA EL SACRAMENTO PARA LA SALVACIÓN?

Al menos, hay algo evidente, el sacramento se ve, se percibe, mientras que la gracia no se ve. Si el sacramento se recibe con la disposición necesaria, aun mínima, el sacramento actúa eficazmente, porque su autor es Cristo[5], aunque en la proporción de la disposición humana en cuanto a la gracia y que es el tema fundamental de la reciente declaración de la Comisión Teológica Internacional.

Aparentemente el sacramento sólo aportaría la exterioridad de la acción de Cristo. Pero podemos preguntarnos si esa acción Cristo la ejerce a través del sacramento o sin él. Si el sacramento sólo aporta su exterioridad, entonces la participación presencial en la Eucaristía no sería necesaria. Sería conveniente, pero no necesaria. Bastaría la participación virtual.

Algo así pensó Berengario. No negó la gracia de la Eucaristía sino la presencia. Si el pan y el vino permanecen sin variar en sus accidentes es que la sustancia no varía, y, por tanto, sólo significan lo que ocurre en otra instancia, en el alma del que lo ve. La exterioridad del sacramento no aportaría nada como instrumento, sino sólo como signo externo. La doctrina protestante en torno a los sacramentos es muy semejante a la de Berengario.

Sabemos que está prohibida la celebración del sacramento de la penitencia sin participación presencial[6]. Y aunque, por otro lado, está permitido el matrimonio por poderes, la indisolubilidad sólo se da cuando está consumado, y tal consumación sólo se da por presencialidad[7]. Por otro lado, sería propio en este caso estudiar bien el sacramento de la Eucaristía. Las especies sacramentales no son meras apariencias, son reales accidentes sin sustancia propia. Si fueran meras apariencias no serían accidentes, porque su medición sería mera apariencia, y su hipotético estudio microscópico también. Eso plantea el tema de qué es la sustancia, pero es claro que ésta es la que da lugar a los accidentes, pero la sustancia es algo de tipo metafísico que, en el caso de la Eucaristía, es la persona del Verbo Encarnado, Crucificado y Resucitado que se ofreció en la Cruz y se ofrece sacramentalmente al Padre. Es claro que virtualmente no hay accidentes, y, por tanto, tampoco la presencia.

 

 

EN EL PROTESTANTISMO LOS SACRAMENTOS NO TIENEN CABIDA.

¿Por qué? Porque no tienen en cuenta, posiblemente en origen por pura ignorancia, ya que no había imprenta y no se podía por tanto conocer universalmente la obra del Aquinate, el sacramento como prolongación de Cristo Encarnado y Resucitado. La Humanidad de Cristo en su contacto con la humanidad de sus discípulos, es decir, con la humanidad de sus ministros y de su Iglesia, es también un dogma que la reducción intimista e individualista de la Devotio Moderna no tuvo suficientemente en cuenta.

Si el ser humano es también carne, es la carne y la materia las que han de ser también redimidas, como la sociedad. Por eso, escándalo para el mundo que pretende adueñarse de la viña, como los labradores homicidas, es que Dios ha bajado para hacerse cargo de él. La lucha de las investiduras dura siempre. Siempre estará en guerra Dios y los poderes del mundo que quieren imponerse. Pero Dios ha entrado.

Bueno, volvamos a la gracia, efecto principal del sacramento. La gracia santificante, aunque no es la sustancia del ser humano, que es su constitución natural, por ser sobrenatural, sí tiene efectos enormes en el ser humano. La excesiva acentuación de su sobrenaturalidad no debe significar la negación de esos efectos. Los apóstoles salieron distintos del Cenáculo en Pentecostés. Santo Tomás dice que la gracia perfecciona la naturaleza[8].

De modo que la justificación significa un cambio total del hombre, y éste, el ser humano, cambia su pecado por la alabanza. El carácter público que nos vuelve Pueblo de Dios. Y es público porque la evangelización es pública. La evangelización es parte de la índole de la Iglesia, porque Cristo se encarnó por el ser humano, éste es concreto, y por eso la Iglesia siente la pasión por el ser humano concreto. Pero, dentro de ese diálogo con la sociedad, aunque es un diálogo interior, puesto que la comunidad no absorbe al individuo, y los pecados, como los méritos, son también personales, hay también una dimensión pública. Los sacramentos nos unen públicamente a la Iglesia.

 

TRENTO TRATA LOS SACRAMENTOS EN TORNO A LA GRACIA DE LA JUSTIFICACIÓN

Sin embargo, en Trento no se trató tanto el tema de la Iglesia, como el tema de la justificación personal, y en eso entraba la concepción protestante de los sacramentos. Los sacramentos en Trento son tratados fundamentalmente en torno a la gracia de la justificación, y ésta está en relación al pecado. Pero en Trento, herederos por fin de Santo Tomás, se ven los sacramentos, después de una enorme evolución intelectual de todo el Medioevo, como instrumentos históricos de la salvación de Cristo, que afecta totalmente al hombre. Por eso, por la unidad humana, lo exterior y lo interior tienen una estrecha relación. Lo exterior de los sacramentos no es independiente de la realidad interior que contienen y confieren por voluntad y obra de Cristo en una unidad. Tampoco el ser humano puede ser concebido sin tener en cuenta su realidad corporal y su realidad espiritual por separado.

Es escandaloso que un hombre pueda perdonar los pecados. Pero si no puede, el hombre no ha sido salvado. El hombre se ha convertido en camino de otro hombre. Y el cuerpo del hombre se ha convertido en instrumento de su alma. Así, Cristo, que es hombre, utiliza al ministro que también lo es, para salvar a la oveja perdida, a otro hombre.

El dogma de la resurrección de la carne significa la total justificación del ser humano, también en lo corporal, en lo exterior y en lo comunitario. El rebaño del Señor se va reuniendo hasta formar la Jerusalén celestial.

Por eso, aunque los sacramentos tengan como fin fundamental dar la gracia directamente en quien no la tenía, o aumentarla en la persona que ya la tenía, individualmente considerada, y la gracia sea algo fundamentalmente espiritual, la unión en el acto sacramental de lo material y lo espiritual es de tal índole que los hace inseparables.

Por esto se da una armonía con la radical unidad personal de cada ser humano, y se da una armonía con la radical, también, necesidad del otro, del hermano, y del radicalmente Otro, Dios mismo, hecho carne y carne crucificada y resucitada en la Unidad del Verbo Divino.

Porque, en el caso de Cristo, se da una unidad inseparable entre la Persona Divina en Él y la naturaleza humana, con su cuerpo humano y su alma humana. Esa unidad profunda le ha hecho hermano del hombre, hijo de María, primogénito de los muertos. La división de la muerte, que separa de la humanidad al que muere, y le separa su cuerpo de su alma, en Cristo ha sido vencida. Por eso es Cabeza del género humano, cuya vocación es la redención.

Cristo es Dios, pero también hombre. Su cuerpo y su alma humana son instrumento y vehículo de su Persona Divina. Los apóstoles son enviados por Cristo con poder y este poder es sacramental. Luego los sacramentos prolongan en la historia la presencia de Cristo también en cuanto revelado, en cuanto exterior, en cuanto instrumento de la Divinidad del mismo Cristo, ofrecido en la Cruz.

 

EN EL SACRAMENTO SE DA LA UNIDAD PERFECTA

Volvamos al sacramento ¿en qué sentido se da esa unidad profunda? No es fácil comprender que la gracia del sacramento esté unida al signo sacramental, ya que estamos diciendo que no actúa sólo significándola sino "realizándola" y otorgándola[9]. Ciertamente el sacramento es un acto, pero en él hay, al menos, varios principios, no homogéneos, actuando conjuntamente, por un lado, Dios Trino y el ministro, y, por otro lado, otro principio personal, el sujeto que lo recibe. Como gesto, como acto consciente, lo es en todos esos niveles personales.

Una idea venció todas las dicotomías, la idea del Aquinate indicando las características distintas pero convergentes de las diversas causas que confluyen en un acto, destacando en él la causa eficiente y la causa instrumental[10].

El hacha del leñador, aun distinta de su mano, cuando trabaja realiza el mismo acto que la mano y que la persona, así el sacramento realiza el acto de la salvación inseparablemente de Cristo y del Padre a través de la persona del ministro, que actúa como instrumento de la misma.

No se opone esta unidad entre sacramento y gracia, a la omnipotencia de Dios. Que Dios sea omnipotente no significa que no haya previsto las mediaciones humanas, especialmente la de la Encarnación de Cristo y la misma Iglesia, e incluso los actos sacramentales concretos. La ley de la comunicación exige compartir el mismo código. Los sacramentos son un código, una cita de encuentro en el espacio y en el tiempo. Y es lógico que sus normas las marque Dios y que sean enormemente concretos.

Es cierto que  "Deus non alligavit potentiam suam sacramentis"[11], es decir, que Dios no necesita, de modo absoluto, para salvar al hombre, de los sacramentos, como dice Santo Tomás, pero también es cierto que hasta que no se hizo visible, y no sólo visible, sino hombre, no salvó a los hombres por el acto único de la cruz.

Y, sin embargo, no es la visibilidad lo que hace eficaz el sacramento, sino que su eficacia es visible para que, al aceptar el signo, el ser humano acepte la salvación ofrecida a través de él.

TODO SACRAMENTO ES UN ACTO DE CONSAGRACIÓN, DEPENDIENTE DE LA CRUZ.

En la cruz, Jesús se consagra al Padre ("Por ellos me consagro Yo" Jn 17,19-21) y el Padre devuelve a Cristo Resucitado. En la Eucaristía el pan y el vino ofrecidos, signo orante de la consagración y ofrenda de la vida de los participantes, recibe en correspondencia la devolución de los mismos, por la comunión, resucitados y unidos profundamente a Cristo. También en los demás sacramentos hay una consagración, una muerte, una ofrenda a Dios por la fe, unida a Jesús en la cruz, que recibe posteriormente del Padre la respuesta de la gracia. Como Isaac ofrecido por Abraham y recobrado con la bendición, así ofrecemos al niño en el bautismo, para recuperarlo libre de pecado, y nos ofrecemos en cada sacramento para recibir de Dios nuestra vida bendecida. Todo ello se hace en la tierra, y por eso visiblemente, para recibir la eficacia del cielo.

A pesar de ello, y no pudiendo despreciar impunemente los sacramentos de Cristo, Dios puede dar su gracia a los no bautizados  que sin culpa desconocen el Evangelio, como dice el Vaticano II[12], porque ellos no son responsables de su ignorancia respecto a   los medios de santificación, pero habitualmente, y, diríamos nosotros, de modo más pleno, más evidente y específico, lo hace a través de los sacramentos de la Iglesia.

El aspecto comunitario de los sacramentos es una asignatura pendiente de la Iglesia y enormemente actual. Ahí entran también ambos aspectos del sacramento, la eficacia y la significatividad. El signo no obra por sí mismo, sino que su eficacia está en lo significado, y lo significado en todo sacramento está relacionado con el Misterio Pascual, con el doble movimiento de ofrecer y recibir, de orar y ser escuchado. Pero, como la significatividad y la transmisión de la verdad operan a través de la índole social del ser humano, también la significatividad sacramental tiene una índole comunitaria. No sólo se me hace saber a mí lo que sucede en mi alma. La Iglesia, representada por el ministro, que es a la vez profeta para mí, ora conmigo, y se nutre de lo que yo mismo recibo. Es más, toda la comunidad vive y se nutre de lo mismo.

 

PARTICIPAR DE LA CABEZA, ES VIVIR COMO CUERPO DE CRISTO, COMO IGLESIA.

Estamos en un mundo muy comunicado. Como nunca lo estuvo. Y somos, desde la pandemia, perfectamente conscientes de que es una aldea global. Pero no hemos sido tan conscientes de que Dios quiere salvar al mundo entero, que la caridad no está separada de la misma salvación individual, que la Iglesia no puede estar separada de los sacramentos, y que la visibilidad de los mismos, así como el diálogo con Dios que suponen, no está separado de la evangelización por la que nos convertimos y nos acercamos a ellos. Hay una unidad que resalta la reciente declaración de la Comisión Teológica Internacional.

Esa realidad, que aparece en la alegoría de la vid de Juan 15, presenta la vida divina de la gracia como una participación de la savia de la misma vid. Pero aquello que parece algo absolutamente individual resulta una participación. Pero la vid, en la que hay muchos sarmientos, que, unidos entre sí a través de su tronco, tienen vida, nos invita a pensar, con San Pablo que se trata, por tanto, de la vida misma divina que está en la Iglesia, de la caridad que los une, y que, sin la Iglesia, es imposible participar de esa vida. La índole de la Iglesia es comunitaria. Participar de la cabeza, es vivir como Cuerpo de Cristo, como Iglesia. De ahí la importancia de la unidad que suplica Jesús al Padre el último día de su muerte, según San Juan. El cemento que une y el vehículo que enlaza todo son los sacramentos de la Iglesia, pues en ellos se hace presente Jesucristo.

El Papa Benedicto ha insistido mucho en su Spe Salvi en el destino de la gracia santificante a la comunión del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. La gracia, que nos pone en relación con la Cabeza y el Cuerpo, y, por eso, el sacramento, que es su instrumento, seguramente debe ser entendida siempre como el fruto de una celebración pública y comunitaria de la misma Iglesia.

Es la Iglesia la que recibe, a través del mismo sacramento, en su seno, al bautizado, al pecador arrepentido, la que une en la misma carne y sangre del Salvador a sus miembros en la Eucaristía. Y la Iglesia es radicalmente visible, además de invisible. Todo sacramento es público, y une con Cristo, aunque sea para recibir las fuerzas necesarias para vivir la misión propia, por ejemplo, del matrimonio. Yo veo aquí no sólo la oración de la Iglesia, que intercede, sino también la respuesta a la intercesión en un solo acto. Pues el cuerpo visible es instrumento del alma invisible, y Cristo y la Iglesia son, como Cuerpo, elementos de una continuidad inseparable. Jesucristo ora en su Iglesia ante el Padre. Intercede. La Iglesia visible y su oración se convierten también en instrumento del Señor invisible[13].

 

¿QUÉ APORTA REALMENTE EL SACRAMENTO A LA CONTRICIÓN PERFECTA?

Hay una pregunta que debe hacerse: si el deseo de confesarse con la debida disposición con contrición perfecta, perdona antes de confesarse ¿qué aporta el mismo sacramento? Hay un atisbo de solución a la pregunta en la obligación de confesar los pecados y recibir la absolución cuando el que se ha arrepentido y no se ha podido confesar tiene ocasión posterior de hacerlo.

Porque si, después, la Iglesia pide que se digan los pecados en confesión y se reciba la absolución, es que algo aportaría el sacramento que no lo habría dado la contrición perfecta. Luego debe haber algo en el sacramento que no lo tiene el simple deseo del sacramento, aunque vaya acompañado de una contrición perfecta.

¿Debemos aplicar esto a todos los sacramentos? Es interesante constatar cómo Trento entiende que el deseo es específicamente deseo del sacramento, como mediación de la gracia inseparable de ella, no simplemente deseo de la gracia del sacramento (o la fe en el amor de Dios que justifica, que sería la posición de los reformados), y, por ello, declara necesario el sacramento y no sólo la fe, para la justificación del hombre:

"Si alguno dijere que los sacramentos de la nueva Ley no son necesarios para la salvación, sino superfluos, y que, sin ellos o el deseo de ellos, los hombres alcanzados de Dios, por la sola fe, la gracia de la justificación, aun cuando no todos los sacramentos sean necesarios a cada uno: sea anatema"( Can. 4).  "Si alguno dijere que el impío se justifica por la sola fe, de modo que entienda no requerirse nada más con que coopere a conseguir la gracia de la justificación y que por parte alguna es necesario que se prepare y disponga por el movimiento de su voluntad: sea anatema" (Can. 9) [14]. Hay un consenso logrado actualmente, según la Declaración Conjunta católico-luterana sobre la Justificación[15].

Por otro lado, está la "res et sacramentum". Los sacramentos tienen, en general, este elemento, aparte del signo o "sacramentum", y de la gracia o "res". En el caso del Bautismo, Confirmación y Orden, se trata del "carácter", y en el caso de la Eucaristía la misma Presencia Real de Cristo en ella. Se trata de algo, distinto de la gracia, que la exige, y en todo sacramento de algún modo se encuentra.

Pongamos un ejemplo, una persona puede casarse y no estar en gracia. En consecuencia, el sacramento, válido, no aumentaría su gracia, porque este sacramento la aumenta si existe. Pero se da el vínculo cuando el sacramento se ha consumado con la unión marital. Una vez se da ese vínculo, independientemente de la gracia, el matrimonio rato y consumado es indisoluble hasta la muerte de uno de los cónyuges. El vínculo es un don del sacramento, la "res et sacramentum", que no depende, del grado de disposición del sujeto.

Luego reducir el sacramento a la formalización externa del perdón alcanzado antes por la fe sería falso. Mi fe no logra el perdón. Es Cristo quien lo da. Mi fe cree en lo que Cristo me quiere dar y yo recibo fundamentalmente de modo pasivo, gratuito, aunque mi fe desee recibirlo. Por eso el sacramento no sirve para comunicarme algo que ya recibí, sino para darlo. Porque en él está Cristo dándomelo.

 La fe es en el sacramento, y de por sí, debe llegar a recibirlo, es decir, la fe está abocada a la recepción del sacramento que da la gracia. La impresión es que el sacramento futuro da la gracia como en el caso de María (ante praevisa merita Christi), en previsión del futuro sacramento al que desea recibirlo.

La fe protestante parecería ser una fe en Cristo Salvador que excluye los medios que Cristo ha dejado para la salvación. Estamos hablando en teoría, en la práctica entre los evangélicos se practica la bendición y la oración. Ambas suponen un momento distinto a la fe. El momento en que Dios da el don. Y ese momento, entre los católicos se llama sacramento si el don que se pide es el de la gracia de ese sacramento.

Dejando de lado, pues, la fe protestante en la salvación, que no contempla en principio la necesidad de los sacramentos, respondamos a la pregunta. ¿Es indiferente la recepción de los sacramentos o la celebración presencial del mismo respecto la gracia que se recibe a través de ellos? Dicho de otro modo ¿se recibe igual la gracia si se está presente corporalmente en el templo donde se celebra el sacramento que si se asiste a él virtualmente?

No es indiferente la presencia corporal. Y no lo es porque no es indiferente recibir el bautismo, aunque haya precedido la fe que salva, la fe informada por la caridad. Tampoco lo es confesarse y recibir la absolución, aunque haya precedido la contrición perfecta. Porque la fe lo es en lo que voy a recibir, y no puedo decir que me es indiferente recibirlo o no. Como no lo es el cumplimiento de la promesa para quien espera algo, aunque pudiera recibir un anticipo de lo que espera; y, como tampoco lo es, comulgar realmente con el Cuerpo y la Sangre de Cristo o desear hacerlo.

 

¿SE DA LA MISMA GRACIA CON LA RECEPCIÓN QUE CON EL DESEO DEL SACRAMENTO?

Pero surge naturalmente una pregunta, derivada de la anterior ¿la gracia que se me concede por la recepción de los sacramentos es la misma que la que se me concede por el deseo de los mismos?

Es claro que, si la gracia, que es el fin personal de los sacramentos, no fuera la misma, no se daría un anticipo de la misma gracia (en el caso del Bautismo, la salvación y el perdón de los pecados, o sea, la aplicación de la redención). Debe ser la misma.

Pero creo que aquí hemos de decir que cada sacramento es distinto. Si en los demás sacramentos la transformación del ser humano se da, en la Eucaristía la unión es máxima porque viene el mismo Señor, no sólo su fuerza, su dynamis, a tomar posesión del hombre.

Pero en la comunión espiritual se desea y se lamenta que todavía no se dé esa posesión, esa transformación interior por la que el hombre se une a Cristo crucificado y resucitado del modo con que se da en la comunión eucarística, justamente porque no se recibe sacramentalmente.

Cuál sea esta unión, por la que el agonizante recibe la comunión como viático para la vida eterna, queda en el misterio. Pero que debe haber alguna diferencia entre desearlo y recibirlo, no. En los sacramentos que imprimen carácter, al menos, la diferencia es que la recepción efectiva produce el carácter y el deseo del sacramento no. Y en el matrimonio el vínculo. Ese vínculo no sólo les hace pertenecerse a los cónyuges, sino que les une indefectiblemente al que dijo: "Lo que Dios ha unido".

Si la plenitud de los sacramentos es la Eucaristía, todo lo anterior se debe dar en ella de modo eminente. Yo lo diría con una palabra: la pertenencia a Cristo, y, por esa unión, a Dios Padre, en el Espíritu Santo.

Y eso lo debe dar el conjunto eucarístico de la ofrenda, consagración y comunión, por la que Dios acepta el sacrificio de su Hijo al que se une la Iglesia, realmente, a través de la comunión, y, aceptado, le entrega todo al Hijo: "Se me ha dado pleno poder" (Mt 28,19).  Nosotros nos entregamos y somos aceptados, y, en ese momento, somos suyos.

Hay una objeción. Si le pertenecemos, ¿por qué vamos a recibirle muchas veces?

El símbolo de la comida expresa lo que ocurre. Como el alimento se une con el que lo recibe hasta el punto de la identificación, así Cristo nos asume al modo trinitario. Somos distintos pero una sola cosa. Pero, así como la historia impide que una comida sirva para siempre, así, el ser humano, capaz de libertad, debe realizar muchas veces la entrega a Dios que es la Eucaristía, porque también muchas veces podría abandonarle. En este sentido la Eucaristía es sacramento que ayuda a la fidelidad. También habría que exceptuar a esto que estoy diciendo la muerte martirial. Si la Eucaristía es ofrecerse incruentamente con Cristo que murió cruentamente, la muerte martirial es tal identificación con Cristo que debe lograr todos los dones de la Eucaristía, y no se repite porque el mártir se entrega de una vez para siempre. Quizá por eso se dé el Viático a los luchan en la tentación tremenda de desesperación que es la agonía, que significa combate. Hay una entrega a Dios en el combate de la muerte, donde se lucha contra la desesperación, y ese momento es llamado en Trento, si en él vence la gracia, el máximo don, el don de la perseverancia final, don que hay que pedir constantemente como hacemos en el Ave María, "ahora y en la hora de nuestra muerte"[16].

San Agustín lo testifica así:

"Quienes, en efecto, mueren por confesar a Cristo sin haber recibido el bautismo de la regeneración encuentran en la muerte tal poder para remisión de sus pecados como si fueran lavados en la sagrada fuente del bautismo. Pues quien dijo: «A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios», exceptuó a éstos en otro pasaje, donde habla con idéntica generalidad: «Al que me confesare delante de los hombres yo también le confesaré delante de mi Padre, que está en los cielos»; y aún en otro lugar: «El que pierda su vida por mí la encontrará»[17].

Se me dirá que ahí San Agustín no habla directamente de la Eucaristía sino del bautismo de sangre, pero también le diría yo que la relación del bautismo con la Eucaristía es la de los tres sacramentos de iniciación, es decir, de identificación con Cristo, de los que la Eucaristía constituye su culminación. De hecho, los mártires nunca necesitaron otra cosa para ser considerados santos.

En el caso que nos ocupa, el COVID 19, hemos de decir que no podemos dejar de lado la necesidad de los sacramentos, porque, en ese caso, dejaríamos de lado la misma Encarnación de Cristo, por la que se hizo una sola cosa, también histórica y comunitaria, es decir, eclesialmente, con nosotros.



[1]De mysteriis, 52-53 [trad. esp. San Ambrosio de Milán, Explicación del símbolo; Los sacramentos; Los misterios (Introd., trad. y notas de P. Cervera) (Editorial Ciudad Nueva, Madrid 2005)].

[3] Ibíd. 19.

[4]"Antes de la reunión del Concilio de Trento, algunos católicos se esforzaron para crear una atmósfera de entendimiento con los protestantes. La "fórmula concordiae" (fórmula de concordia) que creían aceptable para católicos y protestantes fue la de la doble justicia, apoyándose en ciertas expresiones de autores medievales. S. Bernardo, había afirmado que "iustitia hominis est indulgentia Dei" (La justicia del hombre es la indulgencia de Dios) (PL. 183, 892). Una tendencia análoga se encuentra en las corrientes del pensamiento de la Devotio Moderna, particularmente en la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis, quien gusta de repetir que Cristo. es el solo motivo de confianza en la hora de la muerte. Sobre esta corriente teológica se apoya la Escuela de Colonia, representada por Pighi y su discípulo Gropper, y en el Concilio de Trento por el cardenal Contarini, Legado pontificio, y por Jerónimo Seripando, general de los agustinos. La línea, pues, de la escuela de Colonia al respecto es la siguiente: "Nuestra" justicia es doble. Una interior, gratuita desde luego, afirmada contra el puro extrinsecismo de los protestantes; pero esta justicia interior, causa formal de la justificación, es imperfecta y, en consecuencia, tiene necesidad de un complemento. Este complemento, siendo también causa formal de nuestra justificación, es exterior a nosotros por cuanto que es la misma justicia de Cristo que se nos imputa". Sacado de Antonio Vilaplana Molina. Apuntes de clase.

 

[6] Clemente VIII,20 de junio de 1602 DH 1994

[7] Tiene sentido aquí pensar por qué están prohibidas las manipulaciones en el semen masculino.

[8]STh I, 1, 8 ad 2

[9] Repasemos el canon 6 de Trento:" si alguno dijere que los sacramentos…. no contienen la gracia que significan o que no confieren la gracia misma"… Para Hugo de San Víctor "el agua está en un vaso para poder ser bebida, pero no es el vaso quien la ofrece al sediento, ni menos quien la otorga", por eso los sacramentos contienen, según él dice, la gracia. Santo Tomás, al tomarlos como instrumento de un acto único pues el acto del sacramento es único, les reconoce que también ellos participan en el otorgamiento de la gracia, y así lo recoge Trento. Esto se ve claramente en el bautismo, pero tendremos siempre que exceptuar algunos sacramentos, donde no hay una unidad tan evidente. 

[10]Ordeig habla de Rahner y dice lo siguiente: "Comienza, pues, diciendo que «para satisfacer la doctrina de la Iglesia basta con que se retenga que en la administración de los sacramentos se da la gracia por causa del signo sacramental». Continúa lamentándose del poco caso hecho de aquel axioma tradicional en teología: sacramenta significando efficiunt  y concluye estableciendo ese punto de partida buscado en la reducción de la eficacia sacramental a la mera significación: «Desde el mismo punto de partida se puede hacer comprensible que la eficacia de los sacramentos es precisamente la de los signos: el signo, al significar, lleva consigo lo significado"  "La misma «causalidad simbólica instrumental», propia de Schillebeeckx y de Rahner, desemboca, a la postre, en un efecto exclusivamente individual. El sacramento es una expresión de amor del Hombre Dios y ese gesto expresivo de Cristo despierta en nosotros la respuesta... a partir de la cual. podemos realizar el acto teologal del encuentro con Dios en un abandono de fe y de amor". Ordeig identifica a mi parecer un peligro en la concepción de eficacia en cuanto signo. La inseparabilidad no es la reducción de la obra a la palabra, al signo, porque la eficacia provendría sobre todo de la comprensibilidad del signo, lo que lo acerca peligrosamente al pensamiento protestante. Una cosa es la simultaneidad y otra la dependencia causal de una sobre otra. La eficacia no la da el signo sino el autor. SIGNIFICACION y CAUSALIDAD SACRAMENTAL SEGUN SANTO TOMAS DE AQUINO MANUEL J. ORDEIG pg 67-68. https://core.ac.uk/download/pdf/83565259.pdf

[11]S. Th. I-II, q 113, a 3, arg 1.

[12]"Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna" LG 16.

[13] Por algo se les pide a los presbíteros que impongan las manos sobre el que se ordena como tal. Debe haber en la Iglesia, aunque jerárquicamente ordenada, una unidad con la Cabeza que la hace toda ella, no separadamente de su jerarquía, pero tampoco, al contrario, capaz de otorgar el sacramento.

[14]"Este texto reafirma el convencimiento de la fe católica respecto de la necesariedad de la mediación sacramental para lograr la gracia de la justificación, no siendo la sola fe suficiente"  Agustín Podestá http://sociedadargentinateologia.org/wp-content/uploads/2020/05/Podest%C3%A1-Agust%C3%ADn-El-sacramento-de-deseo.pdf

[16]El Segundo Concilio de Orange, en 529 A.D. enseña, contra la posición de los semi-pelagianos, que los que han sido justificados también deben orar constantemente por la ayuda de Dios para tener un buen fin (Denzinger, 380). El Concilio de Trento, en 1547 llama a la perseverancia "un gran don" y dice que los que están en estado de gracia no pueden persistir en amistad con Dios sin especial ayuda divina (Denzinger 1572). La perseverancia final es un don que estrictamente no merecemos. Aun si en la actualidad estamos en gracia, no podemos saber con certeza si vamos a perseverar (a no ser que recibamos una revelación especial al respecto) (Trento, Denzinger, 1566). Por cierto, aunque no estuvieran cuando se celebró la Misa los que comulgan fuera de ella, por la Comunión recibida fuera de la Misa, se unen con la Misa que se celebró.

[17] De Civitate Dei. Agustín de Hipona. Libro XIII, nº 7, https://www.augustinus.it/spagnolo/cdd/index2.htm

MONASTERIO NUESTRA SEÑORA DEL PRADO DE LIMA

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MONASTERIO NUESTRA SEÑORA DEL PRADO DE LIMA. MEMORIA HISTÓRICA POR LOS 380 AÑOS DE SU FUNDACIÓN

 

El Patrimonio monumental es, sin duda, la fuente fundamental para el conocimiento del pasado de un pueblo, pues une las generaciones presentes con sus herencias y tradiciones culturales, modelando así su identidad. Es a partir de esta, la razón que me lleva a incubar la necesidad de presentar estas breves históricas para poner en valor este cenobio femenino, donde muchas mujeres han dejado huellas de santidad, a puertas de conmemorar nuestro Bicentenario de la Independencia.

 

Este recinto religioso fue fundado el 1° de setiembre de 1640 por cinco religiosas provenientes del Monasterio de la Encarnación de Lima: Ángela de Zárate y Recalde, Francisca de Zárate, Magdalena de Peralta, Juana Bueno y Ángela Serafina de Irarrasabal. Además de dos hermanas legas (Francisca de San Nicolás y María de la O) y dos damas que iban a ser novicias (Antonia de Ondegardo, sucesora de la fundadora con el nombre de Antonia de la Cruz quien acrecentó este lugar arquitectónica y artísticamente; y María de la Cruz, llamada luego María Juana de la Cruz). Del Acta de Fundación, que se reserva en el archivo conventual, se desprende en la parte final: "En este dicho día, mes y año, habiéndose concluido con lo precedente en la iglesia del convento junto al altar mayor, las dichas religiosas y las hermanas por orden de los dichos señores se entraron en el convento por una puerta que al presente está al lado del altar mayor sobre el plan del mismo altar a guardar la clausura que el santo concilio de Trento y bulas Apostólicas y sus Reglas y constituciones ordenan, y habiendo entrado se cerró la puerta por fuera con llave, quedando todas dentro, lo cual hicieron en señal de posesión". El día 2° de setiembre se comprobó la clausura. Su carisma fue la recolección contemplativa según la Regla Primitiva Agustina. Tuvo como ejemplo la reforma de las Recoletas Descalzas Agustinas, fundadas por la venerable Mariana de San José en el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid. Por ello, los nombres de las fundadoras cambian por el de una advocación religiosa, llamándose: Ángela de la Encarnación, Abadesa y sacristana; Francisca de la Santísima Trinidad, Priora; Magdalena del Espíritu Santo, Maestra de novicias; Ángela Serafina de San José, vicaria de coro; y Juana de Jesús, portera. Esta última, sobrina del tercer Arzobispo de Lima, Lobo Guerrero, murió en olor de santidad. Los cambios de nombre y entrega de cargos se realizaron el 7° de setiembre, salvo el de Abadesa que fue el día 4°; y rectificado por el Cabildo el día 10°. El miércoles 19° de setiembre el Vicario del Arzobispado, don Juan Cabrera, designó al señor doctor don Francisco de Ávila, canónigo de Lima para darles nuevo hábito y recibirles la revalidación de sus votos y la promesa de clausura. Se estableció que sería habitado por 33 religiosas coristas o de velo negro en memoria de los años que vivió Cristo en la tierra. Además de contar con hermanas de velo blanco o legas dedicadas a labores domésticas según lo establecido en el concilio de Trento. Una gran huella de santidad la encontramos en Sor Gerónima de la Madre de Dios muerta el 22 de febrero de 1653, cuyo cuerpo se encuentra incorrupto; tuvo proceso de beatificación, pero por falta de recursos se truncó a finales de la Colonia. Según su autografía veía a Jesús de tres formas: un recién nacido, un infante nazareno y el rostro de Cristo en la cruz. Fue tentada por el diablo en forma de un feroz perro en la portería. Su primer patrón fue Fray Pedro de Villagómez, sexto Arzobispo de Lima, quien a su muerte en 1671 donó su corazón a este monasterio y se testifica en la leyenda que figura en un lienzo de cuerpo completo: "Hijas hagan oración por quien les dio el corazón". Tuvo sepultura al lado derecho del presbiterio en el altar mayor de la iglesia. Las líneas artistas predominantes son Neoclásica y Barroca.

 

Arquitectónicamente está conformado por: *CLAUSTRO MAYOR de estilo neoclásico, se halla una pileta de bronce y piedra, la cual data del 17 de mayo de 1663; rodeada de 13 celdas o viviendas para religiosas coristas y salas principales. Destacan: Sala Capitular Sala principal que guarda uno de los mejores vestigios pictóricos de Francisco de Zurbarán y su círculo cercano, así como mueblería de época. Tiene cenefas murales con motivos florales. Antecoro Antigua Sala Profundis preside una talla del Señor de la Caña de 1641. Las pinturas están relacionadas con la Pasión del Señor. Da acceso al campanario y sala cal y canto. Coro Primera sala en edificarse. Tiene una sillería barroca del siglo XVIII. En los pisos azulejos colocados el 2 de noviembre de 1743, también se ubican en las hornacinas de las ventanas, en una de ellas se halla la sepultura de la fundadora. Preside una talla de Nuestra Señora del Buen Suceso donada por la hermana de la fundadora. Aquí se elegían a las Prioras. Da acceso a la cripta sepulcral.

 

*CLAUSTRO DEL AROMO, hoy en estado ruinoso, fue habitado por hermanas legas; se localizan pinturas murales.

*CLAUSTRO DE LOS NARANJOS donde vivían 20 religiosas coristas. Este último ya no existe a causa del terremoto de 1940. Hacia 1921 este claustro sirvió de segunda casa para la Congregación de Canonesas del Cruz, quienes venían del Rimac. Este recinto monacal femenino alberga lo mejor de la platería barroca del siglo XVIII, pinturas de la factura de Francisco Zurbarán, Juan de la Parra, Pérez D´Alesio, Bernabé de Ayala; así como diversas tallas en variados estilos, que unidas a otras en su conjunto, forman su gran bagaje patrimonial mueble.

En lo referente a su culinaria han destacado sus escabeches y "las nueces del Prado", dulce manjar codiciado por la aristocracia limeña que Ricardo Palma las menciona en sus Tradiciones Peruanas. Tuvo este monasterio su tiempo de florecimiento, presidían de ordinario con satisfacción sus capítulos de elección de Prioras los señores Arzobispos de Lima y consideraban esta comunidad como modelo para las demás comunidades de religiosas. Pero tuvo como los demás monasterios de monjas su período de decadencia, llegando a tal disminución el número de religiosas de velo negro que en 1864 eran solo seis y no hubo ya capítulos hasta el año 1888 por falta de vida común en que se retomó los capítulos.

 La recolección, como tal, se dejó el 19 de marzo de 1923, fiesta de San José. Su última Priora fue la R.M. Tomasa del Sagrado Corazón de Jesús, quien fue elegida en 1936. Dejó la condición de clausura y pasar a tener vida activa el 26 de marzo de 1940 cuando las Religiosas Agustinas Recoletas se unen con la Congregación de Religiosas Agustinas "Hijas del Santísimo Salvador", gracias a la intervención del R.P.G. Eustasio Esteban OSA.

Esta fusión se consolida con el Primer Capítulo General del 28 de agosto del mismo año, eligiendo como Priora a la R.M. Nicolasa del Corazón de María. Desde esa fecha, la Congregación preserva con mucho celo este patrimonio religioso-cultural. En 1941 se apertura, en algunas celdas, un colegio para señoritas que lleva el nombre de la misma advocación mariana.

En la actualidad, ocupa lo que fue una de las huertas y parte del claustro del noviciado, el cual se unía al del aromo.

 

Al evocar este 380 aniversario de fundación nos compromete a conservar este monacato que fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación por la RDE N° 889/INC del 28 de diciembre de 1972 e inspire a muchos a seguir investigando para difundir la grandeza de este lugar.

 

Mg. Rubén Ramos Campos Museólogo y Gestor Cultural Responsable de los Bienes Patrimoniales del Monasterio "Nuestra Señora del Prado"".

LA IGLESIA DEL MONASTERIO DE NTRA. SRA. DEL PRADO (Texto del P. Antonio San Cristóbal en "Arquitectura religiosa virreinal"

Las pequeñas iglesias de los Monasterios femeninos constituyen en Lima una de las expresiones más típicas de su arquitectura. Algunas como la de Jesús María y El Patrocinio, conservan su planta y elevación original; pero otras reacondicionaron su fábrica de acuerdo a las más diversas contingencias. La capilla de Ntra. Sra. del Prado fue adaptada para servir a la Comunidad de Religiosas Agustinas que junto a ella estableció su Recolección deriva del Monasterio de La Encarnación.

Consistieron las primeras adaptaciones de la capilla en levantar un pequeña Monasterio de 33 celdas individuales, cada una de ellas con su propio huerto. Todavía en julio de 1652 trabajaba el carpintero Pedro de Céspedes en cubrir los locutorios de hombres y de mujeres y en acondicionar otros ambientes monjiles.

A causa de las reducidas dimensiones de la capilla inicial, fue menester readaptar y ampliar su planta. Por lo pronto, las Religiosas situaron el coro bajo a los pies de la capilla donde todavía existe separado del cuerpo de la iglesia por una alta y hermosa reja de madera. Esta añadidura implicaba cercenar una parte importante del ambiente interno destinado al uso de los fieles. Para compensar ese espacio perdido, prolongaron la iglesia por la cabecera, añadiendo nueva capilla mayor o presbiterio. Con fecha 27 de febrero de 1657, los alarifes Domingo de Aguilar y Domingo Alonso se concertaban con la Abadesa del Monasterio del Prado para levantar sobre los cuartos gruesos estribos todavía existentes una cúpula vaída lisa de cal y ladrillo según la traza diseñada por el dominico Fray Diego Maroto, Maestro Mayor de fábricas reales: la obra costó 7.000 pesos de a ocho reales.

El cuerpo de la iglesia quedaba cubierto con alfarje de madera de par y ladrillo. El maestro carpintero Diego de Mondragón se encargó el 29 de abril de 1660 de reparar las alfardas de la cubierta y de repones sobre esta la clásica torta de barro y paja, los zócalos de la nueva capilla mayor se recubrieron con vistosos azulejos cocidos y colocados por el azulejero Juan de Corral, según concierto notarial de 11 de febrero de 1658.

Otra de las adaptaciones fue la referente a las portadas. Las tres puertas iniciales anteriores a 1640 quedaron inservibles a causa de la modificación de la planta. La portada principal en los pies de la iglesia perdió su utilidad desubicada por la misma razón. El remedio consistió en tapiar estos vanos y en abrir la nueva portada lateral que todavía existe. Hizo el diseño y la traza para la portada el mismo Fray Diego Maroto; y la levantó el albañil Diego de la Gama según concierto notarial de 26 de mayo de1657. Esta portada del Prado es una de las más bellas y características del barroco limeño.

Todavía experimentó la iglesia del Prado otras modificaciones a consecuencias del terremoto de 1687. parece ser que entonces se derrumbó el alfarje y la bóveda vaída. El caso es que se prolongó la planta por la cabecera para añadir el brazo del actual presbiterio, y se cubrió el cuerpo de la iglesia con bóvedas de cañón corrido y con una media naranja sobre la antigua capilla mayor, todo ello de madera y yeso.

En la iglesia del Prado trabajaron los más notables retablistas del siglo XVII: Asensio de Salas, Pedro Gutiérrez y Diego de Aguirre que ensambló el grandioso retablo mayor. Actualmente sólo perduran el hermoso retablo de San Agustín, el púlpito y el nuevo retablo mayor, todos ellos obras del siglo XVIII.

Lima no puede perder la histórica iglesia de Ntra. Sra. del Prado, en la que todavía luce su belleza el barroco de los siglos XVII y XVIII. Su restauración debe hacerse con amor y con técnica para mantener sus valores arquitectónicos. Por inconvenientes de último momento no se han podido construir los lunetos para las ventanas de la bóveda; lo que resta de las cubiertas la elegancia que sin duda tuvieron a partir de la restauración subsiguiente al terremoto de 1687. no pueden equiparse, pues, las bóvedas de medio cañón en la iglesia de Ntra. Sra. del Prado con las bellas bóvedas de la vecina iglesia de Ntra. Sra. del Carmen Alto.

La casa de don Gonzalo de la Maza y la fundación del monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima en 1708

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La casa de don Gonzalo de la Maza y la fundación del monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima en 1708

Arq. Luis Martín Bogdanovich

Publicado en : https://lucidez.pe/la-casa-de-don-gonzalo-de-la-maza-y-la-fundacion-del-monasterio-de-santa-rosa-de-santa-maria-de-lima-en-1708/

https://lucidez.pe/wp-content/uploads/2015/01/10904166_10205047950785789_907883536_n-1.jpg

"Desde este lugar, dichosa, Partió con vuelo ligero, Triunfante, pura y hermosa, A unirse con el Cordero, La que fue limeña Rosa."

Así reza, en letras de oro, la inscripción de la placa de bronce que descansa sobre el piso del lecho mortuorio de Santa Rosa de Lima (30 de abril de 1586 – 24 de agosto de 1617), quien murió en casa de sus protectores los señores De la Maza, lugar que años más tarde daría paso al monasterio que lleva su nombre y del que versa este texto.

Santa Rosa, nacida Isabel, fue la cuarta hija de la unión entre Gaspar Flores e Isabel de Oliva Herrera[1] y se le bautizó en la parroquia de San Sebastián el 25 de mayo de 1586.  Desde temprana edad y a pesar de la oposición de sus padres tuvo el propósito de entregarse a Dios. Su madre tenía la intención de casarla con un joven noble y adinerado, para procurarse así una vejez holgada y honrada; pero Rosa con voluntad férrea nunca declinó sus pretensiones espirituales. Tomó el hábito de terciaria dominica, a imitación de Santa Catalina de Siena, cuando tenía 20 años y desde entonces la Santa fue un referente de virtudes cristianas, edificando con su ejemplo la vida de sus contemporáneos.

Años más tarde, el Domingo de Ramos de 1617, Rosa se dirigió afligida a la capilla del Rosario de la iglesia de Santo Domingo, pues había llegado tarde a la repartición de las palmas. Mientras rezaba a la Virgen sintió que el Niño Jesús que portaba la imagen le decía: "Rosa de Mi Corazón, yo te quiero por Esposa", a lo que ella respondió "Aquí tienes Señor a tu humilde esclava". Aquel día tuvo sus desposorios místicos.

Al poco tiempo, el día primero de agosto de 1617, cayó gravemente enferma. Para entonces vivía en casa de don Gonzalo de la Maza y doña María de Uzátegui, su esposa, quienes se habían vuelto protectores suyos. Los últimos días de su vida la aquejaron grandes dolores, a los que ella con un crucifijo en la mano pedía: "Mi Dios, mi Señor, mi Jesús, mi Esposo, y mis amores, dadme dolores"

Murió a los treinta años, tres meses y veinticinco días, en las primeras horas del 24 de agosto de ese año, solemnidad de San Bartolomé, como ella misma lo profetizó. Expiró diciendo: "Jesús, Jesús sea conmigo".[2]

El día de sus exequias su cuerpo fue venerado por miles de devotos y su entierro, según las crónicas, fue uno de los más memorables que se vivió en Lima. El gentío era tal que sus restos tuvieron que trasladarse de la casa a la iglesia del convento dominico. El cortejo estuvo presidido por el Virrey, a quien acompañaron ambos cabildos y representantes de todas la ordenes, además de los oidores y notables.

Fue beatificada por el papa Clemente IX en 1668 y canonizada por el papa Clemente X en 1671 y como primer fruto de santidad americana, fue declarada, primero patrona de Lima y del reino del Perú, y después de todas las islas y tierra firme de América y las Filipinas.

Luego de su canonización, y con autorización del arzobispo, varias jóvenes se congregaron en una casa próxima al Santuario para vivir como "Beatas Rosas", siguiendo el ejemplo de su patrona.  Siendo el número de beatas creciente y habiendo entregado doña Elena Rodríguez de Corte-Real[3] el producto de dos haciendas y varias propiedades cuya suma ascendía a 130 mil pesos que se agregaban a otros 300 mil que se tenía para el mismo fin, se pidió licencia al Rey para erigir la casa en monasterio, permiso que don Felipe V concedió por Real Cédula dada en Madrid el 26 de enero de 1704.  Sin embargo, no fue sino hasta el 2 de febrero de 1708 en que se inauguró el monasterio con el traslado que hizo el arzobispo don Melchor de Liñán y Cisneros de tres monjas del monasterio de Santa Catalina al beaterio, que por aquellas fechas había sido trasladado cerca de la parroquia de San Sebastián.

Aparentemente se pensaba en este lugar para edificar el monasterio de manera definitiva,  pero según atestiguaron los médicos el entorno era malsano. Por otro lado, el reverendo padre Alonso Messía I.H.S. se opuso a que se establecieran en el barrio de San Sebastián y en paralelo inició las gestiones para que el Virrey marqués de Casteldosrius concediera a la nueva fundación la casa de los señores De la Maza, que guardaba el recuerdo de los últimos momentos de la patrona de América. La gracia, finalmente fue otorgada por decreto del 2 de enero de 1709, para el regocijo de las monjas que vivirían en el lugar en que había expirado la Santa.  Así, el 29 de julio del mismo año, tuvo lugar el solemne ingreso de las religiosas destinadas para fundar el nuevo cenobio. Ellas fueron: Leonarda de San José, Rufina Catalina de Loreto y Josefa Portocarrero Lasso de la Vega y Jiménez de Urrea, a quienes se unieron 12 Beatas Rosas.

Al poco tiempo, se concedió licencia para la elección de priora y el 17 de mayo de 1710 el padre Francisco Alonso Garcés invistió como primera prelada a doña Josefa, hija del Virrey don Melchor de Portocarrero y Lasso de la Vega[4], III Conde de la Monclova. Doña Josefa, nacida en Madrid en 1681, había tenido desde pequeña la intención de ser religiosa, ya que al llegar a Lima a los 8 años de edad, había vivido el fervor que despertó en la ciudad la canonización de Rosa. Llegado el momento de la fundación y huérfana de padre decidió ingresar en la clausura, a pesar de la oposición de su madre y sus hermanos.

Ante  la negativa, Josefa resolvió  huir de su casa la noche del 9 de octubre de 1706, para lo cual retiró  algunos balaustres de  una ventana y se arrojó a la calle. Con ayuda de su director espiritual el padre Messía y de otras personalidades que estaban de su parte fue a pedir asilo al monasterio de Santa Catalina, en donde permaneció hasta el día de la fundación de monasterio de Santa Rosa.

Años más tarde, siendo virrey del Perú el conde de Superunda y arzobispo de Lima don Pedro Antonio de Barroeta y Ángel partieron, con la venia de la priora y de la comunidad, de este monasterio de Santa Rosa para fundar en Santiago de Chile, el 16 de agosto de 1754, las madres: Laura Rosa de San Joaquín, como priora; María Antonia del Espíritu Santo, como maestra de novicias; y Rosa de Santa María, como portera. Las acompañó en su periplo quien sería su capellán, fray Diego Flores de Oliva, de la orden de la Merced. Después de instalado el monasterio de Santiago, la religiosas limeñas volvieron a su monasterio de origen, en donde murieron.

Se puede decir, que las religiosas de Santa Rosa han mantenido con considerable celo su legado material, y a pesar de no haber sido durante el virreinato el monasterio más grande o más rico de la ciudad, constituye en la actualidad uno de los ejemplos mejor conservados de Lima.  Son de interés: las escaleras que van al coro-alto, con su retablo dieciochesco de la presentación de la niña María en el templo; el ante-coro y su colección de urnas; el coro-bajo y su magnífico retablo barroco de la Virgen del Rosario, que conserva entre otras cosas reliquias de la Santa; el de Profundis y su interesante retablo policromado del Señor Nazareno, junto a dos importantes tinajeros íntegramente enchapados en azulejos; y el refectorio. Recintos en donde se conservan numerosos objetos de otros tiempos.

Sin embargo, ningún ambiente de los antes descritos destaca tanto y tan particularmente como el Santuario, que se alza en el preciso lugar donde murió la Santa. En esta pequeña capilla, con portada de dos cuerpos y torrecillas, se conserva bajo la bóveda, notable por sus pinturas, reliquias y objetos personales de Rosa de Santa María y de otros santos (la cruz de la Santa, un eslabón de la cadena con la que el fundador de la Orden mortificaba su cuerpo, la sandalia de Santo Toribio y reliquias de San Martín y San Juan Masías), una araña de cristal de la Granja, la serie pintada de la vida de Santa Rosa, y los verdaderos retratos de la virgen limeña y de sus protectores los señores De la Maza, entre otras cosas.  Completan la estancia el zócalo de azulejos y la pintura mural en colores azul turquesa. En conjunto la capilla presenta, tanto por su belleza como por su historia, uno de los más maravillosos tesoros de la antigua ciudad de Los Reyes.


[1]En contra de lo que se piensa sobre el origen étnico de Santa Rosa, el fraile franciscano Gonzalo Tenorio decía en 1670: "… de mezcla de Español, y India que llamamos Mestizos. Deste género fue N. Rosa, pues sus abuelos paternos fueron nacidos en España, y los maternos fueron puros Indios, de los nuevamente convertidos"

[2]Don Gonzalo murió en la misma casa en 1628 y su mujer doña María en 1644.

[3]Fue reconocida como fundadora y nombrada patrona del monasterio.

[4] El virrey contaba entres sus ascendientes a santos, reyes y pontífices y dejó en Lima un hijo natural de su unión con doña María Teresa Gavilán y Campoverde. La nieta de ambos doña Josefa de Portocarrero y Zamudio casó con el III marqués de Torre Tagle, con descendencia en Lima hasta el día de hoy.

Discurso académico sobre la Biblia. Juan Donoso Cortés

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Amigos: En el mes de la Biblia he vuelto a saborear el bello texto de este converso católico e intelectual Donoso Cortés y que con mucho gusto les comparto.

Bendiciones

JAB

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/discurso-sobre-la-biblia--0/html/ff0f72fa-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html

Discurso académico sobre la Biblia

Juan Donoso Cortés





Señores

Llamado por vuestra elección a llenar el vacío que ha dejado en esta Academia un varón ilustre por su doctrina, célebre por la agudeza y la fecundidad de su ingenio y por su literatura y su ciencia merecedor de eterna y esclarecida memoria, ¿qué podrá decir que sea digno de escritor tan eminente y de esta nobilísima asamblea quien como yo es pobre de fama y escaso de ingenio? Puesto en caso tan grave, me ha parecido conveniente escoger para tema de mi discurso un asunto subidísimo, que, cautivando vuestra atención, os fuerce a apartar de mí vuestros ojos, para ponerlos en su grande majestad y en su sublime alteza.

Hay un libro, tesoro de un pueblo que es hoy fábula y ludibrio de la tierra, y que fue en tiempos pasados estrella del Oriente, adonde han ido a beber su divina inspiración todos los grandes poetas de las regiones occidentales del mundo y en el cual han aprendido el secreto de levantar los corazones y de arrebatar las almas con sobrehumanas y misteriosas armonías. Ese libro es la Biblia, el libro por excelencia.

En él aprendió Petrarca a modular sus gemidos; en él vio Dante sus terríficas visiones; de aquella fragua encendida sacó el poeta de Sorrento los espléndidos resplandores de sus cantos. Sin él, Milton no hubiera sorprendido a la mujer en su primera flaqueza, al hombre en su primera culpa, a Luzbel en su primera conquista, a Dios en su primer ceño; ni hubiera podido decir a las gentes la tragedia del paraíso, ni cantar con canto de dolor la mala ventura y triste hado del humano linaje. Y para hablar de nuestra España, ¿quién enseñó al maestro fray Luis de León a ser sencillamente sublime? ¿De quién aprendió Herrera su entonación alta, imperiosa y robusta? ¿Quién inspiraba a Rioja aquellas lúgubres lamentaciones, llenas de pompa y majestad y henchidas de tristeza, que dejaba caer sobre los campos marchitos, y sobre los mustios collados, y sobre las ruinas de los imperios, como un paño de luto? ¿En cuál escuela aprendió Calderón a remontarse a las eternas moradas sobre las plumas de los vientos? ¿Quién puso delante de los ojos de nuestros grandes escritores místicos los oscuros abismos del corazón humano? ¿Quién puso en sus labios aquellas santas armonías, y aquella vigorosa elocuencia, y aquellas tremendas imprecaciones, y aquellas fatídicas amenazas, y aquellos arranques sublimes, y aquellos suavísimos acentos de encendida caridad y de castísimo amor, con que unas veces ponían espanto en la conciencia de los pecadores y otras levantaban hasta el arrobamiento las limpias almas de los justos? Suprimid la Biblia con la imaginación, y habréis suprimido la bella, la grande literatura española, o la habréis despojado al menos de sus destellos más sublimes, de sus más espléndidos atavíos, de sus soberbias pompas y de sus santas magnificencias.

¿Y qué mucho, señores, que las literaturas se deslustren, si con la supresión de la Biblia quedarían todos los pueblos asentados en tinieblas y en sombras de muerte? Porque en la Biblia están escritos los anales del cielo, de la tierra y del género humano; en ella, como en la divinidad misma, se contiene lo que fue, lo que es y lo que será; en su primera página se cuenta el principio de los tiempos y el de las cosas, y en su última página el fin de las cosas y de los tiempos. Comienza con el Génesis, que es un idilio, y acaba con el Apocalipsis de San Juan, que es un himno fúnebre. El Génesis es bello como la primera brisa que refrescó a los mundos, como la primera aurora que se levantó en el cielo, como la primera flor que brotó en los campos, como la primera palabra amorosa que pronunciaron los hombres, como el primer sol que apareció en el Oriente. El Apocalipsis de San Juan es triste como la última palpitación de la naturaleza, como el último rayo de luz, como la última mirada de un moribundo. Y entre este himno fúnebre y aquel idilio vense pasar unas en pos de otras a la vista de Dios todas las generaciones y unos en pos de otros todos los pueblos: las tribus van con sus patriarcas; las repúblicas, con sus magistrados; las monarquías, con sus reyes, y los imperios, con sus emperadores. Babilonia pasa con su abominación, Nínive con su pompa, Menfis con su sacerdocio, Jerusalén con sus profetas y su templo, Atenas con sus artes y con sus héroes, Roma con su diadema y con los despojos del mundo. Nada está firme sino Dios; todo lo demás pasa y muere, como pasa y muere la espuma que va deshaciendo la ola.

Allí se cuentan o se predicen todas las catástrofes, y por eso están allí los modelos inmortales de todas las tragedias; allí se hace el recuento de todos los dolores humanos; por eso las arpas bíblicas resuenan lúgubremente, dando los tonos de todas las lamentaciones y de todas las elegías. ¿Quién volverá a gemir como Job cuando, derribado en el suelo por una mano excelsa que le oprime, hinche con sus gemidos y humedece con sus lágrimas los valles de Idumea? ¿Quién volverá a lamentarse como se lamentaba Jeremías en torno de Jerusalén, abandonada de Dios y de las gentes? ¿Quién será lúgubre y sombrío como era sombrío y lúgubre Ezequiel, el poeta de los grandes infortunios y de los tremendos castigos, cuando daba a los vientos su arrebatada inspiración, espanto de Babilonia? Cuéntanse allí las batallas del Señor, en cuya presencia son vanos simulacros las batallas de los hombres; por eso la Biblia, que contiene los modelos de todas las tragedias, de todas las elegías y de todas las lamentaciones, contiene también el modelo inimitable de todos los cantos de victoria. ¿Quién cantará como Moisés del otro lado del mar Rojo, cuando cantaba la victoria de Jehová, el vencimiento de Faraón y la libertad de su pueblo? ¿Quién volverá a cantar un himno de victoria como el que cantaba Débora, la sibila de Israel, la amazona de los hebreos, la mujer fuerte de la Biblia? Y si de los himnos de victoria pasamos a los himnos de alabanza, ¿en cuál templo resonaron jamás como en el de Israel, cuando subían al cielo aquellas voces suaves, armoniosas, concertadas, con el delicado perfume de las rosas de Jericó y con el aroma del incienso del Oriente? Si buscáis modelos de la poesía lírica, ¿qué lira habrá comparable con el arpa de David, el amigo de Dios, el que ponía el oído a las suavísimas consonancias y a los dulcísimos cantos de las arpas angélicas; o con el arpa de Salomón, el rey sabio y felicísimo, que puso la sabiduría en sentencias y en proverbios y acabó por llamar vanidad a la sabiduría; que cantó el amor y sus regalados dejos, y su dulcísima embriaguez, y sus sabrosos transportes, y sus elocuentes delirios? Si buscáis modelos de la poesía bucólica, ¿en dónde los hallaréis tan frescos y tan puros como en la época bíblica del patriarcado, cuando la mujer, la fuente y la flor eran amigas, porque todas juntas y cada una de por sí eran el símbolo de la primitiva sencillez y de la cándida inocencia? ¿Dónde hallaréis sino allí los sentimientos limpios y castos, y el encendido pudor de los esposos, y la misteriosa fragancia de, las familias patriarcales?

Y ved, señores, por qué todos los grandes poetas, todos los que han sentido sus pechos devorados por la llama inspiradora de un Dios, han corrido a aplacar su sed en las fuentes bíblicas de aguas inextinguibles, que ahora forman impetuosos torrentes, ahora ríos anchurosos y hondables, ya estrepitosas cascadas y bulliciosos arroyos, o tranquilos estanques y apacibles remansos.

Libro prodigioso aquél, señores, en que el género humano comenzó a leer treinta y tres siglos ha, y con leer en él todos los días, todas las noches y todas las horas, aún no ha acabado su lectura. Libro prodigioso aquél, en que se calcula todo antes de haberse inventado la ciencia de los cálculos; en que sin estudios lingüísticos se da noticia del origen de las lenguas; en que sin estudios astronómicos se computan las revoluciones de los astros; en que sin documentos históricos se cuenta la Historia; en que sin estudios físicos se revelan las leyes del mundo. Libro prodigioso aquél, que lo ve todo y que lo sabe todo; que sabe los pensamientos que se levantan en el corazón del hombre y los que están presentes en la mente de Dios; que ve lo que pasa en los abismos del mar y lo que sucede en los abismos de la tierra; que cuenta o predice todas las catástrofes de las gentes, y en donde se encierran y atesoran todos los tesoros de la misericordia, todos los tesoros de la justicia y todos los tesoros de la venganza. Libro en fin, señores, que, cuando los cielos se replieguen sobre sí mismos como un abanico gigantesco, y cuando la tierra padezca desmayos, y el sol recoja su luz y se apaguen las estrellas, permanecerá él solo con Dios, porque es su eterna palabra resonando eternamente en las alturas.

Ya veis, señores, cuán libre y extendido campo se abre aquí a las investigaciones de los hombres. Obligado, empero, por la índole exclusivamente literaria de esta ilustre asamblea, a considerar a la Biblia solamente como un libro que contiene la poesía de una nación digna de perdurable memoria, me limitaré a indicar algo de lo mucho que podría indicarse y decirse acerca de las causas que sirven para explicar su poderoso atractivo y su resplandeciente hermosura.

Tres sentimientos hay en el hombre poéticos por excelencia: el amor a Dios, el amor a la mujer y el amor a la patria; el sentimiento religioso, el humano y el político; por eso, allí donde es oscura la noticia de Dios, donde se cubre con un velo el rostro de la mujer y donde son cautivas o siervas las naciones, la poesía es a manera de llama que, falta de alimentos, se consume y desfallece. Por el contrario, allí donde Dios brilla en su trono con toda la majestad de su gloria, allí donde impera la mujer con el irresistible poder de sus encantos, allí donde el pueblo es libre, la poesía tiene púdicas rosas para la mujer, gloriosas palmas para las naciones, alas espléndidas para encumbrarse a las regiones altísimas del cielo.

De todos los pueblos que caen al otro lado de la Cruz, el hebreo es el único que tuvo una noticia cierta de Dios; el solo que adivinó la dignidad de la mujer y el único que puso siempre a salvo su libertad en los grandes azares de su existencia borrascosa. Y si no, volved los ojos al Oriente, al Occidente, al Septentrión y al Mediodía, y no encontraréis ni a la mujer, ni a Dios, ni al pueblo, en cuanto baña el sol, y en cuanto se extiende el mar, y en cuanto se dilatan los términos de la tierra. Desde el punto de vista religioso, todas las naciones eran idólatras, maniqueas o panteístas. La noticia de un Dios consustancial con el mundo, esparcida entre todas las gentes en las primitivas edades, tuvo su origen en las regiones indostánicas. La existencia de un Dios, principio de todo bien, y de otro, principio de todo mal, haciéndole oposición y contraste, fue invención de los sacerdotes persas; y las repúblicas griegas fueron el ejemplar de las naciones idólatras. El Dios del Indostán estaba condenado a un eterno reposo; el de los persas, a una impotencia absoluta, y los dioses griegos eran hombres.

Por lo que hace a la mujer, estaba condenada en todas las zonas del mundo al ostracismo político y civil y a la servidumbre doméstica. ¿Quién reconocería en esa esclava, con la frente inclinada bajo el peso de una maldición tremenda y misteriosa, a la más bella, a la más suave, a la más delicada criatura de la creación, en cuyo divino rostro se retrata Dios, se reflejan los cielos y se miran los ángeles?

Por último, señores, si buscáis un pueblo libre, un pueblo que tenga noticia de la dignidad humana, no encontraréis ninguno en todos los ámbitos de la tierra que se eleve a tan grande majestad y que se levante a tanta altura. En vano le buscaréis en aquellos imperios portentosos del Asia, que, cayendo con estrépito unos sobre otros, vinieron todos al suelo con espantosa ruina. En vano le buscaréis en la tierra de los Faraones, donde se levantan aquellos gigantescos sepulcros, cuyos cimientos se amasaron con el sudor y con la sangre de naciones vencidas y sujetas, y que publican con elocuencia muda y aterradora que aquellas vastas soledades fueron asiento un día de generaciones esclavas. Y si, apartando los ojos de las regiones orientales, los volvéis a las partes de Occidente, ¿qué veis en las repúblicas griegas sino aristocracias orgullosas y tiránicas oligarquías? ¿Qué otra cosa viene a ser Esparta, silla del Imperio de la raza dórica, sino una ciudad oriental, dominada por sus conquistadores? ¿Y qué viene a ser Atenas, la heroica, la democrática, la culta, patria de los dioses y de los héroes, sino una ciudad habitada por un pueblo esclavo y por una aristocracia fiera, y desvanecida, que no se llamó a sí propia pueblo sino porque el pueblo no era nada?

Vengamos ahora a la nación hebrea, y antes de todo hablemos de su Dios, porque su nombre está escrito con caracteres imperecederos en todas las páginas de su historia. Su nombre es Jehová; su naturaleza, espiritual; su inteligencia, infinita; su libertad, completa; su independencia, absoluta; su voluntad, omnipotente. La creación fue un acto de esa voluntad independiente y soberana. Cuanto creó con su poder se mantiene con su providencia. Jehová mantiene a los astros en sus órbitas, a la tierra en su eje, al mar en su cauce. Las gentes se olvidaron de su nombre, y él retiró su mano de las gentes, y la inteligencia humana se vio envuelta de súbito en una eterna noche; y entonces eligió un pueblo entre todos y le llamó hacia sí, y le abrió el entendimiento para que entendiera; y entendió, y le adoró puesto de hinojos, y caminó por sus vías, y obedeció sus mandamientos, y se puso debajo de su mano, llena de venganzas y de misericordias, y ejecutó el encargo de ser el instrumento de sus inescrutables designios, y fue la luz de la tierra.

Único entre todos los pueblos, escogido y gobernado por Dios, el pueblo hebreo es también el único cuya historia es un himno sin fin en alabanza del Dios que le conduce y le gobierna. Apartado de todas las sociedades humanas, está solo, solo con Jehová, que le habla con la voz de sus profetas y con la de sus sacerdotes, y a quien responde con cánticos de adoración, que están resonando siempre en las cuerdas de su lira.

Los cánticos hebreos recibieron de la unidad majestuosa de su Dios su limpia sencillez, su noble majestad y su incomparable belleza. ¿Qué viene a ser la sencillez de los griegos, milagro del artificio, cuando se ponen los ojos en la sencillez hebraica, en la sencillez del pueblo predestinado, que vio en el cielo un solo Dios, en la humanidad un solo hombre y en la tierra un solo templo? ¿Cómo no había de ser maravillosamente sencillo un pueblo para quien toda la sabiduría estaba en una sola palabra, que la tierra pronunciaba con la voz de sus huracanes, el mar con la ronca voz de sus magníficos estruendos, las aves con la voz de su canto, los vientos con la voz de sus gemidos?

Lo que caracteriza al pueblo hebreo, lo que le distingue de todos los pueblos de la tierra, es la negación de sí mismo, su aniquilamiento delante de su Dios. Para el pueblo hebreo, todo lo que tiene movimiento y vida es rastro y huella de su majestad omnipotente, que resplandece así en el cedro de las montañas como en el lirio de los valles. Cada una de las palabras de Jehová constituye una época de su historia. Dios, le señala con el dedo la tierra de promisión y le promete que de su raza vendría aquel que anunció en el paraíso en los tiempos adámicos por Redentor del mundo y por Rey y Señor natural de las naciones. Ésta es la época de la promesa, que corresponde a la de los patriarcas. Apartado de los caminos del Señor, levanta ídolos en el desierto, cae en horrendas supersticiones e idolatrías, y el Señor le anuncia disturbios, guerras, cautiverios, torbellinos grandes y tempestuosos, la ruina del templo, el allanamiento de los muros de la ciudad santa y su propia dispersión por todos los ámbitos de la tierra. Ésta es la época de la amenaza. Por último, llega la hora en la plenitud de los tiempos, y aparece en el horizonte la estrella de Jacob, y se consuma el sacrificio cruento del Calvario, y el templo cae, y Jerusalén se desploma, y el pueblo judío se dispersa por el mundo. Ésta es la época del castigo.

Ya lo veis, señores; la historia del pueblo hebreo no es otra cosa, si bien se mira, sino un drama religioso, compuesto de una promesa, de una amenaza y de una catástrofe. La promesa la oyó Abrahán, y la oyeron todos los patriarcas; la amenaza la oyó Moisés, y la oyeron los profetas; la catástrofe todos la presenciamos. Vivos están los autores de esta tragedia aterradora. Vivo está el Dios de Israel, que tan grandes cosas obró para enseñanza perpetua de las gentes; vivo está el pueblo desventurado que puso una mano airada y ciega en el rostro de su Dios, y que, peregrino en el mundo, va contando a las naciones sus pasadas glorias y sus presentes desventuras.

Si es una cosa puesta fuera de toda duda que la explicación de su historia está en la palabra divina, no es menos evidente que hay una correspondencia admirable entre las vicisitudes de su poesía y las evoluciones de su historia. La primera palabra de su Dios es una promesa: su primer período histórico, el patriarcado; y los primeros cantos de su musa dicen al pueblo la promesa de su Dios y a Jehová las esperanzas de su pueblo. El encargo religioso y social de la poesía hebraica, en aquellos tiempos primitivos, era ajustar paces y alianzas entre la Divinidad y el hombre, siendo los mensajeros de estas paces, por parte del hombre, su profunda adoración; por parte de la Divinidad, su infinita misericordia. Nada es comparable al encanto de la poesía bíblica que corresponde a este período.

El patriarca es el tipo de la sencillez y de la inocencia. Más bien que el varón incorruptible y justo, es el niño sin mancilla de pecado; por eso oye a menudo aquella habla suavísima y deleitosa con que Dios le llama hacia sí; por eso recibe visitas de los ángeles. Más bien que el hombre recto, que anda gozoso por las vías del Señor, es el habitante del cielo que anda triste por el mundo, porque ha perdido su camino y se acuerda de su patria. Su único padre es su Dios, los ángeles son sus hermanos. Los patriarcas eran entonces, como los apóstoles han sido después, la sal de la tierra. En vano buscaréis por el mundo, en aquellos remotísimos tiempos, al hombre pobre de espíritu, rico de fe, manso y sencillo de corazón, modesto en las prosperidades, resignado en las tribulaciones, de vida inocente y de honestas y pacíficas costumbres. El tesoro de esas virtudes apacibles resplandeció solamente en las solitarias tiendas de los patriarcas bíblicos.

Huésped en la tierra de Faraón, el pueblo hebreo se olvidó de su Dios en los tiempos adelante y amancilló sus santas costumbres con las abominaciones egipcíacas; diose entonces a supersticiones y agüeros en aquella tierra agorera y supersticiosa, y trocó a un tiempo mismo su Dios por los ídolos y su libertad por la servidumbre. Arrancole de ella violentamente la mano de un hombre gobernado por una fuerza sobrehumana, el más grande de los profetas de Israel y el más grande entre los hijos de los hombres.

Cuéntase de muchos que han ganado el señorío de las gentes y asentado su dominación en las naciones por la fuerza del hierro; de ninguno se cuenta, sino de Moisés, que haya fundado un señorío incontrastable con sólo la fuerza de la palabra. Ciro, Alejandro, Mahoma, llevaron por el mundo la desolación y la muerte, y no fueron grandes sino porque fueron homicidas. Moisés aparta su rostro lleno de horror de las batallas sangrientas, y entra en el seno de Abrahán, vestido de blancas vestiduras y bañado de pacíficos resplandores. Los fundadores de imperios y principados, de que están llenas las historias, abrieron las zanjas y echaron los cimientos de su poder ayudados de fuertísimos ejércitos y de fantásticas muchedumbres. Moisés está solo en los desiertos de la Arabia, rodeado de un gigantesco motín por seiscientos mil rebeldes, y con esos seiscientos mil rebeldes, derribados en tierra por su voluntad soberana, se compone un grande imperio y un vastísimo principado. Todos los filósofos y todos los legisladores han sido hijos, por su inteligencia, de otros legisladores y de más antiguos filósofos. Licurgo es el representante de la civilización dórica; Solón, el representante de la cultura intelectual de los pueblos jonios; Numa Pompilio representa la civilización etrusca; Platón desciende de Pitágoras; Pitágoras, de los sacerdotes del Oriente. Sólo Moisés está sin antecesores.

Los babilonios, los asirios, los egipcios y los griegos estaban oprimidos por reyes, y él funda una república. Los templos levantados en la tierra estaban llenos de ídolos; él da la traza de un magnífico santuario, que es el palacio silencioso y desierto de un Dios tremendo e invisible. Los hombres estaban sujetos unos a otros; Moisés declara que su pueblo sólo está sujeto a su Dios. Su Dios gobierna las familias por el ministerio de la paternidad; las tribus, por el ministerio de los ancianos; las cosas sagradas, por el ministerio de los sacerdotes; los ejércitos, por el ministerio de sus capitanes, y la república toda, por su omnipotente palabra, que los ángeles del cielo ponen en el oído de Moisés en las humeantes cimas de los montes, que, turbándose con la presencia del que los puso allí, tiemblan en sus anchísimos fundamentos y se coronan de rayos.

Con los patriarcas tuvo fin la época de la promesa, y en Moisés tiene principio la época de la amenaza. Con la palabra de Dios cambia de súbito el semblante de su pueblo, y la poesía hebrea se conforma de suyo a ese nuevo semblante y a aquella nueva palabra. Dios se ha convertido, de Padre que era, en Señor; el pueblo, de hijo que era, en esclavo; Dios le quita la libertad en castigo de sus prevaricaciones y en premio de su rescate. «Yo soy vuestro Dios, y vosotros sois mi pueblo», había dicho Jehová a los santos patriarcas. «Yo soy tu Señor y tu propietario, el que te libró de la servidumbre de los Faraones»; esto dice Jehová, por la boca de Moisés a su pueblo prevaricador y rebelde; Dios deja de hablar dulce y secretamente a los hombres; los ángeles no visitan ya sus tiendas hospitalarias; la blanca y pura flor de la inocencia no abre su casto cáliz en los campos de Israel, que resuenan lúgubremente con amenazas fatídicas y con sordas imprecaciones. Todo es allí sombrío: el desierto con su inmensa soledad, el monte con sus pavorosos misterios, el cielo con sus aterradores prodigios. La musa de Israel amenaza como Dios y gime como el pueblo. Su pecho, que hierve como un volcán, está henchido hoy de bendiciones, mañana de anatemas; sus cantos imitan hoy la apacible serenidad de un cielo sin nubes, mañana el sordo estruendo de un mar en tumulto; hoy compone su rostro con la majestad épica, mañana se descomponen sus facciones con el terror dramático; poco después parece una bacante en su desorden lírico; ya se ciñe de palmas y canta la victoria, ya se inunda de llanto y deja que se escapen de su pecho tristes y dolorosas elegías.

Moisés, que es el más grande de todos los filósofos, el más grande de todos los fundadores de imperios, es también el más grande de todos los poetas. Homero canta las genealogías griegas, Moisés las genealogías del género humano; Homero cuenta las peregrinaciones de un hombre, Moisés las peregrinaciones de un pueblo; Homero nos hace asistir al choque violento de la Europa y del Asia, Moisés nos pone delante las maravillas de la creación; Homero canta a Aquiles, Moisés a Jehová; Homero desfigura a los hombres y a los dioses, sus hombres son divinos y sus dioses humanos; Moisés nos muestra sin velo el rostro de Dios y el rostro del hombre. El águila homérica no subió, más alta que las cumbres del Olimpo ni voló más allá de los griegos horizontes. El águila del Sinaí subió hasta el trono resplandeciente de Dios y tuvo debajo de sus alas todo el orbe de la tierra. En la epopeya homérica, todo es griego: griego es el poeta, griegos son los dioses, griegos los héroes. En la epopeya bíblica, todo es local y general a un tiempo mismo. El Dios de Israel es el Dios de todas las gentes; el pueblo de Israel es sombra y figura de todos los pueblos, y el poeta de Israel es sombra y figura de todos los hombres. Entre la epopeya homérica y la bíblica, entre Homero y Moisés, hay la misma distancia que entre Júpiter y Jehová, entre el Olimpo y el cielo, entre la Grecia y el mundo.

Ya lo veis, señores; para los que como nosotros comprenden la inconmensurable distancia que hay entre la divinidad gentílica y la hebrea y entre el sentimiento religioso del pueblo de Dios y el de los pueblos gentiles, la causa de la índole diversa de sus grandes monumentos poéticos no puede ser una cosa recóndita y oculta, éralo en tiempos pasados, cuando todas las gentes andaban en tinieblas y cuando la naturaleza del hombre y la de Dios eran secretos escondidos a todos los sabios. Pero como quiera que no podéis tener por ocioso y por fuera de sazón que mayores torrentes de luz esparzan la claridad de sus rayos sobre tan ardua y tan importante materia, bueno será que haya una estación aquí para llamar vuestra atención hacia la distancia que hay entre la mujer hebrea y la gentílica y hacia los diversos encargos que las dieron esas gentes en los domésticos hogares.

Y no extrañéis, señores, que inmediatamente después de haberos hablado de Dios os hable de la mujer. Cuando Dios, enamorado del hombre, su más perfecta criatura, determinó hacerle el primer don, le dio en su amor infinito a la mujer, para que esparciera flores por sus sendas y luz por sus horizontes. El hombre fue el Señor, y la mujer el ángel del paraíso.

Cuando la mujer cometió la primera de sus flaquezas, Dios permitió que el hombre cometiera el primero de sus pecados, para que vivieran juntos; juntos salieron de aquellas moradas espléndidas, con el pie lleno de temblor, el corazón de tristeza, y con los ojos oscurecidos con lágrimas. Juntos han ido atravesando las edades, su mano puesta en su mano, ahora resistiendo grandes torbellinos y tempestades procelosas, ahora dejándose llevar mansa y regaladamente por pacíficos temporales, surcando el mar de la vida con grande bonanza y con sosegada fortuna. Al herir Dios con la vara de su justicia al hombre prevaricador, cerrándole las puertas del delicioso jardín que para él había dispuesto con sus propias manos, tocado de misericordia quiso dejarle algo que le recordara el suave perfume de aquellas moradas angélicas; y le dejó a la mujer, para que al poner en ella sus ojos, pensara en el paraíso.

Antes que saliera del edén, Dios prometió a la mujer que de sus entrañas nacería, andando el tiempo, el que había de quebrantar la cabeza de la serpiente: De esta manera, el Padre de todas las justicias y de todas las misericordias juntó el castigo con la promesa y el dolor con la esperanza. Conservose completa esta tradición primitiva, según la cual la mujer era dos veces santa, con la santidad de la promesa y con la santidad del infortunio, entre los descendientes de Set, que merecieron ser llamados hijos de Dios; alterose, empero, notablemente entre los descendientes de Caín, que, por su mala vida y estragadas costumbres, fueron llamados hijos de los hombres; los primeros respetaron a la mujer, uniéndose con ella en la tierra con el vínculo santo, uno e indisoluble que el mismo Dios había formado en el cielo; los segundos la envilecieron y degradaron, instituyendo la poligamia, mancha del lecho nupcial; siendo Lamec, el primero de quien se cuenta que tomó por suyas dos mujeres. Con estos malos principios fueron los hombres a dar en grandes estragos, hasta que, generalizada la corrupción, se hizo necesaria la intervención divina y la subsiguiente desaparición de los hombres de sobre la faz de la tierra, cubierta toda con las aguas purificadoras del diluvio.

Aplacado el rostro de Dios, volvió a poblarse la tierra, conservando, empero, para perpetua enseñanza de los hombres, claros testimonios de sus iras; dispersáronse los hombres por todas sus zonas, y se levantaron por todas partes grandes imperios, compuestos de diversas gentes y naciones. Hubo entonces, como en los tiempos antediluvianos, quienes fueron llamados hijos de Dios, y otros, que se llamaron hijos, de los hombres; fueron los primeros los descendientes de Abrahán, de Isaac y de Jacob, que llevan en la Historia el nombre de hebreos; fueron los segundos los otros pueblos de la tierra, que llevan en la Historia el nombre de gentiles.

Desfigurada entre los últimos la tradición de la mujer, no llegó hasta ellos sino una vaga noticia de su primera culpa, y no vieron en ella otra cosa sino la causa de todos los males que afligen al género humano; borrada, por otra parte, casi de todo punto la tradición del matrimonio instituido en el cielo, los pueblos gentiles ignoraban que la mujer había nacido para ser la compañera del hombre, y la convirtieron en instrumento vil de sus placeres y en víctima inocente de sus furores. Por eso instituyeron, como sus ascendientes antediluvianos, la poligamia, que es el sepulcro del amor; y por eso la dieron, cuando así cumplía a sus antojos livianos, libelo de repudio, instituyendo el divorcio, que es la disolución de la sociedad doméstica, fundamento perpetuo de todas las asociaciones humanas. Por eso la hicieron esclava de su esposo, para que estuviera sin derechos y para que permaneciera perpetuamente en su poder, como una víctima a quien la sociedad pone en manos del sacrificador o debajo de la mano de su verdugo.

Esto sirve para explicar por qué el amor, que es para nosotros el más delicioso de todos los placeres y el más puro de todos los consuelos, era considerado por los gentiles como un castigo de los dioses. El amor entre el hombre y la mujer tenía algo de contrario a la naturaleza de las cosas, que repugna como un sacrilegio toda especie de unión entre seres entregados por la cólera divina a enemistades perpetuas. Cuando en los poemas griegos aparece el amor, luego al punto pasa por delante de nuestros ojos un fatídico nublado, síntoma cierto de que están cerca los crímenes y las catástrofes. El amor de Elena la adúltera pierde a Troya y al Asia; el amor de una esclava, siendo causa del odio insolente y desdeñoso de Aquiles, pone a punto de sucumbir a los griegos y a la Europa. Hasta la virtud en la mujer era presagio de tremendas desventuras: la honestidad de las mujeres latinas puso el hierro en las manos romanas y por dos veces produjo la completa perturbación del Estado. Las catástrofes domésticas iban juntas con las catástrofes políticas. El amor toca con su envenenada flecha el corazón de Dido, y arde en llamas impuras, y se consume en los incendios de una combustión espontánea. Fedra es visitada por el dios, y se siente desfallecer, como si hubiera sido herida por el rayo, y discurre por sus venas una llama torpe y un corrosivo vitriolo. Vosotros los que os agradáis en las emociones de los trágicos griegos, no os dejéis llevar de sus peligrosos encantos, que son encantos de sirenas. Esos amantes que allí veis, están en manos de las Euménides; huid de ellos, que están señalados con la señal de la cólera de los dioses y están tocados de la peste.

La mujer hebrea era, por el contrario, una criatura benéfica y nobilísima. Poseedores los hebreos de la tradición bíblica y sabedores del fin para que la mujer fue criada, la levantaron hasta sí, amándola como a compañera suya, y aun la pusieron a mayor altura que el hombre, por ser la mujer el templo en donde había de habitar el Redentor de todo el género humano. No fue, a la verdad, el matrimonio entre la gente hebrea un sacramento, como lo había sido antes en el paraíso, y como había de serlo en adelante, cuando el anunciado al mundo viniese en la plenitud de los tiempos; fue, sin embargo, una institución grandemente religiosa y sagrada, al revés de lo que era en las naciones gentílicas. Las bodas se celebraban al compás de las oraciones que pronunciaban los deudos de los esposos para atraer sobre la nueva familia las bendiciones del cielo; con estas solemnidades y estos ritos se celebraron las bodas de Rebeca con Isaac, de Rut con Booz y de Sara con Tobías. El gran legislador del pueblo hebreo había permitido la poligamia y el divorcio, desórdenes difíciles de ser arrancados de cuajo, cuando tan hondas raíces habían echado en el mundo, y sobre todo en sus zonas orientales. Esto no obstante, ni el divorcio ni la poligamia fueron tan comunes entre la gente hebrea como entre los pueblos gentiles, ni produjeron allí la disolución de la sociedad doméstica, neutralizadas como estaban aquellas instituciones con saludables y santas doctrinas; por lo que hace a la esclavitud de la mujer, fue cosa desconocida en el pueblo de Dios, como quiera que la esclavitud no se compadece con aquella alta prerrogativa de ser Madre del Redentor, otorgada a la mujer desde los tiempos adámicos.

Las tradiciones bíblicas, que fueron causa de la libertad de la mujer, fueron al mismo tiempo ocasión de la libertad de los hijos; los de los gentiles caían en el poder de sus padres, los cuales tenían sobre ellos el mismo derecho que sobre sus cosas; los de los hebreos eran hijos de Dios, y uno de ellos había de ser el Salvador de los hombres. De aquí el santo respeto y ternísimo amor de los hebreos a sus hijos, igual al que tenían a sus mujeres; de aquí el exquisito cuidado de las matronas en amamantar a sus propios pechos a los que habían llevado en sus entrañas, siendo tan universal esta costumbre, que sólo se sabe de Joás, rey de Judá; de Mifiboset y de Rebeca que no hayan sido amamantados a los pechos de sus madres. De aquí las bendiciones que descendían de lo alto sobre los progenitores de una numerosa familia y sobre las madres fecundas. Sus nietos son la corona de los ancianos, dice la Sagrada Escritura. Dios había prometido a Abrahán una posteridad numerosa, y esa promesa era considerada por los hebreos como una de las más insignes mercedes; de aquí la esmerada solicitud de sus legisladores por los crecimientos de la población, cosa advertida ya por Tácito, que, hablando del pueblo hebreo, observa lo siguiente: Augendae tamen multitudini consulitur: nam et necare quemquam ex agnatis nefas.

Si ponéis ahora la consideración en la distancia que hay entre la familia gentílica y la hebrea, echaréis luego de ver que están separadas entre sí por un abismo profundo: la familia gentílica se compone de un señor y de sus esclavos; la hebrea, del padre, de la mujer y de sus hijos; entran como elementos constitutivos de la primera deberes y derechos absolutos; entran a construir la segunda deberes y derechos limitados. La familia gentílica descansa en la servidumbre; la hebrea se funda en la libertad. La primera es el resultado de un olvido; la segunda, de un recuerdo; el olvido y el recuerdo de las divinas tradiciones, prueba clara de que el hombre no ignora sino porque olvida, y no sabe sino porque aprende.

Ahora se comprenderá fácilmente por qué la mujer hebrea pierde en los poemas bíblicos todo lo que tuvo entre los gentiles de sombrío y de siniestro, y por qué el amor hebreo, a diferencia del gentil, que fue incendio de los corazones, es bálsamo de las almas. Abrid los libros de los profetas bíblicos, y en todos aquellos cuadros, o risueños o pavorosos, con que daban a entender a las sobresaltadas muchedumbres o que iba deshaciéndose el nublado o que la ira de Dios estaba cerca, hallaréis siempre en primer término a las vírgenes de Israel siempre bellas y vestidas de resplandores apacibles, ahora levanten sus corazones al Señor en melodiosos himnos y en angélicos cantares, ahora inclinen bajo el peso del dolor las cándidas azucenas de sus frentes.

Si reunidas en coros en las plazas públicas o en el templo del Señor cantaban o se movían en concertadas cadencias al compás de sonoros instrumentos, las castas y nobles hijas de Sión parecían bajadas del cielo para consuelo de la tierra o enviadas por Dios para regalo de los hombres. Cuando los míseros hebreos, atados al carro del vencedor, pisaron la tierra de su servidumbre, pesoles más de la pérdida de su vista que de la de su libertad; sin ellas érales el sol odioso, el día oscuro, el canto triste; y luego que por falta de lágrimas suspendieron su llanto y por falta de fuerzas sus gemidos, cerraron sus ojos a la luz y colgaron sus inútiles arpas en los sauces tristes de Babilonia.

Ni se contentaron los hebreos con fiar a la mujer el blando cetro de los hogares, sino que pusieron muchas veces en su mano fortísima y victoriosa el pendón de las batallas y el gobierno del Estado. La ilustre Débora gobernó la república en calidad de juez supremo de la nación; como general de los ejércitos, peleó y ganó batallas sangrientas; como poeta, celebró los triunfos de Israel y entonó himnos de victoria, manejando a un tiempo mismo con igual soltura y maestría la lira, el cetro y la espada.

En tiempo de los reyes, la viuda de Alejandro Janneo tuvo el cetro diez años; la madre del rey Asa le gobernó en nombre de su hijo, y la mujer de Hircano Macabeo fue designada por este príncipe para gobernar el Estado después de sus días. Hasta el espíritu de Dios, que se comunicaba a pocos, descendió también sobre la mujer, abriéndola los ojos y el entendimiento para que pudiese ver y entender las cosas futuras. Hulda fue alumbrada con espíritu de profecía, y los reyes se acercaban a ella sobresaltados de un gran temor, contritos y recelosos, para saber de sus labios lo que en el libro de la Providencia estaba escrito de su imperio. La mujer, entre los hebreos, ahora gobernase la familia, ahora dirigiera el Estado, ahora hablara en nombre de Dios, ahora, por último, avasallara los corazones, cautivos de sus encantos, era un ser benéfico, que ya participaba tanto de la naturaleza angélica como de la naturaleza humana. Leed si no el Cantar de los Cantares, y decidme si aquel amor suavísimo y delicado, si aquella esposa vestida de olorosas y cándidas azucenas, si aquella música acordada, si aquellos deliquios inocentes, y aquellos subidos arrobamientos, y aquellos deleitosos jardines no son, más bien que cosas vistas, oídas y sentidas en la tierra, cosas que se nos han representado como en sueños en una visión del paraíso.

Y, sin embargo, señores, para conocer a la mujer por excelencia, para tener noticia del encargo que ha recibido de Dios, para considerarla en toda su belleza inmaculada y altísima, para formarse alguna idea de su influencia santificadora, no basta poner la vista en aquellos bellísimos tipos de la poesía hebraica, que hasta ahora han deslumbrado nuestros ojos y han embargado nuestros sentidos dulcemente. El verdadero tipo, el ejemplar verdadero de la mujer no es Rebeca, ni Débora, ni la Esposa del Cantar de los Cantares llena de fragancias como una taza de perfumes. Es necesario ir más allá y subir más alto; es necesario llegar a la plenitud de los tiempos, al cumplimiento de la primitiva promesa; para sorprender a Dios formando el tipo perfecto de la mujer, es necesario subir hasta el trono resplandeciente de María. María es una criatura aparte, más bella por sí sola que toda la creación; el hombre no es digno de tocar sus blancas vestiduras; la tierra no es digna de servirla de peana, ni de alfombra los paños de brocado; su blancura excede a la nieve que se cuaja en las montañas, su rosicler al rosicler de los cielos, su esplendor al esplendor de las estrellas. María es amada de Dios, adorada de los hombres, servida de los ángeles. El hombre es una criatura nobilisíma, porque es señor de la tierra, ciudadano del cielo, hijo de Dios; pero la mujer se le adelanta, y le deslustra, y le vence, porque María tiene nombres más dulces y atributos más altos. El Padre la llama Hija, y la envía embajadores; el Espíritu Santo la llama Esposa, y la hace sombra con sus alas; el Hijo la llama Madre, y hace su morada de su sacratísimo vientre; los serafines componen su corte, los cielos la llaman Reina, los hombres la llaman Señora; nació sin mancha, salvó al mundo, murió sin dolor, vivió sin pecado.

Ved ahí la mujer, señores, ved ahí la mujer; porque Dios en María las ha santificado a todas: a las vírgenes, porque ella fue virgen; a las esposas, porque ella fue esposa; a las viudas, porque ella fue viuda; a las hijas, porque ella fue hija; a las madres, porque ella fue madre. Grandes y portentosas maravillas ha obrado el cristianismo en el mundo; él ha hecho paces entre el cielo y la tierra, ha destruido la esclavitud; ha proclamado la libertad humana y la fraternidad de los hombres; pero, con todo eso, la más portentosa de todas sus maravillas, la que más hondamente ha influido en la constitución de la sociedad doméstica y de la civil, es la santificación de la mujer, proclamada desde las alturas evangélicas. Y cuenta, señores, que desde que Jesucristo habitó entre nosotros, ni sobre las pecadoras es lícito arrojar los baldones y el insulto, porque hasta sus pecados pueden ser borrados por sus lágrimas. El Salvador de los hombres puso a la Magdalena debajo de su amparo, y cuando hubo llegado el día tremendo en que se anubló el sol y se estremecieron y dislocaron dolorosamente los huesos de la tierra, al pie de su cruz estaban juntas su inocentísima Madre y la arrepentida pecadora, para darnos así a entender que sus amorosos brazos estaban abiertos igualmente a la inocencia y al arrepentimiento.

Ya hemos visto de qué manera el sentimiento religioso y el del amor y la noticia completa o desfigurada de la Divinidad y de la mujer sirven hasta cierto punto para ponernos de manifiesto las diferencias esenciales que se advierten entre la poesía bíblica y la de los pueblos gentiles. Sólo nos falta ahora, para dar fin a este discurso, que va creciendo demasiado, poner a vuestra vista, como de relieve, la inconmensurable distancia que hay entre las constituciones políticas de los pueblos más cultos entre los antiguos y la del pueblo hebreo, depositario de la palabra revelada, y el diverso influjo que esas distintas constituciones ejercieron en la diferente índole de la poesía gentílica y de la hebraica.

Ya he manifestado antes, y confirmo ahora mi primera manifestación, que las fuentes de toda poesía grande y elevada son el amor a Dios, el amor a la mujer y el amor al pueblo, de tal manera que la poesía pierde las alas con que vuela allí donde los poetas no pueden beber la inspiración en esos manantiales fecundos, en esas clarísimas fuentes. Para que existan esos fecundísimos amores, una cosa es necesaria: que sea conocida la Divinidad con toda su pompa, la mujer con todos sus encantos, el pueblo con todas sus libertades y todas sus magnificencias; por esta razón, allí donde se da el nombre de Dios a la criatura, de mujer a una esclava, de pueblo a una aristocracia opresora, puede afirmarse, sin temor de ser desmentido por los hechos, que la poesía, con toda su pompa y majestad, no existe, porque no existen esos fecundísimos amores.

Ahora bien: la noción del pueblo es el resultado de estas dos nociones: la de la asociación y la de la fraternidad. ¿Sabéis lo que es el pueblo? El pueblo es una asociación de hermanos, y ved por qué la noción del pueblo no puede coexistir en el entendimiento con la de la esclavitud. De donde se sigue que el pueblo no ha podido existir ni ha existido sino en las sociedades depositarias de la idea de la fraternidad, revelada por Dios a la gente hebrea, por Jesucristo a todas las gentes. Lo que en las repúblicas griegas se llamó pueblo no fue ni pudo ser un verdadero pueblo, es decir, una asociación de hermanos, sino una verdadera aristocracia, o, lo que es lo mismo, una asociación de señores.

Esto explica por qué entre los griegos la poesía es eminentemente aristocrática. Homero canta a los reyes y a los dioses, nos dice sus genealogías, nos cuenta sus aventuras, nos describe sus guerras, celebra su nacimiento y llora su muerte. Los poetas trágicos presentan a nuestra vista el espectáculo, soberbiamente grandioso de sus amores, de sus crímenes y de sus remordimientos. Los humanos infortunios y las pasiones humanas, para ser elevadas a la dignidad y a la altura de sentimientos trágicos, debían caer sobre las frentes y conturbar los corazones de hombres de regia estirpe y de nobilísima cuna. El fratricidio no era un asunto trágico si los fratricidas no se llamaban Eteocles y Polinice y si la sangre no manchaba los mármoles del trono. El incesto no era digno del coturno si la mujer incestuosa no se llamaba Fedra o Yocasta y si el horrendo crimen no manchaba el tálamo de los reyes. Por donde se ve que entre los griegos no había asuntos trágicos, sino personas trágicas, y que la tragedia no era aquella voz de terror, aquel acerbo gemido que la humanidad deja escaparse de sus labios cuando la turban las pasiones, sino aquella otra voz fatídica y tremenda que resonaba lúgubremente en los regios alcázares cuando los dioses querían dar en espectáculo al mundo las flaquezas de las dinastías y la fragilidad de los imperios.

Si volvemos ahora los ojos al pueblo de Dios, nos causará maravilla la grandeza y la novedad del espectáculo. El pueblo de Dios no trae su origen ni de semidioses ni de reyes; desciende de pastores. Hijos todos los hebreos de Abrahán, de Isaac y de Jacob, todos son hermanos. Rescatados todos de la servidumbre de Egipto, todos son libres; sujetos todos a un solo Dios y a una sola ley, todos son iguales. El pueblo de Dios es el único de la tierra, entre los antiguos, que conservó en toda su pureza la noción de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad de los hombres. Cuando Moisés les dio leyes, no instituyó el gobierno aristocrático, sino el popular, y les concedió derecho de elegir sus propios magistrados, que, en calidad de guardadores de su divino estatuto, tenían el encargo y el deber de mantenerlos a todos, así en la paz como en la guerra, bajo el imperio igual de la justicia. Desconocíanse entre los hebreos los privilegios aristocráticos y las clases nobiliarias, y temeroso su gran legislador de que la desigual distribución de las riquezas no alterase con el tiempo aquella prudente armonía de todas las fuerzas sociales, puestas como en equilibrio y balanza, instituyó el jubileo, que venía a restablecer periódicamente esa justa balanza y ese sabio equilibrio. Dieron a sus magistrados supremos el nombre de jueces, sin duda para significar que su oficio era guardar y hacer guardar la ley que les había dado Dios por su Profeta, sin la legítima intervención de su voluntad particular y de sus livianos antojos. En este estado se mantuvo la república largo tiempo, hasta que el pueblo, amigo siempre de mudanzas y novedades, cambió su propio gobierno, instituyendo la monarquía por un acto solemne de su voluntad soberana. Este cambio, sin embargo, tuvo menos de real que de aparente, como quiera que el rey no fue sino el heredero de la autoridad del juez, limitada por la voluntad de Dios y por la voluntad del pueblo.

Por eso, el pueblo es la persona trágica por excelencia en las tragedias bíblicas. Al pueblo se dirige la promesa y la amenaza; el pueblo es el que acepta y sanciona la ley; el pueblo es el que rompe en tumultos y rebeliones, el que levanta ídolos y los adora, el que quita jueces y pone reyes, el que se entrega a supersticiones y agüeros, el que bendice y maldice a un tiempo mismo a sus profetas, el que ya los levanta sobre todas las magistraturas, ya los destroza con atrocísimos tormentos; el que magnifica al Dios de Israel y recibe con himnos de alabanza a los dioses egipcios y babilonios; el que, puesto en el trance de escoger las iras del Señor y sus misericordias, en el ejercicio de su voluntad soberana renuncia a sus misericordias y va delante de sus iras. En Israel no hay más que el pueblo: el pueblo lo llena todo, al pueblo habla Dios, al pueblo habla Moisés, del pueblo hablan los profetas, al pueblo sirven los sacerdotes, al pueblo sirven los reyes, hasta los salmos de David, cuando no son los gemidos de su alma, son cantos populares.

Las pompas de la monarquía duraron poco, y se desvanecieron como la espuma. Fueron David y Salomón príncipes temerosos de Dios, amigos del pueblo, en la paz magnánimos y en la guerra felicísimos; gobernaron a Israel con imperio templado y justo, y su prosperidad pasaba delante de sus deseos; el último fue visitado por los reyes del Oriente, levantó el templo del Señor sobre piedras preciosas y le enriqueció con maderamientos dorados; la fama de sus magnificencias y de su sabiduría más que humana se extendió por todas las gentes. Pero cuando estos príncipes dichosos bajaron al sepulcro, luego al punto comenzó a despeñarse la majestad del imperio, sin que nunca más tornara a volver en sí; dividiéronse las tribus, y, rota la santa unidad del pueblo de Dios, se formaron de sus fragmentos dos imperios enemigos, dados ambos a torpezas y deleites. Siguiéronse de aquí grandes discordias y guerras, furiosos temporales y horrendas desventuras. Los reyes se hicieron idólatras y adoraron los ídolos; los sacerdotes se entregaron al ocio y al descanso. El pueblo se había olvidado de su Dios, y las muchedumbres tumultuaban en las calles.

En medio de tan procelosas tempestades, y corriendo tiempos tan turbios y aciagos, despertó Dios a sus grandes profetas, para que hicieran resonar en Judá el eco de su palabra y sacaran de su profundo olvido y hondo letargo a los reyes idólatras, a los sacerdotes ociosos y a aquellas bárbaras muchedumbres, dadas a sediciones y tumultos. Jamás en ningún pueblo de la tierra, antiguo ni moderno, hubo una institución tan admirable, tan santa y tan popular como la de los profetas del pueblo de Dios.

Atenas tuvo poetas y oradores; Roma, tribunos y poetas. Los profetas del pueblo de Dios fueron poetas, tribunos y oradores a un tiempo mismo; como los poetas, cantaban las perfecciones divinas; como los tribunos, defendían los intereses populares; como los oradores, proponían lo que juzgaban conforme a las conveniencias del Estado. Un profeta era más que Homero, más que Demóstenes, más que Graco; era Graco, Homero y Demóstenes a un mismo tiempo. El profeta era el hombre que daba de mano a todo regalo de la carne y a todo amor de la vida, y que, mensajero de Dios, tenía el encargo de poner su palabra en el oído del pueblo, en el oído de los sacerdotes y en el oído de los reyes. Por eso los profetas amenazaban, imprecaban, maldecían; por eso dejaban escaparse de sus pechos, poderosas, tremendas, aquellas voces de temor y de espanto que se oían en Jerusalén cuando venía sobre ella con ejército fortísimo y numerosísimo el rey de Babilonia, ministro de las venganzas de Jehová, y de sus iras celestiales.

Los poetas cesáreos miraban siempre, antes de hablar, los semblantes de los príncipes. Los oradores y los tribunos de Atenas y de Roma tenían puestos los ojos, antes de soltar los torrentes de su elocuencia, en los semblantes del pueblo; los profetas de Israel cerraban los ojos para no lisonjear ni los gustos de los pueblos ni los antojos de los reyes, atentos sólo a lo que Dios les decía interiormente en sus almas; por eso hicieron frente a los odios implacables de los príncipes, que, habiendo puesto su sacrílega mano en el templo de Dios, no temían ponerla en el rostro augusto de sus profetas; por eso resistieron con constantísimo semblante a la grande indignación y bramido popular, creciendo su constancia al compás de la persecución y al compás de las olas de aquellas furiosas tempestades, sin que se doblegasen sus almas sublimes al miedo de los tormentos; por eso, en fin, casi todos, o entregaron sus gargantas al cuchillo o buscaron en tierras extrañas un triste sepulcro.

Yo no sé, señores, si hay en la Historia un espectáculo más bello que el de los profetas del pueblo de Dios luchando armados con el solo misterio de la palabra, contra todas las potestades de la tierra. Yo no sé si ha habido en el mundo poetas más altos, oradores más elocuentes, hombres más grandes, más santos y más libres; nada faltó a su gloria: ni la santidad de la vida, ni la santidad de la causa que sustentaron, ni la corona del martirio.

Con los profetas tuvo fin la época de la amenaza; con el Salvador del mundo comienza la época del castigo. Antes de poner término a este discurso hagamos todos aquí una estación; recojamos el espíritu y el aliento, porque el momento es tan terrible como solemne.

Sófocles escribió una de las más bellas tragedias del mundo, que intituló Edipo rey. Esta tragedia ha sido traducida, imitada, reformada por los más bellos ingenios, y a nosotros nos ha cabido la suerte de poseer con ese título una de las tragedias que más honran nuestra literatura clásica.

Pero hay otra tragedia más admirable, más portentosa todavía, que corre sin nombre de autor, y a quien su autor no puso título, sin duda porque no es una tragedia especial, sino más bien la tragedia por excelencia. Son sus actores principales Dios y un pueblo; el escenario es el mundo, y al prodigioso espectáculo de su tremenda catástrofe asisten todas las gentes y todas las naciones. Entre esa gran tragedia y la de Sófocles, a vuelta de algunas diferencias, hay tan maravillosas semejanzas, que me atrevería a intitularla Edipo pueblo.

Edipo adivina los enigmas de la esfinge, y es reputado por el más sabio y el más prudente de los hombres; el pueblo judío adivina el enigma de la humanidad, oculto a todas las gentes, es decir, la unidad de Dios y la unidad del género humano, y es llamado por Jehová antorcha de todos los pueblos. Los dioses dan a Edipo la victoria sobre todos los competidores y le asientan en el trono de Tebas. Jehová lleva como por la mano al pueblo hebreo a la tierra de promisión y le saca vencedor de todos sus enemigos. Los dioses, por la voz de los oráculos délficos, habían anunciado a Edipo, entre otras cosas nefandas, que sería el matador de su padre; Jehová, por la voz de los oráculos bíblicos, había anunciado a los judíos que matarían a su Dios. Un hombre muere a manos de Edipo en una senda solitaria; un hombre muere a manos del pueblo de Dios en el Calvario; este hombre era el Dios de Judá; aquel hombre era el padre de Edipo. Yo no sé lo que hay; pero algo hay, señores, en este similiter cadens de la Historia, que causa un involuntario pero profundísimo estremecimiento.

Ya lo veis, señores: unos mismos son los oráculos y una misma la catástrofe; ahora veréis cómo una misma ceguedad hace inevitable esa catástrofe y hace buenos aquellos tremendos oráculos.

Edipo sabe que mató a aquel hombre en aquella senda; pero su conciencia está tranquila, porque su padre era Polibio; Polibio estaba muy, lejos de allí, y el que murió, a sus manos era desconocido y extranjero. Los judíos saben que mataron al hombre de Nazaret, saben que le pusieron en una cruz en el monte Calvario y que le pusieron entre dos ladrones para más escarnecerle; pero su conciencia está tranquila; su Dios había de venir, pero aún estaba lejos; su Dios había de ser conquistador y Rey, y había de rugir como el león de Judá, mientras que el hombre de la cruz había nacido en pobre lugar, de padres pobres, y no había encontrado una piedra en donde reclinar su frente. «Si eres hijo de Dios, ¿por qué no bajas de la cruz?», dijo el pueblo judío. «Si el que murió a mis manos me había dado el ser, ¿cómo al darle la muerte no saltó el corazón en mi pecho?» « ¿Cómo es que no me habló la voz de la sangre?», esto dijo el rey parricida. Y el pueblo matador de su Dios y el hombre matador de su padre se complacieron en su sagacidad, y escarnecieron a los oráculos y se mofaron de los profetas.

Pero la Divinidad implacable, que calladamente está en ellos y obra en ellos, los empuja para que caigan y quita la luz de sus ojos para que no vean los abismos. Ambos se hallan poseídos de súbito de una curiosidad inmensa, sobrehumana. Edipo pregunta a Yocasta, pregunta a Tiresias, pregunta al anciano que sabe su secreto: «¿Quién es el hombre de la senda? ¿Quién es mi padre? ¿Quién soy yo?» El pueblo judío pregunta a Jesús: «¿Quién eres? ¿Eres, por ventura, nuestro Dios y nuestro Rey?» El drama aquí comienza a ser terribilísimo; no hay pecho que no sienta una opresión dolorosa, inexplicable, increíble; ni frente que no esté bañada con sudores, ni alma que no desfallezca con angustias.

Entre tanto, la cólera de los dioses cae sobre Tebas: la peste diezma las familias y envenena las aguas y los aires. El cielo se deslustra, las flores pierden su fragancia, los campos su alegría. En la populosa ciudad reina el silencio y el espanto, la desolación y la muerte. Las matronas tebanas discurren por los templos, y con votos y plegarias cansan a los dioses. Sobre Jerusalén la mística, la gloriosa, cae un velo fúnebre; por aquí van santas mujeres que se lamentan, por allí discurren en tumulto muchedumbres que se enfurecen. Todas las trompetas proféticas resuenan a la vez en la ciudad sorda, ciega y maldita, que lleva al Calvario al justo. «Una generación no pasará sin que vengan sobre vosotras, matronas de Sión, tan grandes desventuras, que seréis asombro de las gentes; ya, ya asoman por esos repechos las romanas legiones; ya cruzan por los aires, trayendo el rayo de Dios, las águilas capitolinas. ¡Jerusalén! ¡Jerusalén! ¡Ay de tus hijos! Porqué tienen hambre, y no encuentran pan; tienen sed, y no encuentran agua; quieren hacer plegarias y votos en el templo de Dios, y están sin Dios y sin templo; quieren vivir, y a cada paso tropiezan con la muerte; quieren una sepultura para sus cuerpos, y sus cuerpos yacen en los campos sin sepultura y son pasto de las aves.»

Edipo sale de su alcázar para consolar a su pueblo moribundo, y gobernando los dioses su lengua, los toma por testigos de que el culpable será puesto a tormento y echado de la tierra; lanza sobre él anticipadamente la excomunión sacerdotal; le maldice en nombre de la tierra y del cielo, de los dioses y de los hombres, y carga su cabeza con las execraciones públicas. El pueblo judío, tomado de un vértigo caliginoso, poseído de un frenesí delirante, puesto debajo de la mano soberana que le anubla los ojos y le oscurece la razón y ardiendo en la fragua de sus furores, exclama diciendo: Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos. ¡Desventurado pueblo! ¡Desventurado rey! Ellos pronuncian su propia sentencia, siendo a un tiempo mismo jueces, víctimas y verdugos. Y después, cuando los oráculos bíblicos y los délficos se cumplieron, los torbellinos arrancan al pueblo deicida de la tierra de promisión, y el parricida huye del trono de Tebas.

Edipo fue horror de la Grecia; el pueblo judío es horror de los hombres. Edipo caminó con los ojos sin luz, de monte en monte y de valle en valle, publicando las venganzas divinas; el pueblo judío camina, sin lumbre en los ojos y sin reposarse jamás, de pueblo en pueblo, de región en región, de zona en zona, mostrando en sus manos una mancha de sangre, que nunca se quita y nunca se seca. Prefirió la ley del talión a la ley de la gracia, y el mundo le juzga por la ley que él mismo se ha dado; dio bofetadas a su Dios, y ha ya diecinueve siglos que está recibiendo las bofetadas del mundo; escupió en el rostro de Dios, y el mundo escupe en su rostro; despojó a su Dios de sus vestiduras, y las naciones confiscan sus tesoros y le arrojan desnudo al otro lado de los mares; dio a beber a su Dios vinagre con hiel, y con beber en ella a todas horas el pueblo deicida, no consigue apurar la copa de las tribulaciones; puso en los hombros de su Dios una cruz pesadísima, y hoy se inclina su frente bajo el peso de todas las maldiciones humanas; crucificó, y es crucificado. Pero el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob al mismo tiempo que justiciero, es clemente; mientras que los dioses ningún otro consuelo dejaron a Edipo sino su Antígona, el Dios que murió en la cruz, en prenda de su misericordia, dejó a sus matadores la esperanza.

Entre la tragedia de Sófocles y esa otra tragedia sin nombre y sin título, cuya maravillosa grandeza acabo de exponer a vuestros ojos con toda su terrible majestad, hay la misma distancia que entre los dioses gentílicos y el Dios de los hebreos y los cristianos; la misma que entre la Fatalidad y la Providencia; la misma que entre las desdichas de un hombre y las desventuras de un pueblo que ha sido el más libre de todos los pueblos y el más grande de todos los poetas.

He terminado, señores, el cuadro que me había propuesto presentar ante vuestros ojos; sí os parece bello y sublime, su sublimidad y su belleza están en él, como trazado que, ha sido por el mismo Dios en la larga y lamentable historia de un pueblo maravilloso; si en él encontráis grandes lunares y sombras, esas sombras y esos lunares son míos; por ellos reclamo vuestra indulgencia; vuestra indulgencia, señores, que nunca ha sido negada a los que, como yo, la imploran y a los que, como yo, la necesitan.


Mambrú se fue a la guerra, no sé cuándo vendrá. Carlos Díaz https://www.facebook.com/EmmanuelMounierphilosophe/

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Amigos: Les comparto este entrañable artículo del maestro de la filosofía y de la vida como es Carlos Díaz, con el deseo de que no se canse nunca de seguir luchando siempre. https://www.facebook.com/EmmanuelMounierphilosophe/

JAB


Mambrú se fue a la guerra, no sé cuándo vendrá

 

 Queridos amigos y amigas, hermanas y hermanos:

Se nos ha echado encima el mes de septiembre, pero la crisis sigue azotando en todos los terrenos con cierta intensidad, en algunos aspectos más que en otros. Yo con este artículo también desearía irme despidiendo como quintacolumnista, pues tal me siento a tenor de la prácticamente nula repercusión de mi palabra en otras palabras, con alguna excepción que agradezco en el alma. Escribir y no ser respondido es algo normal para mucha gente y, aunque no constituya mi plato favorito, tampoco puedo ignorar que cada uno escribe o no escribe si quiere, cuando quiere, y a quien quiere.

Desde mi punto de vista, he permanecido estos meses y sus muchos días con esta columnita al pie de un cañón que no tonitrona, que carece de eco, que se ha agrietado, que no dispara por elevación, y que está a punto de estallar en mis propias manos de artificiero, aunque sean cada día más y más poderosos aquellos enemigos a los que quisiera abatir frontalmente, pobre de mí, no conociendo mejor modo de hacerlo.

Verdad es que todavía quisiera poseer el mínimo de lucidez para no bajarme de mi Rocinante y subir después al asno triunfal de lo cotidiano, pero no espero ganar la guerra yo solito, seguramente no he perdido el juicio hasta ese extremo; por muy anarquista que sea, no llego a tanto como para presentarme, soldadito español, soldadito valiente, con mis cartuchos de dinamita en un frente tan inmenso y tan poderoso.

Pido al menos me sea concedido seguir disparando siquiera sea cartuchos de fogueo, pero no sin la belleza de algunos fuegos de artificio. Desearía, en cualquier caso, no llegar al frente con la pólvora mojada, pues cuando eso ocurra será que el virus del desaliento se habrá apoderado de cada una de mis articulaciones: hice lo que pude, corrí mi carrera, alabado sea su Santo Nombre.

Un fuerte abrazo hasta siempre.

 

Carlos Díaz 

CALANCHA, FRAY ANTONIO DE LA y SAN MARCOS. P. Javier Campos y C. Flórez

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Les comparto con el mayor gusto el PDF con la Historia de San Marcos del P. Calancha. Como me escribe el propio autor P. Javier Campos "por fin se ha hecho realidad disponer del texto de Calancha (muy mal copiado por un amanuense anónimo), pero es el ejemplar que se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla, con una introducción que recupera la figura grande del P. Antonio de la Calancha, bastante documentada". Fray Antonio de la Calancha, OSAHistoria de la Universidad de San Marcos de Lima. San Lorenzo del Escorial 2020, pp. 7-49. La transcripción corre a cargo de la doctora Cristina Flórez. TEXTO PDF https://javiercampos.com/es/novedades/?fbclid=IwAR3jrKlsbqdA-NJPe6FeKm9uy-V3m2IRpyUlqYZpfniH5cvJax4ciRiTIK0

Una buena biografía pueden encontrarla en el https://www.dhial.org/ CALANCHA, FRAY ANTONIO DE LA Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 2 (1992) 233-245]  (Chuquisaca, 1584 – Lima, 1654) Religioso agustino, misionero, cronista. Dr. Guillermo Lohman Villena

NADIE EN LA HISTORIA COMO LOS PROFETAS (Donoso Cortés)

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En medio de tan procelosas tempestades, y corriendo tiempos tan turbios y aciagos, despertó Dios a sus grandes profetas, para que hicieran resonar en Judá el eco de su palabra y sacaran de su profundo olvido y hondo letargo a los reyes idólatras, a los sacerdotes ociosos y a aquellas bárbaras muchedumbres, dadas a sediciones y tumultos. Jamás en ningún pueblo de la tierra, antiguo ni moderno, hubo una institución tan admirable, tan santa y tan popular como la de los profetas del pueblo de Dios.

 

Atenas tuvo poetas y oradores; Roma, tribunos y poetas. Los profetas del pueblo de Dios fueron poetas, tribunos y oradores a un tiempo mismo; como los poetas, cantaban las perfecciones divinas; como los tribunos, defendían los intereses populares; como los oradores, proponían lo que juzgaban conforme a las conveniencias del Estado. Un profeta era más que Homero, más que Demóstenes, más que Graco; era Graco, Homero y Demóstenes a un mismo tiempo. El profeta era el hombre que daba de mano a todo regalo de la carne y a todo amor de la vida, y que, mensajero de Dios, tenía el encargo de poner su palabra en el oído del pueblo, en el oído de los sacerdotes y en el oído de los reyes. Por eso los profetas amenazaban, imprecaban, maldecían; por eso dejaban escaparse de sus pechos, poderosas, tremendas, aquellas voces de temor y de espanto que se oían en Jerusalén cuando venía sobre ella con ejército fortísimo y numerosísimo el rey de Babilonia, ministro de las venganzas de Jehová, y de sus iras celestiales.

 

Los poetas cesáreos miraban siempre, antes de hablar, los semblantes de los príncipes. Los oradores y los tribunos de Atenas y de Roma tenían puestos los ojos, antes de soltar los torrentes de su elocuencia, en los semblantes del pueblo; los profetas de Israel cerraban los ojos para no lisonjear ni los gustos de los pueblos ni los antojos de los reyes, atentos sólo a lo que Dios les decía interiormente en sus almas; por eso hicieron frente a los odios implacables de los príncipes, que, habiendo puesto su sacrílega mano en el templo de Dios, no temían ponerla en el rostro augusto de sus profetas; por eso resistieron con constantísimo semblante a la grande indignación y bramido popular, creciendo su constancia al compás de la persecución y al compás de las olas de aquellas furiosas tempestades, sin que se doblegasen sus almas sublimes al miedo de los tormentos; por eso, en fin, casi todos, o entregaron sus gargantas al cuchillo o buscaron en tierras extrañas un triste sepulcro.

Yo no sé, señores, si hay en la Historia un espectáculo más bello que el de los profetas del pueblo de Dios luchando armados con el solo misterio de la palabra, contra todas las potestades de la tierra. Yo no sé si ha habido en el mundo poetas más altos, oradores más elocuentes, hombres más grandes, más santos y más libres; nada faltó a su gloria: ni la santidad de la vida, ni la santidad de la causa que sustentaron, ni la corona del martirio.

Discurso académico sobre la Biblia Juan Donoso Cortés

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/discurso-sobre-la-biblia--0/html/ff0f72fa-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html

Escultura "El profeta" de Pablo Gargallo

EL REZO DEL ROSARIO EN ALCALÁ PARA CONMEMORAR 450 AÑOS DE LEPANTO.

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   La batalla de Lepanto 
La batalla de Lepanto, que enfrentaba a la Liga Santa frente a los Otomanos, era decisiva para la cristiandad y se presentaba difícil por la pericia en el mar de las galeras que en nombre del Islam gobernaba Alí Bajá a las órdenes del Sultán turco Selim II. Desde muchos años atrás las mentes privilegiadas cristianas, entre ellas las advertencias de Santo Tomás Moro, señalaban la necesidad de protegerse del poder turco y defender la fe cristiana. A pesar de los ruegos de San Pío V, la desunión de los príncipes cristianos hacía difícil la empresa. Francia e Inglaterra con sus intereses y la presión de los protestantes hicieron imposible afrontar juntos la avalancha del Islam. Fue Su Santidad el Papa, y la generosidad de España, la que por fin logró poner las condiciones posibles para la Liga Santa. San Pío V le confirió un sentido religioso a la batalla, preparó a los participantes en la Liga Santa enviando predicadores que animaran y asistieran a los que formaban la Armada, con el fin de 46 47 mantener vivo el espíritu religioso en sus gentes. Antes de emprender la batalla se celebró la Santa Misa con confesiones. El mismo Papa oraba a la Santísima Virgen buscando su intercesión. Unos días antes del desembarco estaba en su oratorio ante la Virgen y tuvo una visión que le anticipaba la victoria de la Liga Santa. Desde ese momento siempre pensó que la victoria de Lepanto, ocurrida el 7 de octubre de 1571, había sido una concesión de la Virgen del Rosario. Concluida la batalla con la victoria, el Papa Pío V ordenó que todos los años en el día 7 de octubre se hiciese una fiesta en acción de gracias en memoria de "Nuestra Señora de la Victoria" (Decreto consistorial de 17 de marzo de 1572). Por su parte el Papa Gregorio XIII determinó, el día 1 de abril de 1573, que la fiesta en lo porvenir se celebrase como fiesta del Santo Rosario en la primera dominica de octubre (Bull. Rom. VIII, 44, ss.). Esto que ocurría para toda la Iglesia universal, tuvo una resonancia particular para Villarejo de Salvanés y, por tanto, para nuestra diócesis complutense. Don Luis de Requesens, Comendador Mayor de Castilla como hemos dicho, asombrado y agradecido por la victoria de Lepanto, quiso como acción de gracias erigir un convento en Villarejo que albergaría una imagen de la Virgen del Rosario, aclamada como Virgen de la Victoria. El convento fue confiado a los Franciscanos, quienes mientras se construía ya se hicieron presentes en la Casa de la Tercia. El Papa Pío V autorizó la fundación del convento y de él se obtiene la Bula Quam preclara meritorum con la obtención de indulgencias. Pero lo que verdaderamente fue el mejor tesoro para Villarejo fue, con el tiempo, la Imagen de la Virgen del Rosario, llamada Virgen de la Victoria que, según la tradición, fue un regalo de San Pío V, con la presunción de que era la imagen a la que rezaba el Papa en el fragor de la batalla. La presencia de esta imagen de la Virgen, y los milagros que se le atribuyen, ha conseguido que alcanzara el corazón de todos los fieles y llegara a ser, como se dice, "una estrella del cielo fijada en el mar de Castilla". 46 47 
A partir de este momento, en toda la Iglesia, y particularmente en nuestra tierra se acrecentó el rezo del Santo Rosario y aparecieron por todas partes Cofradías del Rosario que ayudaban a introducir entre los fieles este modo importante de oración. Como huella de este momento, recuerdo que mi madre cuando iniciaba el rezo del Rosario ponía como intención la unidad entre los príncipes cristianos, recuerdo de aquella situación dramática en la que no se pudo conseguir esa unidad.  
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  Conclusión Cogidos de la mano de María, os invito a comenzar este curso cargado de incertidumbres por la pandemia. Ella nos ha de llevar a profundizar en el primer anuncio cristiano y en el desarrollo de la Iniciación Cristiana. Como ella, nuestra diócesis de Alcalá de Henares, antigua diócesis complutense, debe descubrir su vocación materna para gestar nuevos cristianos, promover familias cristianas y vivificar nuestras parroquias como auténticas comunidades. 62 63 En este curso, en que celebramos mis bodas de oro sacerdotales y las bodas de plata episcopales, le pido de nuevo a la Santísima Virgen María que nos ayude a caminar juntos en la fe. Que por su intercesión brote la comunión entre nosotros y nos regale el poder vivir como una familia que tiene su referencia en el hogar de Nazaret. A la Virgen del Rosario, la Virgen de la Victoria, hoy como ayer le pido: "Monstra te esse matrem"; Muestra que eres nuestra Madre.
 Viaceli, Agosto de 2020.  
Nueva Carta Pastoral de Mons. Reig Pla: PARA GESTAR NUEVOS CRISTIANOS ''MONSTRA TE ESSE MATREM''  (50 años de sacerdote, 25 de obispo)

LAS CONVICCIONES DEL MAESTRO RAÚL PORRAS

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LAS CONVICCIONES DEL MAESTRO RAÚL PORRAS

(Pisco1897-Lima 1960)

Cuando el mundo tiembla, cuando los cimientos de la patria parecen resquebrajarse, cuando los últimos gobernantes del Perú purgan su falta de libertad por el incumplimiento de sus deberes sagrados con el bien común, buscamos líderes coherentes como Diógenes con su lámpara. A medida que se acerca el Bicentenario de la independencia del Perú, la memoria de los protagonistas que gestaron el nuevo estado del Perú o lo mantuvieron con dignidad a lo largo de doscientos años, se hace indispensable. Necesitamos forjadores de la peruanidad, hombres de una pieza, que dieron lo mejor de sí mismos a la formación de la nación con valores. Educadores, maestros que se desvivieron para dar vida y vida en abundancia. Quiero destacar el valor que le dio a la historia en la formación del alma nacional del Perú y su elección de la biografía como vehículo para transmitir paradigmas de vida y de valores cívicos en la sociedad peruana.

En estos días en los que se recuerdan los 60 años de su paso a la eternidad, el ejemplo de Raúl Porras descuella singular y señero. Gracias a las actividades del Instituto que lleva su nombre, he vuelto a contactar con su vida y con su obra. En particular quiero agradecer el magisterio del historiador Gabriel García Higueras, con su tesis doctoral El joven Raúl Porras Barrenechea: periodismo, historia y literatura (1915-1930) dirigida por Juan Luis Carriazo Rubio  y sustentada en la Universidad de Huelva ( España ) (2019, 358 pp) (https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=250308. A través de ella, podemos adentrarnos en la vida y obra del historiador, diplomático, educador, periodista y político, documentando con fuentes de archivo, especialmente de la prensa nacional e internacional, su talante de maestro en el mundo de la intelectualidad y de la cultura peruanas del siglo XX. La investigación se sustenta en el empleo de fuentes documentales archivísticas e impresas, publicaciones periódicas y bibliografía.

Me interesa destacar la fe católica que alimentó la vida de Porras y le sirvió como acicate y motivación durante toda su vida personal, familiar, profesional, social. Ojalá alguno de mis lectores se anime a estudiar lo que aquí apenas queda esbozado.

Nace en una familia católica y desde los cinco años recibe una esmerada educación religiosa puesto que aprendió sus primeras letras en el colegio San José de Cluny, dirigido por una religiosa francesa: la madre Matilde. A los once años, ingresó al Colegio de la Recoleta –institución regentada por los padres franceses de la Congregación de los Sagrados Corazones–, donde cursó estudios secundarios entre los años 1908 y 1911. En ese tiempo, el Colegio de la Recoleta había cobrado prestigio entre los colegios católicos para varones en Lima, junto al Colegio de la Inmaculada regido por la Compañía de Jesús. Entre los sacerdotes que con más afecto y gratitud recordaba de su instrucción colegial, se encontraba el padre Jorge Dintilhac, que enseñaba catecismo, y a quien consideraba como el sacerdote "más perfecto" que hubo de conocer. También evocaba gratamente a dos grandes maestros de Historia Francesa: los padres Teófano y Andrés.

En el marco de las conferencias del Conversatorio Universitario, de la denominada Generación del Centenario, el 15 de agosto de 1919, Porras expuso la biografía y la obra del clérigo y escritor satírico limeño de las postrimerías de la Colonia, José Joaquín de Larriva (1780-1832), trabajo pionero en el que revelaba su inclinación primordial por los estudios histórico-literarios:  "Como Swift, como Rabelais y el Arcipreste de Hita, en extrañas literaturas, Larriva será siempre un viejo abuelo de la sátira nacional. Y en gracia al ágil ingenio de sus octavas, a la agudeza de sus improvisaciones, al regocijo de sus listines de toros y a la perenne fiesta de su pluma satírica, habrá que perdonarle sus pueriles intransigencias y su retardo patriótico, como a los abuelos venerables se le disculpan sus regaños inútiles y los achaques del reuma"

El maestro Porras siempre declaró con orgullo su labor educadora en el nivel de instrucción secundaria, magisterio al que consagró veinte años de su vida: "No puede haber —no hay a mi juicio— mayor placer ni mayor honra espiritual, que ser maestro de segunda enseñanza. Para serlo no bastan diplomas y títulos académicos; son necesarios ante todo amor y vocación. No se puede enseñar —ha dicho Tagore, el dulce maestro de la escuela de Bengala— sino aquello que se ama o sea aquello que guarda para nosotros algo de poesía y de misterio. Yo he enseñado únicamente historia —e historia del Perú que también, por la vocación continental de nuestro pueblo es historia de América— con el profundo deseo de recoger de la historia nuestra, todavía insegura y borrosa, las esencias morales que definen a nuestra patria y que sustentan en el alma de todos nosotros la conciencia y el orgullo inexplicado de ser peruanos". 

Fue un auténtico maestro y apóstol de la juventud. Sembró convicciones patrióticas y orientó vocaciones entre la juventud, Raúl Porras fue un auténtico maestro que consagró la mayor parte de su vida a la enseñanza e hizo de aquel ministerio un apostolado y un estilo sobrio de vida que le llevaba a dedicar muchas horas de su vida a preparar las clases. La enseñanza fue una auténtica pasión, futo de rigurosa investigación y meticulosa programación. Sus alumnos coinciden en afirmar que escucharle era un deleite por la poderosa didáctica ejercida en el aula que se prolongaba en decisivos encuentros en los animados diálogos con los alumnos en los patios y jardines. Llegó a abrir su casa, su hogar para los alumnos más despiertos e interesados.  Sus conferencias eran auténticos acontecimientos Académicos sobresalientes como don Guillermo Lohmann o Miguel Maticorena, Araníbar o Macera, Armando Nieto, Mario Vargas Llosa confesaron que su vocación prendió al escuchar el verbo encendido de las historias vivas del maestro Porras.   

La antigua casona de San Marcos exhibe una placa de bronce en el aula donde Porras pronunciara su última clase. En ésta se lee: "Al maestro Raúl Porras Barrenechea 1897- 1960 Que murió enseñando y enseñó muriendo. Dictó en esta aula su última lección el 10 de mayo de 1958".

En Porras se unen la hispanidad y la peruanidad. Su valoración de la herencia hispánica, no le llevaba a ignorar la raíz andina, sino que le ayudaba a apreciar en ella los contenidos espirituales que aglutinan a las formas indígenas como elemento constitutivo de la peruanidad. Don Guillermo Lohmann en la disertación dedicada a Porras como "hombre de letras y académico" con motivo del día del idioma en el centenario de su nacimiento, nos comparte un elocuente texto pronunciado al ofrecer una bandera del Perú al Museo del Ejército en Madrid:

"Venimos los peruanos desde nuestra vieja tierra del oro y del sol, trayendo una nueva enseña que el tiempo no ha descolorido aún, pero entre cuyos pliegues pasa el soplo milenario de leyenda, para depositarla en este plantel de gloria en que reposan las banderas más gallardas de la historia del mundo: las que se irguieron en todos los recodos y pasos de Europa para defender el ideal de la caballería cristiana de Occidente, las que se izaron en Granada y en Lepanto, las que llevaron las mesnadas del Cid y los tercios de Gonzalo de Córdoba y las que , cansadas de vencer , detrás de las columnas de Hércules surcaron los mares para llevar en las combas de sus naves el legado de la civilización occidental a un mundo nuevo, en una permanente e irrenunciable voluntad de cruzada"

Estas convicciones le llevaron en 1949, a fundar el Instituto Peruano de Cultura Hispánica, que contó entre sus miembros con Honorio Delgado –su primer presidente–, Víctor Andrés Belaunde y Aurelio Miró Quesada. El Instituto ofrecía seminarios y conferencias y también otorgaba becas a los graduados que deseaban cursar estudios en España, merced a los auspicios del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid.

 Raúl Porras fue pensador de sólidas convicciones. Sostuvo desde joven los principios y valores del liberalismo, pero matizado por su naturaleza humanista, su tolerancia de espíritu que le llevaba a rechazar cualquier manifestación de fanatismo y sectarismo, gracias a su raigambre cristiana.

Si fue hombre puente entre la hispanidad y la peruanidad, también supo proclamar desde su misión de canciller en la Embajada del Perú, la vocación unitaria y conciliadora del Perú en el ámbito americano, desde el Incanato hasta la República, como manifestó el 23 de agosto de 1960, en la Conferencia de San José de Costa Rica, enfatizando el talante del Perú para eludir las soluciones de fuerza, buscando la coordinación jurídica y la solidaridad de intereses e ideales de la América Latina. Culminó aludiendo a la Biblia: "Confiemos, como en el Evangelio de San Lucas, en que podamos andar juntos sin reprensión y que ese plano de amistad podamos convertir los corazones de los rebeldes a la prudencia de los justos, para bien de América y de la humanidad".

 

Como Embajador del Perú en España, publicó en el «ABC» de Madrid el 22 de Julio de 1949, un artículo dedicado a San Francisco Solano con motivo del IV Centenario de su nacimiento en Montilla en el que se identifica totalmente con la obra misional de España y la acción evangélica del santo hispanoperuano: "este centenario montillano que ha puesto de relieve no sólo la figura de San Francisco Solano, sino todo el valor de la acción misionera de España en Indias, ha llevado a la multitud a arrodillarse en la calle de Sotollón, frente a la casa del Santo, y a besar al paso la mano del insigne obispo de Córdoba, al propio tiempo que se le hacía entender, por la «radio», nombres de tiempos desoídos, como el de Juan de Ávila y el Gran Capitán, y hasta aprender la geografía del Perú en los «Comentarios Reales», del Inca Garcilaso, que los escribió precisamente en Montilla y en Córdoba […] Montilla, aseguran los montillanos, es un surco provechoso para el zumo sabroso de las vides y para el florecimiento de las divinas plantas místicas. El oro viejo de los retablos atraviesa los vitrales de las iglesias y va a besar el fondo áureo de las botijas y el dedal de oro de las copas del rubio amontillado. El beato Juan de Ávila predicó en Montilla y desde ahí escribió cartas a San Ignacio y a Santa Teresa, llenas de fuego doctrinal; San Francisco de Borja creó un ilustre colegio de jesuitas donde se educó Solano y las místicas y devotas discípulas del Beato de Ávila culminaron en la figura de «la santa condesa de Feria» … Es innegable la deuda del Perú para Montilla al enviarle, para iluminar sus consejas de piedad y la dulce crónica franciscana, al santo apóstol moreno, pero lo es también el saldo de gracia, en favor del Perú y de Lima, por todo lo que ésta hizo en siglos piadosos por enaltecer la gloria del franciscano y llevarle a los altares.

Al cumplirse el primer aniversario de su deceso, la Municipalidad de Miraflores bautizó con el nombre de "Raúl Porras Barrenechea" el parque adyacente al Palacio Municipal. Ahí se yergue su busto en piedra tallada por Joaquín Roca Rey. En este espacio, cada 27 de septiembre, después de la celebración de la santa misa, el Instituto Raúl Porras Barrenechea de la Universidad de San Marcos, la Municipalidad de Miraflores y la Academia Diplomática del Perú, acompañados de delegaciones escolares, rinden homenaje a su memoria. Que nunca falten los ingredientes que dieron sentido vital a este maestro de la peruanidad: la fe católica, la universidad, la academia diplomática, la juventud.

 

 

CUANDO LA HISTORIA ES VIDA. Mensaje del Papa en la 54 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

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http://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/communications/documents/papa-francesco_20200124_messaggio-comunicazioni-sociali.html;

https://www.youtube.com/watch?v=W_IobYsfI6A&feature=youtu.be

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA 54 JORNADA MUNDIAL
DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

 

Para que puedas contar y grabar en la memoria (cf. Ex 10,2)
La vida se hace historia

 

Quiero dedicar el Mensaje de este año al tema de la narración, porque creo que para no perdernos necesitamos respirar la verdad de las buenas historias: historias que construyan, no que destruyan; historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos. En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros.

1. Tejer historias

El hombre es un ser narrador. Desde la infancia tenemos hambre de historias como tenemos hambre de alimentos. Ya sean en forma de cuentos, de novelas, de películas, de canciones, de noticias…, las historias influyen en nuestra vida, aunque no seamos conscientes de ello. A menudo decidimos lo que está bien o mal hacer basándonos en los personajes y en las historias que hemos asimilado. Los relatos nos enseñan; plasman nuestras convicciones y nuestros comportamientos; nos pueden ayudar a entender y a decir quiénes somos.

El hombre no es solamente el único ser que necesita vestirse para cubrir su vulnerabilidad (cf. Gn 3,21), sino que también es el único ser que necesita "revestirse" de historias para custodiar su propia vida. No tejemos sólo ropas, sino también relatos: de hecho, la capacidad humana de "tejer" implica tanto a los tejidos como a los textos. Las historias de cada época tienen un "telar" común: la estructura prevé "héroes", también actuales, que para llevar a cabo un sueño se enfrentan a situaciones difíciles, luchan contra el mal empujados por una fuerza que les da valentía, la del amor. Sumergiéndonos en las historias, podemos encontrar motivaciones heroicas para enfrentar los retos de la vida.

El hombre es un ser narrador porque es un ser en realización, que se descubre y se enriquece en las tramas de sus días. Pero, desde el principio, nuestro relato se ve amenazado: en la historia serpentea el mal.

2. No todas las historias son buenas

«El día en que comáis de él, […] seréis como Dios» (cf. Gn 3,5). La tentación de la serpiente introduce en la trama de la historia un nudo difícil de deshacer. "Si posees, te convertirás, alcanzarás...", susurra todavía hoy quien se sirve del llamado storytelling con fines instrumentales. Cuántas historias nos narcotizan, convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices. Casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos. A menudo, en los telares de la comunicación, en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia. Recopilando información no contrastada, repitiendo discursos triviales y falsamente persuasivos, hostigando con proclamas de odio, no se teje la historia humana, sino que se despoja al hombre de la dignidad.

Pero mientras que las historias utilizadas con fines instrumentales y de poder tienen una vida breve, una buena historia es capaz de trascender los límites del espacio y del tiempo. A distancia de siglos sigue siendo actual, porque alimenta la vida. En una época en la que la falsificación es cada vez más sofisticada y alcanza niveles exponenciales (el deepfake), necesitamos sabiduría para recibir y crear relatos bellos, verdaderos y buenos. Necesitamos valor para rechazar los que son falsos y malvados. Necesitamos paciencia y discernimiento para redescubrir historias que nos ayuden a no perder el hilo entre las muchas laceraciones de hoy; historias que saquen a la luz la verdad de lo que somos, incluso en la heroicidad ignorada de la vida cotidiana.

3. La Historia de las historias

La Sagrada Escritura es una Historia de historias. ¡Cuántas vivencias, pueblos, personas nos presenta! Nos muestra desde el principio a un Dios que es creador y narrador al mismo tiempo. En efecto, pronuncia su Palabra y las cosas existen (cf. Gn 1). A través de su narración Dios llama a las cosas a la vida y, como colofón, crea al hombre y a la mujer como sus interlocutores libres, generadores de historia junto a Él. En un salmo, la criatura le dice al Creador: «Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias porque son admirables tus obras […], no desconocías mis huesos. Cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra» (139,13-15). No nacemos realizados, sino que necesitamos constantemente ser "tejidos" y "bordados". La vida nos fue dada para invitarnos a seguir tejiendo esa "obra admirable" que somos.

En este sentido, la Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad. En el centro está Jesús: su historia lleva al cumplimiento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios. El hombre será llamado así, de generación en generación, a contar y a grabar en su memoria los episodios más significativos de esta Historia de historias, los que puedan comunicar el sentido de lo sucedido.

El título de este Mensaje está tomado del libro del Éxodo, relato bíblico fundamental, en el que Dios interviene en la historia de su pueblo. De hecho, cuando los hijos de Israel estaban esclavizados clamaron a Dios, Él los escuchó y rememoró: «Dios se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob. Dios se fijó en los hijos de Israel y se les apareció» (Ex 2, 24-25). De la memoria de Dios brota la liberación de la opresión, que tiene lugar a través de signos y prodigios. Es entonces cuando el Señor revela a Moisés el sentido de todos estos signos: «Para que puedas contar [y grabar en la memoria] de tus hijos y nietos […] los signos que realicé en medio de ellos. Así sabréis que yo soy el Señor» (Ex 10,2). La experiencia del Éxodo nos enseña que el conocimiento de Dios se transmite sobre todo contando, de generación en generación, cómo Él sigue haciéndose presente. El Dios de la vida se comunica contando la vida.

El mismo Jesús hablaba de Dios no con discursos abstractos, sino con parábolas, narraciones breves, tomadas de la vida cotidiana. Aquí la vida se hace historia y luego, para el que la escucha, la historia se hace vida: esa narración entra en la vida de quien la escucha y la transforma.

No es casualidad que también los Evangelios sean relatos. Mientras nos informan sobre Jesús, nos "performan"[1] a Jesús, nos conforman a Él: el Evangelio pide al lector que participe en la misma fe para compartir la misma vida. El Evangelio de Juan nos dice que el Narrador por excelencia —el Verbo, la Palabra— se hizo narración: «El Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado» (cf. Jn 1,18). He usado el término "contado" porque el original exeghésato puede traducirse sea como "revelado" que como "contado". Dios se ha entretejido personalmente en nuestra humanidad, dándonos así una nueva forma de tejer nuestras historias.

4. Una historia que se renueva

La historia de Cristo no es patrimonio del pasado, es nuestra historia, siempre actual.Nos muestra que a Dios le importa tanto el hombre, nuestra carne, nuestra historia, hasta el punto de hacerse hombre, carne e historia. También nos dice que no hay historias humanas insignificantes o pequeñas. Después de que Dios se hizo historia, toda historia humana es, de alguna manera, historia divina. En la historia de cada hombre, el Padre vuelve a ver la historia de su Hijo que bajó a la tierra. Toda historia humana tiene una dignidad que no puede suprimirse. Por lo tanto, la humanidad se merece relatos que estén a su altura, a esa altura vertiginosa y fascinante a la que Jesús la elevó.

Escribía san Pablo: «Sois carta de Cristo […] escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de corazones de carne» (2 Co 3,3). El Espíritu Santo, el amor de Dios, escribe en nosotros. Y, al escribir dentro, graba en nosotros el bien, nos lo recuerda. Re-cordar significa efectivamente llevar al corazón, "escribir" en el corazón. Por obra del Espíritu Santo cada historia, incluso la más olvidada, incluso la que parece estar escrita con los renglones más torcidos, puede volverse inspirada, puede renacer como una obra maestra, convirtiéndose en un apéndice del Evangelio.

1 Como las Confesiones de Agustín.

2 Como El Relato del Peregrino de Ignacio.

3. Como la Historia de un alma de Teresita del Niño Jesús.

4 Como Los Novios, como 

5 Los Hermanos Karamazov.

Como tantas innumerables historias que han escenificado admirablemente el encuentro entre la libertad de Dios y la del hombre. Cada uno de nosotros conoce diferentes historias que huelen a Evangelio, que han dado testimonio del Amor que transforma la vida. Estas historias requieren que se las comparta, se las cuente y se las haga vivir en todas las épocas, con todos los lenguajes y por todos los medios.

5. Una historia que nos renueva

En todo gran relato entra en juego el nuestro. Mientras leemos la Escritura, las historias de los santos, y también esos textos que han sabido leer el alma del hombre y sacar a la luz su belleza, el Espíritu Santo es libre de escribir en nuestro corazón, renovando en nosotros la memoria de lo que somos a los ojos de Dios. Cuando rememoramos el amor que nos creó y nos salvó, cuando ponemos amor en nuestras historias diarias, cuando tejemos de misericordia las tramas de nuestros días, entonces pasamos página. Ya no estamos anudados a los recuerdos y a las tristezas, enlazados a una memoria enferma que nos aprisiona el corazón, sino que abriéndonos a los demás, nos abrimos a la visión misma del Narrador. Contarle a Dios nuestra historia nunca es inútil; aunque la crónica de los acontecimientos permanezca inalterada, cambian el sentido y la perspectiva. Contarse al Señor es entrar en su mirada de amor compasivo hacia nosotros y hacia los demás. A Él podemos narrarle las historias que vivimos, llevarle a las personas, confiarle las situaciones. Con Él podemos anudar el tejido de la vida, remendando los rotos y los jirones. ¡Cuánto lo necesitamos todos!

Con la mirada del Narrador —el único que tiene el punto de vista final— nos acercamos luego a los protagonistas, a nuestros hermanos y hermanas, actores a nuestro lado de la historia de hoy. Sí, porque nadie es un extra en el escenario del mundo y la historia de cada uno está abierta a la posibilidad de cambiar. Incluso cuando contamos el mal podemos aprender a dejar espacio a la redención, podemos reconocer en medio del mal el dinamismo del bien y hacerle sitio.

No se trata, pues, de seguir la lógica del storytelling, ni de hacer o hacerse publicidad, sino de rememorar lo que somos a los ojos de Dios, de dar testimonio de lo que el Espíritu escribe en los corazones, de revelar a cada uno que su historia contiene obras maravillosas. Para ello, nos encomendamos a una mujer que tejió la humanidad de Dios en su seno y —dice el Evangelio— entretejió todo lo que le sucedía. La Virgen María lo guardaba todo, meditándolo en su corazón (cf. Lc 2,19). Pidamos ayuda a aquella que supo deshacer los nudos de la vida con la fuerza suave del amor:

Oh María, mujer y madre, tú tejiste en tu seno la Palabra divina, tú narraste con tu vida las obras magníficas de Dios. Escucha nuestras historias, guárdalas en tu corazón y haz tuyas esas historias que nadie quiere escuchar. Enséñanos a reconocer el hilo bueno que guía la historia. Mira el cúmulo de nudos en que se ha enredado nuestra vida, paralizando nuestra memoria. Tus manos delicadas pueden deshacer cualquier nudo. Mujer del Espíritu, madre de la confianza, inspíranos también a nosotros. Ayúdanos a construir historias de paz, historias de futuro. Y muéstranos el camino para recorrerlas juntos.

Roma, junto a San Juan de Letrán, 24 de enero de 2020, fiesta de san Francisco de Sales.

 

Franciscus


[1] Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, 2: «El mensaje cristiano no era sólo "informativo", sino "performativo". Eso significa que el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida».

 

LAS CONVICCIONES DEL MAESTRO RAÚL PORRAS

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LAS CONVICCIONES DEL MAESTRO RAÚL PORRAS

(Pisco1897-Lima 1960)

 

Cuando el mundo tiembla, cuando los cimientos de la patria parecen resquebrajarse, cuando los últimos gobernantes del Perú purgan su falta de libertad por el incumplimiento de sus deberes sagrados con el bien común, buscamos líderes coherentes como Diógenes con su lámpara. A medida que se acerca el Bicentenario de la independencia del Perú, la memoria de los protagonistas que gestaron el nuevo estado del Perú o lo mantuvieron con dignidad a lo largo de doscientos años, se hace indispensable. Necesitamos forjadores de la peruanidad, hombres de una pieza, que dieron lo mejor de sí mismos a la formación de la nación con valores. Educadores, maestros que se desvivieron para dar vida y vida en abundancia.

Porras insufló a la historia ciencia y espíritu en la formación del alma nacional del Perú. De modo particular se centró en la biografía como vehículo para transmitir paradigmas de vida y de valores cívicos en la sociedad peruana.

En estos días en los que se recuerdan los 60 años de su paso a la eternidad, el ejemplo de Raúl Porras descuella singular y señero. Gracias a las actividades del Instituto que lleva su nombre, he vuelto a contactar con su vida y con su obra. En particular quiero agradecer el magisterio del historiador Gabriel García Higueras, con su tesis doctoral[1].  A través de ella, podemos adentrarnos en la vida y obra del historiador, diplomático, educador, periodista y político, documentando con fuentes de archivo, especialmente de la prensa nacional e internacional, su talante de maestro en el mundo de la intelectualidad y de la cultura peruanas del siglo XX. La investigación se sustenta en el empleo de fuentes documentales archivísticas e impresas, publicaciones periódicas y bibliografía.

Me interesa destacar la fe católica que alimentó la vida de Porras y le sirvió como acicate y motivación durante toda su vida personal, familiar, profesional, social. Ojalá alguno de mis lectores se anime a estudiar lo que aquí apenas queda esbozado.

Nace en una familia católica y desde los cinco años recibe una esmerada educación religiosa puesto que aprendió sus primeras letras en el colegio San José de Cluny, dirigido por una religiosa francesa: la madre Matilde. A los once años, ingresó al Colegio de la Recoleta –institución regentada por los padres franceses de la Congregación de los Sagrados Corazones–, donde cursó estudios secundarios entre los años 1908 y 1911. "En ese tiempo, el Colegio de la Recoleta había cobrado prestigio entre los colegios católicos para varones en Lima, junto al Colegio de la Inmaculada regido por la Compañía de Jesús". "Entre los sacerdotes que con más afecto y gratitud recordaba de su instrucción colegial, se encontraba el padre Jorge Dintilhac, que enseñaba catecismo, y a quien consideraba como el sacerdote 'más perfecto' que hubo de conocer. También evocaba gratamente a dos grandes maestros de Historia Francesa: los padres Teófano y Andrés" (Gabriel García Higueras, op. cit, pp. 33-34)

En el marco de las conferencias del Conversatorio Universitario, de la denominada Generación del Centenario, el 15 de agosto de 1919, Porras "expuso la biografía y la obra del clérigo y escritor satírico limeño de las postrimerías de la Colonia, José Joaquín de Larriva (1780-1832), trabajo pionero en el que revelaba su inclinación primordial por los estudios histórico-literarios" (G. García Higueras, op. cit, p. 37):  "Como Swift, como Rabelais y el Arcipreste de Hita, en extrañas literaturas, Larriva será siempre un viejo abuelo de la sátira nacional. Y en gracia al ágil ingenio de sus octavas, a la agudeza de sus improvisaciones, al regocijo de sus listines de toros y a la perenne fiesta de su pluma satírica, habrá que perdonarle sus pueriles intransigencias y su retardo patriótico, como a los abuelos venerables se le disculpan sus regaños inútiles y los achaques del reuma" (citado en G. García Higueras, op. cit, p. 129)

El maestro Porras siempre declaró con orgullo su labor educadora en el nivel de instrucción secundaria, magisterio al que consagró veinte años de su vida: "No puede haber —no hay a mi juicio— mayor placer ni mayor honra espiritual, que ser maestro de segunda enseñanza. Para serlo no bastan diplomas y títulos académicos; son necesarios ante todo amor y vocación. No se puede enseñar —ha dicho Tagore, el dulce maestro de la escuela de Bengala— sino aquello que se ama o sea aquello que guarda para nosotros algo de poesía y de misterio. Yo he enseñado únicamente historia —e historia del Perú que también, por la vocación continental de nuestro pueblo es historia de América— con el profundo deseo de recoger de la historia nuestra, todavía insegura y borrosa, las esencias morales que definen a nuestra patria y que sustentan en el alma de todos nosotros la conciencia y el orgullo inexplicado de ser peruanos" (citado en G. García Higueras, op. cit, p. 39). 

Fue un auténtico maestro y apóstol de la juventud. Sembró convicciones patrióticas y orientó vocaciones entre la juventud, Raúl Porras "fue un auténtico maestro que consagró la mayor parte de su vida a la enseñanza e hizo de aquel ministerio un apostolado" y un estilo sobrio de vida que le llevaba a dedicar muchas horas de su vida a preparar las clases. La enseñanza fue una auténtica pasión, futo de rigurosa investigación y meticulosa programación. Sus alumnos coinciden en afirmar que escucharle era un deleite por la poderosa didáctica ejercida en el aula que se prolongaba en decisivos encuentros en los animados diálogos con los alumnos en los patios y jardines. Llegó a abrir su casa, su hogar para los alumnos más despiertos e interesados (G. García Higueras, op. cit., p. 42). 

Sus conferencias eran auténticos acontecimientos académicos sobresalientes como don Guillermo Lohmann o Miguel Maticorena, Araníbar o Macera, Armando Nieto, Mario Vargas Llosa confesaron que su vocación prendió al escuchar el verbo encendido de las historias vivas del maestro Porras. La antigua casona de San Marcos exhibe una placa de bronce en el aula donde Porras pronunciara su última clase. En ésta se lee: "Al maestro Raúl Porras Barrenechea 1897- 1960 Que murió enseñando y enseñó muriendo. Dictó en esta aula su última lección el 10 de mayo de 1958" (citado en G. García Higueras, op. cit., p. 45)

En Porras se unen la hispanidad y la peruanidad. Su valoración de la herencia hispánica, no le llevaba a ignorar la raíz andina, sino que le ayudaba a apreciar "en ella los contenidos espirituales que aglutinan a las formas indígenas" como elemento constitutivo de la peruanidad (G. García Higueras, op. cit., p. 50) Don Guillermo Lohmann en la disertación dedicada a Porras como "hombre de letras y académico" con motivo del día del idioma en el centenario de su nacimiento, nos comparte un elocuente texto pronunciado al ofrecer una bandera del Perú al Museo del Ejército en Madrid:

"Venimos los peruanos desde nuestra vieja tierra del oro y del sol, trayendo una nueva enseña que el tiempo no ha descolorido aún, pero entre cuyos pliegues pasa el soplo milenario de leyenda, para depositarla en este plantel de gloria en que reposan las banderas más gallardas de la historia del mundo: las que se irguieron en todos los recodos y pasos de Europa para defender el ideal de la caballería cristiana de Occidente, las que se izaron en Granada y en Lepanto, las que llevaron las mesnadas del Cid y los tercios de Gonzalo de Córdoba y las que , cansadas de vencer , detrás de las columnas de Hércules surcaron los mares para llevar en las combas de sus naves el legado de la civilización occidental a un mundo nuevo, en una permanente e irrenunciable voluntad de cruzada"

Estas convicciones le llevaron en 1949, a fundar el Instituto Peruano de Cultura Hispánica, que contó entre sus miembros con "Honorio Delgado –su primer presidente–, Víctor Andrés Belaunde y Aurelio Miró Quesada. El Instituto ofrecía seminarios y conferencias y también otorgaba becas a los graduados que deseaban cursar estudios en España, merced a los auspicios del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid" (G. García Higueras, op cit., p. 68)

"Raúl Porras fue pensador de sólidas convicciones", sostiene en su tesis García Higueras. Sostuvo desde joven los principios y valores del liberalismo, pero matizado por su naturaleza humanista, su tolerancia de espíritu que le llevaba a rechazar "cualquier manifestación de fanatismo y sectarismo", gracias a su raigambre cristiana (G. García Higueras, op. cit., p. 70)  

 

Como Embajador del Perú en España, publicó en el «ABC» de Madrid el 22 de Julio de 1949, un artículo dedicado a San Francisco Solano con motivo del IV Centenario de su nacimiento en Montilla en el que se identifica totalmente con la obra misional de España y la acción evangélica del santo hispanoperuano: "este centenario montillano que ha puesto de relieve no sólo la figura de San Francisco Solano, sino todo el valor de la acción misionera de España en Indias, ha llevado a la multitud a arrodillarse en la calle de Sotollón, frente a la casa del Santo, y a besar al paso la mano del insigne obispo de Córdoba, al propio tiempo que se le hacía entender, por la «radio», nombres de tiempos desoídos, como el de Juan de Ávila y el Gran Capitán, y hasta aprender la geografía del Perú en los «Comentarios Reales», del Inca Garcilaso, que los escribió precisamente en Montilla y en Córdoba […] Montilla, aseguran los montillanos, es un surco provechoso para el zumo sabroso de las vides y para el florecimiento de las divinas plantas místicas. El oro viejo de los retablos atraviesa los vitrales de las iglesias y va a besar el fondo áureo de las botijas y el dedal de oro de las copas del rubio amontillado. El beato Juan de Ávila predicó en Montilla y desde ahí escribió cartas a San Ignacio y a Santa Teresa, llenas de fuego doctrinal; San Francisco de Borja creó un ilustre colegio de jesuitas donde se educó Solano y las místicas y devotas discípulas del Beato de Ávila culminaron en la figura de «la santa condesa de Feria» … Es innegable la deuda del Perú para Montilla al enviarle, para iluminar sus consejas de piedad y la dulce crónica franciscana, al santo apóstol moreno, pero lo es también el saldo de gracia, en favor del Perú y de Lima, por todo lo que ésta hizo en siglos piadosos por enaltecer la gloria del franciscano y llevarle a los altares.

El citado historiador Gabriel García Higueras informa en su investigación que, al cumplirse el primer aniversario de su deceso, la Municipalidad de Miraflores bautizó con el nombre de "Raúl Porras Barrenechea" el parque adyacente al Palacio Municipal. Ahí se yergue su busto en piedra tallada por Joaquín Roca Rey. "En este espacio, cada 27 de septiembre, después de la celebración" de la santa misa, el Instituto Raúl Porras Barrenechea de la Universidad de San Marcos, la Municipalidad de Miraflores y la Academia Diplomática del Perú, acompañados de delegaciones escolares, rinden homenaje a su memoria (op. cit., p. 79).

Uno de sus discípulos, y también maestro en el campo de la historia, Pablo Macera, enfatizó el sentido de su vida como la del maestro que enseña de verdad: "Todo el tiempo daba lecciones. Más que periodista, historiador, político, diplomático, ejercía funciones de maestro, de enseñar, de mostrar la verdad"[2]¡Cómo resuena en su declaración el honroso oficio que cabe al historiador según Cervantes en su obra inmortal!: "debiendo de ser los historiadores puntuales verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición no les haga torcer el camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir" (Don Quijote de la Mancha I, cap.9).

Dios quiera que ni en España ni en el Perú –países que siempre hermanó- nunca falten los ingredientes que dieron sentido a la vida de este maestro de la peruanidad y de la hispanidad: su apuesta por la dignidad de la persona humana, la elegancia de la lengua española en los escritos históricos, la excelencia del mundo académico universitario, el compromiso de la academia diplomática por la paz, la coherencia y universalidad de la fe católica, el sentido misional de su profesión volcado en la juventud.



[1El joven Raúl Porras Barrenechea:periodismo, historia y literatura (1915-1930) dirigida por Juan Luis Carriazo Rubio  y sustentada en la Universidad de Huelva ( España ) (2019, 358 pp) (https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=250308. Vid: Participación en el Conversatorio Conmemoración Raúl Porras Barrenechea y su legado como historiador y bibliófilo30 sept. 2020: https://www.youtube.com/watch?v=fL9dQuH0h8s

[2]Pablo Macera, presentación a la obra de Carlota Casalino, Raúl Porras Barrenechea Parlamentario, pág. 13. Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 1999.


REDESCUBRIENDO EL "NUEVO" CRISTÓBAL COLÓN DE LIMA

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Se cumplen 528 años del descubrimiento de América, del gran encuentro de dos mundos hasta ese momento ignorados y que podemos señalar como el inicio de la historia global. Recreemos aquel viaje con Cristóbal Colón al frente y valoremos el loable empeño de la Municipalidad de Lima en darle brillo al encomiable monumento levantado en su honor en la plaza que lleva su nombre.

Todo un contrapunto a la vesania o locura iconoclasta desatada de modo irracional contra el Descubridor en este tiempo, que ha llevado a destruir estatuas por achacarle responsabilidades que nunca tuvo y menos en exclusiva como la de la desaparición de miles de indígenas a raíz del Primer Encuentro euroamericano a consecuencia de la luctuosa muerte del afroestadounidense George Floyd quien fue arrestado por la policía el pasado 25 de mayo del 2020 cuando Derek Chauvin, un agente blanco de la policía de Minneapolis, lo mantuvo sometido en el piso durante casi 9 minutos colocando su rodilla sobre el cuello de Floyd, muriendo a continuación. Esta lamentable brutal represión policial, considerada como racismo sistémico desencadenó que miles de manifestantes saliesen a las calles para protestar y que otros movimientos ideológicos ampliasen su protesta para derribar estatuas a quienes consideraban represores para la población nativa como Colón e incomprensiblemente quien fue su benefactor, San Junípero Serra. Menos mal, que también en los Estados Unidos, en torno a la fecha del IV centenario del Descubrimiento, 1892, el sacerdote  Padre Michael J. McGivney, vicario parroquial de la iglesia de Santa María en New Haven fundó con algunos de sus feligreses los Caballeros de Colón como sociedad benéfica fraternal dedicada a la caridad, unidad y fraternidad, desde la memoria de los  valores humanos y cristianos de Cristóbal Colón. .

12 de octubre de 1492

No era tarea fácil convocar arriesgados marineros ante una empresa para muchos suicida. La dificultad en reunir los tripulantes por la desconfianza que suscitaba un extranjero la resuelven los frailes de la Rábida, los Niño de Moguer y los Pinzón. Tras resolver mil y un problemas, zarpan del puerto de Palos de la Frontera (Huelva) dos carabelas y una nao (nave algo más grande que la carabela) el 3 de agosto, después de confesar y comulgar los 90 navegantes. Hacen escala en la Gomera de donde parten el 6 de septiembre. Marchan hacia el oeste por el paralelo 28º. Vientos propicios, sorpresa por desconocer la declinación magnética, desilusión en el mar de los Sargazos. Tras numerosas dificultades Juan Rodríguez Bermejos (el Rodrigo de Triana) puede gritar "¡tierra!". Era el 12 de octubre, las 2 de la madrugada.

A la primera isla a 24º N, 74 Aº 30 'llamada Guanahaní por los indígenas, la bautizarán con el nombre de San Salvador (hoy es Watling y depende de Inglaterra). A la segunda se la denomina de Santa María de la Concepción; a la 3º la Fernandina; a la 4ª la Isabela. El primer contacto con los naturales fue muy pacífico. Los indios taínos decían "taínos" que significa "somos nobles".

La Pinta se había separado en el Canal de la Tortuga. La Santa María encalla en La Española sin poder regresar. El 15 de marzo de 1493 regresa Colón a Palos, tras su paso por Lisboa.

"La tierra más hermosa que ojos vieran"

Tras el hallazgo Colón redacta la carta donde informa de su descubrimiento. Colón escribirá: "Crean Vuestras Altezas (los Reyes) que en el mundo todo no puede aver mejor gente ni más mansa; deben tomar... grande alegría porque luego los harán cristianos y los avrán enseñado buenas costumbres de sus reinos, que más mejor gente ni tierra puede ser..." (Diario 24-XII-1492) "...fallé muchas islas pobladas con gentes sin número... A la primera que yo fallé puse nombre Sant Salvador a conmemoración de su Alta Magestat, el cual maravillosamente todo esto a dado... Así que monstruos no he hallado noticia, salvo de una isla que es Carib... poblada de una iente que tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne humana." (Carta a Luis de Santángel 15-II-1493).

La reproducción de la portada de varias ediciones de su carta en la que da cuenta de su descubrimiento será fulminante. Se imprime rápidamente en Barcelona en el mismo año de regreso, 1493, donde se encontraban los Reyes Católicos. En 1493 se edita también en Italia, Florencia (1493 y 1495), Roma; Valladolid (1497); Amberes y Basilea en 1493; París 1493; Estrasburgo (1497). En total 12 ediciones de 1493, una de 1494, dos de 1495, dos de 1497, que fueron todas las que en aquellos años publicó la naciente imprenta.

A partir de la fecha, Colón entra en la historia, baste recordar lo que escribió José Carlos Mariátegui, en 1928, en la popular Revista "Variedades": "Colón es uno de los grandes protagonistas de la civilización occidental [...] América ingresó en la historia mundial cuando Colón la reveló a Europa".

El monumento de Lima

El Dr. Oswaldo Holguín Callo, PUCP, escribió un documentado artículo titulado "Mármol a Colón (Lima, 1853-1860)" 469-492 Holguín Callo, Oswaldo. Pontificia Univ. Católica del Perú. Mármol a Colón (Lima, 1853-1860). 2006. vol. 2, p. 469-492. [Congreso Internacional V Centenario de la muerte del Almirante. 2006. Valladolid en el que nos rescata la historia del monumento a Colon en Lima.

Fue idea del gobierno del general José Rufino Echenique (1851-55), prosiguiendo la dirección modernizadora de su predecesor General Castilla y que quiso dotar a Lima de dos grandes esculturas, la del Descubridor Colón y la del Libertador Bolívar. Se aprovechó la misión del ministro Bartolomé Herrera en Italia para convocar un concurso público que se adjudicó al escultor genovés Salvatore Ravelli, quien la esculpió en mármol blanco de Carrara. Cobró el autor 4.609 pesos peruanos. La base y los relieves fueron trabajados por   su compatriota Giuseppe Palomibini, quien percibió 3.000 pesos. Las estatuas de las cuatro estaciones, que se encontraban en la Plaza Mayor, fueron a hacerle compañía al almirante. El descubridor de América lleva una singular indumentaria con capa, un detente con la imagen de los reyes católicos que lo ayudaron en su viaje   y una gorra con plumas. En la mano izquierda sostiene la mano de una india que porta una cruz. Ella representa a la América recién descubierta y la conversión al cristianismo de las tribus salvajes que poblaban esas tierras en aquella época. En la parte frontal del hermoso pedestal, se observan dos velas entrelazadas sostenidas por dos espadas cruzadas, sobre estas apenas se distinguen las imágenes de Jesús y la virgen María. En el centro hay una corona de laureles sobre dos cornucopias que derraman frutos y además detrás de estos símbolos surge el emblema de Hermes, el caduceo [símbolo tradicional de Hermes y presenta dos serpientes que serpentean alrededor de un bastó] alado y dotado de dos serpientes. Esto se interpretaría como el protector de los viajes de Cristóbal Colon.

Herrera admiraba a Colón. En el célebre sermón por él Te Deum de 28 de julio de 1845 pronunció: "Falta que Dios que lo había todo preparado tan admirablemente, para que el Evangelio penetrase y fructificase en el Perú, mostrara el Perú a España y ordenara a ésta la ejecución de su decreto. Faltaba Colón, y Dios envió a Colón. Colón atravesó el Atlántico, después de haber atravesado otro mar de escarnios y de torpes afrentas populares: tomó un mundo entero con sus manos: le presentó a la vista atónita de la Europa: volvió una y otra vez a contemplarle: recibió la herida mortal de la ingratitud humana y fue a mostrar al Señor este sello con que distingue a sus escogidos, sin haber vuelto en sí del asombro, con que le había embargado la obra a que había servido de instrumento" (Escritos y discursos I, p.75). La estatua llegó entre abril y mayo de 1858. La de Bolívar se colocó frente al Congreso y la de Colón en la Alameda de Acho. El encargado de colocar la estatu8a sobre su base fue Pietrosanti. La inauguración tuvo lugar el viernes 3 de agosto de 1860. Mariano Felipe Paz Soldán será el responsable de pronunciar el discurso: "Señores: Éste es el momento que el Perú dedica a la gloria del descubridor del Nuevo Mundo. Allí le tenéis, para que, al contemplarle, aprendáis a respetar al genio, a honrar la memoria de los hombres útiles al género humano, y para que podáis decir con orgullo que los pueblos libres e ilustrados son agradecidos".

Me complace recordar, como conclusión y gozosa realidad de la amistad hispanoperuana, las sentidas palabras de Manuel Alabart Mirandaembajador del Perú en España, el 22 de mayo de 1968, con motivo de la inauguración del Museo Colón de Valladolid, donde tuve el honor de cursar mis estudios de Historia de América:

"Por apreciarlo así, los países de América, hemos mandado aquí, a esta Casa, un puñado de nuestra tierra, como símbolo permite de nuestro reconocimiento y gratitud al Almirante, y para que las generaciones presentes y futuras recuerden a ese grupo de naciones que constituyeron el gran Imperio Español y que hoy, independientes, forman la Comunidad Hispánica, comunidad caracterizada por un denominador común de lengua, sangre, religión, sentimientos y aspiraciones"

 

Más datos: https://jabenito.blogspot.com/2014/03/cristobal-colon-en-peru.html

IX Congreso Nacional deHistoria. Perú Noviembre 2020

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IX Congreso Nacional de Historia. Perú Noviembre 2020

Amigos: la covid-19 no es obstáculo para llevar a cabo el más importante evento de la historia del Perú y que tendrá como responsables de su organización a los colegas sanmarquinos. De los 34 simposios con varias mesas, estaré en la 32 "Historia de las religiones". Les comparto el programa y su web para ir consultando información actualizada. Yo presentaré un aspecto de mi tesis doctoral del 1994, en la Universidad de Valladolid: La bula de cruzada, clave de la reconquista en España y de la primera globalización de América, el lunes 2 de noviembre a las 5 p.m.

 https://sites.google.com/view/ixconahis2020/inicio/simposios

https://www.facebook.com/congresohistoriaperu

 

 

PRESENTACIÓN
El Vicedecanato académico de la Facultad de Ciencias Sociales y la Escuela Profesional de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, convoca al IX Congreso Nacional de Historia (CONAHIS) que se llevará a cabo mediante la modalidad virtual del 2 al 7 de noviembre de 2020.

Desde el año 2012, la Escuela Profesional de Historia reinició, después de un prolongado tiempo, la organización del congreso nacional de Historia, convocando en agosto de ese año el V CONAHIS que tuvo una acogida extraordinaria con más de 200 ponencias y múltiples conferencias magistrales, que concluyó con la aprobación de continuar los eventos cada dos años en sedes rotativas. A este esfuerzo inicial se sumaron la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (2014), la Universidad Nacional de Trujillo (2016) y la Universidad Nacional de San Agustín (2018), que han contribuido a la consolidación de este importante evento en el calendario académico y de investigación, convocando a historiadores e investigadores nacionales y extranjeros.

El IX CONAHIS 2020 busca promover y difundir las recientes investigaciones sobre la historia del Perú y discutir la producción historiográfica acerca del Perú prehispánico hasta el presente y su importancia en el quehacer de la investigación y la docencia.

El desarrollo del Congreso, de acuerdo con la situación excepcional que vivimos, será virtual, permitiendo la asistencia directa de las personas inscritas que lo deseen a los diversos eventos, pero también alternativamente su prioritario acceso y participación on line al conjunto de los actos y contenidos del CongresoHistoria del Perú precolombino

Coordinación: doctora Luisa Díaz Arriola (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: ldiaza@unmsm.edu.pe

 

1.   Historia del Perú colonial

Coordinación: doctora Ybeth Arias Cuba. (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)

Correo electrónico: ybethar@yahoo.es

 

2.   Historia de la independencia del Perú

Coordinación: doctor Luis Daniel Morán Ramos (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: danielmoran2009@gmail.com

 

3.   Historia de la Guerra con Chile

Coordinación: magister José Chaupis Torres (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: jotache05@gmail.com

 

4.   Historia política contemporánea

Coordinación: magister David Velásquez Silva. (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Correo electrónico: dvelasquezs@unmsm.edu.pe

Coordinación: magister Ricardo Portocarrero GradosCorreo electrónico: ricportos@gmail.com

 

5.   Historia económica

Coordinación: doctora Cristina Mazzeo (Pontificia Universidad Católica del Perú). Correo electrónico: cmazzeo@pucp.edu.pe

Coordinación: doctor Carlos Contreras Carranza (Pontificia Universidad Católica del Perú). Correo electrónico: ccontre@pucp.edu.pe

 

6.   Historia social

Coordinación: doctor Mario Meza Bazán. (Universidad Antonio Ruiz de Montoya).

Correo electrónico: mmezab23@gmail.com

 

7.   Historia agraria y rural andina

Coordinación: magister Juvenal Luque Luque (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: jluquelu@yahoo.es

 

8.   Historia urbana

Coordinación: doctor Alejandro Reyes Flores (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

9.      Correo electrónico: a.alejandrorafael7@gmail.com

 

10.                     Historia intelectual y conceptual

Coordinación: doctor Cristóbal Aljovín de Losada (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: caljovin@unmsm.edu.pe

 

11.                     Historia cultural

Coordinación: magister Iván Millones Maríñez.

Correo electrónico: mllnes2005@gmail.com

 

12.                     Historia ambiental

Coordinación: magister Carlos Carcelén Reluz (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: ccarcelenr@unmsm.edu.pe

 

13.                     Historia y memoria

Coordinación: doctora Carlota Casalino (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: ccasalinos@unmsm.edu.pe

 

14.                     Historia del arte

Coordinación: magister Freddy Virgilio Cabanillas Delgadillo (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: peruanticuario@yahoo.es

 

15.                     Etnohistoria

Coordinación: doctora Marina Zuloaga Rada (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: zuloagamarina@hotmail.com

 

16.                     Historia regional del norte

Coordinación: doctor Carlos Hurtado Ames (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Correo electrónico: carlosxauxa@gmail.com

Coordinación: magister Juan Castañeda Murga (Universidad Nacional de Trujillo)

 

17.                     Historia regional del centro

Coordinación: doctor Carlos Hurtado Ames (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Correo electrónico: carlosxauxa@gmail.com

Coordinación: doctor Nelson Pereyra Chávez (Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga)

 

18.                     Historia regional del sur

Coordinación: doctor Carlos Hurtado Ames (Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Correo electrónico: carlosxauxa@gmail.com

Coordinación: doctor Santos Cesario Benavente Véliz (Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa)

 

19.                     Historia amazónica

Coordinación: magister (c) María Belén Soria Casaverde (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: belamazo@gmail.com

 

20.                     Historia de la ciencia y la tecnología

Coordinación: magister Constanza Calamera y doctor José Ignacio López Soria.

Correo electrónico: coscalamera@yahoo.es y jilopezsoria@gmail.com

 

21.                     Historia, territorio y fronteras

Coordinación: licenciado Julio Buenaño Olivo (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: jbuenanoo@unmsm.edu.pe

 

22.                     Historia y derecho

Coordinación: magister Yolanda Sosa.

 

23.                     Historiografía

Coordinación: licenciado César Puerta Villagaray (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: cpuertav@yahoo.com

 

24.                     Teoría y filosofía de la historia

Coordinación: magister Carlos Morales Cerón (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: cmoralesc@unmsm.edu.pe

 

25.                     Archivología y fuentes históricas

Coordinación: licenciado Javier Pérez Valdivia (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).

Correo electrónico: javierperezval@yahoo.com

 

26.                     Enseñanza de la Historia

27.  Coordinación: doctora Jesahel Vildoso Villegas.

28.  Correo electrónico: postpedagogia@gmail.com

 

29.                     Historia de la educación

Coordinación: licenciado Marcos Garfias Dávila. (Instituto de Estudios Peruanos)

Correo electrónico: mgarfiasd21@yahoo.es

 

30.                     La fotografía en el Sur andino

Coordinador: magister Gonzalo Gómez Zanabria (Universidad Nacional de San Agustín y Universidad Católica San Pablo, Arequipa)

 

31.                     Historia de las religiones

Coordinador: magister David Franco Córdova (Universidad Tecnológica del Perú y Congregación Salesiana del Perú)

 

32.                     Piura: historia y el diálogo interdisciplinario

Coordinadores: doctores César W. Astuhuamán Gonzales y Susana Aldana Rivera (Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Pontificia Universidad Católica del Perú)

 

33.                     Historia y género

Coordinadora: doctora María Emma Mannarelli Cavagnari (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)

 

 

Historia de las religiones

§   Coordinador: magister David Franco Córdova (Universidad Tecnológica del Perú y Congregación Salesiana del Perú)

 

Mesa 1. Evangelización, idolatría y el rol de los milagros en el Perú de los siglos XVI y XVII (1)

§   Lunes 2 de noviembre

§   15:00 – 17:00

§   Aula 3

§   Moderador:

§   Betsalí Curi Noreña. Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima)

Incas y judíos en el Tratado de los evangelios de Francisco de Ávila

§   Magaly Labán Salguero. Universidad Tecnológica del Perú y Universidad Privada del Norte (Lima)

La Virgen de Copacabana, la idolatría y la evangelización de los naturales en el siglo XVI-XVII

§   David Emmanuel Franco Córdova. Universidad Tecnológica del Perú y Congregación Salesiana del Perú (Lima)

La conquista del Perú anunciada en las Sagradas Escrituras: los franciscanos de Lima y la descensión de la Virgen María en el Cuzco (1631-1651)

Mesa 2. Evangelización, idolatría y el rol de los milagros en el Perú de los siglos XVI y XVII (2)

§   Lunes 2 de noviembre

§   17:00 – 19:00

§   Aula 3

§   Moderador:

 

§   José Antonio Benito Rodríguez. Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima y Universidad Católica Sedes Sapientiae (Lima)

La bula de cruzada, clave de la reconquista en España y de la primera globalización de América

§   Shophy Zegarra. Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima)

La religiosidad andina en La Crónica Moralizada de Fray Antonio de la Calancha

§   Walter Vega Jácome. Universidad Continental y Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima)

Honor, prestigio y estatus entre los hermanos "veinticuatro" de la cofradía de indígenas Nuestra Señora de Copacabana (Lima, siglo XVII)

Mesa 3. El pensamiento religioso ante el orden social del siglo XIX (1)

§   Martes 3 de noviembre

§   15:00 – 17:00

§   Aula 3

§   Moderador:

§   Juan Carlos Nalvarte Lozada. Universidad Católica San Pablo (Arequipa)

Llueven abominaciones, y escándalos, y crímenes, y mentiras, y blasfemias. La lucha contra el mundo moderno de monseñor Juan Ambrosio Huerta, obispo de Arequipa (1880-1897)

§   Juan Carlos Huaraj Acuña. Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima)

Tres comentarios a la obra Lugares Teológicos, 1851 (1951). Una perspectiva histórica-educativa a la obra de Toribio Rodríguez y Mariano de Rivero

Mesa 4. El pensamiento religioso ante el orden social del siglo XIX (2)

§   Martes 3 de noviembre

§   17:00 – 19:00

§   Aula 3

§   Moderador:

§   Adán Job Yndigoyen Torocahua. Colegio Adventista Túpac Amaru (Juliaca)

Una breve descripción de la historia del adventismo y sus aportes al Perú

§   Carlos Jesús Ríos Rodríguez. Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima)

Virtud, legislación y castas libres en el Perú colonial, 1577-1680

Mesa 5. Tiempos de apertura: libertad de cultos, acción social y puesta en valor del patrimonio religioso en los siglos XX y XXI

§   Miércoles 4 de noviembre

§   15:00 – 17:00

§   Aula 3

§   Moderador:

§   Héctor Diego Aguado Álvarez. Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima)

La Iglesia Católica y el proceso de cohesión social de la comunidad de Villa El Salvador (1971-1985)

§   Leslie Katherin Tucno Matos. Museo de Arte Contemporáneo de Lima (Lima)

Socialización del patrimonio virreinal religioso: el caso Museo Convento San Francisco de Asís y Catacumbas

 

333 AÑOS CAMINANDO JUNTOS. LA IDENTIDAD DEL PERÚ FORJADA AL CALOR DEL CRISTO MORENO

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Bajo el lema: "Con el Señor de los Milagros, resucitemos como Perú ¡Ahora!", Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima, egresado sanmarquino, en colaboración de los obispos titulares y auxiliares de la Gran Lima nos escriben una documentada y cordial carta pastoral por el mes morado con motivo de los 333 años de la primera procesión.

En la madrugada del 20 de octubre de 1687, un tsunami arrasó con el Callao y parte de Lima, derribando la capilla edificada en honor a la imagen de Cristo, quedando solamente erguida la pared del Cristo de Pachacamilla o de las Maravillas. Tan terrible evento originó que se confeccionara una copia al óleo de la venerada imagen que, por primera vez, saliera en andas por las calles circundantes al muro sagrado. Desde entonces sólo una vez dejó de salir al encuentro el Cristo Moreno y fue a causa de la infausta Guerra del Pacífico, como registró el diario El Peruano, el 20 de octubre de 1882:

"La romería que en estos dos últimos días se acostumbraba hacer sacando en procesión por las calles de Lima la efigie del Señor de los Milagros, no se ha realizado este año…".

El historiador José Antonio del Busto, al caracterizar la identidad nacional, distinguía la patria (nacida hace 15.000 años con el ingreso de los primeros cazadores nómadas a nuestro territorio), la nación (surgida en el siglo XVI con los primeros mestizos, especialmente con Garcilaso) y el estado (libre y soberano desde el 28 de julio de 1821 con la proclamación de la Independencia). Su determinación de autonomía le convierte en país "independiente, uninacional, pluricultural, multilingüe y mestizo". Víctor Andrés Belaunde acuñó el término de "peruanidad" como proyecto y utopía de una solidaridad en marcha, y la convicción de un somos, un podemos y un debemos ser; es la "síntesis viviente", como simbiosis de valores culturales y espirituales lejanos y cercanos, con sus mitos, tradiciones y costumbres, y que se remoza constantemente por su propio impulso vital y con un destino propio, personal.

Pocas realidades encarnan de modo tan pleno este concepto como la del Señor de los Milagros como aglutinador de los peruanos, tanto los que viven dentro como fuera del Perú. En nuestros tiempos de globalización que amenazan con una colonización cultural uniformadora, la devoción al Cristo Moreno es una garantía para afianzar la peruanidad ("hagamos grande nuestro Perú"–se canta en el himno) sin cerrarse al diálogo intercultural, tal como desea la Iglesia. De hecho, el Señor de los Milagros se está convirtiendo en auténtico embajador del Perú en el mundo.

Dos declaraciones oficiales estatales sobre el Señor de los Milagros lo reconocen. La primera del año 2005, la Resolución Directoral Nacional Nº 1454/INC del Instituto Nacional de Cultura, y su declaración de la "Festividad del Señor de los Milagros" como Patrimonio Cultural de la Nación. La segunda, el Proyecto de Ley Nº 4022/2009-PE, convertido en Ley Nº 29602, por la que se declara al Señor de los Milagros como Patrono del Perú, "símbolo de religiosidad y sentimiento popular" del Perú. http://jabenito.blogspot.com.es/2013/09/la-devocion-al-senor-de-los-milagros.html.

El P. Armando Nieto, que fue presidente de la Academia Nacional, en la última ponencia pronunciada antes de fallecer, en la Facultad de Teología Pontificia Civil de Lima, el 18 de mayo del 2016, afirmó que a pesar de los terremotos fuertes y violentos de 1655, 1687, 1746 y 1970 en el Callejón de Huaylas; después en 1974 muy fuerte también. La pintura no se ha perdido, la pintura del Señor de los Milagros no se ha perdido. Citó al profesor José Sánchez del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú  que "no se trata tanto del milagro objeto de complejos y después de discernimiento sociológicos, sino de hechos y acontecimientos que forman parte de la realidad de necesidades casi urgentes del pueblo: necesidad de trabajo, necesidad de curación, el hambre de restablecer la armonía familiar, reparar una ofensa, recobrar la fe perdida por la muerte de un ser querido y tantas otras. Son fuente de milagro, en que el pueblo ha puesto toda intervención positiva y estas dimensiones de la vida cotidiana constituyen un verdadero milagro -tan extraordinario y divino, como lo fue la resurrección de Lázaro. Tras los milagros está la presencia sagrada, sobre todo la vida de Jesucristo del Evangelio, el mismo Señor de los Milagros, es la pura verdad".

Como explicaba el Dr. P. Manuel Marzal S.J., antropólogo, el milagro es aquel hecho extraordinario que no se puede probar de ninguna manera científicamente de que haya ocurrido y que entonces hay que atribuirlo a Dios. El pueblo recibe muchos milagros. Milagro es la solución a una situación límite, cuando una persona no encuentra ninguna salida posible, en cualquier tipo de circunstancias que ocurran. En mi programa radial "Perú, Tierra ensantada", los cuatro domingos del presente octubre he podido compartir más de cien testimonios enviados a la web de Radio María provenientes de todos los rincones del Perú.

Por primera vez en la historia bimilenaria de la Iglesia, el papa rezó el pasado viernes santo en solitario ante la inmensa plaza vacía de San Pedro y brindó la bendición y la indulgencia plenaria al mundo por la pandemia de la covid todavía nos azota. Presidía la celebración el crucifijo milagroso de la "Gran Peste" de la iglesia romana de San Marcelo, que fue sacado en 1522 en procesión por los barrios de Roma para invocar el fin de la peste que la asolaba.

También por este mismo motivo, el Papa Francisco acaba de enviar una paternal carta en la que se une a la oración de los peruanos "al Crucificado implorando su misericordia y el cese de la pandemia que aflige también a esa querida tierra", recordándonos que, "en la ciudad de Lima, como en todos los demás rincones del Perú, el mes de octubre está marcado por la especial veneración al Señor de los Milagros, Jesús crucificado, fijo e inmóvil en la cruz, no por la fuerza de los clavos sino por su amor infinito, es la prueba más linda del amor de Dios hacia el amado pueblo peruano. Se muestra como el "Emmanuel", Dios-con-nosotros que, silencioso sale al encuentro de su gente para darle vida y consuelo, y abarcarlo en el abrazo inmutable de su misericordia y perdón".

Nuestros obispos nos piden que "resucitemos como Perú, ahora", viviendo este tiempo como un gran retiro espiritual, de oración, de conversión, de compromiso efectivo con el hermano más necesitado.

José Antonio Benito, historiador

Perú: Mirada de los obispos de la Amazonía a ‘Fratelli Tutti’

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Perú: Mirada de los obispos a 'Fratelli Tutti'

Vivir la Amazonía desde la fraternidad

(zenit – 16 octubre 2020).- A continuación presentamos el artículo escrito por Beatriz García y Alexandra Heras, del Centro Amazónico de Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) sobre la reunión celebrada por las altos cargos responsables de las jurisdicciones eclesiásticas de la selva peruana para el análisis público de la tercera y última encíclica publicada por el Papa, Fratelli Tutti.En él se hace un llamamiento a la hermandad y amistad entre todas las personas del mundo como habitantes de un mismo hogar, una misma Casa Común.

***

Hace exactamente una semana el Papa Francisco firmaba y se hacía pública su tercera encíclica titulada Fratelli Tutti (Hermanos Todos). Un texto que, para muchos, complementa a la perfección Laudato sì (2015) donde se hacía un llamado al mundo entero para el cuidado de la Casa Común. Ahora, el Papa nos llama a vivir en fraternidad, a alimentar y cultivar la amistad social en el mundo. En un mundo sin fronteras donde, el centro, sea construir un mundo mejor y más justo. En esa línea es que, el último miércoles 8 de octubre los obispos de la Amazonía de Perú realizaron un evento público virtual para, precisamente, analizar este nuevo texto del Santo Padre desde la óptica amazónica.

Con este fin, y con la casualidad de que Fratelli Tutti cuenta con el mismo número de capítulos que obispos en la selva peruana, ocho, es que cada uno de ellos estuvo encargado de reflexionar y analizar una capítulo del texto. A través de sus voces fue que durante una hora y media les acompañamos para viajar de norte a sur de la Amazonía Peruana.

Las sombras de un mundo cerrado

"En esta carta recién publicada, el papa Francisco dedica 287 párrafos a la fraternidad y a la amistad social. La dirige a todos, creyentes o no, cristianos o de otra confesión religiosa, como un aporte a la reflexión y al diálogo entre todos, pues, se mire desde la fe en Dios o desde las convicciones personales de otro tipo, la verdad es que todos somos hermanos y hemos de serlo en efectivo para realizarnos como personas humanas y para construir la sociedad que nos constituye como tales, que a todos nos necesita y de la que no sobra nadie". Mons. José Javier Travieso, obispo del Vicariato Apostólico San José del Amazonas, no pudo estar presente por motivos de salud pero envió su reflexión sobre el primer capítulo de Fratelli Tutti que fue compartida por Mons. Jesús María Aristín, responsable del Vicariato Apostólico de Yurimaguas.

Los primeros párrafos de la encíclica de Francisco habla de sombras. "¿Qué sombras?", pregunta Mons. Travieso, "Francisco nos enumera varias como los sueños rotos de integración europea y latinoamericana; los mecanismos políticos que buscan exasperar, exacerbar y polarizar, sin un proyecto para todos; el conflicto y miedo; guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales, religiosos, económicos, como formas de una tercera guerra mundial en etapas; y otras más". Sombras a pesar de las cuáles hay lugar para la esperanza. La esperanza que el Papa intenta inyectar en los párrafos y capítulos sucesivos.

Un extraño en el camino

La mirada del segundo capítulo de Fratelli Tutti corrió a cargo del administrador diocesano del Vicariato Apostólico de Iquitos, Mons. Miguel Fuertes. "El Papa se basa en la parábola del buen samaritano, un extraño herido, excluido de la sociedad, ante el cual podemos tener dos actitudes, pasar de largo o  detenerse, incluirlo o excluirlo", reflexionó, "y según el camino que tomemos definir el tipo de persona y proyecto político, social, religioso que tenemos, de acuerdo a la actitud frente al herido al lado del camino".

El misionero agustino, con más de 30 años de experiencia en la Amazonía norte de Perú opinó: "Estamos llamados a reconstruir este mundo que nos duele, con hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que se hacen prójimo, que se levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común. Hoy podemos recomenzar, el Papa Francisco nos llama a ser parte activa en la rehabilitación y auxilio de las sociedades  heridas. No dice que cambiemos el mundo, sino que cambiemos cada uno, tomemos lo más concreto, local y desde ahí hacia lo universal. Estamos llamados a encontrarnos en un nosotros".

Pensar y gestar en un mundo abierto

Monseñor Juan Bautista Oliver, obispo del Vicariato Apostólico de Requena, brindó su aporte basado en el tercer capítulo de la encíclica. "Aquí el Papa Francisco nos hace pensar al ser humano, en cómo se desarrolla desde la categoría del encuentro con los demás", inició, "nadie puede vivir como islas, sino que hemos de vivir en comunión que crea fraternidad, desde esta categoría es que podemos entender todas las cosas". Oliver añadió que esa idea viene a significar que el hombre tiene la tarea de salir de sí mismo para entrar en relación con los demás, no solo con su propio grupo, el más cercano, sino que "todo amor auténtico ayuda a crecer y establecer nuevas formas de amistad".

En ese sentido, y de la mano con lo escrito por el Papa en este tercer capítulo, el obispo de Requena invitó a "construir relaciones de fraternidad" que lleven a superar el individualismo pues, en su opinión y en clara alusión al contexto actual, es "el virus más difícil de vencer".

Un corazón abierto al mundo entero

En este capítulo una de las ideas centrales es la invitación de Francisco a romper las fronteras. "Creo que es el gran mensaje de esta encíclica, romper las fronteras, ser ciudadanos del mundo y hermano de todos los hombres, prescindiendo de la religión que tengas, el color de tu piel, la lengua que hablas o de dónde vienes". Así sintetizaba parte del cuarto capítulo monseñor Jesús María Aristín, administrador apostólico del Vicariato Apostólico de Yurimaguas y que el próximo mes de diciembre será consagrado como obispo de esa misma zona. También recalcó cuatro verbos clave: acoger, proteger, promover e integrar. "Es lo que tenemos que hacer", dijo.

Y es que Francisco habla de abrir el corazón mediante respuestas concretas, empezando por los propios Estados como: "Abrir comedores humanitarios, ofrecer alojamiento adecuado, acceso a los servicios básicos, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y garantizar la básica subsistencia, dar libertad de movimiento… Todo un reto para los estados, para que tomen esta encíclica en serio y la hagamos realidad entre todos".

Para monseñor Aristín la nueva encíclica "nos va orientar sobre cómo  curar a este mundo enfermo, Fratelli Tutti se une a Laudato sì, y forma con ella una dupla que permite conocer el pensamiento social de Francisco. Una encíclica que revaloriza la política como servicio social al pueblo y, por otro lado, decreta el fin del neoliberalismo y clama por una reforma estructural de las Naciones Unidas".

La mejor política

El obispo del Vicariato Apostólico de Jaén y coordinador de la Red Eclesial Panamazónica en Perú, Mons. Alfredo Vizcarra, se centró en analizar el quinto capítulo de Fratelli Tutti: "El Papa busca responder a una serie de conceptos e ideas fundamentales en las que tiene mucho que ver la crisis en la que nos encontramos. Por un lado, se ve la política con dos alternativas: populismo o liberalismo. Sin embargo, no se trata de eso. En ambas visiones se corre el riesgo de perder de vista una dimensión importante que tiene que ver con el pueblo. Mirar así las cosas podría llegar a eliminar la palabra democracia, que significa el gobierno del pueblo".

Asimismo el misionero jesuita y obispo de Jaén consideró que es necesario un cambio en "los corazones, así como en los hábitos y estilos de vida". De ahí que sea importante enfatizar en la educación pues deben ir desarrollándose "hábitos solidarios" así como una "capacidad de pensar la vida humana más integralmente y con mayor hondura espiritual". Indicó, en ese sentido, que "todo esto hace falta para dar libertad a las relaciones humanas, de tal modo que sea la sociedad la que reaccione ante las inequidades, sus desviaciones, así como contra los abusos de los intereses económicos, tecnológicos políticos y mediáticos".

Diálogo y amistad social

Monseñor Gerardo Zerdín, obispo del Vicariato Apostólico de San Ramón y misionero franciscano con más de cuatro décadas conviviendo con las poblaciones indígenas de la selva central de Perú abordó el sexto capítulo centrado en un concepto que él mismo acentúa en muchas de sus intervenciones y opiniones: diálogo. "Usamos mucho esta palabra, que originalmente puede significar una conversación entre dos, pero no es solamente hablar, sino escucharse. Justamente el Papa, en su tercera encíclica Fratelli Tutti (Hermanos todos) presenta unos verbos que, de alguna forma, describen el diálogo. Francisco nos habla de acercarse, expresarse, escuchar, mirarse, conocerse,  tratar de comprenderse,  buscar puntos de contacto… En ese sentido, lo que no es diálogo vendría a ser un monólogo", inició Zerdín quien invitó a buscar nexos, puntos en común para llegar a la verdad.

En, en ese mismo camino, que muchas protestas violentas enraízan ahí, en el no escucharse. "Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo", aseguró. Asimismo pidió no cerrarse, abrir la mirada y el pensamiento: "No hay que pegar etiquetas sobre las personas,  etiquetas humillantes, muchas veces así empieza la guerra".

Caminos de reencuentro

Desde la capital del departamento de Ucayali, el obispo del Vicariato Apostólico de Pucallpa, Mons. Martín Quijano, enfocó su intervención en el séptimo capítulo de Fratelli Tutti. El misionero salesiano contó que Francisco nos invita a crear caminos de paz para cicatrizar nuestro mundo y nuestra sociedad herida. Unos caminos que deben crearse "a la manera de un artesanado, un arquitecto que va construyendo poco a poco, donde pone su vida y piel en ese trabajo".

La verdad es, para Mons. Martín Quijano, ese primer paso para emprender el camino en el rumbo y la forma correcta. Una búsqueda de la verdad que debe ligarse a la paciencia, a la justicia y a la esperanza. "Esta esperanza común será mucho más fuerte que otros sentimientos que mueven la historia, como la venganza, pues en este camino no nos debe mover jamás la venganza", agregó.

En la parte final de su intervención el obispo de Pucallpa tocó un tema a veces complejo pues "el Papa también nos habla del perdón sin olvido" porque "el perdón no anula la necesidad de justicia, sino más bien reclama, en nuestra experiencia en Perú parece que el perdón tiene que anularlo todo, pero el perdón siempre pide justicia". Una idea que concretó aún más: "Cuando los conflictos se esconden o se entierran en el pasado, hay silencios que puede significar volverse cómplices de grandes errores y pecados".

Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo

El cierre de este evento, que congregó gracias a la virtualidad a los obispos de la selva amazónica desde sus diferentes lugares de misión, lo puso Mons. David Martínez de Aguirre, obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado. Se encargó de extraer las ideas más importantes el último capítulo, dedicad por Francisco al papel de las religiones en la búsqueda y el logro de la fraternidad mundial, tema central de Fratelli Tutti. "El Papa nos regaló la Laudato sì, donde nos hablaba de la Casa Común, y ahora con esta encíclica nos dice que la Casa Común es más que una casa, es un hogar, centrándose en la familia, en cómo debe ser una familia", inició su exposición.

En lo concerniente al papel de las religiones, no solamente del cristianismo, Martínez de Aguirre refirió que "el Papa pasa a hablar sobre las religiones comprometidas al servicio de la fraternidad universal, comienza rompiendo esa relación que a veces se hace entre religión y violencia,  nos dice que cuanto más profundas son nuestras convicciones religiosas, mayor es nuestro aporte y  la riqueza con la que contribuimos a toda la humanidad". En esa línea, el obispo dominico que "cuando alguien está recurriendo a la religión para justificar su violencia, es una deformación de la religión,  la religión no justifica la violencia, ni las guerras". Y añadió: "Los líderes religiosos son artesanos de la paz, por lo tanto deben ser los auténticos mediadores".

PROGRAMA del VI Encuentro de Responsables de Bienes Culturales de la Conferencia Episcopal Peruana

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Amigos:
Les comparto interesante Programa en el que participo. Pueden inscribirse gratuitamente
José Antonio Benito


Buenas tardes, se le envía el Programa para el VI Encuentro de Responsables de Bienes Culturales.

Se le recuerda que dias antes del evento se le mandará el link de acceso de los 2 dias del evento. La plataforma que se va a usar es  Zoom, se recomienda bajar el programa.

Gracias por participar.
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