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"La religión en Vargas Llosa", Dr. Gustavo Sánchez Rojas

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Mario Vargas Llosa, nuestro Nóbel de Literatura, peruano universal, a pesar de estar bautizado y estudiar con los salesianos, se confiesa "agnóstico". Su mentalidad queda reflejada en su obra. con motivo de su artículo "Chacas y el cielo" sobre la obra del p.hugo de censi, celebró su 76 cumpleaños en compañía de la comunidad de la o.m.g. y los fieles de chacas, en la semana santa del presente 2013. les comparto un profundo y agudo análisis del colega y amigo dr. gustavo sánchez en su obra "más allá de las letras" (Círculo encuentro, lima, 2013, pp-189-216

La religión en vargas llosa

Una postura ambivalente

Los tres novelistas franceses que señalábamos como fuerte influencia en la visión del ser humano en Vargas Llosa tienen otra característica común: son ateos. No creen en Dios, y en el caso de Sartre, se trata de un ateísmo militante y combativo, alimentado además por sus convicciones marxistas radicales posteriores. Es claro que dicha influencia marca la imagen que el escritor peruano tiene acerca de la religión.

En lo personal, Vargas Llosa tiene diversas y hasta contradictorias opiniones acerca de Dios y lo religioso. En sus memorias, por ejemplo, recuerda que de niño era muy piadoso, característica que le venía por parte de la familia materna, y hasta cierto punto resulta conmovedora la descripción que hace de su piedad infantil, lo que ciertamente llama la atención:

"Mientras estuve en Bolivia, hasta fines de 1945, creí en los juguetes del Niño Dios, y en que las cigüeñas traían a los bebes del cielo, y no cruzó por mi cabeza uno solo de aquellos que los confesores llamaban malos pensamientos; ellos aparecieron después, cuando ya vivía en Lima. Era un niño travieso y llorón, pero inocente como un lirio. Y devotamente religioso. Recuerdo el día de mi primera comunión como un hermoso acontecimiento; las clases preparatorias que nos dio, cada tarde, el hermano Agustín, director de La Salle, en la capilla del colegio y la emocionante ceremonia —yo con mi vestido blanco para la ocasión y toda la familia presente— en que recibí la hostia de manos del obispo de Cochabamba, imponente figura envuelta en túnicas moradas cuya mano yo me precipitaba a besar cuando lo cruzaba en la calle o cuando aparecía por la casa de Ladislao Cabrera (que era, también, el consulado del Perú, cargo que el abuelo había asumido ad honorem). Y el desayuno con chocolate caliente y pastelillos que nos dieron a los primeros comulgantes y a nuestras familias en el patio del plantel"[1].

Una serie de experiencias problemáticas, entre ellas la aparición de su padre, a quien creía muerto, y con quien tuvo una relación pésima, además de situaciones negativas con gente de Iglesia, y un despertar sexual no guiado por una correcta instancia moral, hicieron que perdiera la fe[2], lo que luego reivindica presentándose o bien como ateo, o bien como agnóstico. Desde esta perspectiva descreída es como juzga a la religión, a veces con cierta benevolencia, otras veces como crítico feroz. Así, preguntado por lo religioso como elemento propio de la identidad cultural latinoamericana, responde:

"Creo que la religión es un componente de nuestra cultura, sin ninguna duda. Es un hecho, forma parte de nuestra manera de ver las cosas, de nuestra historia, de nuestra sensibilidad. Y la religión, evidentemente es inerradicable. Cuando una sociedad ha intentado erradicarla o de hecho se ha vuelto laica y secularizada, en el sentido de descristianizarse para el caso de América Latina, inmediatamente han surgido unas formas de credo o ritual, prácticas que reemplazan a la religión y que resultan no solamente sus caricaturas sino que pueden ser tremendamente nocivas"[3].

Sorprendentes declaraciones, si tenemos en cuenta que lo más frecuente son las que con-sideran a la religión de manera bastante negativa y la ven como un mal antes que como un bien. Cuando Vargas Llosa estuvo como candidato a la presidencia del Perú en 1990 su agnosticismo fue un tema muy manido. Lo que en esa época pensaba sobre la religión se evidencia en el siguiente comentario:

"A lo largo de la campaña tuve varias reuniones con pastores y dirigentes de iglesias protestantes, pero nunca quise establecer alguna forma de relación orgánica entre ellos y mi candidatura ni hice a aquéllos otra promesa que, durante mi gobierno, se respetaría a carta cabal la libertad de cultos en el Perú. Precisamente por haberme declarado agnóstico, me cuidé durante los tres años de evitar que la cuestión religiosa metiera su cabeza en la campaña, aunque nunca rehusé recibir a los religiosos, de cualquier confesión, que quisieron verme. Recibí a decenas, de las más variopintas denominaciones, con-firmando, una vez más, en esas entrevistas, que nada atrae a la locura (ni la excita tanto) como la religión"[4].

Al presente, la manera como Vargas Llosa entiende y valora la religión ofrece aspectos sorprendentemente cambiantes, extremos y hasta en ciertos sentidos chocantes. Así, en su discurso durante la entrega del Premio Nobel, cuando critica los males de este mundo y especialmente los de América Latina, dice:

"Detesto toda forma de nacionalismo, ideología —o, más bien, religión— pro-vinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales".

Sin embargo, en un reciente artículo periodístico, comentando la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Madrid en agosto del 2011, Vargas Llosa se expresa del catolicismo de una forma tan desusadamente positiva que ha causado sorpresa y admiración. No sólo porque considere necesaria la presencia de la religión en general, y del catolicismo en particular, como elementos valiosos para la sociedad democrática y para la cultura de la libertad, sino por sus palabras tan encomiásticas sobre Benedicto XVI. Comparando al Papa Ratzinger con Juan Pablo II, dice:

"Es difícil imaginar dos personalidades más distintas que las de los dos últimos Papas. El anterior era un líder carismático, un agita-dor de multitudes, un extraordinario orador, un pontífice en el que la emoción, la pasión, los sentimientos prevalecían sobre la pura razón. El actual es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias. Su timidez ante las mu-chedumbres aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa fragilidad es engañosa, pues se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve auto-biografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes)"[5].

Con lucidez y honestidad reconoce que las ideologías de corte positivista que anunciaban la desaparición de la religión no eran más que sueños errados, y que es utópico suponer que la cultura reemplace a la religión:

"Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que ésa era otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los librepensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, ésta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales"[6].

De aquí concluye el Nobel peruano la necesidad de la religión, y no como un mal necesario, antes bien como algo valioso, obvia-mente dentro de los parámetros ideológicos de Vargas Llosa:

"Mientras no tome el poder político y éste sepa preservar su independencia y neutralidad frente a ella, la religión no sólo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática. Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos"[7].

Presencia de la religión en sus novelas

Más allá de sus opiniones, lo cierto es que el tema religioso está presente en casi todas sus novelas, aunque en la mayoría de éstas sólo se mencionen algunos elementos y se trate esta cuestión de manera muy dispar. En La ciudad y los perros está reflejado en el capellán del Cole-gio Militar y en las ocasionales alusiones que se hacen sobre temas morales[8]. En La casa verde lo religioso está presente en las figuras de las religiosas que viven en Santa María de Nieva, en la selva peruana, y en el padre García, que en Piura despotrica contra la casa de citas que se ha instalado en la ciudad[9]. La novela Historia de Mayta concede un papel relevante a la religión católica, y trae la novedad de una presentación "moderna" de lo católico visto como compromiso político, muy en la línea de la teología marxista de la liberación de Gustavo Gutiérrez[10]. Esta visión, asociada al revolucio-nario Pedro Mayta, está al servicio de otra ideafuerza de Vargas Llosa, que es la concepción de la religión como fanatismo. También son destacadas las consideraciones sobre la religión que hace en El paraíso en la otra esquina, en la línea represora que mencionábamos anterior-mente[11]. Pero sin duda es en dos novelas singulares donde la religión adquiere un papel casi central, indesligable de los personajes y de las situaciones. Nos referimos a La guerra del fin del mundo —a mi juicio, la mejor novela de Vargas Llosa— y su última obra, El sueño del celta.

El tema de La guerra del fin del mundo es la revuelta de Canudos, en el norte de Brasil, un acontecimiento histórico ocurrido a fines del siglo XIX, suscitado por lo que se consideró la actitud fanática del predicador itinerante Antonio Mendes Maciel, llamado también Antonio Consejero, que llevó al rechazo de la República y a la instauración de una sociedad teocrática, apartada de la vida política ordinaria. La novela cuenta las sucesivas guerras que tuvieron lugar para sofocar la secesión de los 'fanáticos religiosos' y la ferocidad de la lucha por ambas partes, guerra que culmina con la destrucción de la ciudad de Canudos. Tomando inspiración de la obra clásica de Euclides da Cunha, Os Sertões[12], que narra estos sucesos desde una perspectiva marcadamente positivis-ta y antirreligiosa, Vargas Llosa propone en esta novela una reflexión sobre el fanatismo de todo tipo, manifestado en cuatro figuras prototípicas del mismo a todos sus niveles: el fanatismo religioso, tipificado por el Consejero; el fanatismo ideológico, representado por el anarquista escocés Galileo Gall; el fanatismo militar, encarnado en la figura del Coronel Moreira César; y finalmente el fanatismo machista, propio de la cultura popular, representado por el pistero Rufino[13].

Sin embargo, es la figura de Antonio Consejero la más llamativa y central de la novela. Personaje misterioso, que no se sabe de dónde viene, comienza a predicar a lo largo del sertão nordestino un catolicismo exigente, radi-cal, criticando los vicios de los clérigos y re-construyendo las iglesias ruinosas de los pueblitos por donde pasa, provocando numero-sas conversiones entre los más miserables de los miserables: asesinos, filicidas, bandidos, desposeídos, enfermos, etc. Conversiones es-pectaculares en número y en cambio existen-cial, que pronto llegan a miles de seguidores. Cuando se proclama la República, el Consejero desconoce el nuevo orden político, acusándolo de anticatólico, protestante y masón, y pre-sentándolo como el Anticristo llegado a la tie-rra, como el Can o el Perro que va a morder a los verdaderos creyentes. Parte con sus seguidores y funda en medio de la nada una ciudad, Canudos, concebida como la Nueva Jerusalén donde esperarán el fin del mundo. Las guerras que emprende la República contra estos insurgentes, quienes son acusados de promonárquicos y agentes del imperialismo británico, son llevadas a cabo con un fanatismo rayano en la locura. Todo ello en medio de conspiraciones políticas que reflejan también cómo la manipulación ideológica, periodística y cultural impide conocer la realidad creando mentiras que se presentan como verdades y criticando la verdad como una gran mentira.

Finalmente, la última novela de Vargas Llosa, El sueño del celta (2010)[14], cuenta la historia del irlandés Roger Casement (18641916), uno de los primeros europeos en denunciar los horrores de la dominación colonial en el Congo Belga y también las atrocidades cometidas contra los nativos en la Amazonía peruana en las primeras décadas del siglo XX. Personaje de leyenda, aventurero y diplomático al servicio de Gran Bretaña, cambia sus convicciones políticas cuando "descubre" que en Irlanda los ingleses sometían a sus compatriotas irlandeses a una opresión semejante a la que él había denunciado en África y en América del Sur, y trabaja intensa y clandestinamente por la liberación de Irlanda, a tal punto que comienza, en pleno desarrollo de la Primera Guerra Mundial, a tratar con los alemanes para que le ayuden en la independencia de su patria. Es capturado, sometido a juicio y ejecutado por traición.

Más allá de la trama, es en lo relativo a la cuestión religiosa que venimos analizando donde surgen algunas sorpresas. En primer lugar, es casi un lugar común en anteriores obras de Vargas Llosa la crítica, muchas veces la burla, a las personas que encarnan la religión, sobre todo cuando se trata de la Iglesia Católica. En esta novela hay una mirada favorable hacia los católicos en general —la madre de Roger Casement es católica y aparece muy bien presentada[15], en contraste con la severidad y dureza de su padre, que es protestante— y hacia los sacerdotes y religiosos en particular. Recordemos que los sacerdotes europeos en el Congo Belga, y sus pares en la amazonía peruana, son retratados como personas buenas, defensores de los pobres nativos maltratados por los blancos sedientos de sangre y codicia. El mismo Casement, a pesar de su homosexualidad oculta, abandona la fe anglicana en la que fue criado, y se convierte al catolicismo en que fue secretamente bautizado por su madre, muriendo en paz con la Iglesia después de una confesión sincera que —justo es reconocerlo— es una de las páginas más conmovedoras del libro[16].

Principales rasgos de su aproximación a la religión

La rápida revisión del contenido religioso en estas novelas nos permite señalar algunos rasgos de la forma como Vargas Llosa plantea la religión, sobre todo la católica, que, al fin y al cabo, es la más tocada y descrita en sus relatos. Expresándolo en pocas palabras, el modo como Vargas Llosa entiende la religión es, por decir lo menos, insuficiente y, por lo mismo, conduce a una imagen errónea de lo que ella es. Indicamos también sumariamente cuatro aspectos que se desprenden de su novelística:

a.Exteriorismo. Da la impresión de que el literato peruano concibe la religión como mera práctica de ritos, acciones que tienen que ver con el culto, pero nada más[17]. No hay descripciones de una vivencia interior de sus personajes religiósos, no se cuenta nunca la experiencia interior de los mismos. Esto es patente en el caso de Antonio Consejero, en La guerra del fin del mundo y ello es tanto más llamativo cuanto que del interior del Consejero es de donde han surgido todo lo que ha llevado a la guerra trágica y al drama de Canudos.

En la misma novela hay personajes ligados al Consejero que supuestamente viven su fe de una forma fanática. Pero nunca se narra la vivencia interior de los mismos, sólo se sabe que se "convirtieron". Tampoco se detalla la evolución interior religiosa que los lleva a abandonar el pecado y asumir una nueva vida. Es lo que encontramos, por ejemplo, con el Beatito, el segundo al mando de la comunidad espiritual después del Consejero, o con Joao Abáde, un bandido asesino, violador y ladrón con innumerables crímenes en la conciencia, y que de repente pasa a la condición de "santo"únicamente por escuchar al Consejero. Y así con otros muchos personajes. La ausencia de esta dimensión interior hace que en el plano religioso, La guerra del fin del mundo refleje una serie de estereotipos que, al menos en lo que se refiere a esta cuestión, dan una imagen de gran superficialidad[18].

b. Horizontalismo. Lo propio de la religión es el vínculo trascendente de comunión con Dios, la religación (= religare) con lo que no pertenece a este mundo. Pues bien, esta trascendencia no se percibe en las descripciones de los personajes de Vargas Llosa. Cuestiones como la preocupación por el más allá, las realidades sobrenaturales como la vida de la gracia, la caridad y otras están completamente ausentes de los hombres y mujeres religiosos en sus novelas. Pensemos, por ejemplo, en la misma actitud del Consejero ante la guerra. Nunca se plantea el dilema de si sus acciones responden a la caridad cristiana, que manda amar a los enemigos y sufrir el mal antes que cometerlo, ni tampoco se cuestiona las miles de muertes producidas por su prédica. Y la manera como entiende la vida sobrenatural nunca se menciona, más allá de las consabidas acciones externas, como procesiones, actos piadosos y prácticas semejantes.

Lo mismo se puede decir de Roger Casement en El sueño del celta. Si bien la cercanía de la muerte parece empujarlo a la conversión, no se ve tampoco en su caso una experiencia que lo vincule a una realidad trascendente, como lo enseña la fe católica. Un ejemplo es la manera como el rebelde irlandés va rumiando las enseñanzas de la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis, que lee en su celda[19], quedándose únicamente en los aspectos más prácticos y sin ninguna alusión a los contenidos más teológicos y dogmáticos —que los tiene en abundancia— de este libro tan clásico. Lo que nos lleva al siguiente aspecto, que es el del…

c. Moralismo. Consiste en la reducción de la religión a moral, dejando de lado todos los otros elementos esenciales a ella. Es el vicio típico del pensamiento de la modernidad, y hay que decir que se encuentra muy presente en Vargas Llosa. La religión es vista como buena o mala según sea el obrar moral de los personajes religiosos, independientemente de la doctrina. Así, los seguidores del Consejero se han santificado no porque vivan en cercanía e identificación con Dios, por medio de Jesucristo y con la gracia que derrama el Espíritu Santo en los corazones, sino porque "se portan bien". Los sacerdotes son juzgados según su obrar moral, independientemente de otras consideraciones. Por eso el padre Joaquim, que apoya a los rebeldes, lucha con ellos e incluso muere fusil en mano, es considerado un "buen cura", a pesar de que en el pasado vivió en concubinato y tuvo hijos. En El sueño del celta los sacerdotes, tanto en África como en la Amazo-nía peruana, son vistos como "buenos" por su actitud compasiva y solidaria para con los nativos oprimidos y explotados. No hay la consideración de buen sacerdote por el reflejo de una santidad que consista en la identificación sobrenatural —no sólo moral— con Jesús. Son consideraciones que están completamente alejadas del trabajo literario de Vargas Llosa.

Por supuesto que la dimensión moral es fundamental en la religión, y es imprescindible. Pero lo que no se puede admitir es que la religión sea únicamente moral, lo que en sí es un vicio por lo demás muy antiguo, que refleja una incomprensión y un desconocimiento de la religión. En el caso de Roger Casement la valoración de su vida religiosa, hecha en los últimos momentos de su existencia, previa a la ejecución, se da sólo desde la perspectiva moral, concretamente desde la homosexualidad del personaje, ajena a toda consideración más elevada. Compárese este episodio con las últimas páginas de otra novela que Vargas Llosa conoce muy bien, El poder y la gloria de Graham Greene, para percibir la diferencia abismal que hay entre las dos aproximaciones[20].

d. Ausencia de doctrina. Más allá de lugares comunes, como "irse al cielo", "condenarse al infierno" y ese tipo de expresiones, no vamos a encontrar en las novelas de Vargas Llosa ninguna descripción profunda sobre los grandes contenidos de la religión: Dios, Jesucristo, la gracia, la Iglesia. A lo más, cuando menciona alguna de estas realidades, las dice como de paso y sin que ninguna preocupación lo lleve a ahondar en ellas, tan esenciales para la existencia que muchos hombres, de una u otra forma han dado su vida por ellas. Volviendo a La guerra del fin del mundo, si miramos el contenido de la predicación del Consejero, notaremos que se presentan algunos puntos doctrinales de relevancia, como por ejemplo el juicio final, el fin del mundo —asunto éste que da nombre a la novela—, el diablo, los novísimos y otros. Pero más allá de los enunciados, no encontramos un ahondamiento crítico en ninguno de dichos puntos. Si nos atenemos a la sola novela, no sabríamos si son herejías o son la enseñanza católica común, y si los contenidos del Consejero son vistos como heterodoxos es porque alguna mención propia de la Jerarquía local así lo señala.

Una comparación con la obra literaria de Camus nos puede ilustrar. Sabemos que Camus era ateo, pero su reflexión sobre el misterio del mal y el sufrimiento del inocente, tal como lo plantea en su novela La peste, al menos alcanza niveles metafísicos, y aunque trate de expresar la comprensión católica sobre esta temática —intento en el que, dicho sea de paso, falla— sin embargo queda al menos el intento de plantear esta problemática de manera profunda. Pues bien, nada de esto encontramos en Vargas Llosa, ni en el plano del intento ni tampoco en el de las concreciones. Y la razón es comprensible: no hay en el Nobel peruano el conocimiento de la religión que da la experiencia religiosa; por lo tanto sus descripciones sobre el particular expresan esa insuficiencia que indicábamos líneas arriba. Y no puede esgrimirse la excusa de que se trata de una visión literaria sobre la religión, porque otros literatos, incluso ateos, dan una imagen más profunda, y por lo mismo más correcta de la religión, según hemos podido apreciar.

Conclusión

A lo largo de esta somera revisión de la obra literaria de Mario Vargas Llosa hemos podido constatar que para el escritor peruano la religión es sinónimo de fanatismo. Si bien puede que en algunas ocasiones se haya vivido de esa forma, la religión no se identifica nunca con el fanatismo, sino que en todo caso es su deformación, como tampoco se identifica un órgano con la deformación que la enfermedad produce en él. Considerar la religión como fanatismo revela ligereza y acaso falta de conocimiento de nuestro Nobel en este asunto tan trascendental.

Nos encontramos, además, como hemos podido ver en este breve recorrido, frente a un autor que tiene una postura cambiante frente a la religión y que se declara agnóstico, las más de las veces respetuoso o "neutro". Ello porque —se dice—, a diferencia del ateo militante, el agnóstico no afirma ni que exista ni que no exista Dios, sino que se mantiene en la neutralidad fruto de su no saber. Pero como bien señalaba el Cardenal Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, "la cuestión de Dios no es para el hombre un problema teórico (…). Al contrario, la cuestión sobre Dios es una cuestión eminentemente práctica que tiene consecuencias en todos los campos de nuestra vida. Si yo, por tanto, en teoría opto por el agnosticismo, en la práctica debo decidirme entre dos posibilidades: vivir como si Dios no existiera, o bien como si Dios existiera y fuese la realidad normativa para mi vida. Si elijo lo primero, prácticamente he adoptado una postura atea y además he puesto como base de toda mi vida una hipótesis que podría resultar falsa (…). Como pura teoría parece muy brillante, pero el agnosticismo es por su propia naturaleza algo más que una teoría: está en juego la práctica de la vida. Y cuando se intenta practicarlo en su verdadera dimensión, desaparece como una pompa de jabón: se deshace, porque no se puede evitar la elección que el agnosticismo quisiera evitar"[21].

Desconocimiento, ligereza y acaso superficialidad. La imagen de la religión que muestra Vargas Llosa en sus novelas está enraizada en su concepción del hombre, que, como hemos visto, está a su vez asociada al modelo existencialista —y por lo tanto ateo— de Sartre, Camus y Malraux, una visión que por definición filosófica es cerrada a lo trascendente y se autopriva de la dimensión religiosa.

Pero el ser humano tiene siempre en su interior ese anhelo de infinito y de trascendencia, por lo que busca trascender de diversos modos. Sin embargo, Dios siempre está allí como el eterno buscado, sea por la utopía, por el anhelo de la exaltación de la vida, o incluso por los afanes de una política que se rebela contra lo injusto y lo opresivo, porque hay una Libertad (con "L" mayúscula) que es el fundamento y la garantía de todas las libertades.

 



[1].       Mario Vargas Llosa. El pez en el agua, o.c., p. 20.

[2].       Cfr. Ricardo Setti. Diálogo con Vargas Llosa, San José de Costa Rica; Cosmos 1989, pp. 114–115.

[3].       La entrevista aparece en Jaime Antúnez Aldunate. De los sueños de la razón al despertar. Nueva crónica de las ideas. Santiago de Chile; Zig–Zag 1990, pp. 199–200.

[4].      Mario Vargas Llosa. El pez en el agua, o.c., p. 508.

[5].       Mario Vargas Llosa. "La fiesta y la cruzada". Publicado en el Diario "La República", Lima–Perú, edición del 29 de agosto de 2011.

[6].      Ibid..

[7].      Ibid. Sarcasmos aparte, llama la atención este punto de vista en Vargas Llosa. Si se considera en relación con la posición sostenida en la entrevista de Jaime Antúnez (ver nota 23), entonces se ve que parece volver a una perspectiva favorable a la religión que ya tenía, pero que por diferentes motivos cambió por una visión negativa y extrema, tal como se refleja en su Discurso al recibir el Nobel. Como indicaremos más adelante, su última novela refleja también esta mirada "positiva" sobre los hombres religiosos y sobre la religión católica.

[8].      Cfr., por ejemplo, Mario Vargas Llosa. La ciudad y los perros. Lima; PEISA 2001, p. 108.

[9].      Cfr. Mario Vargas Llosa. La casa verde. Lima; Alfaguara 2005. Sobre esta novela, y sobre los personajes religiosos de la misma, aparecen interesantes comentarios en Francisco Interdonato. El ateísmo en el mundo actual. Estudio aplicado al Perú, o.c., pp. 150–153.

[10].      Cfr. Mario Vargas Llosa. Historia de Mayta. Lima; Alfaguara 2005.

[11].      Cfr. Mario Vargas Llosa. El paraíso en la otra esquina. Lima: Alfaguara 2003. Muy interesantes comentarios al respecto en Roland Forgues. Mario Vargas Llosa: ética y creación, o.c., en el capítulo correspondiente a esta novela.

[12].      Cfr. La edición crítica de esta obra: Euclides da Cunha. Os Sertões. Sao Paulo; Editora Brasilense 1985, 728 pp.

[13].      Un excelente comentario a La guerra del fin del mundo en esta línea está en Seymour Menton. La nueva novela histórica de la América Latina, 19791992. México D.F.; Fondo de Cultura Económica 1993, pp. 67–98. Esta misma interpretación es avalada por Vargas Llosa cuando dice: "Para mí, quizá esto es lo que tiene Canudos de ejemplar para un latinoamericano, porque eso, esa ceguera recíproca, a partir de la visión fanática de la realidad, de la que participan tanto republicanos como jaguncos, es la misma ceguera para admitir la crítica que la realidad hace a la visión teórica". Ricardo Setti. Diálogo con Vargas Llosa, o.c., p. 48.

[14].      Cfr. Mario Vargas Llosa. El sueño del celta. Lima: Alfaguara 2010. No han aparecido aún muchos comentarios críticos a esta novela. Sin embargo, algunos critican fuertemente a Vargas Llosa señalando la poca calidad literaria de su última obra. Ver, por ejemplo, Javier Murguía. "El sueño del celta". Análisis crítico. En: www.revistadeletras.net/elsuenodelceltademariovargasllosa/.

[15].      Ver el capítulo II de la novela, pp. 21 ss.

[16].      Ibid., pp. 440–441.

[17].      Véase, por ejemplo, la cita indicada en la nota 25.

[18]       Son iluminadoras las reflexiones del padre Francisco Interdonato al respecto: "A diferencia de otros itinerarios de Vargas Llosa al fondo de sus personajes (políticos, etc) su descenso al abismo del alma religiosa no revela ningún misterio. El novelista, reconocido con razón como maestro de la palabra, clásico del lenguaje en todos los campos, en el religioso se envuelve de silencio, o en frases abstractas e indirectas. Sus personajes, tan vivos y ricos en los otros aspectos, nacen uniformes y estereotipados en el religioso". "La temática religiosa en La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa", a.c., p. 302.

[19].      Cfr. El sueño del celta, o.c., pp. 374–376.

[20].     Puede verse el comentario a esta novela en La verdad de las mentiras, o.c., pp. 187–194.

[21].      Joseph Ratzinger. Mirar a Cristo. Ejercicios de fe, esperanza y amor. Valencia; EDICEP 1990, p. 19.


LA CONVERSIÓN DE VÍCTOR ANDRÉS BELAUNDE Y JOSE DE LA RIVA-AGÜERO

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En este año de la fe bueno es rescatar del olvido a dos grandes testigos del catolicismo peruano. La bimilenaria marcha de la Iglesia en la historia ha fecundado al mundo de bienes imperecederos.  Desde el momento en que la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, la historia se estremeció  de gozo y prorrumpió de alegría: "Gloria a Dios en el Cielo y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad". Es lo que celebraremos en el Jubileo del 2000. Por singular inspiración de lo alto, el año 1999 está dedicado a recordar y vivir la gozosa realidad de que somos hijos de un Dios Padre  Misericordioso que es al mismo tierna madre. La iglesia vive un año de intensa oración impetrando que cuantos se han apartado de la familia de Dios, vuelvan al Padre. Convertirse es enamorarse nuevamente de Dios, es volver al Hogar. El segundo prefacio de la liturgia de Cuaresma nos ayuda  a orar por esta bella intención:  "Porque has establecido generosamente este tiempo de gracia para renovar en santidad a tus hijos, de modo que, libres de todo afecto desordenado, se entreguen a las realidades temporales como a primicias de las realidades eternas ".

Ha habido conversiones espectaculares como la del premio Nobel de Medicina, Alexis Carrel, al comprobar un milagro en Lourdes, o la de Edith Stein, judía atea, carmelita mártir, canonzada por el Papa Juan Pablo II y nombrada copatrona de Europa. Más cercanos, el caso de los  periodistas Malcolm Muggeridge o Vittorio  Messori, el de la comunista Tatiana Goritcheva, del "rey del aborto" Bernard  Nathanson.

Recordemos, sin embargo, algunas más cercanas todavía, ya que se trata de dos célebres catedráticos de nuestra Universidad Católica: José de la Riva Agüero y Víctor Andrés Belaunde.

 

Víctor Andrés Belaunde (1883-1966) retornará a la fe -abandonada por los años de su docencia en San Marcos- en 1923, de la mano de la filosofía y de su  segunda esposa Teresa Moreyra. Nos lo narra en dos capítulos ("Hacia la fe por la filosofía" y "Mi conversión al cristianismo") de sus Memorias. Trayectoria y Destino Ediventas, Lima, 1967, II, pp.501-508, 1024-1035.

 

            "Se vuelve siempre a los primeros amores" dice un adagio francés. En la quieta y hogareña vida provinciana de los Estados Unidos o en el París sin tentaciones de inútil mundanismo reanudé, por gravitación natural de mi espíritu, mis viejos soliloquios metafísicos. De la divinidad de Cristo, a la que me llevaron misteriosamente combinadas las lecturas de Pascal y de Renán, pasé a la gozosa contemplación y a la plena vivencia de la Fe en la Iglesia Católica. Mi conversión debía determinar una nueva orientación en mis lecturas y meditaciones en el tiempo libre que me dejaban los cursos y conferencias. Se imponía reanudar las remotas preocupaciones de mi infancia sobre los fundamentos de mi fe...Andando de los tiempos uní la liturgia a la nostalgia que llevasiempre una ansia de Dios. Era la liturgia para mí hallar entre huellas terrestres y símbolos de l vida, el aliento del Espíritu...No puedo concluir esta estapa de mi vida sin expresar mi gratitud a la Francia eterna. De labios de un misionero francés recibí lecciones y ejemplos inolvidables de amor a Dios. Mi conversión fue favorecida y alentada por el ambiente católico renaciente en Francia. Al volver al Perú encontraría mi hogar intelectual en el claustro animado por el fervor de caridad y de saber de otro misionero francés: el Padre Jorge Dinthilhac".

 

José de la  Riva Agüero (1885-1944) profesará durante un tiempo ideas teístas racionalistas. hasta el propio Miguel de Unamuno,  quien se proclamó "hereje de todas las herejías", llega a aconsejarle  en carta personal (10-I-1910): "Lo que me dice de sus preocupaciones religiosas me recuerda mis 25 años. También yo pasé por un período de positivismo, mejor aún de fenomenismo. Salí de ello por impulsos de sentimiento...Los estudios históricos le darán a usted una fe, confío en ello".. Tras una juventud a la deriva en cuanto a fe católica se refiere, vuelve a la Iglesia, como confesó en el célebre discurso del colegio de La Recoleta (24 de septiembre de 1932) Obras completas de José de la Riva-Agüero Tomo X, PUCP, Lima 1979, pp.181-187): 

             "Así he reconquistado la armonía y la paz, así he cerrado con firmeza mi ciclo de experiencias cogitativas: la vida tiene un fin por encima de la mezquina utilidad, el esfuerzo y el dolor se esclarecen y santifican, la libertad moral se reafirma, y la inteligencia recobra su ley primordial y su objetivo perenne...Convertido ocomo mis paisanos Olavide y Vidaurre, desangrado como ellos de la perturbadora herencia del siglo XVIII, que a todos nos perdió, reanudando la interrumpida solidaridad salvadora con nuestros auténticos precursores en el espíritu y el tiempo, puedo al fin repetir sinceramente las palabras de quien acertó, en aquella inquieta y estragada época, prefiguración de la tempestuosa nuestra, a ser el servidor leal de su Dios, de su tradición y de su pueblo; y decir de mí como Jovellanos:

 

                        Sumiso y fiel, la religión augusta

                        de nuestros padres y su culto santo

                        sin ficción profesé".

No nos extraña posteriormente su coherencia, renunciando al ministerio de Justicia antes de firmar una ley prodivorcista y la condecoración recibida por la Santa Sede (Pío XI) "como gallardón a las virtudes cristianas ycívic as que adornan a nuestro ilustre compatriota" (El Amigo del Clero n.1333, enero 1933). El Señor Arzobispo hizo notar que "la ceremonia e verificaba en la misma casa donde vivió santo Toribio, cuyo parentesco con el Dr. Riva Agüero era de todos conocido" p.81

            Se trata de dos intelectuales de nuestro tiempo. Los dos católicos, los dos perdieron la fe, los dos la encontraron, los dos la proyectaron de modo sobresaliente en el ámbito universitario, los dos la vivieron con gozo y con el deseo de llevarla a los demás.  Ellos podían haber contestado con Chesterton: "Cuando me preguntan por qué he entrado en la Iglesia Católica, mi respuesta es siempre la misma: para librarme de mis pecados, porque no hay otra religión que tenga de verdad el poder de perdonar los pecados de los hombres... Un católico que se confiese entra en la clara mañana de su bautismo".

Bibliografía: Pacheco, César Apuntes: "Unamuno y Riva-Agüero: un diálogo desconocido"Revista de ciencias sociales, Rev.56. , Lima, 1977, 7, p. 101-16

 

V Coloquio Internacional "Hacia el Bicentenario de la Independencia del Perú

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¡Cuánto se aprende en coloquios como el presente! Gracias y felicitaciones por la organización. Lástima que sean tan apretadas las ponencias, pero siempre los intermedios dan pie a continuar los coloquios a intercambiar direcciones. 

Me perdí la de la Dra. Alicia Polvarini, "Republicanismo y federalismo en el pensamiento de José Gervasio Artigas" aunque pude disfrutar del coloquio y pude enterarme de su idea. Jeffrey Klaiber, "El clero en la Independencia de México y Perú" con su visión global del tema nos provocó comparando personajes (Hidalgo, más funcionario y circunstancial, Morelos, más comprometido y con objetivos más definidos), regiones (México, Perú), pasado, presente... Julián Ruiz Rivera, de Sevilla, a quien hacía 20 años no veía, "La vía norteamericana a la Independencia", expuso en detalle los momentos esenciales que precipitaron los hechos de la Independencia USA .

Emilio Candela nos explicó el concepto de "memoria histórica" como el efecto del presente sobre el pasado, en su comunicación "El pasado como herramienta política: la conmemoración del sesquicentenario de la Independencia en 1971" acerca de cómo lo vivió el gobierno de Velasco Alvarado con su presidente Juan Mendoza que supo convocar a todas las instituciones para el Sexqauicentenario valorando más que los caudillos el papel del pueblo y los próceres como se ve en el monumento en el distrito de Jesús-María. 

Paul Rizo-Patrón, en un "¿Un rey para el Perú? Los proyectos monárquicos desde el conde de Aranda hasta San Martín" nos cautivó "regiamente" con su diluvio de nombres y propuestas de monarca para el Perú, desde José I (Túpac Amaru IIhasta la incógnita de José de la Riva Agüero que se casó con una princesa).

Alejandro Rey de Castro, "Manuel Lorenzo Vidaurre y José de la Riva Agüero: dos  proyectos políticos, 1810-1820", los dos tuvieron muy clara la rutpura con todas las formas de despotismo por parte de España y su propuesta de independencia.

La Conferencia Inaugural del Dr. José Agustín de la Puente Candamo fue breve (unos 10 minutos) pero magistral, sí de un auténtico MAESTRO. Lo que no me explico es cómo no se abarrota de jóvenes y de todos los públicos para gozar a este sabio que con sus 88 años se pasea con holgura por toda la historia del Perú, especialmente la de la Independencia, concluyendo en que es fruto de una transformación orgánica, corporativa, en la vida cotidiana. Citando a Carlos Pareja habló de cómo Pizarro vio al Inca, el virrey Laserna a una nueva sociedad fruto de la convivencia del mundo incaico e hispano, que dio un tipo humano distinto, enriquecido por los dos. La Independencia ni se regaló ni se impuso, pero se dio. 

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El V Coloquio Internacional "Hacia el Bicentenario de la Independencia del Perú", a realizarse los días 11 y 12 de noviembre del presente año, forma parte del programa de actividades que organiza el Instituto Riva-Agüero con objeto de pensar acerca de la trascendencia que tuvo el proceso de la emancipación hace dos siglos y cuáles son las implicancias actuales para completar las promesas, que entonces se hicieron,  de una sociedad mejor.

Este Coloquio forma parte de los actos conmemorativos convocados anualmente desde el año 2009 y programados hasta el 2024, cuando se  celebrará el bicentenario de la consolidación de nuestra independencia en Ayacucho.

Los días del coloquio, 11 y 12 de noviembre, funcionarán mesas de exposición y debate. EI V Coloquio tendrá lugar en la sede del Instituto Riva Agüero (Camaná 459, Lima) y está coordinado por los profesores Margarita Guerra y Juan Luis Orrego. 

El ingreso al Coloquio es libre, previa inscripción hasta el mismo 11 de noviembre al siguiente link:

http://campusvirtual.pucp.edu.pe/pucp/procinsc/jsp/Inscripcion.jsp?t=037&i=909, consignando su nombre completo, correo electrónico de contacto y teléfonos. Las vacantes son limitadas. Se entregará constancias de asistencia a quienes participen en ambas jornadas y a solicitud del interesado.

V COLOQUIO INTERNACIONAL "HACIA EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ" 

PROGRAMA  MARTES 12 de noviembre de 2013 

Mesa 3 

5:00 - 6:15 pm 

Gonzalo Zavala, "Un fantasma recorre los Andes: Juan José Castelli y la rebelión de 

Huánuco de 1812" 

Wilwer Álvarez, "Representantes del pueblo: los ayuntamientos constitucionales de Lima, 

Cuzco, Arequipa y Puno, 1812-1814" 

Carlos Augusto Bastos, "Revoluciones limítrofes: la provincia de Maynas y la Capitanía de 

Río Negro durante las independencia ibéricas (1808-1823)" 

 Pausa – café 

6:15 – 6:30 pm 

 Mesa 4 

6:30 - 7:45 pm 

Emilio de Diego, "El fracaso de la restauración fernandina: las repercusiones en la América 

hispana" 

Sandro Patrucco, "El estilo neocolonial como lenguaje propio de las artes plásticas en el 

Centenario de la Independencia del Perú" 

 Clausura 

7:50pm 


EL CARDENAL LANDÁZURI Y SANTO TORIBIO A LOS 100 AÑOS DE SU NACIMIENTO

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EN EL CENTENARIO DEL NATALICIO DEL CARDENAL Juan Landázuri Ricketts, OFM., trigésimo arzobispo de Lima (1954 – 1990): SU AFECTO POR SANTO TORIBIO

Semblanza del Cardenal

Nació en Arequipa el 19 de diciembre de 1913. A pesar de llevar en su sangre tantos apellidos ilustres, lo dejó todo y vistió el sayal franciscano en La Recoleta y en Ocopa (provincia misionera de San Francisco Solano) tras pasar por la UNSA.  Fue ordenado sacerdote el 16 de abril de 1939  y el 24 de agosto de 1952, por nombramiento del Papa Pío XII, fue consagrado obispo de Lima. A la muerte del Cardenal Guevara fue elegido por el Cabildo como Vicario Capitular el 2 de diciembre de 1954. Será Arzobispo de Lima y primado del Perú desde el 6 de mayo de 1955 hasta el 30 de diciembre de 1989, sustituyendo al primer cardenal de Perú, el también arequipeño Juan Gualberto Guevara. Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana por 33 años entre 1955 y 1988, fue designado Presidente Honorario Vitalicio. Creado Cardenal por el Papa Juan XXIII el 19 de marzo de 1962 recibió el título presbiteral de Santa María in ara coeli. A lo largo de los 34 años como arzobispo acompañó con ejemplar entrega pastoral a su pueblo, por cuyo bienestar espiritual y material trabajó generosamente, por lo que fue distinguido como Gran Cruz de Honor y Devoción de la S.M.O. de Malta. Se preocupó por la educación y los medios de comunicación para los que creó la Oficina nacional de Educación Católica y el Centro de Información Católica. Como Arzobispo de Lima creó la Misión de Lima para auxiliar a las barriadas al grito de "Por Cristo para un Perú mejor"; organizó Cáritas del Perú, colaborando en la ayuda social de Villa El Salvador y en las proximidades del Mercado Mayorista de la capital. Rn 1959 convocó y presidió el XVIII Sínodo Arquidiocesano de Lima. Durante los once gobiernos de la República supo afrontar las relaciones Iglesia-Estado con firmeza y comprensión, sobre todo como mediador de paz cuando surgió la guerilla marxista y maoísta en el Perú; ordenó a 38 obispos y participó eficazmente en las conferencias de Medellín y Puebla. Fue Vice-presidente del CELAM, Co-Presidente de la Asamblea Episcopal de Medellín, Co-Presidente del Sínodo Mundial sobre la evangelización y legado pontificio a los congresos eucarísticos de León (España) y Huancayo. Participó en la preparación, realización y aplicación del Concilio Vaticano II. Colaboró eficazmente al pleno reconocimiento de la independencia y autonomía de la Iglesia en el Perú.

Falleció el 16 de enero de 1997 en la clínica "Stella Maris" de la capital peruana, a los 83 años de edad. [cf. L'Oss. Rom., ed. esp., del 24-01-97]. No tuvo miedo a la Hermana Muerte como su Padre san Francisco por eso declaró: "Creo estar humildemente preparado para el abrazo con el Señor, porque eso es la muerte: el abrazo eterno con Dios".

Con respecto a Santo Toribio tuvo una especial vinculación, tanto que quiso ser enterrado en la misma capilla toribiana de la Catedral de Lima. Se recuerda con verdadera gratitud su presencia en las villas de Mayorga y Villaquejida, así como en la ciudad de León que le dedicó una calle, con motivo de su visita como legado pontificio al Congreso Eucarístico Nacional. : Rescatamos dos textos entrañables:

 

1.      Santo Toribio Legislador

Hablar del Santo Arzobispo de Lima como Legislador equivale a mostrarlo en lo que podríamos llamar la nota distintiva de su vocación tanto humana como sacerdotal, es decir, sobrenatural.

Sus biógrafos nos lo muestran orientado desde su temprana adolescencia o la alta profesión del Derecho, en cuyo estudio persiste tesoneramente hasta la edad de treinta y cinco años, en que ocupa el cargo de Inquisidor apostólico en el Tribunal del Santo Oficio de Granada. Así, del modo más imprevisto para él, concluye aquella prolongada preparación que ya parecía excesiva, dando paso a una rápida sucesión de acontecimientos que nos van a revelar su verdadera personalidad.

Esta primera etapa de su vida comprende un espacio de tiempo aproximadamente igual al de su fecundo episcopado, y se puede resumir así: Después de estudiar humanidades, empezó en Valladolid los cursos de ambos Derechos. En 1562 pasa a la Universidad de Salamanca, donde al año siguiente se gradúa de Bachiller en Cánones. En 1568 recibe la licenciatura en Santiago de Compostela. Vuelve de nuevo a Salamanca para inscribirse en los cursos del doctorado, con una beca en el Colegio Mayor más acreditado de aquella Universidad, y así le encuentra su nombramiento de Inquisidor en diciembre de 1573.

El Tribunal granadino tenía una importancia especial dentro del sistema de la Inquisición Española, pues actuaba paralelamente con la Chancillería de Valladolid y, dependiendo del Consejo Supremo del Santo Oficio, gozaba de cierta autonomía por las peculiares condiciones del Reino de Granada, donde la numerosa población morisca seguía siendo una grave preocupación, tanto desde el punto de vista político como del religioso, después de la rebelión de las Alpujarras. Hombre de leyes, pero también de profunda sensibilidad religiosa, Toribio percibió tal vez ya entonces que la administración de la justicia debe escuchar también las voces de la compasión y de la misericordia.

Esa sensibilidad le venía de la educación familiar profundamente cristiana y de una acentrada piedad, que le dió un claro sentido de la justicia, del derecho y de la ley, tal como lo define magistralmente la bula del Papa Gregorio IX que sirve de proemio a sus "decretales", "Se da la ley con el fin de que los instintos dañinos del hombre (que se manifiestan en la codicia desenfrenada) se mantengan a raya según las normas del derecho, de suerte que la justicia reprima sus impulsos, para que el género humano aprenda a vivir honestamente, sin dañar al prójimo y dando a cada uno lo suyo". Según esto, si bien las leyes no fuerzan a obrar bien, sino que prohíben con sanciones obrar mal, tienen sin embargo, un evidente valor pedagógico en cuanto dan a conocer las normas de justicia y del derecho que favorecen la paz, la concordia y el amor entre los hombres. Pero, cuando este sentido del derecho y la justicia están enriquecidos con los dones de la fe y de la gracia divina, entonces se llega a una comprensión cabal de los valores humanos y en particular de los que se refieren o los derechos fundamentales de los personas. ¡Cuántas veces el joven Toribio leería en las Partidas de Alfonso el Sabio, haciendo materia de asidua reflexión, los conceptos de aquel gran legislador, sobre los bienes que nos proporcionan las leyes! El primero es, que "muestran a. Conoscer a Dios, e conosciéndole, sabrán (los hombres) en qué manera lo deben amar e temer … ; conocer a sus señores y series obedientes e leales. .. Las leyes muestran cómo los hombres se amen unos a otros, queriendo cada uno su derecho para el otro, guardándose de no hacerle lo que no querría que se lo hiciesen a él, por donde guardando estas cosas viven derechamente y con holgura y en paz. .. E por todas estas razones dan carrera al hombre, porque haya bien en este mundo y en el otro ... " (la. Partida, ley 10, título I).

Que Santo Toribio se embebió de esta sabiduría hasta hacerla vida y norte único de sus acciones, no se puede poner en duda. Con mucha razón escribió el célebre Papa canonista Benedicto XIV: "Santo Toribio ha sido siempre considerado como muy experimentado en el gobierno de la Iglesia, al mismo tiempo que insigne por la gloria de todas las virtudes, de modo que nadie negará que en sus leyes y ordenaciones diocesanas hay que reconocer, con todo derecho, por lo menos aquella garantía, autoridad y fuerza que llaman directiva ... " (Bullarium 11,7). Recogiendo tan ponderado juicio, creo que podemos decir que muchas de las leyes y ordenaciones de Santo Toribio en sus concilios y sínodos pueden servirnos todavía ahora de luminosa y estimulante inspiración, si no siempre en la letra, sí por el espíritu con que fueron dictadas.

Cuando Santo Toribio asumió el cargo y el peso del ministerio episcopal, hacía diecisiete años de la promulgación del concilio ecuménico de Trento por el Papa Pío IV. La bula "Benedictus Deus" del 26 de enero de 1594 ordenaba a todos los Patriarcas, Arzobispos, Obispos y demás Prelados de la Iglesia Católica "cumplir y cuidar de que se cumplen puntualmente con toda diligencia los decretos y estatutos del concilio ecuménico en sus iglesias, en las ciudades y en las diócesis". Toda la acción pastoral del segundo Arzobispo de Lima se ciñó a este mandato del Vicario de Cristo y Pastor universal de la Iglesia con una fidelidad que incluso parecía llegar a la escrupulosidad.

Se ha comparado muchas veces a Santo Toribio con su contemporáneo el Arzobispo de Milán San Carlos Borromeo, con quien tiene, en verdad, tantos rasgos comunes que se dirían almas gemelas. Sabido es que a San Carlos le cupo desempeñar un papel decisivo en la postrera etapa del Concilio de Trento, como brazo derecho de Pío IV para la continuación y feliz término de aquella, trascendental asamblea, carnpeón de la verdadera reforma, enérgico propulsor de la restauración de la disciplina eclesiástica según el espíritu y las prescripciones tridentinas en la Italia septentrional, valeroso defensor de los derechos de la Iglesia frente al gobernador del Milanesado, padre de los pobres y desamparados, consolador tierno y abnegado de enfermos y moribundos en la terrible peste que asoló la ciudad de Milán el año 1576, En San Carlos Borromeo se ha visto uno de los primeros modelos del obispo que surge de los decretos del Tridentino, donde fenece la imagen del obispo medieval, algunas veces apareciendo como señor de horca y cuchillo; se bate en retirada el obispo considerado en ciertos casos y circunstancias en mundano y superficial del Renacimiento; y empieza a opacarse la otra imagen más persistente el obispo constantiniano, magistrado y funcionario, para dar paso al dechado evangélico del obispo pastor, que los dos últimos concilios ecuménicos, el Vaticano I y el II, han confirmado y sellado de manera irreversible: maestro auténtico de la sagrada doctrina revelada, pontífice del culto litúrgico, santificador en la administración de la gracia sacramental, vicario y legado de Cristo en el gobierno del pueblo de Dios.

Pues bien, lo que San Carlos Borromeo fue para Italia, eso fue Santo Toribio de Mogrovejo para el continente sudamericano.

El Concilio tridentino determinó sin ambigüedades la genuina responsabilidad de los Obispos, personal e intrasferible en medio del rebaño que el Pastor de los pastores le confía. Restableció la antigua práctica de la Iglesia de estudiar y resolver los problemas pastorales más importantes en concilios provinciales y sínodos diocesanos, anticipando la colegialidad en el gobierno ordinario de la Iglesia característica de nuestro tiempo. Las decisiones que se tomarán en aquellas asambleas debían ponerse en ejecución bajo la vigilancia de los prelados en persona, en cuanto fuese posible, mediante visitas pastorales que facilitasen al pastor conocer cara a cara a sus ovejas y IIamarlas por su nombre. Estos son los carriles por donde transcurrió la acción legislativa y la ejecución pastoral de Santo Toribio, de cuyas manos —refieren sus biógrafos—no se separaba el volumen de los decretos tridentinos.

Al llegar a su sede recién nombrado, trajo consigo el encargo de reunir el tercer concilio provincial de la metrópoli de los Reyes. Su predecesor en el Arzobispado, don Fray Jerónimo de Loayza, había publicado solemnemente el concilio ecuménico el 28 de octubre de 1565, acto que se repitió con más solemnidad en el concilio provincial que celebró en 1567, el segundo limense. En fuerza del mandato tridentino era necesario reunir de nuevo concilio tres años después, lo que no se hizo a causa del fallecimiento del arzobispo y otras contingencias. Le tocó cumplir con esta obligación a Santo Toribio y por ello el Rey Don Felipe despachó una real cédula el 19 de setiembre de 1580, ordenando al nuevo metropolitano y al virrey del Perú la celebración inmediata del concilio provincial. Los objetivos señalados por el rey eran los siguientes: "Reformar y poner en orden las cosas tocantes al buen gobierno espiritual de esas partes, y tratar del bien de las almas de los naturales, su doctrina, conversión y buen enseña miento, y otras cosas muy convenientes y necesarias a la propagación del evangelio y bien de la religión".

A más de uno podrá parecerle extraño el tenor de esta real cédula, que algún autor llegó a llamar "la indicción real del tercer concilio provincial limense". Para comprender el hecho, hay que tener en cuenta la situación peculiar de la Iglesia española, con su antiquísima y gloriosa tradición sinodal que se remonta a la época de la monarquía visigoda y de los concilios toledanos. Al rey le competía en aquellas circunstancias convocar tales asambleas, las cuales se consideraban tanto eclesiásticas como civiles y representación nata de la vida nacional, por lo que sus cánones eran también leyes del reino. Los Reyes Católicos de España se atribuyeron este derecho desde Felipe II,entendiéndolo comprendido en el Patronato que la Sede Apostólica les reconoció, no sólo fundándose en el privilegio pontificio, sino —como lo explicó el jurista Juan de Solórzano— porque los Reyes de España eran y debían ser ejecutores de los concilios que se celebraban en sus reinos para el mejor gobierno de la Iglesia, pues a los reyes y príncipes de la tierra —decía una Ley de la Recopilación de Castilla— les encomendó Dios la defensa de la Santa Madre Iglesia.

Lo que nos interesa aquí es ver las consecuencias prácticas de esta situación en la conducta del santo Arzobispo de Lima. Empezando por la convocación del concilio de 1582, a los dos meses de su llegada a Lima tuvo una reunión con los miembros del Cabildo metropolitano y los superiores de las órdenes religiosas, de Santo Domingo, San Francisco, la Merced, San Agustín y la Compañía de Jesús, para tratar de la convocación del concilio provincial. Se conserva el acta de esta junta en el Libro IIde cabildos. Allí vemos que no se mencionó la cédula del rey, ni tampoco se habló de convocación expresa del Papa. Las razones del Arzobispo para justificar la reunión del concilio fueron, "la mucha necesidad que había de esta república y reino de que se hiciese, además del mucho tiempo que había pasado del término en que se debía de hacer conforme al santo concilio de Trento y prorrogación de Su Santidad ... ". y mostró un breve del Papa Gregorio XIII en el que le autorizaba a celebrar los concilios cada siete años. Tras esto agregó que, "pues había venido a esta santa Iglesia como su prelado, quería convocar el concilio, y sobre todo les pide su parecer y sobre el plazo que sería necesario señalar para que los señores obispos sufragáneos pudiesen venir". El parecer de los asistentes fue unánime. Tenía que hacerse el concilio por las razones expuestas por el Señor Arzobispo, y se podía señalar el plazo de un año.

Quiero destacar dos cosas llamativas en todo esto. Por una parte la junta ignora la real cédula de Felipe II, o por lo menos prescinde de ella, pues el acta dice que el Arzobispo se encargaría de informar al virrey para pedirles que diese "calor y ayuda" al concilio. Por otra parte, no hay rastros de indicción pontificia ni mandato expreso del Papa. Al proceder, pues, como por propia iniciativa, Santo Toribio entendía que era competencia suya convocar el concilio sin necesidad de indicción particular, en fuerza de la prescripción general de los sagrados cánones y concilios, principalmente el de Trento, bajo la autoridad del Papa.

Me detengo en esto para poner de relieve los criterios del Santo Arzobispo dentro del sistema del Patronato y cuando aún no había dado Sixto V su Bula "Immensa aeterni Dei" del 22 de enero de 1588, por la que reorganizó a fondo la Curia Romana para ajustar la disciplina de la Iglesia universal a la reforma tridentina. Santo Toribio desvincula del poder real, es decir, laical, el origen canónico del concilio, que no puede derivarse sino de su propia fuente, que es la jerarquía de la Iglesia. Quedaba así asentado sin ambigüedades su carácter episcopal, en concordancia con la posición de los Romanos Pontífices postridentinos, quienes propugnaban decididamente, sobre todo a partir de San Pío V, la recuperación de la libertad eclesiástica frente a los soberanos de las potencias católicas, aboliendo ciertos privilegios que se les había otorgado y que habían perdido su justificación histórica, más bien, se estaban desnaturalizando, abriendo las puertas al absolutismo yal regalismo, que conducirían finalmente a la desacralización, el secularismo, y al totalitarismo de nuestros días.

Esta fue una de las posturas más firmes de Santo Toribio de Mogrovejo como pastor, legislador y guía de la grey cristiana: mantener incólume su responsabilidad episcopal, deslindar las competencias, reivindicar la independencia eclesiástica ante las intrusiones indebidas del poder civil que trataban la evangelización y la reforma de las costumbres. "Si para reformar a nuestros clérigos, donde tanta necesidad hay, no tenemos mano los prelados, de balde nos juntamos a concilio y aún de balde somos obispos ... ". Con esta claridad, con esta franqueza protestaba ante el Rey de las intromisiones de la Audiencia de Lima. "Lo represento a Vuestra Magestad como es razón —prosigue en una carta del 23 de abril de 1584—, poniendo por delante el tremendo juicio de Dios y lo que nos manda hagamos por su amor ... Por cuyo respeto se ha de romper por todos los encuentros del mundo y sus cautelas, sin ponerse ninguna cosa por delante ... " (Lissón III, 315).

Santo Toribio, igual también en esto a San Carlos Borromeo, no fue un genio creador, sino un ejecutor genial del programa que ambos recibieron y amaron apasionadamente: la reforma tridentina. No creó en el Perú un sistema nuevo de evangelización, no pensó cambiar el que halló vigente, aprobado por la Sede Apostólica. En este sentido no aportó ideas originales a la legislación canónica de la Iglesia de Indias. Esto es claro para quien recorra los decretos del tercer concilio limense. Bajo este aspecto hay que reconocer que lo supera el segundo concilio de su antecesor Loayza en el conjunto de sus constituciones, dejando aparte, desde luego, los Catecismos toribianos. Así lo reconoció expresamente el tercer concilio al asumir en su totalidad sin modificación alguna los decretos del segundo y adjuntarlos a los suyos dándoles la misma fuerza y autoridad.

Pero, tal vez, precisamente por esto el concilio de Santo Toribio se ganó la aceptación general y ha tenido una vigencia perdurable, por su lenguaje nítido y directo, por su contenido enérgico y vivaz, sin prolijas motivaciones doctrinales, bien conocidas por los demás; en suma, por la valentía y sinceridad con que encaró la situación real del virreinato. Muy lejos, pues, de los propósitos de los padres Iimenses presididos por el santo Metropolitano de los Reyes, hacer del Concilio de 1582 un "Corpus decretorum". Fue una inteligente aplicación de la reforma tridentina en América, una Asamblea fundamentalmente canónica, dirigida a una evangelización práctica y efectiva de la población indígena, pero comprometiendo en esta empresa a españoles, criollos y mestizos, a clérigos y laicos, para formar una sociedad cristiana desde sus cimientos; o, para decirlo en el lenguaje contemporáneo de nuestro Santo Arzobispo. tal como se lee en el Código de San Juan de Ovando: "una república formada y política, asíen lo espiritual como en lo temporal, siendo una Iglesia, un Reino y una República, en que se guarde una misma ley, y en todas partes vayan en una misma consonancia y conformidad".

El tercer Concilio Provincial de Lima, primero de Santo Toribio, puede decirse que es la expresión viva de su espíritu y de su personalidad. En él se transfundió el Santo Arzobispo, transido de amor a la Iglesia y a sus leyes, y por eso mismo totalmente entregado al servicio de sus ovejas, en especial de los pobres, y entre éstos (si cabía privilegiar a algunos), los indios, sus predilectos, por quienes sufría dolores de parto, como decía el Apóstol, hasta ver a Cristo formado en ellos.

Voy a terminar. Empecé destacando la vocación de Toribio Alfonso de Mogrovejo como la de un hombre de derecho, jurisperito en ambos derechos el canónico y el civil; desde luego, cristiano a carta cabal. Esto es lo que esperaba y deseaba llegar a ser. De pronto lo llamó Dios. al Episcopado mostrándole cuál iba a ser su verdadero destino: pastor de -su rebaño, mensajero de su amor, del amor que endereza a los hombres por los caminos de la justicia de Dios que es la santidad cristiana. Quizá Toribio no lo comprendió en seguida —tan inesperado fue el cambio—, y por eso bien pudo pensar que aún siendo obispo no había cambiado sustancialmente la orientación fundamental de su vida.

Pues bien, a lo largo de sus veinticinco años de ministerio pastoral, vividos con la máxima intensidad, entrañablemente unido al pueblo de Dios que se le había confiado, en la elegante Lima de los virreyes, y mucho más en las villas, en los rústicos poblados, en las chozas, en las duras breñas de la sierra, por los ríos y espesuras de la selva, dejándose llenar totalmente de Dios, se opera en Santo Toribio un cambio radical. Se cumplió en él la suprema ley de la santidad, según las' palabras de los Profetas Jeremías y Ezequiel. Aquél corazón del hombre de leyes, de leyes escritas que vienen de afuera para ser cumplidos quieras que no, y que tantas veces endurecen como piedra el corazón humano, se vió transformado por el Señor en un corazón de carne, sensible y tierno sin dejar de ser fuerte. Se le dió un corazón semejante al del Verbo hecho carne, de modo que el amor vino a ser quien hacía las leyes, que se cumplen, no porque están impuestas, sino porque se aman, pues procede del Padre que está en los cielos.

Revista Teológica Limense, Lima, Vol.XVI 3, Septiembre-diciembre 1982, 273-278

 

2.      LA SEDE DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

En 1955 el Perú tenía aproximadamente nueve millones de habitantes y Lima, algo más de un millón. La última década había sido de notable crecimiento económico, debido en parte a circunstancias externas, luego de la se-gunda guerra mundial. Nuestro país gozaba de un clima de expectativas de un rápido desarrollo. De otra parte, el interior del territorio veía aflorar profundos problemas sociales, que irían a agravarse también en la capital del país en el próximo futuro.

En los ambientes eclesiásticos y políticos, se mencionaba entonces con toda justicia los nombres de varios Arzobispos, como posibles sucesores del Cardenal Guevara. Uno era el de Arequipa, José Leonardo Rodríguez Ballón; otro era - el del Cuzco, Felipe Santiago Hermoza, que luego sería Vicario General Castrense. También se pensaba en él Obispo castrense de entonces, Carlos María Jürgens Byrne, que sería más tarde Arzobispo del Cuzco y, finalmente, de Trujillo. Cualquiera de los tres hubiera sido por cierto un buen pastor de la ciudad.

El gobierno peruano, en febrero de 1955, me condecoró con la Gran Cruz al Mérito por servicios distinguidos, cuando aún era Arzobispo Vicario Capitular, estando Lima en sede vacante. Por poco tiempo, porque el 2 de mayo de ese año fui nombrado por el  Papa Pío XII, Arzobispo de Lima. Puesta la confianza en el Señor, asumí con toda entrega las obligaciones pastorales que la Iglesia, tan generosa conmigo, me confiaba. A media mañana del día 6 de ese mes de mayo la noticia se hizo pública y las emisoras de radio la difundieron por todo el país.

Había sido primer Arzobispo de Lima Fray Jerónimo de Loayza, dominico, en cuyo recuerdo un hospital de beneficencia lleva su nombre; en homenaje a la cofradía y al hospital por él creados, para socorrer a los pobres y atender a los enfermos. El conocimiento de la historia es fundamental para el buen gobierno, y gracias a Dios yo he tenido desde joven afición a ella. Por eso medité, en esos primeros años de 'mi ejercicio pastoral, sobre la vida de quienes me antecedieron en el cargo.

La Diócesis de Lima fue creada el 14 de marzo de 1541. Jerónimo de Loayza había sido nombrado y consagrado Obispo de Cartagena, cuya sede no llegó a ocupar, por la variación de su destino. Llegó a la capital para asumir el cargo, el 25 de julio de 1543, más de dos años después de haber sido designado a ella. Poco tiempo duró como obispado, porque el 12 de febrero de 1546 Lima fue elevada al rango de arzobispado y Jerónimo de Loayza al de Arzobispo. Esa era la Arquidiócesis que, varios siglos después, me sería encomendada. Jerónimo de Loayza fundó el Estudio General que dio vida a la Universidad de San Marcos.

Se preocupó el Arzobispo Loayza de ordenar la construcción de la primera Catedral para Lima, de promover el Catecismo entre los habitantes naturales del valle del Rímac y de toda su Arquidiócesis. Celebró dos concilios provinciales —en 1551 y en 1567—, en el segundo de los cuales dispuso que se enseñara el Catecismo en quechua, para acelerar la evangelización. En con- secuencia, Jerónimo de Loayza fundó en la Catedral de Lima la primera cátedra de quechua para enseñar el idioma a los evangelizadores. Todo esto es una gran lección pastoral, que no pude menos que asimilar. Como diré después, pude realizar, como una de mis primeras actuaciones de Arzobispo, el décimoctavo Sínodo Limense.

Todavía queda otro dato interesante en la vida del primer Arzobispo de Lima. Hubo de consentir, aunque no estaba de acuerdo, en la plena aplicación del Patronato Regio en lo que se refiere a la presentación de los candidatos a los beneficios eclesiásticos. Es interesante observar que este hecho es una constante en la historia eclesiástica, hasta hace muy poco. Es, pues. una enseñanza histórica que mueve a buscar, por encima de lodo, la unidad y la diversidad de jurisdicción entre las distintas autoridades de un pueblo, para su mejor gobierno.

El 26 de octubre de 1575 murió el Arzobispo Loayza. que iba a ser sucedido, como sabemos, por quien sería santo Toribio de Mogrovejo, cuya vida apostólica y misionera es un ejemplo para todos los Obispos y sacerdotes de la Iglesia. EI13 de junio de 1578, casi tres años después de la muerte del primer Arzobispo, el Rey de España, Don Felipe II, propone a Toribio Alfonso de Mogrovejo, como sucesor en el cargo. Es designado 16 de marzo del año siguiente. Recibió las órdenes sagradas en 1580 Y tomó posesión de la sede el 11 de mayo del año siguiente.

Su vida apostólica es inigualable: aprendió el quechua para predicar el Evangelio, como había ordenado su antecesor. Realizó tres concilios provinciales y trece sínodos para organizare impulsar la predicación de la palabra divina y la administración de los sacramentos a todas las personas. Creó el seminario para formar nuevos sacerdotes Recorrió el muy extenso territorio de su Arquidiócesis, sin' intimidarse ante el reto de su tarea misionera Impulsó grandemente la evangelización en general.

También tuvo problemas en las relaciones con las autoridades civiles, que le causaron disgustos y le permitieron ejercitar las virtudes que deben adornar a un pastor en grado elevado. Tuvo claras diferencias con el virrey Hurtado de Mendoza porque acudió en cierta ocasión a la Curia Romana sin pasar por el Consejo de Indias, lo que lo puso en serias dificultades. Defendía con ello la independencia del gobierno de la Iglesia frente a las interferencias del Patronato Real.

Murió en Zaña en 1606, en plena gira pastoral. Pese al significado político que pudiera haber tenido su conducta, en cuanto a sus diferendos con la autoridad del virrey, Toribio de Mogrovejo fue beatificado el 28 de junio de 1679 y canonizado el 10 de noviembre de 1726. He leído y estudiado varias biografías del santo, porque toda su actuación mueve a emular su amor apostólico a las almas, su fidelidad a la doctrina de la Iglesia, su fortaleza de ánimo, su magnanimidad en la empresa de predicar el Evangelio y servir a las almas.

El Papa Juan Pablo II declaró a santo Toribio de Mogrovejo patrono del Episcopado Latinoamericano, justo reconocimiento de su labor pastoral por el continente. Yo había llevado el pedido de nuestra Conferencia Episcopal al CELAM en su Asamblea General, que lo aceptó con entusiasmo y lo elevó al Papa.

Todos los días he tenido presente el ejemplo de este paradigma de Obispo y he acudido a su poderosa intercesión, confiado en que así las decisiones pastorales tendrían un buen resultado, para bien de todos. Cuando se achaca en los tiempos de Loayza y Mogrovejo, maltrato de los naturales peruanos de parte de la Iglesia, pienso en la injusticia que se comete, porque tanto el primer corno el segundo Arzobispo de Lima dedicaron sus mejores energías apostólicas a los pobres, a los necesitados y a los que esperaban desde siglos la buena nueva del Evangelio de Cristo, corno consta en las decisiones de los Concilios que precedieron.

El cargo pastoral de Arzobispo de Lima lleva añeja la dignidad de Primado del Perú, título que siempre consideré mi deber afirmar. Se habla de una concesión de san Pío V, en 1572, y de una confirmación por Gregorio XVI, en 1834. De las bulas y breves antiguos siempre quedarán dudas. Lo que es claro es que el Papa Pío XII, en 1943, confirmó a la Sede Metropolitana de Lima como Primada del Perú, y recalcó que se refiere a confirmación y no concesión.

Capítulo XI de su obra "Recuerdos de un pastor al servicio de su pueblo"Imprenta Realidades,Lima: 1994(pp.55-58).

http://jabenito.blogspot.com/2011/12/98-anos-del-natalicio-del-cardenal.html

Cardenal Landázuri, legado papal, en el VI Congreso Eucarístico Nacional de España. Recuerdo de Santo Toribio , 1964

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Amigos: Les comparto un entrañable artículo escrito en Lima con motivo de la visita del Cardenal Landázuri a León (España) como legado papal.


EL CONGRESO EUCARÍSTICO DE LEÓN (ESPAÑA)

Cardenal Landázuri, legado papal. Recuerdo de Santo Toribio , 1964

Fr. Fernando Domínguez, OFM: Revista Florecillas de San Antonio, Lima: 1963-64, pp.189-91

Un enfervorizado clamor de triunfo, una explosión de amor eucarístico han sido las notas predominantes en la celebración del VI Congreso Eucarístico Nacional de España, que ha tenido por marco la vieja ciudad de León, los días del cinco al doce de julio.

                Un solemne triduo, los días 2-4, fue digna antesala del magno acontecimiento religioso-nacional; un programa abundante y bien confeccionado por la respectiva Comisión organizadora llenó la Semana Grande, como se ha llamado está del Congreso Eucarístico español. Al Perú toco figurar de manera principalísima en esta Semana Grande, por la participación del Emmo. Legado Pontificio Juan Cardenal Landázuri, quien ha sabido poner muy en alto el nombre del Perú. Podría decirse que ha sido internacional este Congreso Eucarístico, pues en él han tomado parte no solo en el Perú con su Cardenal, sino algunas otras naciones: Argentina. Italia, etc.

                Ya desde la recepción que todo León tributó el sábado cuatro de Julio, víspera del Congreso al Cardenal franciscano Legado Pontificio, atrajo éste sobre sí la admiración de los miles de congresistas. Al siguiente día, primero del Congreso, en la Misa Pontifical, que abrió oficialmente las ceremonias del mismo Congreso Eucarístico, se ratificó la impresión recibida, ampliándose a medida que se desarrollaba el programa en los días sucesivos. Lo pudimos comprobar directamente en conversaciones con diversidad de personas, sin dar a conocer nuestra condición de religioso franciscano de la misma Provincia de San Francisco Solano PP. Descalzos del Perú, a la que pertenece el Cardenal Legado.

                En todas partes oíamos el mismo uniforme comentario: "¡Qué bueno es el Cardenal Legado!"¡Y que bien habla! Sobre todo, nos tiene admirados por su cariño a España y por su obra misional en América, sobre todo en el Perú, de donde es él!". Y por el estilo todos los comentarios.

                El día primero con del congreso quedó lleno con las ceremonias de la magnífica apertura, en la que sobresalió la alocución brillante de su Eminencia el Cardenal Legado.

                Vino luego con el segundo día, dedicado al apostolado de los seglares, un tema que cautivó por su hondo significado y actualidad. Sobre lo que es el "sentido popular y misional de la eucaristía" pronunció hermosa conferencia el catedrático de la Universidad Central de Madrid Sr. D. Luis Morales Oliver. En la función de la tarde ene l Campo Eucarístico intervino, por cierto en forma brillantísima, al Obispo de Astorga D. Marcelo Gonzales Martín, todo vida cuando habló de, cómo la obra misional es obra de la Iglesia, es obra de Cristo en persona.

                No podemos detenernos en relatar, día por día, los numerosos actos del Congreso. Sería empalagoso. Más no podemos decir de resaltar algunos, los más importantes. "La santificación del trabajo" tuvo su día reservado en estas jornadas. También la juventud tuvo su día, el cuarto del programa. Tanto uno como otro, dos temas fueron desarrollados con hondura y en proporción a las exigencias de la hora presente. Emocionante el día de la juventud con la inmensa peregrinación de cuarenta mil jóvenes al Santuario de la Virgen del camino, distante nueve kilómetros de la ciudad de León y centro de la devoción mariana leonesa. Allí celebró la misa y predicó emocionada alocución el Legado Papal ese día. También este día, otro acontecimiento de importancia hubo: fue la entrada en León de las reliquias de Santo Toribio.

                Atención especial se tuvo para un tema que repercute hondamente en Hispanoamérica y, por tanto, en el Perú: "La espiritualidad hispanoamericana" que incluía el otro de las vocaciones sacerdotales y religiosas. En torno a estos dos temas, concentrados en uno, hizo el Obispo Auxiliar de Lima Mons. Dr. Fidel Tubino una brillante exposición de la ingente labor llevada a cabo en tierras del Perú por Santo Toribio de Mogrovejo, inquisidor general de España antes de ser nombrado Arzobispo de Lima, cargo que le fue conferido precisamente por las grandes virtudes de que dio ejemplo siendo inquisidor.

                También el "Día de la espiritualidad hispanoamericana", en la bellísima catedral de León, la "Pulchra", fueron consagrados cincuenta y cinco nuevos sacerdotes, de diversas Órdenes religiosas y Diócesis. Una porción de los nuevos sacerdotes fueron consagrados por el Emmo. Cardenal Legado ante las reliquias de Santo Toribio, traídas la víspera, como ya dijimos, a León. Llegaron desde Mayorga, pueblo natal del santo leonés y apóstol del Perú.

                Todavía, sobre la el tema de la espiritualidad hispanoamericana, añadiremos que fue uno de los que más atención absorbieron. Conferencia de excepcional interés sobre el mismo, la pronunciada en "El Emperador", el menor teatro de León, por el Ministro de Información y Turismo Sr. Manuel Fraga Iribarne, al que muy bien podría llamarse, como dijo el cardenal Landázuri. "Ministro de la Hispanidad". Como ideas madres de la conferencia apuntamos éstas: "De hecho, existe hoy una consecuencia de comunidad hispánica; existe la unidad de pueblos hispánicos, no fundada en postulados de raza, pues para los hispanos no hay aquello de pueblos de raza inferior o superior, sino que todos los pueblos son iguales, porque todos son redimidos por Cristo, y todos son hijos de Dios. Este es el sentido católico de la hispanidad, que es afirmación de los valores humanos, el valor del hombre a lo católico también, abarcando, con lo humano, lo espiritual y lo eterno en el hombre, todo al mismo tiempo y dentro de la circunstancia concreta de tiempo y espacio.

Sobre el tema las vocaciones, y mirando preferentemente al Perú, ya su Emcia. El Cardenal Landázuri hizo resaltar lo que significa para América hispana la obra de Santo Toribio. Nos conmueve que la impresión de vivo entusiasmo que nuestro Cardenal arrancó de la numerosísima concurrencia cuando pudo de relieve aquella obra a la que ahora a la vuelta de casi cuatro siglos, era él, el Primado de Lima, hijo de San Francisco y sucesor del santo leonés, quien devolvía, agradecido, el mensaje de Santo Torivio al Perú, mensaje de fe católica, de civilización cristiana y de lenguaje castellano. Nuestras expresiones quedan cortas ante lo encendidas que fueron las palabras del Cardenal Legado Papal y mensajero del Perú en tan memorable ocasión.

Finalmente, un detalle significativo sobre las vocaciones, que queremos conozcan los lectores de Florecillas: la ofrenda que hicieron tres matrimonios, los que más hijos vivos tenían consagrados a Dios como religiosos o sacerdotes. De los tres matrimonios, uno se presentó con nueve hijos, sí, nueve hijos religiosos, de ellos ocho monjas y un varón. Los otros dos matrimonios, cada uno con ocho hijos religiosos. Así de recia y cristiana es todavía la familia en España, que aún puede presentar ejemplos como estos en pleno siglo veinte. Con razón el Cardenal Landázuri llamó a España "cantera de vocaciones para la Iglesia".

No es posible silenciar del todo la jornada de la Adoración Nocturna de Hombres y la Vigilia Extraordinaria en la noche del once de julio. Fue sencillamente eso extraordinaria. En ella tuvo brillante actuación el Obispo de la Plata (Argentina) Excmo. Mons. D. Antonio J. Plaza, quien predicó en la catedral a la nada compacta de solos hombres, que llenaban el recinto a las doce de aquella noche, iluminado por dentro y por fuera como un ascua viva.

En toda España tiene filiales la Asociación eucarísticas de León. Todas las noches del Congreso hubo turnos de adoración extraordinaria en la real basílica de San Isidoro. Pero fue la víspera de la clausura del Congreso la noche que dejó huella más indeleble en cuantos tuvimos la suerte de asistir a la misma, en la iglesia Catedral. Trescientas banderas, de otros tantos centros eucarísticos de Adoración Nocturna de España se habían juntado en León y habían juntado en León y habían desfilado procesionalmente desde la Basílica de San Isidoro a la Catedral, cantando y rezando en viril entonación el Santo, santo, Santo es el Señor Dios de los ejércitos… Haciendo coro iban las reliquias de San Pascual Bailón, el santo Patrono de las instituciones eucarísticas, que habían llegado desde Villarreal, en Valencia, a muchos centenares de kilómetros.

Se acercaba el día de la clausura del Congreso Eucarístico. Para asistir a los actos de clausura, la víspera, sábado once, a las siete y media de la tarde hizo su ingreso a León el Generalísimo Franco. El recibimiento que se le tributó fue grandioso, tanto por parte de autoridades civiles y eclesiásticas como de público en general.

La ceremonia de clausura del Congreso Eucarístico fue a las once. A esa hora ardía un sol fuerte sobre León; pero más ardían los corazones de los muchos millares de congresistas. ¿Cuántos? ¿Ciento cincuenta mil, sesenta mil? No era fácil apreciarlo, porque millares buscaban en la fuerza del calor algo de sombra cercana, en la arboleda y jardines inmediatos, y no ofrecía el conjunto vista panorámica apropiada para cálculo aproximado. Tampoco es fácil apreciar el número de comuniones. Estamos acostumbrados en el Perú a las brillantes concentraciones de comuniones en los Congresos Eucarísticos. También las hubo en León; pero sobre todo, en León fueron muchos más los que esos días comulgaron en las muchas iglesias de la ciudad que antes del altar del congreso mismo. Entre los que comulgaron aquí de manos del cardenal Legado, fue uno el Generalísimo Franco y los Ministros de su Gobierno, que con él habían llegado de Madrid.

Los últimos actos oficiales del Congreso fueron digno remate de los días anteriores: la Misa Pontifical, el radio mensaje del Papa y la procesión eucarística. En la Misa Pontifical la homilía del Cardenal confirmó la buena impresión que del mismo se tenía ya. El radiomensaje del Papa se oyó nítidamente y se aplaudió con fervor al final. Y, finalmente, la procesión eucarística última fue digno broche de oro del magnífico Congreso de León.

Como últimas palabras de esta apretada crónica, solo diremos que el Emmo. Cardenal Landázuri, terminado el Congreso y antes de regresar al Perú, hizo ligero recorrido por algunas poblaciones de España, en dos coches que el Generalísimo Franco había puesto a disposición del Cardenal y su comitiva, desde que pisó suelo español. Visitó Compostela y su región, Vitoria, Zaragoza y Valencia, etc. La noche del 17 al 18 de julio la pasó en nuestro Colegio Seráfico de Anguciana, donde se preparan los futuros misioneros para el Perú. El 20 en Madrid, fue condecorado el Generalísimo con la Cruz de Carlos III y agasajado con un banquete. El 21 emprendía regreso al Perú, siendo cumplimentado en Barajas, cual correspondía a la dignidad de tan alto príncipe de la Iglesia. Un avión de la Cía. Española Iberia se trasladó, en feliz viaje, desde Madrid a Lima.

Entrevista a monseñor fray José Rodríguez Carballo de Juan Vicente Boo en el diario ABC (17-11-2013)

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Entrevista a monseñor fray  José Rodríguez Carballo, ex ministro general de los Franciscanos y desde abril, arzobispo secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.

Es una entrevista de Juan Vicente Boo en el diario ABC (17-11-2013):

Con frecuencia, el Padre José Rodríguez Carballo tiene que trabajar hasta tarde en su despacho que se asoma a la plaza de San Pedro. El primer alto cargo del Vaticano nombrado por el Papa Francisco uno de esos españoles «tamaño gigante», elegidos para llevar el timón de grandes instituciones activas en todo el mundo.

Como Adolfo Nicolás en la Compañía de Jesús o Javier Echevarría en la Prelatura del Opus Dei. Jovial y sencillo, José Rodríguez Carballo fue elegido ministro general de los Franciscanos en 2003, y reelegido en 2009 para un segundo sexenio que no ha llegado a terminar, pues el Papa Francisco lo «robó» a principios de abril para la Curia vaticana, donde es el «número dos» de la Congregación para los Religiosos (oficialmente, Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica), presidida por el extraordinario cardenal brasileño Joao Braz de Aviz.

Este franciscano gallego de 60 años (Lodoselo, Orense, 1953) fue invitado por el Papa Francisco a concelebrar con él la misa de Inauguración del Pontificado el 19 de marzo, y a acompañarle el pasado mes de octubre en su peregrinación a Asís, al encuentro del santo de quien toma el nombre.

En realidad, el Papa no era el primero en darse cuenta de su valía. Si los franciscanos le habían elegido dos veces como ministro general, los superiores de las demás órdenes religiosas le eligieron en 2012 presidente de la Unión de Superiores Generales.

«Pepe», como le llaman sus viejos amigos, debe tener varios corazones, pues mantiene uno en Jerusalén, donde estudió cinco años y donde fue ordenado sacerdote; otro en su Lodoselo natal, que visita con frecuencia; y otro en Santiago de Compostela, donde fue Guardián y Rector del Convento de San Francisco, y en cuya catedral fue ordenado obispo por el entonces cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone, el pasado mes de mayo.

-¿Cuándo conoció al Papa?

-Fue en Roma en 2004, cuando yo era ministro general de los Franciscanos y él vino a visitarme como presidente de la conferencia episcopal argentina. Hablamos de proyectos en que participaba la orden. Fue un encuentro muy familiar, muy cercano, muy sereno. Noté su gran capacidad de escucha y de síntesis. Después he visto que afronta las cuestiones con realismo y sabe tomar decisiones. Le ayudan una gran memoria y una gran sensibilidad.

-¿Cuándo le vio por primera vez como Papa?

-El 19 de marzo, pues me invitó a concelebrar en la misa de Inauguración del Pontificado cuando yo era todavía general de la Orden de los Hermanos Menores (OFM). Le pregunté si se acordaba de mí. Me interrumpió y dijo que se acordaba perfectamente… «incluso de una cita a la que no acudiste». Le pregunté: « ¿Santidad, cuál?». Y él me contestó: «Durante tu última visita a Buenos Aires habíamos quedado en tomar un café en mi casa, pero luego no pudiste venir».

-¿Habían trabajado juntos antes?

-He disfrutado muchos momentos fraternos y familiares durante dos Sínodos de Obispos, en el trabajo por grupos lingüísticos. Y tuve la dicha de participar, por nombramiento de Benedicto XVI, en la reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano de 2007 en Aparecida, donde el cardenal Bergoglio tuvo un papel importantísimo como presidente de la comisión que redactó el documento final.

-¿Se ha convertido en un mensaje para el mundo?

-Aunque Aparecida estudia sobre todo la situación continental de América Latina, donde viven casi la mitad de los católicos, su mensaje es para toda la Iglesia. Ser «discípulos misioneros» es de una actualidad impresionante. El Papa ha mencionado estas ideas en repetidas ocasiones, y también el llamamiento a la pobreza evangélica. La opción por los pobres está en el Evangelio. De ahí la toma el Papa.

-Usted fue de las pocas personas invitadas a acompañarle a Asís el 4 de octubre. ¿Qué le impresionó?

-Ante todo, su resistencia física. Nunca imaginé que pudiese completar un programa de doce horas tan apretado. Al final le pregunté si estaba muy cansado, y me dijo: «Por lo de hoy, no. Los problemas empiezan mañana». También me impresionó su capacidad de concentrarse en oración en cada santuario, a pesar de que una visita papal está rodeada de muchas cosas externas.

-Su primera cita de aquella jornada fue con discapacitados graves…

-Me impresionó mucho ese encuentro con enfermos. Muchos ni siquiera podían hablar. Saludaba uno a uno, se detenía con cada uno. Nos dijo que había que ver y tocar las llagas de Cristo en aquellos enfermos. Él les abrazaba y les besaba. Sus gestos le salen del corazón y nos llevan a pensar en los de Jesús. En Asís yo pensé muchas veces: «Es San Francisco, que hoy abraza de nuevo a los leprosos». Y al atardecer, el gran encuentro con los jóvenes… Aquella jornada era una peregrinación, y no hizo muchos discursos, pero me impresionó mucho la claridad con que habló a los jóvenes de salir de la cultura de lo provisional, del «aquí y ahora». Les proponía metas altas. Les habló del sentido de la virginidad, de la unidad en el matrimonio, en la familia, de la vocación consagrada y sacerdotal…

-La verdad es que resultaba exigente.

-El Papa nos lleva al Evangelio, y el Evangelio no admite rebajas. Hay que escucharle atentamente para no quedarnos simplemente en lo exterior, en las palabras bonitas que dice. Hay que profundizar para llegar realmente al mensaje que nos quiere comunicar.

-¿Cuál es ese mensaje?

-Ante todo, centrarnos en Jesús. Yo creo que todo el mensaje del Papa es profundamente cristológico y, por tanto, evangélico. Destacaría también que quiere una Iglesia pobre y más cercana a los pobres. Después, insiste mucho en la importancia de la oración. La noche de la oración por la paz en Siria estuvo allí clavado cuatro horas orando con los demás. Me impresiona su insistencia en el Dios-amor, el Dios del perdón, de la misericordia. Y esto está produciendo muchos frutos. La gente lo escucha, redescubre la importancia de la reconciliación con Dios y con los demás. No dice nada nuevo, porque eso está en el Evangelio, pero lo dice de forma nueva y en el contexto que necesita el hombre de hoy: que Dios no se cansa de perdonar porque es amor.

-¿Echa de menos a Benedicto XVI?

-Cuando renunció, me sentí casi huérfano, pues tenía una relación muy cercana como ministro general. Lo apreciaba y lo aprecio. Supo enfrentarse a problemas muy duros en la Iglesia con una línea muy evangélica y muy clara. Mi aprecio aumentó ante el gesto de la renuncia, que ha hecho posible el fenómeno, el milagro, de un Papa Francisco. Benedicto XVI ha sido un gran Papa, y sigue siendo grande en esa vida escondida. Su grandeza será reconocida.

-¿Fue la renuncia el detonante de la reforma?

-Yo creo que el «shock» de la renuncia de Benedicto planteó muchas preguntas: cuáles son los motivos, qué nos quiere decir. Su gesto interrogó a muchos en la Iglesia y fuera de ella. Ahí empezó este movimiento de renovación tan profundo, que no es revolucionario en sentido de echar por tierra lo anterior. No, no. Es continuidad, pero con un estilo nuevo y con una energía nueva. Con un Papa que aporta su persona, su cultura, su formación. Estamos asistiendo a una primavera de la Iglesia, y esto es una gran alegría.

-La riada de peregrinos a Roma es espectacular…

-Desde mi apartamento veo que la gente empieza a llegar a las seis de la mañana para la audiencia general. Esto hay que analizarlo. No podemos decir «es populismo». No. Creo que esta afluencia constante de masas nos habla del deseo profundo del hombre y la mujer de hoy. Ese deseo no pueden saciarlo en ideologías, sino que quieren una persona, y es la persona de Jesús. El Papa no les da otra cosa más que la persona de Jesús, el Evangelio. Los pastores tenemos que preguntarnos: « ¿Qué estamos ofreciendo al pueblo de Dios?». Si seguimos al Papa en esto, nos daremos cuenta de que la gente responde.

-Su ordenación como obispo en Santiago fue un acontecimiento internacional. ¿Cuándo vuelve a Compostela?

-Entre tantos recuerdos de aquellos días conservo uno muy cariñoso por su compañero periodista Enrique Beotas, fallecido en el accidente del tren la víspera de la fiesta del Apóstol. A Compostela voy con mucha frecuencia. Estuve hace poco para recibir el premio «Gallego del Año», y en breve iré a Orense a recibir el premio «Orensanía». Voy con mucha frecuencia, porque el lugar donde mejor consigo descansar es en Galicia, con mi familia, en mi aldea de Lodoselo. Allí me encuentro muy a gusto con mis vecinos.  Me siento uno de ellos y me sienten como algo suyo. Descanso, trato de ayudar en mi parroquia o en las cercanas… Para mí, volver a mi tierra es como recuperar las fuerzas. Desde hace más de 20 años presido en Santiago la procesión de la Última Cena, que sale el Jueves Santo precisamente de nuestra iglesia de San Francisco. Este año he aceptado con mucho gusto realizar el pregón de Semana Santa.

-Además ha firmado un convenio con la Xunta de Galicia…

-Tal vez muchos no sepan que Francisco de Asís peregrinó a Compostela en el 1214. Su intención era peregrinar y continuar hacia Marruecos, pero nos dicen las fuentes que enfermó y estuvo un período largo en Compostela, donde quizá fundó el primer convento de la Orden. Sea histórica o no la fundación personal del convento, lo cierto es que allí estuvo y que enseguida los franciscanos fueron allí. Tenemos documentos de que en 1222, todavía en vida de San Francisco, ya había frailes en Santiago. La Xunta de Galicia ofrece un programa muy interesante de actos culturales: tres grandes exposiciones, conciertos, seminarios de estudio sobre la peregrinación, el franciscanismo, etc.

-¿Se hará peregrino el Papa Francisco, siguiendo los pasos de sus dos predecesores?

-Yo diría… ¡esperemos que siga los pasos de Francisco de Asís! Es nuestro gran deseo. Sé que ha sido invitado oficialmente, y espero una respuesta positiva, como la esperamos todos.

-Usted formuló la profesión perpetua en Nazaret y fue ordenado sacerdote en Jerusalén. ¿Habrá algún día paz en Tierra Santa?

-En muchos aspectos, Tierra Santa nos acerca a la tierra prometida. Pero, al mismo tiempo, es una tierra de conflicto permanente. En parte, por la situación geográfica: es un cruce de caminos, de culturas, de religiones… Es un mosaico, y el mosaico es bonito, pero no siempre es fácil mantener juntas las piezas.

-Pero, ¿es posible?

-Sí. Sobre todo si profundizásemos en el mensaje de las tres grandes religiones monoteístas, y no convirtiésemos la religión en arma para atacar a los demás. Como hemos escuchado tantas veces a Juan Pablo II, a Benedicto XVI y ahora a Francisco, Dios no puede justificar la violencia. Por desgracia, muchas veces se instrumentaliza la religión para la guerra. Además de un conflicto político, étnico, etc., es también un conflicto religioso. Y las comunidades religiosas deberían jugar un papel importantísimo en la paz. La minoría cristiana puede ser puente entre el judaísmo y el Islam. Por desgracia está siendo víctima muchas veces. Pero tiene vocación de puente, porque nadie como el cristianismo puede ayudar a reconstruir puentes de unión y de fraternidad entre esas dos grandes religiones: el Islam y el judaísmo.

-¿Será posible recuperar algún día el Cenáculo de Jerusalén?

-Sería un gesto de justicia. Los franciscanos fuimos expulsados de aquel lugar que para nosotros es el corazón de nuestra presencia en Tierra Santa. Allí está nuestro convento, todavía hoy ocupado por una escuela talmúdica. Su patio es el claustro del convento, y aún había, hasta hace pocos meses, un escudo franciscano, que ha desaparecido… Devolver el Cenáculo es una cuestión de justicia. Requiere buena voluntad por parte de quienes nos expulsaron, los musulmanes, y por parte de quien hoy tiene el control, que es Israel. Sería un gesto de buena voluntad para todo el pueblo cristiano, y yo creo que Israel lo va a hacer. No sé cuándo ni cómo, pero lo va a hacer. Soy muy optimista. Es un gesto que dirá mucho en su favor. Espero que quienes nos expulsaron y todavía dicen ser propietarios de ese lugar, que en realidad pertenece a los franciscanos, lo comprendan y no pongan trabas a que la cesión pueda realizarse en breve.

-Usted es ahora el «número dos» de la Congregación vaticana de la Vida Consagrada. ¿Cómo ve la situación de los religiosos en el mundo?

-Estoy convencido de que hay mucha vida. De que los colectivos de religiosos y consagrados se han tomado muy en serio la renovación que pidió el Concilio Vaticano II. En todo proceso hay luces y sombras, y no todos los intentos dieron resultados positivos, pero esto no hay que confundirlo con una crisis generalizada. En sentido etimológico, crisis quiere decir momento de tomar decisiones. Yo creo que se está tomando muy en serio la renovación profunda, auténtica, de la vida consagrada, que supone volver a los fundamentos y, al mismo tiempo, responder a las exigencias del mundo actual. Y desde ahí podemos mirar el futuro con esperanza. Yo soy optimista. Veo los problemas, pero también veo que la inmensa mayoría de los consagrados están trabajando seriamente y evangélicamente.

-¿Un sueño?                                                                  

-Servir. Allí donde el Señor me ponga. Servir a todos, sin excluir a nadie. Servir como Francisco de Asís. En última instancia, servir como Jesús nos invitó a servir.

 

Fwd: Pasado, presente y futuro del Hospital de San Andrés, por Dr. Teodoro Hampe Martínez y panelistas.

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PASADO, PRESENTE Y FUTURO DEL HOSPITAL DE SAN ANDRÉS

 Día: Viernes 22 de noviembre

Hora: 6:30 p.m.

Expositor: Dr. Teodoro Hampe Martínez

Panelistas: Dr. Uriel García, Dr. Guido Lombardi, Arql. Antonio Coello

Lugar: Auditorio del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú

(Plaza Bolívar s/n, Pueblo Libre; frente a la Municipalidad del distrito)

INGRESO LIBRE

En la octava cuadra del jirón Huallaga, casi frente a la Plaza Italia, se levanta un extraordinario y en realidad poco conocido santuario inca de la ciudad de Lima: el antiguo Hospital Real de San Andrés. La edificación original de mediados del siglo XVI resguarda en sus muros y cimientos unos testimonios invalorables para la cultura e identidad colectiva peruana, desde tiempos coloniales hasta republicanos, con tesoros prehispánicos.


La presencia del legado incaico

La mayor importancia de ese monumento radica en la existencia de cadáveres embalsamados de varios incas (con sus mujeres), traídos de alrededores del Cusco, con el propósito de extirpar la "idolatría" o adoración de los antiguos gobernantes del Tahuantinsuyu, hacia 1560. Según refieren las fuentes documentales de los siglos XVI y XVII, los cuerpos de los soberanos quechuas fueron depositados secretamente en un corral o patio de dicho hospital.


Ya el sabio Hipólito Unanue, en su memorable discurso Decadencia y restauración del Perú, pronunciado con ocasión de la apertura del Anfiteatro Anatómico de Lima (21 de noviembre de 1792), se refirió a ese acontecimiento de la siguiente manera: "Aun entre las naciones reputadas generalmente por bárbaras, se ha observado una suma afición a la anatomía, y si los progresos que hicieron en esta ciudad los antiguos peruanos hubiesen de medirse por la preparación y conservación de los cadáveres, [...] podrían, sin duda, disputar la preferencia a los egipcios".


En décadas pasadas, se han desarrollado sin éxito algunos intentos por localizar aquellas momias, como los trabajos promovidos por José Toribio Polo (1868) y José de la Riva-Agüero (1937). Sin embargo, el acceso a nuevas tecnologías como el radar penetrante del suelo ha aportado la renovada posibilidad de ubicar los restos de los incas en el viejo Hospital de San Andrés, lo cual se podría lograr en el marco de una excavación arqueológica y una empresa de rescate completo de ese patrimonio monumental.


Salud y apoyo social

Desde la época colonial, el Hospital de San Andrés fue testigo de la lucha por la vida de enfermos y heridos, tanto españoles como criollos, con capacidad para doscientas personas aproximadamente, según referencia del padre Bernabé Cobo en Fundación de Lima. Posteriormente a la Guerra del Pacífico, se convirtió en un albergue para niñas y escuela regentada por una congregación de monjas.


Toda esa labor social se pudo lograr con el apoyo de sus benefactores, cuyos nombres se pueden apreciar en los azulejos del baptisterio. Entre esas nominaciones se puede observar el nombre de presidentes, parlamentarios, intelectuales, y personajes públicos, como la hija del Presidente Manuel Candamo y doña Teresa Álvarez, Calderón, Carmen Candamo Álvarez-Calderón, que fue fundadora de la Orden de las Canonesas de la Cruz.



Se adjunta imagen del viejo Hospital de San Andrés.

 Agradecemos el apoyo en la difusión del evento

 
Atentamente,
Oficina de Comunicaciones - Imagen Institucional
Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú
Ministerio de Cultura
comunicaciones-mnaahp@mcultura.gob.pe
Telf. 463 5070 anx. 245 / 261 7852
Plaza Bolívar s/n (alt. cdra 8 Gral. Vivanco)
Pueblo Libre - Lima 21

JESUCRISTO REY con MONSEÑOR ALEMANY AL CULMINAR EL AÑO DE LA FE

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JESUCRISTO REY, 24.11.2013

 

A la luz del Año de la Fe que termina este domingo y que sin duda nos deja el buen sabor de las cosas de Dios, hablemos de Jesucristo Rey del Universo.  Él es la luz verdadera que ilumina a todo hombre y meditaremos si Jesús es rey; por qué; cómo ha reaccionado la humanidad frente a Él y qué podemos hacer nosotros.

Jesús es Rey

Pilato pone el título sobre la cruz con ironía para molestar a los fariseos que en realidad lo tenían harto con sus exigencias: "Jesús Nazareno, Rey de los judíos".
Jesucristo mismo, cuando le pregunto Pilato: "¿Tú eres rey?". Contesto: "Tú lo has dicho, soy Rey".

La liturgia en el prefacio y en las oraciones de la fiesta enseña que el Padre "consagró Sacerdote eterno y rey del universo a tu único hijo, nuestro Señor Jesucristo, ungiéndolo con oleo de alegría para que, ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta… entregara a tu Majestad infinita un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz".

¿Por qué es Rey Jesús?

Hay un doble motivo para llamar Rey a Jesucristo.

- Rey por naturaleza; ya que es el único hombre que, además de serlo, es Dios verdadero. Ningún otro hombre podrá compararse con Él para quitarle el título.

- Rey por conquista; ya que Él con su sangre compró a toda la humanidad rescatándola del poder del pecado y la muerte con que satanás la había sometido y condenado.

San Pedro enseña que Jesús nos liberó "no con oro ni con plata sino con su sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha".

San Pablo enseña también: "no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio".

Precisamente redención significa volver a comprar.

Esto es lo que hizo Jesús, nuestro Redentor.

¿Cómo ha reaccionado la humanidad frente a Cristo Rey?

- El Evangelio nos dice que Pilato puso sobre la cruz el título de Cristo y la causa de su  muerte: "Éste es el Rey de los judíos".

Las reacciones de ayer y de hoy son más o menos las mismas.

- Los fariseos protestan ante Pilato.

- "Las autoridades hacían muecas a Jesús diciendo: a otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios".

- Los soldados, quizá para congraciarse con las autoridades, le decían: "Sí eres tú el rey de los judíos sálvate a ti mismo".

- "Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros".

- Sólo el otro ladrón, sin duda iluminado por la gracia que Jesús le ofrecía lo defendió con estas palabras: "¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestros es justo porque recibimos el pago de lo que hicimos. En cambio éste no ha faltado en nada".

Y volviéndose con arrepentimiento hacia el Señor que tenía tan cerca en la otra cruz le dijo:

"Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino".

Sólo este ladrón arrepentido escuchó la voz del Salvador que le prometió: "Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso".

- María y las Santas mujeres lo vivían todo en el silencio profundo de su corazón.

Hoy pasa lo mismo.

Los orgullosos se creen con autoridad, rechazan a Jesús y a los suyos, llegan a prohibir sus imágenes y persiguen a quienes siguen su Evangelio.

El Papa Francisco nos hablaba de un millón de cristianos asesinados en este siglo, únicamente por serlo.

- Muchos se llaman cristianos por novelería o por quedar bien pero desprecian a Jesús y a quienes lo siguen de verdad.

Otros malhechores, arrastrados por su vida de pecado, rechazan a Jesús simplemente porque les molesta su luz.

Finalmente, están los que lo reconocen como Rey y Señor y están los mártires que repetían al morir: ¡Viva Cristo Rey!

¿Qué haremos nosotros?

Agradecerle ya que le debemos a Jesús la esperanza de la resurrección, y lo aclamamos con el verso aleluyático: "Bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro Padre David".

A Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo lo glorificamos con el Apocalipsis:

"y oí el clamor de una multitud de Ángeles que estaban alrededor del trono… que gritaban a toda voz: Digno es el Cordero degollado de recibir poder y riqueza, sabiduría y fuerza, honor, gloria y alabanza".

Con el salmo responsorial nos sentimos felices al poder llegar a la casa del Señor:

"Vamos alegres a la casa del Señor".¡Y el Señor es Jesucristo, Rey del Universo!

La primera lectura nos presenta a David aclamado y ungido como rey por las doce tribus porque David es considerado imagen de Cristo, el Rey definitivo "cuyo reino no tendrá fin".

En cuanto al bellísimo himno de san Pablo a los colosenses, les invito a leerlo y meditarlo, porque es una belleza la descripción que hace de nuestro maravilloso Jesús, Rey del Universo.

No hay duda de que Jesús merece el título de Rey, porque siempre será el primero en todo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo


SI NO HAY VERDAD, AMAR ES UN DELITO

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SI NO HAY VERDAD, AMAR ES UN DELITO

Estamos siendo bombardeados por imágenes provocativas altamente manipuladoras. Todos sabemos que "amar no es un delito", pero también sabemos que el amor tiene sus patologías y que se llega hasta la prostitución, al asesinato, a la violación por un falso amor. El pintor genial que fue Goya pintó los monstruos que soñó su razón. Si de "parejas imaginarias" se trata podemos llegar a lo ridículo o a lo absurdo.

Cuando gente famosa que admiramos en el Perú presta su imagen para estas campañas, en principio es para defender al colectivo homosexual para el que reivindica respeto. Sin embargo, el  mensaje que transmiten no es precisamente esto sino la transgresión de la ley natural, la oposición a la verdad bíblica y al sentido común tradicional histórico. Cuando al Papa Francisco se le preguntó sobre los gays se limitó a seguir la sentencia humanitaria y cristiana de "amo al que delinque pero estoy en contra del delito", por eso dijo que quién era él para juzgar.

Aunque siento que necesitaría más tiempo y espacio para analizar la carga semántica e icónica de esta campaña, siento que no puedo callar y debo protestar en nombre de la verdad y en contra de la mentira. Siento que los jóvenes nos piden una palabra y yo les ofrezco la que escribió de modo lúcido y valiente, Benedicto XVI en su encíclica "Caritas in veritate" n. 3

Sólo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida auténticamente. La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe, por medio de la cual la inteligencia llega a la verdad natural y sobrenatural de la caridad, percibiendo su significado de entrega, acogida y comunión. Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad. Es presa fácil de las emociones y las opiniones contingentes de los sujetos, una palabra de la que se abusa y que se distorsiona, terminando por significar lo contrario. La verdad libera a la caridad de la estrechez de una emotividad que la priva de contenidos relacionales y sociales, así como de un fideísmo que mutila su horizonte humano y universal. En la verdad, la caridad refleja la dimensión personal y al mismo tiempo pública de la fe en el Dios bíblico, que es a la vez «Agapé» y «Lógos»: Caridad y Verdad, Amor y Palabra. 

XIX ANIVERSARIO DE LA PARTIDA DEL P. EDUARDO LAFORET, CRUZADO DE SANTA MARÍA QUE OFRECIÓ SU VIDA POR EL PAPA JUAN PABLO II

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Ayer sábado 23 de noviembre, el P. Santiago Manso, en Lima, nos recordó a todos los militantes, en la Misa de Santa María, la bella historia de Eduardo Laforet, el joven cruzado de Santa María que ofreció su vida por el Papa. Les comparto una carta de Paloma Gómez Borrero y la homilía del P. Emiliano Manso, el director espiritual del P. Eduardo



Roma, 15 de diciembre de 2010

Estimado Rafael :

Perdóname que te agradezca tan tarde el libro-testimonio Alpinista del Espíritu, que me ha gustado mucho porque realmente leer la vida de P Eduardo Laforet, enriquece y te hace meditar. Conozco bien a los Cruzados de Santa María y además pienso, tú me dirás si me equivoco, que cuando en el libro se habla de Abelardo de Armas, es el hermano de una íntima amiga, estuvo muchas veces en mi casa, Mary Ángeles de Armas; desgraciadamente se ha muerto, era una gran pintora y me hablaba mucho de su hermano, que decía era un santo.

Que bonito que hayáis escrito un libro en el que volcáis todo vuestro cariño y admiración por una persona extraordinaria como debió ser el P. Eduardo. Ya solo por lo unido que estaba a Juan Pablo II, y ser un "misionero de la cruz" hace que me parezca un ser de los que pasan por la vida dejando un rastro de amor. Gracias de nuevo por habérmelo descubierto.

Me alegro que la charla de Cáceres te gustara un poquito. ¿Qué tal el encuentro de sacerdotes en Roma? A mí me pareció muy bonito y las palabras del papa, ¡esplendidas!

Aprovecho que estamos muy cerca de Navidad para desear que sea serena y hermosa y que el 2011 venga lleno de paz, salud y cosas buenas. Cordialmente, como dicen los italianos Tanti Auguri.

Paloma Gómez Borrero


HOMILÍA – Misa conmemorando – XXV Aniversario de la muerte del 
P. Eduardo Laforet Dorda. 21-noviembre-2009

P. Emiliano Manso Aláez

            "La Eucaristía es el acto mayor de contemplación que pueda darse", decía S. Vicente Ferrer. Por lo mismo podemos seguir afirmando y proclamando que la Eucaristía es el acto mayor de adoración y acción de gracias que pueda darse.

            La Eucaristía es la presencialización sacramental del acto supremo de ofrenda y amor de Jesucristo al Padre; la ofrenda perfecta expiatoria por los pecados de la humanidad, hecha de una vez para siempre.

            La Eucaristía no está al servicio de otras finalidades, sino que todo está al servicio de ella, en relación y referencia a ella. No está para solemnizar actos, encuentros, eventos; más bien es al revés: todo está supeditado y referido a la Eucaristía, que es la fuente de donde dimana la vida de la Iglesia y el fin hacia lo que todo tiende, como recordó el Concilio Vaticano II. Como decía Sto. Tomás de Aquino: "La Eucaristía es como la conformación de la vida espiritual y el fin de todos los sacramentos."

            Es decir, que todos los actos que constituyen y expresan nuestra vida espiritual se enfocan y refieren a la Eucaristía. Todos los sacramentos que configuran nuestro ser cristiano y nuestra vida de fe tienden a la Eucaristía. Toda la actividad apostólica, pastoral de la Iglesia tiende, como una flecha, a la diana de la Eucaristía.

            Así nosotros, en esta tarde, reconocemos que el Acto organizado para recordar el 25 Aniversario de la Muerte del P. Eduardo Laforet Dorda, culmina en la Eucaristía. La Eucaristía no está al servicio de este Acto, para darle mayor relieve, sino al contrario; este Acto sirve y honra a la Eucaristía, culmina en ella; este Acto, esta conmemoración está al servicio de la Eucaristía, donde todo encuentra la plenitud de sentido.

            La vida y la muerte de Eduardo, la ofrenda de su vida por la vida del Papa, su consagración en la Cruzada y su Sacerdocio: todo tiene su culminación en la Eucaristía.

            La Eucaristía es el memorial del sacrificio sacerdotal redentor de Jesucristo. Es el banquete del Cuerpo sacrificado de Cristo y de su Sangre derramada como expiación de los pecados de la humanidad.

            La Eucaristía es el lugar de la ofrenda, donde nuestras pequeñas o grandes ofrendas deben quedar incorporadas, asumidas. Será una gota en el océano, pero esa gota adquiere así pleno sentido en el océano.

            La Iglesia exhorta, de modo constante, a todos los fieles a asistir y participar activamente en la Eucaristía, para ofrecerse juntamente con Jesucristo, hostia pura, hostia santa, hostia inmaculada.

            Todos "invitados y conducidos a ofrecerse a sí mismos, sus trabajos y todas sus cosas, en unión con Jesús mismo". (Cf. PO 5)

            "Los sacerdotes enseñen a fondo a los fieles a ofrecer a Dios Padre la Víctima divina en el Sacrificio de la Misa y a hacer, juntamente con ella, oblación de su propia vida." (Cf. PO 5)

            Cuando hoy recordamos la persona del P. Eduardo, recordamos la ofrenda de su vida, que culminó con su muerte hace 25 años; hizo la oblación de su vida ante la Eucaristía, uniéndose a Jesucristo, única víctima grata al Padre.

            Le damos gracias a Dios por el don que el Señor nos hizo de la persona de Eduardo, de su ofrenda, por el ejemplo estimulante de su gesto generoso, y gracias también porque le sentimos muy cercano a nosotros.

            Es nuestro. Es de nuestra familia natural, decís vosotros, madre, hermanos y demás familiares.

            Es nuestro, de nuestra familia espiritual, decimos nosotros, los Cruzados de Santa María; miembro de nuestro Instituto Secular, al que se incorporó, donde profesó la consagración de los consejos evangélicos, donde vivió durante los ocho años últimos de su vida, donde murió siendo sacerdote los ocho últimos meses de su vida.

            Es nuestro, le sentimos muy cercano a nosotros, porque le vemos muy humano, debatiéndose por escalar la cumbre de la santidad, luchando con los defectos y miserias, de las que nos vemos nosotros mismos rodeados. Eduardo era consciente de sus miserias y fallos, pero apoyado en el trampolín de la humildad y de la confianza en el amor misericordioso de Dios, aspiraba a las altas cimas de la santidad. Fue un alpinista del espíritu, como le hemos denominado.

            Eduardo estaba como marcado por el signo de la ofrenda, del sacrificio.

            Esto lo comprendí, especialmente cuando el padre de Eduardo tuvo la confianza de contarme algo sorprendente y que aún yo no conocía.

            Era el 24 de noviembre de 1984 por la tarde. Los restos mortales de Eduardo reposaban en el salón de la planta baja de nuestro hogar central de los Cruzados de Santa María, en la calle Écija. Estábamos hablando en mi despacho el padre, la madre de Eduardo y yo, los tres. Nos dedicábamos a recordar, sin prisa, a pasar por el corazón los hechos y las vivencias del pasado, referentes a Eduardo. Recordar es un modo de consolar y consolarse; hacer presente a la persona que amamos, que se nos ha ido, que está ausente.

            Y, en este ambiente de intimidad, de sosiego en la fe y esperanza, me contó el padre de Eduardo, o mejor recordó, cómo cuando su hijo Eduardo le manifestó el deseo de ser sacerdote, le llevó a su despacho, abrió la Biblia, buscó un pasaje bien conocido: el Sacrificio de Isaac, y le mandó a su hijo que se pusiera de rodillas, mientras lo leía conmovido.

            Un gesto emocionante y significativo, que puede tener muchas lecturas y significados. Yo caí en la cuenta de que Eduardo había estado señalado con el signo de la ofrenda, del sacrificio. No creo que haya habido muchas escenas como ésta, cuando un hijo manifiesta a su padre el propósito de su vocación sacerdotal, de su consagración a Dios.

            Un padre que, como Abraham, ofrece su hijo a Dios.

            Un padre que pone a su hijo bajo la Palabra de Dios, proponiéndole así una orientación para interpretar y vivir su vocación.

            Y un hijo que escucha el texto de la Sagrada Escritura de rodillas, acogiendo todo el misterio que en ese texto se concentra y que después ha de ir interpretando y aplicando a su vida.

            Isaac es un anuncio profético de Jesucristo, sacrificio y víctima.

            Eduardo, en un gesto presuroso y generoso, ofreció su vida por el Papa Juan Pablo II, ante la Eucaristía, aquella tarde del 13 de mayo de 1981, momento en el que la vida del Papa estaba en grave riesgo de perecer, por el criminal atentado sufrido.

            Cuando, posteriormente, Eduardo se había internado por el sendero del dolor hacia la cumbre del Calvario, quiso reafirmar la ofrenda de su vida en el contexto de la ofrenda al Amor Misericordioso de Santa Teresita del Niño Jesús, el 8 de septiembre de 1983, fiesta de la Natividad de María, y me la entregó en un folio firmado.

            Ya en el segundo mensaje, de los tres que había recogido en su carpeta (y que con tanta precisión y acierto analiza y estudia J.L. Acebes en el libro Alpinista del Espíritu), asume y encaja perfectamente el Mensaje de la Virgen de Fátima, mensaje que habla de ofrenda por la salvación del mundo. "La Virgen te suplica, esperanzada y llena de amor: ¿Quieres ofrecerte a Dios para soportar todos los sufrimientos que quiera enviarte, en reparación por los pecados con que es ofendido y en súplica por la conversión de los pecadores? Tendrás que sufrir mucho, pero no temas; la gracia de Dios será tu fortaleza y yo nunca te dejaré. Mi Corazón será tu refugio y camino que te conducirá hasta Dios."

            La ofrenda ha tomado ahora la configuración de una propuesta, de una oferta que hace la Virgen, con una finalidad expiatoria.

            Eduardo ha vivido la vida como una ofrenda, como una ofrenda de la vida; y lo ha vivido en comunión con María y en referencia al Sacramento de la Eucaristía, Sacrificio Eucarístico. Así corona su tercer mensaje, recogido en su carpeta:

"El Señor mismo en el Santísimo Sacramento, que hace presente su Sacrificio, te llama a unirte a Él. Y María, su Madre y Madre tuya está junto a ti, para enseñarte y ayudarte".

            Feliz y significativa coincidencia al recordar estos temas, que constituyeron las vivencias íntimas de Eduardo, coincidiendo con la celebración litúrgica de este día: Presentación de María en el templo.

            Es una de las doce grandes fiestas marianas que celebran en la liturgia los cristianos orientales. En la liturgia romana de occidente se introdujo a finales del S. XVI.

            Su fundamento histórico no es muy sólido. Nos llega a través del evangelio apócrifo titulado: Protoevangelio de Santiago. Se nos cuenta que María fue llevada al templo de Jerusalén por sus padres, cuando tenía tres años, para que permaneciera una temporada educada con otras niñas en las cosas religiosas. Todo esto se realiza envuelto en señales milagrosas.

            Sin embargo, el contenido y el significado teológico y espiritual es muy rico, y muy real y cierto.

            En el Corazón de María, concebida sin pecado original, bulle un deseo vivo de entrega, de consagración a Dios. Es lo que se significa con esa subida y estancia en el templo. Esa decisión de su mente iluminada y de su voluntad totalmente libre se va perfilando, concretando y realizando a lo largo de su vida. Adquiere una entidad perfectamente configurada en su consagración virginal en el Hágase de la Anunciación y su culminación en el Estar junto a la Cruz de su Hijo.

Eduardo vivió al calor de la espiritualidad mariana y, por lo tanto, quedó su vida incluida en ese maravilloso paréntesis del Hágase y del Estar. Como resume el P. Rafael Delgado en su capítulo profundo y diáfano, titulado Escalada al Calvario: Misionero de la Cruz, en el libro Alpinista del Espíritu. "La vida, la consagración, el sacerdocio y el sacrificio del P. Eduardo Laforet se sitúan entre dos palabras del Evangelio referidas a María: el Hágase de la Anunciación y el Estar de la Cruz."

            Eduardo vivió especialmente la devoción a la Virgen en los ocho años como cruzado de Santa María y en los ocho meses últimos de su vida, como sacerdote cruzado. Se puede comprobar esta veta espiritual de Eduardo en el libro Alpinista del Espíritu y ver cómo atraviesa toda su vida. Significativamente, puso su ofrenda al Amor Misericordioso en manos de la Virgen:

            "En este día en que celebramos con gran gozo tu nacimiento para Dios, pongo en tus manos, Madre, este ofrecimiento como víctima al Amor Misericordioso".

            En la carta que escribe a S. Pablo, el 19 marzo de 1984, al día siguiente de su ordenación de diácono, esperando en la intercesión de S. Pablo para realizar el aspecto victimal de su sacerdocio, dice: "Siento una necesidad imperiosa de identificarme con Jesucristo Hostia Santa, de ser con Él en medio de mis hermanos, presencia silenciosa y fecunda".

            Y S. Pablo le responde, subrayando intensamente esa orientación de ofrenda e inmolación.

            El P. Tomás Morales, en un pequeño libro que nos dejó especialmente para los sacerdotes cruzados, titulado Sacerdotale, recoge una frase en la dedicatoria que yo no dudaría afirmar que es de Eduardo. Pues el P. Morales nos pidió le diéramos por escrito nuestras reflexiones sobre el tema del sacerdote en la Cruzada. Y Eduardo se las dio.

            "Estas notas tratan de iluminar vuestro principal quehacer sacerdotal -escribe el P. Morales- Uno de vosotros, sin sospecharlo, me parece que ha acertado a delimitar su objetivo, sintetizando el contenido."

            "Quiero ser víctima de holocausto –me dice- por mis hermanos cruzados. Por aquí se va enfocando mi futuro sacerdotal: ofrecer gota a gota mi vida por ellos".

            Sean o no estas palabras de Eduardo, el P. Morales las asume de modo muy elogioso. Sintonizan con sus criterios. Expresan un aspecto básico de la espiritualidad sacerdotal, aunque no sea la única dimensión del sacerdote.

            En este sentido, Eduardo se nos ofrece como un modelo, pero un modelo estimulante para que todos, cada uno en su propio estado y vocación, sigamos la ruta de este alpinista del espíritu, de modo particular los sacerdotes cruzados y los cruzados laicos.

            Confío que también será para todos los sacerdotes y seminaristas, providencialmente en este Año Sacerdotal, un estímulo para una entrega más generosa a Dios, y poder lanzar a los cuatro vientos ese grito que tanto gustaba a Eduardo –que S. Rafael Arnáiz hizo tan suyo- ¡Sólo Dios! La primacía absoluta y gozosa de Dios.

            Estimulados por todo esto, queremos poner nuestra ofrenda en el Altar como una gota en el océano infinito de la oblación de Jesucristo, como un granito de arena en la playa inmensa del Sacrificio del Señor. Unir nuestra ofrenda a la ofrenda sacerdotal de Jesús, que se hace presente sacramentalmente en esta celebración.

            Deseamos hacer nuestras, de alguna manera, las palabra que Eduardo dejó escritas en su agenda, unos días antes de su Ordenación Sacerdotal: "Ser hostia con la Hostia, identificarme con Jesucristo en el Sagrario por el sufrimiento, el silencio, la paciencia, la sonrisa, la disponibilidad… ¡Te amo, Jesús mío!" (04.03.1984)

LA COMPAÑÍA DE MARÍA (MARIANISTAS) EN EL PERÚ 75 AÑOS DE MISIÓN 1939 – 2014 EL REGALO DE UNA PRESENCIA

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LA COMPAÑÍA DE MARÍA (MARIANISTAS) EN EL PERÚ

75 AÑOS DE MISIÓN

1939 – 2014

EL REGALO DE UNA PRESENCIA

 

¡Toca la hora de repicar las campanas por el jubileo marianista en el Perú! Se cumple el tiempo de la gratitud, de la memoria y de la ofrenda por la vida plena hecha misión de los Marianistas en el Perú, "Compañía de María", a lo largo de los 75 años de su caminar. Podemos decir que "en compañía de María", como discípulos matriculados en la "escuela de María" y como "misioneros" en el campo –el Perú- al que fueron enviados.

Tantos años nos invitan como señaló Juan Pablo II al comenzar el Nuevo Milenio, a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro. "(Tertio millennio adveniente"

Sonó la hora de escuchar sus testimonios orales, leer sus escritos, contemplar sus fotos y video, tanto si son personales como grupales, de grandes personajes y de otros quizá olvidados, para "recordar" (pasar por el corazón) sus vidas, sus acciones, su vocación, su misión. Da gusto saber que cuentan con un cuidado Archivo Central  que, ya ha sido aprovechado por los Hermanos Robert D. Wood y George N. Lytle,  para pergeñar su historia.

Es el momento de acercar nuestra lente a los "grandes" marianistas como Julio Corazao, Óscar Alzamora, W. Morris, Albert Mitchel, Thomas Helm, Lawrence Jordan, Robert Heil, Thomas Schelble, Paul Zeis, George Lytle, Robert Wood pero sin olvidar a los "no tanto", y presentar sobre todo la gran foto de nuestra gran familia, con los Hermanos, los colaboradores laicos, el movimiento marianista en Perú. No es una mirada con nostalgia hacia el pasado, sino con el fervor gozoso con el que se viven los jubileos, sabiendo que "todo es gracia", pero también para dialogar con el hoy, con el presente, para verlo tal cual es, real, pero visto con "pasión", con amor. Y todo ello, con el deseo de seguir caminando en esperanza, abiertos con confianza al futuro.

Al volver la vista atrás sentimos la presencia cercana de nuestra Madre como certeramente escribieron los padres sinodales en Aparecida:

"como imagen acabada y fidelísima del seguimiento de Cristo. Ésta es la hora de la seguidora más radical de Cristo, de su magisterio discipular y misionero al que nos envía el Papa Benedicto XVI…El Papa vino a Aparecida con viva alegría para decirnos en primer lugar: Permanezcan en la escuela de María. Inspírense en sus enseñanzas. Procuren acoger y guardar dentro del corazón las luces que ella, por mandato divino, les envía desde lo alto" (Documento final, n.: 270).

Los Marianistas llegaron a Lima (Perú), en 1939, provenientes de la Provincia de St. Louis (USA), a petición de un grupo de familias, que querían desde 1934 para sus hijos una buena educación en inglés, pero con la fe católica dada por religiosos. Los padres de familia, constituyeron el Comité Fundador, eligiendo a su junta directiva: Carlos Alvarez Calderón (Presidente); Jaime Freundt Thurne (Secretario); Abelardo Noriega (Tesorero); Guillermo Cossío (Vocal) y Jorge Avendaño (Vocal), con la obligación de proporcionar la infraestructura del Colegio Santa María. Gracias al Nuncio, Mons. Fernando Cento, y al Arzobispo de Lima, Mons. Pedro Pascual Farfán, se facilitó todo, y así la mañana del 1 de marzo del 1 de marzo de 1939 el Padre Bernard Blemker y los Hermanos Theodore Noll, Robert Buss y Mathias Kessel, arribaron en barco al Perú.

 

Cinco años después, en 1944, llegan cinco hermanos más y los marianistas aceptan la enseñanza en la Escuela Normal Rural de Chupaca, en la sierra de Junín. Este mismo año el Padre William Morris y el Hermano Theodore Noll, toman la administración del Colegio San Antonio Marianistas, en el Callao.

En 1949, se funda la Parroquia Santa María Reina, siendo su primer párroco el Padre Valentín Albert Mitchel.  En 1957, se funda el Colegio de San José Obrero de Trujillo. En 1962, en pleno Concilio Vaticano II, el Padre William Morris funda la Universidad Católica Santa María de Arequipa. Tres años más tarde, en 1965, se funda junto a la Parroquia Santa María Reina de Lima, el Colegio Parroquial María Reina Marianistas.

Por el año 1971 se inició el Colegio María Reina Vespertina que funcionó regularmente hasta el año 1998 y llegó a contar con 33 profesores y 900 alumnas, las cuales pagaban apenas una pensión de 50 intis mensuales en 1986.  El Hermano Julio Corazao –director durante el periodo 1992-1994- feliz de su gestión- contará que "una de las felicidades más grandes que tienen son sus días de Primera Comunión y de Confirmación y para algunas su Bautizo" Acerca de las actividades extraescolares se citan: las visitas a los museos, exposiciones de arte, actuaciones teatrales en la biblioteca de San Isidro, viajes de promoción a Huaraz, jornadas de reflexión y Retiros, paseo con profesores. Como actividades motivadoras destacan las jornadas deportivas, las Olimpiadas con participación de la Banda del Callao, el desfile de modas, la exposición de trabajos manuales. Se cuidaron las celebraciones con motivo del Día de la Madre, Día del Padre, Día del Maestro, Día del Obrero, Día del folklore, día de la Primavera.

La Obra crece y madura, y el 22 de enero de 1979, se convierte en "Provincia de Perú", siendo su primer provincial el Padre Oscar Alzamora Revoredo, un peruano, alumno egresado del Santa María, que años más tarde será consagrado como Obispo, el primer Obispo marianista en la historia de la Iglesia, animador  de la presencia de los laicos en las realidades públicas, tanto al frente de la diócesis de Tacna como obispo auxiliar en el arzobispado de Lima.

En 1985 se inauguró la Casa de Retiro "Santa María", en Chacarilla del Estanque, ofreciendo servicios de jornadas y retiros. En 1988 se funda la Parroquia María Madre del Redentor, en el barrio de Santa Rosa, en el Callao, con el Padre Javier Nugent como su primer párroco. Cinco años después, en 1993, se fundó el Centro de Educación Ocupacional San Juan Vianney, que luego Instituto Superior Tecnológico Particular "Chaminade".

En 1995 se creó un centro para formar en la fe a niños y jóvenes en situación de riesgo en el Callao, Hermano Thomas Helm. En 1998, gracias a donativos se logró hacer una construcción apropiada en el terreno conseguido en el centro del Callao.En 1998 se fundó el Centro de Formación de Pastoral Rural "María Madre del Buen Consejo", en Otuzco, tierra visitada por la misión marianista desde 1991.

Ya en el siglo XXI, en el 2003, se crea AMAS, (asociación marianista de acción social), encaminada a capacitar integralmente a los agricultores especialmente los que viven  en la zona minera de la sierra liberteña.

Será en el 2004 cuando la emisora de radio marianista chamiradio y gracias al matrimonio, Cela Talavera y Francisco Reyes salta a las ondas en el 1140 de AM, tras unos años colaborando en una radio local con el programa "el chami". Adoptan como slogan "Señal de Libertad" por la defensa de la libertad de prensa, por encontrarse en la Región Libertad y porque la radio está ubicada en la calle libertad 120, Otuzco.

El año 2009 los marianistas aceptaron el ofrecimiento de hacerse cargo de la administración del Instituto Superior Tecnológico Público Simón Bolívar, situado en el Callao un reto que la Región Marianista del Perú asume como un servicio y compromiso con los jóvenes pobres del Callao. Dicha Administración se hace efectiva a partir de febrero del 2010.Nos encontramos en 2013, a punto de celebrar el jubileo diamantino por los 75 años de su presencia en el Perú. La Iglesia acaba de celebrar el Año de la Fe. Al conmemorar tan feliz acontecimiento, sentimos con el Papa Francisco en su reciente encíclica "Lumen Fidei" que "en la Madre de Jesús, la fe ha dado su mejor fruto, y cuando nuestra vida espiritual da fruto, nos llenamos de alegría, que es el signo más evidente de la grandeza de la fe" (n.58).

En conclusión, la obra marianista en el Perú, se ha desempeñado en lo educativo, mediante la creación de colegios con solera que ha dado miles de alumnos, muchos de ellos en puestos de responsabilidad en la Iglesia y la Sociedad. Baste citar al Colegio María Reina Marianistas (CMR), Colegio Santa María Marianistas (CSM), Colegio San Antonio Marianistas (CSA), Colegio San José Obrero Marianistas (CSJO). Obras de tipo pastoral como el Centro Pastoral Albert Mitchel, S.M (CPAM, la, Casa de Retiros Santa María (CRSM), el Centro de Formación Pastoral Rural María Madre del Buen Consejo (MMBC) en Otuzco y las  parroquias Santa María Reina (PSMR) y María Madre del Redentor (PMMR) en El Callao. Desde el primer momento, tanto las obras educativas como pastorales han llevado una marca de proyección social que se evidencia de modo específico en  la Asociación Chami Radio (CHR) en Otuzco, la Asociación Religiosa Hno. Thomas Helm (CTH) El  Callao, y la Asociación Marianista de Acción Social (AMAS) proyectada en la Sierra de la Libertad. Desde la llegada de los marianistas al Perú, muchos de los laicos que los acompañaron, desearon participar de su carisma y espiritualidad. Hoy existen nueve comunidades en el Callao, Lima y Trujillo, que se reúnen periódicamente para seguir formándose en la espiritualidad marianista y reflexionar juntos sobre la Palabra de Dios y sus vivencias del carisma legado por el beato Chaminade. En 1989 se organizaron formalmente como CLM (Comunidades Laicas Marianistas) y actualmente hay 31 CLM de jóvenes y adultos en Lima, Callao y La Libertad (Trujillo y Otuzco) organizadas en torno a un Comité Coordinador Nacional cuyos integrantes participan en el Consejo Nacional dela Familia Marianista junto con religiosos marianistas .

Deseamos que el jubileo por los 75 años de su benéfica presencia en nuestras tierras sirva para conocer mejor su historia pasada y su realidad presente. Nuestra oración para que el Señor les aumente en número y santidad, tanto en la Compañía como en la gran Familia Marianista.

 

Mayor información: http://www.marianistas.org.pe/

 

José Antonio Benito Rodríguez

Evangelii Gaudium ¡YA! EL GOZO DE COMPARTIR LA BUENA NUEVA

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Evangelii Gaudium¡YA! EL GOZO DE COMPARTIR LA BUENA NUEVA

Querido Santo Padre Francisco, ¡qué maravillosa tu exhortación postsinodal "La alegría del Evangelio"!  A medida que la voy leyendo una voz interior me grita "sí, se puede"!  Nos escribes que la evangelización debe hacerse de Persona a persona:

Hoy que la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera, hay una forma de predicación que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos. Es la predicación informal que se puede realizar en medio de una conversación y también es la que realiza un misionero cuando visita un hogar. Ser discípulo es tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino. (Evangelii Gaudium, 127).

Anoche, sin ir más lejos en el tiempo, pude comprobarlo. Me avisaron que la abuelita de amigo había fallecido. Me dispongo a tomar el micro y se detiene un taxi. "Voy para La Molina, si me cae de camino le llevo al precio del micro"–me dice. "Yo voy al Hospital Rebagliatti, a un velatorio, por la zona de Emergencias". "Perfecto, suba".

Agradezco su gentileza y le obsequio con el volante de la Vigilia que llevaba en mi bolsillo:

-       Un regalo para invitarle a un acto maravilloso que organizamos en honor a nuestra Madre Inmaculada, cerquita de aquí, el sábado 7, víspera de la fiesta de la Virgen.

Me da las gracias y me dice que él se dedica al transporte escolar de niños y jóvenes. Le comparto que soy profesor y que me dedico en los tiempos libres a la educación en valores y la formación católica de los jóvenes.

Hablamos de lo humano y lo divino, del tráfico, de las elecciones municipales, del Perú, de España, de la juventud, de la necesidad de apoyarles, forjarles…

Como veo que se aparta de su ruta inicial para dejarme en el lugar exacto, trato de disuadirlo pero él me indica que la conversación está interesante y que lo hace con mucho gusto.

Total que llegamos al sitio, le voy a pagar y no me lo recibe. "Muchas gracias, así no más, y siga haciendo tanto bien a los jóvenes".

La verdad que llegué rapidísimo, fue lo más entretenido, y quedamos tan amigos. Y todo comenzó por un volante con la imagen de Santa María y como dice el Papa "espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino". Gracias, Madre, por darme la oportunidad de esta forma tan sencilla de evangelizar.

José Antonio Benito

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PROFUNDO DOLOR E INMENSO GOZO POR PADRE ÁNGEL JIMÉNEZ, HERMANO GEMELO DEL PADRE DONATO

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Bellísima meditación del P. Donato Jiménez, OAR, ante la partida para el Cielo de su hermano gemelo, también religioso agustino recoleto, presbítero de las Comunidades Neocatecumenales, misionero en el Perú, párroco en San Antonio de las Cárcavas en Madrid.

PROFUNDO DOLOR E INMENSO GOZO 

22 nov. 2013. La Paz con todos. Ya lo sabéis: Requiescat in pace, que así sabe a liturgia: En Paz Descanse. Mejor: En la Paz descansa. Porque

Morir, solo es morir. Morir se acaba. Morir es una hoguera fugitiva; es cruzar una puerta a la deriva y encontrar lo que tanto se buscaba. (Martín Descalzo).

Y a la vez que sentimos hondamente su separación temporal, celebramos con sumo Gozo la llegada a la Mesa del Padre y compartir el Banquete de Bodas con su -con Nuestro- Señor. 

1. Mi hermano mellizo Ángel, nuestro hermano Ángel, pasó a la Mesa del Padre, encendida su lámpara, gracias a Dios, y con todos los Auxilios Espirituales. En el hospital, el P. capellán lo visitaba diariamente. Ya en casa, yo le administré la Santa Unción tres veces a lo largo del agravamiento de su enfermedad. Le llevaba la Comunión todos los días cuando ya no podía ni llegar -veinte pasos- a la Capilla a compartir la Eucaristía. Le di la Absolución varias veces. Y todas las Bendiciones. Desde dos días y medio antes, estuve junto a él, casi todas las horas. En las últimas catorce horas le iba rezando salmos y la Recomendación del alma. Le cogía las manos, y cuando le soltaba, me buscaba la mano. Tres horas antes le había llevado el Viático. Comulgó unas gotas del Sanguis que le di con una cucharilla, pues le era ya muy dificultoso pasar una partícula de la Hostia. Murió en mis brazos, entre mis manos y con el crucifijo en las suyas. Estuvo plenamente cosciente prácticamente hasta unos minutos antes de expirar, aunque ya no podía pronunciar palabra. 

En las últimas 48 horas sufrió mucho: la debilidad de sus pulmones le impedía ya respirar medianamente. Miraba a un icono del Sdo. Corazón de Jesús que tenía enfrente de sus ojos, y costosamente, repetía la jaculatoria ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! 
Al fin, el Señor lo recogió para sentarlo a su Mesa, sin duda, como "siervo bueno y fiel", según creemos y sabemos con certeza absoluta los que confiamos en el Señor. Eran exactamente las tres de la tarde, hora también providencial: la hora en que eran sacrificados los corderos en el Templo de Jerusalén, y por eso fue la hora en que, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, entregó al Padre su Espíritu en el Gólgota. Me encontraba yo solo con él, pues los padres aún departían en la sala. Yo mismo le cerré los ojos y llamé, ya llorando, a los padres, que vinieron inmediatamente; aún estuvimos orando unos minutos. Después ya, el P. Prior rezó el responso. 

2. Para mí ha sido una Gracia inmensa y una gran Bendición el haber podido estar a su lado estos casi cuatro meses. Además de nuestras dos enfermeras y de la Hna. Sierva de María que le acompañaba durante la noche, dejo testimonio de varios sacerdotes que ejemplarmente lo visitaron amical y paternalmente. He sufrido con él, aquejado, a veces severamente, de confusión espiritual. Y me he unido a sus sufrimientos, que el Señor, por obra de la Fe, sabe trasformar en espléndido gozo. 

Dios obra como Dios, dice S. Agustín. Y así todo ha discurrido providencialmente, es decir, como preparado divinamente por la Providencia, como tantas veces me oís decir. Tanto el proceso primero de la enfermedad, dándonos tiempo a tomar conciencia de su estado, como el agravamiento tan doloroso en Madrid, y especialmente el último mes aquí en Salamanca. 

Cuando le decíamos que había muchísima gente orando por su salud, preguntaba: ¿Pero estáis pidiendo el milagro? Sí. Hemos pedido el milagro hasta el último instante, como nos manda el Señor: Orad sin descanso; pedid y se os dará… Hasta el cumplimiento de las indicaciones de los médicos, lo hacíamos con el convencimiento y tesón con que los amigos del paralítico de Cafarnaún abrieron el boquete en el techo para colocarlo ante los pies de Jesús. Dios no nos ha regalado el milagro y el consuelo de su curación, pero nos ha concedido otros no pequeños milagros que se perciben a la trascendente Luz de la Fe, y que mente y corazón saben que son milagros, es decir, modos admirables y providentes de obrar Dios para nuestro Bien. 

3. De sobra deciros nada sobre él. Lo conocisteis, acaso mejor que yo. Siempre se tomó con plena seriedad su Profesión religiosa y su Sacerdocio. El Medio Divino, del científico y místico jesuita P. Teilhard, Sta. Teresa, y Sta. Teresita del Niño Jesús, entre muchas otras obras, fueron constante alimento espiritual. Eso le llevó, ya ad portas de sus 50 Años de Sacerdote, a pedirle con enorme valentía al Señor una enfermedad larga y dura. Un íntimo amigo de Ángel, me acaba de enviar su Diario hace unas horas, y que aún no he podido leer. Ofrecidos tenía su vida y sufrimientos pro salute Ecclesiae. O como dice S. Pablo, para ofrecer en su carne algo de los padecimientos que faltan al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Y el Señor, como a muchos santos, le cogió la palabra. 

Todos han sabido y agradecido su celo apasionado, su piedad sincera, su entrega sacerdotal a enteras, y su infatigable trabajo en los distintos campos pastorales y eclesiales. De párroco en Ntra. Sra. de La Caridad, aún se dio tiempo para enseñar Filosofía de la Religión en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, pues consideraba el aula como sector importante de su parroquia. Se imprimía también el boletín Caridad, para que llegase gratis el anuncio de la fe a quienes no se acercaban a la parroquia. De aquí fue de Prior al Monasterio de San Millán, y en el mismo trienio, párroco del pueblo, donde llevó a cabo la restauración y embellecimiento de su templo parroquial. Sobre el trabajo del P. Ángel en ambos frentes, le oí decir a un venerable fraile: "Este prior es capaz de echarse el convento al hombro". Y cuando le decían que debía descansar, solía responder: ¡Qué, si el trabajo no cansa! 

4. Yo, particularmente, -creo que todos- debemos dar muchas gracias a Dios por él. Así me lo expresan con palabras muy bellas y sentidas, tantas llamadas y correos que aún sigo recibiendo. Por eso, en medio de la pena tan honda de esta separación de mi hermano Ángel, que personalmente ha sido casi-todo para mí, experimento también el gozo inmenso de saber que pasó haciendo mucho bien, aunque parezca petulante la alusión, nada menos que a la Vida de Jesús. Y ya descansa, ¡descansa! -quizá por primera vez-, y goza ya del Padre en su Reino. 
Casi puedo decir que de la parroquia Ntra. Sra. de la Consolación de Chiclayo, sobre todo, y de Ntra. Sra. de La Caridad de Lima, a pesar de los decenios trascurridos, pocas serán, por así decirlo, las personas que no hayan llamado y se han preocupado orando en perseverancia por su salud. No digamos, de la parroquia San Antonio de Las Cárcavas de Madrid, que a pesar de las restricciones y casi prohibición, han estado llamando y viniendo en grupos y de forma particular. 
Algunos de los que no iban a misa en la parroquia, han venido a visitarlo, y hasta acudieron a la Exposición del Santísimo que el domingo anterior convocó el P. Nacho para orar por el P. Ángel.

Dejad que el grano se muera y venga el tiempo oportuno; dará cien granos por uno la espiga de primavera. Mirad que es dulce la espera cuando los frutos son ciertos. Tened los ojos abiertos y el corazón consolado: Si Cristo ha resucitado, resucitarán los muertos. (Del Breviario).

5. El funeral y sepelio fue muy concurrido; 20 concelebrantes (aunque era sábado). Presidió la celebración el Provincial, P. Daniel Ayala. Especialmente las Comunidades Neocatecumenales de Madrid (vinieron dos autobuses). También de una Comunidad del Camino, de Salamanca, y fieles de la parroquia de San Antonio de Las Cárcavas. Estuvieron en nuestra Capilla varias horas celebrando y cantando salmos con su Liturgia del Tránsito, como ellos lo saben hacer. También participaron con sus inspirados cantos en la Misa y entierro. 

Aquí, en la bellísima Capilla de nuestro convento de Sto. Tomás de Villanueva de Salamanca, habíamos profesado solemnemente como agustinos recoletos. Aquí recibimos la Ordenación de presbíteros. Aquí, providencialmente, este mismo año, hemos agradecido hondamente los 50 años de gracia y de vida sacerdotal. Aquí, finalmente, con decisión gozosa y conciencia plena, Ángel entregó su vida a quien se la dio: en las manos y el abrazo de Nuestro Señor Dios y Padre. 

Pronto, D. m. estaremos de retorno para remprender mis tareas en Lima. 
Agradecimiento de corazón a todos. Y un fraternal abrazo. Bendiciones.

Quedad con la Paz y el Gozo de nuestra Fe. 

P. Donato

"LA FE EN LA EUCARISTÍA, NUESTRO ORGULLO Y NUESTRO TESORO", Cardenal Landázuri, Legado Papal del Congreso Eucarístico de León

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Ante el Centenario del natalicio del Cardenal Landázuri, el 19 de diciembre, me complace compartir grandes momentos de su vida como ser legado papal de Pablo VI en el Congreso Eucarístico de León, España, en presencia del Jefe de Estado, arzobispos y obispos, miles de fieles.
Les pongo el enlace de una revista local con fotos y crónica del evento http://www.saber.es/web/biblioteca/libros/tierras-de-leon/html/5/4.1.pdf así como la Homilía Central del Cardenal publicada en RENOVABIS, Julio 1964, Seminario Santo Toribio, Lima



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HISTORIA DE LA CARIDAD Y DE LA ACCIÓN SOCIAL DE LA IGLESIA SEGÚN EL P. SANTIAGO CANTERA

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Oleo de Padró. Museo Marítimo de Barcelona 
Oleo de Padró. Museo Marítimo de Barcelona 

Soldados catalanes en defensa de su Patria para liberar Cuba de una guerra inspirada por las logias (*) (**) al servicio de una potencia extranjera emergente 

Historia breve de la caridad y de la acción social de la Iglesia

por José Inazio Etxániz

Nuestro colaborador Fray Santiago Cantera, monje benedictino de la Abadía Santa Cruz del Valle de los Caídos, acaba de publicar un libro con miras a la divulgación, donde hace un breve recorrido por los dos mil años con que cuenta la Iglesia Católica, fijándose en su impresionante faceta caritativo-social. La obra cuenta con los precedentes de varias conferencias, charlas-coloquio y artículos en diversos lugares, entre ellos Arbil, que impartió y escribió cuando era profesor de Historia en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, antes de su ingreso en la vida monástica. Ahora, como un producto más acabado, nos ofrece esta síntesis, elaborada a petición de D. Pablo Cervera Barranco para la colección "Veritas" de la editorial Vozdepapel; aprovechamos la ocasión, por cierto, para expresar nuestra felicitación pública a D. Pablo Cervera por su reciente nombramiento como director de la Biblioteca de Autores Cristianos (B.A.C.).

Los cuatro capítulos siguientes abordan la caridad y la acción social de la Iglesia en las cuatro grandes épocas en que habitualmente se ha dividido la Historia del mundo. Así, el segundo capítulo trata de la "Acción caritativa y labor de transformación social en la Iglesia antigua", y a su vez se divide en tres puntos principales: la caridad en la comunidad apostólica y en las primeras comunidades cristianas; la caridad cristiana en la época de las persecuciones; y la asistencia y la transformación social desde la paz constantiniana. Llaman la atención, desde luego, aspectos como el testimonio de autenticidad que supuso la caridad cristiana, hasta tal punto que los paganos más contrarios al cristianismo hubieron de reconocer su valor; también el nacimiento de los hospitales, que se debió al cristianismo, ya que en el mundo antiguo no habían existido tales instituciones benéficas; la aparición de una doctrina social cristiana en los escritos y en la palabra de los Padres de la Iglesia; y la acción transformadora de la sociedad tardoantigua por influjo del cristianismo, tanto a través de la humanización y cristianización del Derecho Romano y de las costumbres, como por medio de la reducción progresiva de la esclavitud.

El tercer capítulo se titula "Caridad y acción social en la Iglesia medieval". En él se fija en la labor desarrollada por diversos personajes y ámbitos de la Iglesia, entre ellos algunos Papas como San Gregorio Magno; lógicamente, el autor, como monje que es, tiene muy presente lo que hicieron sus predecesores en la faceta caritativo-social: hospitalidad, atención a pobres y enfermos, etc. Interesante es el punto dedicado a los hospitales del Medievo, donde confluyeron iniciativas de Órdenes religiosas con otras eclesiásticas y laicales, y donde el peso de las peregrinaciones añadió un elemento característico en esta obra benéfica. También se ofrece una síntesis de la acción emprendida por mercedarios y trinitarios en la redención de cautivos y se tratan otros temas: gremios y cofradías, con la consiguiente cristianización del mundo profesional; Montes de Piedad y lucha contra la usura; doctrina social católica de la Edad Media; acción social de los reinos cristianos y pautas de transformación social en estos siglos. Desde luego, después de leer estas páginas, cualquier lector habrá de abandonar los prejuicios que pudiera tener acerca de los "oscuros tiempos medievales" y deberá maravillarse ante el amor al prójimo que es posible descubrir en ellos gracias al cristianismo.

El cuarto capítulo lleva por título "Valor de las obras y acción social en la Iglesia moderna". Se compara adecuadamente, en función de la debatida cuestión de la fe y las obras, el punto de vista católico con el protestante, y por eso se observa que el primero prosiguió en su ejercicio ingente de la caridad para con los hombres, mientras que el segundo fue el germen de actitudes individualistas que condujeron al capitalismo. Entre las facetas benéfico-sociales aquí estudiadas, resaltan algunas como la hospitalaria, con una doble dimensión principalmente: la concentración de los hospitales y la aparición de nuevas Órdenes religiosas volcadas en la atención a los enfermos; desde luego, hay que descubrirse cuando se contempla, aunque sea en breves líneas, todo lo que los Hermanos de San Juan de Dios han aportado a la Medicina y al mundo sanitario. No se olvidan figuras señeras de la caridad católica de los tiempos modernos, como San Vicente de Paúl y San José de Calasanz, ni la evolución de los Montes de Piedad hacia su compaginación con las Cajas de Ahorro que comenzaron a surgir a partir del siglo XVIII. En fin, singularmente asombrosa resulta la obra social de la España católica en América, no sólo a través de la legislación indiana y de su regulación laboral (que a no pocos sorprenderá por lo avanzada para la época), sino también por medio de las instituciones oficiales y de otras obras tangibles: hospitales, cajas de comunidad, "reducciones" jesuíticas, etc. También se descubre cómo muchos hijos de la Iglesia Católica se esforzaron en la lucha por la libertad de los esclavos negros, entre ellos el jesuita San Pedro Claver, y cómo la Santa Sede condenó el tráfico negrero desde su comienzo en el siglo XV hasta su desaparición en el XIX.

El quinto y último capítulo, "Caridad y catolicismo social en la Iglesia contemporánea" puede servir asimismo para derribar muchos prejuicios y errores muy difundidos. La floración de nuevos institutos e iniciativas de orientación benéfica en el siglo XIX y en buena parte del XX es ya una buena muestra del vigor de la Iglesia y de su capacidad de respuesta ante el dolor ajeno, del mismo modo que las misiones ofrecen una extraordinaria conjunción del anuncio evangélico y de la promoción humana y social: de redención espiritual y material. La época de las revoluciones no fue la panacea que éstas anunciaban: el liberalismo, el marxismo, etc., trajeron en realidad miseria y opresión, y frente a ellas hubo de alzarse una vez más el genio católico en favor del hombre como hijo de Dios. Ante el capitalismo y sus funestas consecuencias para las masas proletarias, y ante las promesas "redentoras" del marxismo y del anarquismo, surgieron el catolicismo social y la Doctrina Social de la Iglesia. También muchas sorpresas se llevarán algunos cuando lean que en múltiples naciones fue el catolicismo social, que apareció más pronto de lo que con frecuencia se cree, el que trajo las primeras legislaciones sociales y el que desarrolló iniciativas tan diversas como cajas de ahorro, círculos de obreros, sindicatos, cooperativas, etc. El siglo XIX y buena parte del XX han conocido el empuje de esta corriente y de la Doctrina Social de la Iglesia, la cual ha llegado a inspirar la política social de varios Estados y notables avances, que a más de uno sorprenderán igualmente, incluso por la incorrección política que supone exponer ciertos datos objetivos. El autor no pierde de vista en este capítulo las desviaciones erróneas que han existido entre algunos católicos en diversas vertientes con relación al tratamiento de la cuestión social y de la acción política: sillonismo, ideas maritainianas, partidos de democracia cristiana, tendencias marxistizantes, teología de la liberación, etc. Por otro lado, tampoco se olvida el problema actual del Tercer Mundo y las iniciativas católicas principales para darle respuesta, y se hace un recuerdo especial de dos grandes gigantes de la caridad cristiana en el siglo XX: el P. Werenfried van Straaten ("Padre Tocino") y la Beata Madre Teresa de Calcuta.

Las conclusiones y una orientación bibliográfica cierran el libro.

Ciertamente, tras la lectura de la obra no se puede quedar indiferente ante la acción social de la Iglesia Católica a lo largo de veinte siglos, y por eso se hace evidente lo mismo que señala el autor: han de caer muchos prejuicios y se ha de reconocer que la fuerza misteriosa de un amor absoluto y trascendente ha movido esta actividad y toda la vida de la Iglesia. Es decir, que el mismo Dios está detrás de ella y la alienta hasta el final de los tiempos. No es que no haya pecadores en la Iglesia (todos lo somos), sino que la presencia de éstos no afecta al carácter divino de la institución y no anula el predominio de la santidad en ella. Asimismo, el término y el concepto de "caridad", como señala el autor en la introducción, se conjuga perfectamente con el de "justicia" y no debe ser minusvalorado ni rechazado como una simple actitud limosnera; la caridad, en realidad, no es otra cosa que la virtud teologal del amor, el amor referido a Dios, así como al prójimo y a uno mismo porque en el hombre está impresa la imagen del Creador. Por eso, la caridad se ha alzado a lo largo de los siglos y se alzará hasta el final como una virtud, como un hábito, como una disposición permanente, que lleva a obrar el bien en beneficio de los demás. En cambio, la "moda de la solidaridad" (sin olvidar que existe un verdadero sentido cristiano de este término) corre el riesgo de no ser más que eso: una simple moda pasajera, como también la "filantropía" masónica no es más que un abstracto amor al hombre.

•- •-• -••• •••-•
José Inazio Etxániz

CANTERA MONTENEGRO, Santiago (O.S.B.): Historia breve de la caridad y de la acción social de la Iglesia. Madrid, Vozdepapel (Colección "Veritas", 4), 2005. 223 págs.


CONVERSATORIO SOBRE LOS 50 AÑOS DE LA CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA SACROSANCTUM CONCILIUM

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ESTE 4 Y 5 DE DICIEMBRE SE REALIZARÁ

La Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Peruana, llevará a cabo este 4 y 5 de diciembre un conversatorio para celebrar los 50 años de la Constitución Dogmática Sacrosanctum Concilium.

"La Constitución Dogmática Sacrosanctum Concilium: Un camino de renovación en la continuidad", será el tema de este encuentro, que se realizará de 7:00 a 9:00 de la noche, en el auditorio de la Parroquia San Antonio de Padua, ubicado en Calle Huiracocha, 210 – Jesús María (Altura cdra. 5 Av. San Felipe). 

Para estas conferencia magistral se ha invitado al Padre Richard García Loor, Licenciado en Teología Litúrgica por el Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo de Roma, Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Liturgia de Ecuador. 

Aún quedan cupos para inscribirse. Recuerden que la capacidad es limitada. Para más información, pueden dirigirse a la Comisión Episcopal de Liturgia, sito en Jirón Estados Unidos, 838 – Jesús María. Teléfono: 463-1010, anexo 266. Telefax: 463-1808. También pueden escribir al correo electrónico: liturgia@iglesiacatolica.org.pe 

A LA ESCUCHA DE DIOS "EN LOS SURCOS DE LA HISTORIA": LA SECULARIDAD HABLA A LA CONSAGRACIÓN. TODOS LOS MENSAJES EN LA WEB http://www.cmis-int.org/documentos/congresos-simposios-y-asambleas/congreso-mundial-de-asis/

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http://www.cmis-int.org/documentos/congresos-simposios-y-asambleas/congreso-mundial-de-asis/

CMIS – CONFERENCE MONDIALE DES INSTITUTS SECULIERS
CONGRESO Y ASAMBLEA GENERAL 
ASÍS – 23-28 de julio de 2012
(Domus Pacis – Santa Maria degli Angeli, Asís – Italia)

A LA ESCUCHA DE DIOS "EN LOS SURCOS DE LA HISTORIA": 
LA SECULARIDAD HABLA A LA CONSAGRACIÓN

ÍNDICE

1. Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI transmitido por el Secretario de Estado (Cardenal Tarcisio Bertone)
2. Mensaje del prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (Cardinal João Brazde Aviz)
3. Introducción al Congreso (Ewa Kusz) 
4. La consagración de Jesús (Padre Paolo Gamberini SJ)
5. Reflexión sobre la constante tensión de ser cristiano (Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz)
6. ¿Cómo estar al servicio de la Iglesia como laicos y en cuanto laicos? (Pierre Langeron)
7. Un nuevo modelo de santidad como fidelidad a Dios en el mundo (Mons. Gérald Cyprien Lacroix)
8. Nuevos lenguajes y una nueva lengua para la Iglesia (Ivan Netto M.D.)
9. Cómo cambia la vocación cuando cambian el mundo y nosotros mismos (dott.ssa Piera Grignolo)
10. Elementos para una síntesis del Congreso (Giorgio M. Mazzola)
11. Estadísticas sobre los Institutos Seculares

Community & educational development

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The Federal Grants and Loans Directory is now available. Our new and revised
2014 edition contains more than 2800 financial programs, subsidies, scholarships,
grants and loans offered by the US federal government.
 
In addition you will also have access to over 2400 programs funded by private
corporations and foundations. That is over 5200 programs available through
various sources of financial providing organizations.
 
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basis. This product also provides daily email alerts as programs are announced.
 
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